KISSINGER SE
FUE A LAS CALDERAS DE PEDRO BOTERO
No me gusta
hablar mal del que muere, quia de mortuis
nisi bene, pero hoy el mundo respira hondo al saber que don Henry entregó la
cuchara. Había cumplido cien años. Estos sionistas duran más que las pilas de
uracel.
En mi época
de corresponsal en Londres recuerdo un breve encuentro en el hotel Claridge
para preguntarle cuál sería la política del Departamento de Estado después de
Franco.
El secretario
de Estado tenía buen aspecto. Bronceado, me miró con sus ojos taladrantes que
yo consideré la mirada sarcástica del Talmud. No dijo nada, sonrió y se fue rodeado
de sus gorilas que por poco me derriban para abrir paso al todopoderoso
ministro de Asuntos Exteriores.
A los pocos días de aquel encuentro fue a Madrid y se produjo lo que los españoles llamamos el abrazo de la muerte. El almirante Carrero Blanco no estuvo atento ni pertinaz al considerarse amigo de los americanos.
Al día
siguiente, recién salido de misa de los jesuitas, su coche voló casi cincuenta
metros. Con él voló el régimen de Franco.
Su política
del “paso a paso” ha tenido graves consecuencias para Europa, hoy fragmentada y
dividida. Consiguió difuminar el sentido histórico y humanista de la vieja
Europa de las patrias transformadas en las patrias de los mercados, genuflexa
ante las consignas de la masonería y del pentágono.
Todo lo que tenía de cruel (dos millones de
muertos en Vietnam, cien mil americanos) lo tenía de listo y de jovial.
Era un tipo simpático al que se le notaba su acento alemán, voz profunda y enigmática en las ruedas de prensa.
Le gustaba el futbol, fumaba tabaco con sabor americano, yo conseguí
fotografiarle a la salida de un partido de futbol en el estadio metropolitano
en el 82 y a su mujer Nancy cuando tomaba un ascensor en el Ritz.
Se emocionaba hasta las lágrimas como buen judío si alguien le acusaba de sacamantecas. Entonces esgrimía el argumento de Auschwitz.
Había nacido en Alemania y vino como
interprete con las tropas del general Eisenhower. Se desempeñó como caza nazis.
Inmisericorde con los alemanes. De regreso a Washington patrocinado por
Rockefeller perteneció a la banda de los whitkizs. Una serie de personajes
todos iguales con el cerebro lavado, buena presencia, trajes a la medida y
hablar diserto y concentrado.
Biden es de los últimos de esa racha.
Su elegante
apariencia oculta empero el alma negra y cruel. Ellos son capaces de apretar el
botón nuclear.
El paso a paso a paso, step by step, hay que ir poco a poco sin prisa pero sin pausa para ganar, de Kissinger para muchos países, ha sido el camino del infierno, su desintegración; la que estamos viviendo en Oriente Medio y Ucrania, las que vivimos en Yugoslavia, Gaza, en Iraq y Afganistán, las masacres de África.
Kissinger ,
como acicate a su política de globalidad, secundó el terrorismo de ETA y
reivindicó un estado independiente para Cataluña cuando he aquí que estos whizkids
saben manejar el ardid como argumento de la falsa bandera atribuyendo al
enemigo el mal que ellos perpetran.
Bueno, yo he
sobrevivido a este ogro sacamantecas, gracias a Dios.
Saquemos el
champán y brindemos por la muerte del tirano. Con la desaparición de este judeo-alemán
el mundo a día de hoy puede estar más tranquilo. Crime doesnt pay. El crimen no paga.
Que Dios le ajuste las cuentas
jueves, 30
de noviembre de 2023