UN ESTUDIO SOBRE PALACIO VALDÉS
Hoy san Mateo, recuerdos de las fiestas ovetenses de hace 36 años. En el parque de San Francisco me quisieron fusilar pero estoy vivo vivito y coleando, escuchando las sandeces que dicen por la radio transmitiendo el gran encuentro, como si fuera un partido de fútbol por los pasillos de la ONU, con el califa alauita que ha resultado todo él agua de borrajas. Fuese y no hubo nada y •I am here for the beer”. Un fulano tan pésimo al frente del gobierno de una nación que fue digna, grande y libre y ahora está aherrojada, desgobernada, es pequeña y rastrera, arrastrada y manipulada por los manigeros laico judaicos hace pensar en todo las teorías de la escuela jurídica de Salamanca sobre el derecho al magnicidio. Y la pregunta sobre el tapete:
-¿Es lícito eliminar al tirano?
Pues a ver quien le pone el cascabel al gato. De seguir las cosas por ese cauce, que se entrega a Ceuta y Melilla, que se separa Cataluña, la Roca de Gibraltar única colonia en Europa crece y crece, se van los vascos a cantar zorcicos bajo el roble de Guernica, y España se convierte en una nación sin estado pero con un rey sin corona y sin gobierno pero que cobra, trinca, nos mamonea y nos borbonea a todos los españoles, pues tendrá que matarlo la Guardia Civil como a esos toros corralones de las fiestas de los pueblos a los que no hay dios que los meta mano. El Padre Suárez, el Padre Vitoria y hasta Las Casas todos son contestes en afirmar que no sólo es un derecho sino un deber “darles el paseillo” a los malos gobernantes y a las testas coronadas que justifican su tiranía so capa de libertades constitucionales. Puede que a ZP tenga que darle matarile una pareja de la Benemérita, esos picoletos que alborotaban ayer por las calles de Madrid pidiendo aumento de sueldo. Seguiría una tradición o sería un clásico como dicen ahora los repipis: en este país han muerto a mano airada hasta cinco jefes de gobierno (Canovas, Dato, Canalejas, el general Prim, Carrero Blanco).
Testas coronadas hasta ahora- aquí no es como en Francia, aquí no hay más que babosos y adulones del Rey que rabió, como Peñafiel ese tambien se merece la corbata de hierro- pocas murieron a garrote vil pero todo se andará sobre todo cuando se tiene un pasado de sangre a las espaldas. Dicen que el Borbón, aparte de ser gafe, mató a su hermano heredero de la corona dicen que dicen que sin querer mientras limpiaba una pistola y que pudo tener artes y partes en la conspiración que se llevó por delante al Duque de Cádiz, que fue pretendiente al trono. Esto de la alianza de civilizaciones, esto de la memoria histórica puede acabar como el rosario de la aurora.
Por ejemplo, para toda esta pecorea de nuevos periodistas, historiadores, adulones y manipuladores, la muerte de Palacio Valdés en Paracuellos ni se cita. ¿Para qué? Era un escritor de derechas asesinado y perseguido por la horda fanática, el mejor cantor de Asturias no regresó al Principado después de la revolución del 34. narrador omnisciente y omnipresente que dominaba como ninguno las técnicas, el epos, eros y el ethos de la narración. Don Armando creía en el poder de la imaginación capaz de fraguar mundos. He vuelto de su mano a su querido Avilés y ha sido como a través de sus personajes viviera a vivir una tarde cualquiera de hace muchísimos años en la Villa del Adelantado, caminara por los soportales de Sabugos, entrase en la confitería de la Moraña a saborear los ricos pasteles. Nos dice que en Asturias existe una autentica pasión por el dulce y esto debe de ser porque la gente vive amargada por la política (El Cuarto Poder) y que los mejores dulces son los que se cuecen en los obradores de las monjas.
Del hilo al ovillo, asistimos con él de visita a un convento de clarisas que a él tanto le impresionara en la niñez donde profesó una tía suya. Después de la visita la novena –por la señal de la santa cruz- y el rosario. Vida feliz, arcádica, provinciana. Los avilesinos de entonces no tenían televisión y no estaban enterados de lo que pasaba en el mundo pero acaso fueran el doble felices que ahora. La Alegría del Capitán Ribot está pletórica de optimismo y del placer de vivir.
Nos dice Palacio que la novela no se inventa, se observa y que a él su poder de observación (fijándose mucho) le abrió las puertas de un paraíso costumbrista en los que se guardaban los valores de la raza. Pero más que de novela costumbrista es la suya una novela ecológica. Desde niño conocía el autor el nombre de todos los árboles, había oído cantar a todos los pájaros, por ejemplo al raitán. Se adelanta a su tiempo anunciando la muerte del hombre con la destrucción de la naturaleza (La Aldea Perdida) con la primera revolución industrial. Allí los brutales Nolo y Plutón ocasionan la muerte de Jacinto y de Demetria. Mineros contra aldeanos era el mensaje de la Aldea Perdida que es de una calidad primigenia de las posibilidades de la literatura. El libro tiene resonancias homéricas.
Sus novelas urbanas son más convencionales y aunque realza la acción el tono es más gris. Sin embargo estudia el carácter y la idiosincrasia de las clases medias españolas entes de estallar la guerra civil. Siempre añorante de sus prados y sus montes asturianos, nos dice que es preciso que el escritor esté en contacto con la naturaleza porque ésta libera mientras el contorno urbano esclaviza. En su arte procura sobre todo entretener al lector. Él que quería ser filósofo y ver la vida como debe ser de acuerdo a unos principios acaba en narrador que relata la vida como es tratando de dar siempre una visión amable de las cosas. Sus novelas nos reconcilian un poco con la existencia y dejan en el alma un poso de melancolía o de paz melancólica que nos instiga a ser mejores. En su afabilidad y sentido del humor resulta muy asturiano.
Y cuenta los hechos desde la perspectiva del narrador, no de los personajes como Henry James, Dostoyevsky y Kafka. No hay en sus libros flujos de conciencia, estos proyectan una visión del mundo como dualidad y lucha. Asturias significa para él el descanso del guerrero, una percepción tal vez subjetiva porque allí como en todas partes existe la miseria, los rencores, las tragedias pero él acarreando las vivencias de su infancia las obvia. El acercamiento a Asturias significa la vida y su alejamiento la muerte. La acción posee en sus novelas un carácter secundario. Los acontecimientos se desarrollan como en un duermevela con la voz del narrador al fondo. ¿Esto que está pasando lo estaremos viviendo realmente o se trata simplemente de un sueño? De manera que los lances de la trama se mueven en un marco de claroscuro.
La acción no es única. Por lo general envuelve varias acciones conjuntas, fusionándose en estructura. A veces entra en periplos circulares como si tratara el escritor de enlazar el punto de partida con el de llegada. No hay que fiarse mucho porque lo que es bonanza puede de repente transformarse en “marejada de leva” y el plot está construido sobre una miríada de episodios secundarios con muchos entrantes y salientes como el litoral del Cabo Peñas y como si hubiera bebido sus asuntos en la más pura tradición oriental.
Sobresalió siempre como escritor topográfico o paisajista pero sus descripciones no son estáticas sino dinámicas. Los personajes forman parte del paisaje. Riofrío de esta forma resulta la cura del alma de un joven calavera y perdis (El Idilio de un enfermo). Y otro aspecto Palacio conocía a la perfección el alma femenina. Las mujeres lo adoraban y a lo largo de su vida fueron incontables las cartas que recibió de las féminas animándole en su labor o haciéndole propuestas de matrimonio. Su preocupación por el adulterio o lo que dicen ahora los entendidos al derecho que tienen las mujeres a hacer lo que quieran de su cuerpo lo situa en una especie de precursor del Movimiento Lib. , Aunque no creo yo que las cursis ministras de Zapatero fueran hoy muy entusiasta del novelista asturiano que no era cursi ni repipi como son ellas. La temática narrativa se apoya en un triangulo que bien puede ser el amoroso: héroe.-antihéroe-victima. Este esquema lo aprendió en las novelas por entregas. En su aprendizaje literario fue un lector consumado de Pérez Escrich. El folletista madrileño hacía nacer de su pluma personajes para ser buenos o para ser malos. Saben leer todos y escribir, redactar cartas. Abundaba en los años 20 la novela epistolar y eran todos ellos unos auténticos malabaristas del dialogo.
Todos ellos –Zamacois, López de Haro, Trigo e incluso la generación del Cuento Semanal- eran altruistas y consideraban que la novelística nos libera de la monotonía del presente y nos echa a volar por entre los arcos formeros de la fantasía y nos lleva a algo tan importante como desconcertante, amargo y tierno a la vez, y siempre mágico. Es por lo que muchos novelistas hoy no permanecerán ni puedan leerse. Eso no ocurre con Palacio Valdés. Sus libros aunque descatalogados por esta generación hipócrita y adultera son value for you money que diría un inglés. Libros que merecen leerse no la morralla anglosajona que nos anuncian a bombo y platillos nuestros suplementos culturales que nos venden la burra mal capada y cultura laica y judaica. Artolas llenas de cuartillas infumables. Nuestro querido Umbral los tiraba todos a la piscina. No lo haría con Palacio, un escritor liberal, nunca carca, interprete de la condición humana, al que “pasearon” por ser amigo de Melquíades Álvarez. No respetaron sus canas. Tenia 83 años. Otro español al que la dichosa memoria histórica zapateril pasa por alto. No. Si esto sigue así al Espantapájaros va a tenerlo que pasar por las armas la Guardia Civil. Él trajo el odio. Ha dividido otra vez a España.
21/09/2010 23:48