2025-12-06

el padre martino centenario fue mi profesor de literatura en Comillas. Una larga vida dedicada a la enseñanza y a la historia del pueblo romano

 

El pasado día 5 de mayo, con plenas facultades físicas y mentales, cumplía Martino 100 años

Siro Sanz García

Domingo, 11 de mayo 2025, 13:24

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El pasado día 5 de mayo, con plenas facultades físicas y mentales, cumplía Martino 100 años. Recibía ese día un sentido homenaje del Instituto Bíblico y Oriental de Cistierna, de sus paisanos montañeses y de los amigos de León, que en esa fecha bajaron a Castilla para felicitarle.

De la mañana a la tarde fueron acogidos por la comunidad jesuítica y su prior José María. Pasaron una gratísima jornada junto al cumpleañero, participando de las actividades diarias en la venerable casa de Villagarcía de Campos, habitada por la Orden de los Jesuitas desde hace 500 años.

Un día lleno de satisfacciones, resumido por Fran Manchado, oriundo de San Pedro de Foncollada, gran admirador del jesuita sajambriego de la siguiente manera: «Si tuviera que señalar un momento central de ese día, sin duda, fue la Santa Misa. Vivida casi como una transfiguración difícil de describir, rodeados de tantos jesuitas, muchos en sus últimos días. Verdaderamente representaban un mundo espiritual e intelectual de primer orden, ya irrepetible, que no volveremos a ver. Estoy seguro que como a mí, os hizo conscientes del misterio del tiempo, de la vocación y de la silenciosa entrega a Dios».

El que esto escribe, ha colaborado y compartido con Martino la encarnizada lucha por investigar y dar sentido a la descabalada, desnortada historia más remota de la Montaña Oriental leonesa, la Cantabria leonesa; quizás, donde más fracasos y éxitos ha cosechado. Lucha a la que Martino siempre se entregó con pasión y empeño, sobre todo, con un gran bagaje cultural, humanístico y espiritual. Una rebeldía científica dirigida a la búsqueda de la verdad, asistido únicamente por una estricta formación tomista aristotélica y por su gran conocimiento de las las lenguas clásicas y modernas.

Es de destacar la extraordinaria relación del Instituto Bíblico y Oriental de Cistierna con Martino. Hace unos 17 años, corría el mes de abril, regresaba un servidor a Cistierna, mientras aguardaba el autobús a Riaño en la estación de León, coincidí con el presidente del Instituto Bíblico y Oriental, Jesús García Recio, que esperaba el mismo autobús, con parada en Aleje, su localidad natal. Durante el trayecto, le comentaba las investigaciones que nos traíamos entre manos para la serie «La Huella de las Legiones»; del trabajo de campo realizado hasta ese momento, de las dificultades en cuanto a la difusión, presentación y aceptación de las tesis martinianas, negadas en bloque por la oficialidad académica. Después de escuchar en silencio, a la altura de Mansilla de Las Mulas, la respuesta de Jesús fue la siguiente: «Eso no puede ser», y el no puede ser se plasmó en la actividad desarrollada por Martino durante 17 años en la sede cisterniega del Bíblico.

Fueron años de siembra en tierra fértil. Fruto del gran empeño investigador de Martino, han sido las conferencias impartidas durante estos años en la sede del Instituto Bíblico y Oriental de Cistierna. Allí ha expresado bien claro que, a pesar de la situación desoladora de la Montaña Oriental, tenemos un gran pasado, fermento de un futuro mejor.

Aquellos que niegan en bloque las teorías de Martino deben tener en cuenta que, para cuestionar científicamente las mismas, deben realizar el mismo trabajo de campo que él ha realizado durante más de 40 años, labor que vemos imposible, pues supone subir a todas las montañas a las que él ascendió, visitar todos los castros, caminos y vericuetos serranos, abarcar toda la geografía que Martino recorrió, para deshacer verdades absolutas, los dogmas que sobre nuestra remota historia, otros habían dicho o escrito sin pisar el terreno.

Las intuiciones de Martino, sustentadas por la sensatez tomista en la cual se formó y el conocimiento de las lenguas clásicas, han sacado nuestra historia de la incertidumbre urdida por las entelequias académicas, resolviendo temas tan oscuros como la conquista y cristianización de los cántabros.

En días pasados, el Ayuntamiento de Oseja de Sajambre ha declarado hijo predilecto de Sajambre al ilustre jesuita; también la Asociación de Escritores de Cantabria le ha nombrado socio de honor. Solo falta que el Ayuntamiento de Cistierna, en concreto la Concejalía de Cultura, intuya la importancia que tiene para nuestra villa el haber sido elegida por Eutimio Martino como el lugar donde se conserven sus archivos, 40 años de investigaciones de la historia leonesa, actualmente ubicados en una pequeña sala de 10 metros cuadrados, en la sede del Instituto Bíblico y Oriental. Pensamos que la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Cistierna debe estar a la altura y con generosidad proteger el patrimonio cultural que se le ofrece gratis et amore, patrimonio que otros envidiarían y que ya fue rechazado por un ayuntamiento vecino del nuestro. El futuro juzgará severamente lo que ahora decidan. Desde Cistierna solo nos queda celebrar y felicitar a Martino por su siglo de vida, gran parte de esos años dedicados al conocimiento de la historia de León.

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Homenaje al padre Martino, jesuita asturleonés

18 de Febrero del 2018 - Antonio Parra (Cudillero)

La Facultad de Filología de Murcia, que es el más importante centro de estudios clásicos de España, acaba de rendir homenaje al padre Eutimio Martino Redondo (Oseja de Sajambre 1925) por sus estudios historiográficos sobre los cántabros y astures y sus guerras con Roma. Toda una vida dedicada a la paleografía y a los usos y costumbres de la zona que rodea a los Picos de Europa, su toponimia y sus costumbres con libros que son una “must” para los eruditos con títulos como: “En torno a Liébana”, “Roma contra cántabros y astures”, “Las huellas de las Legiones”, así hasta completar casi medio centenar de títulos. Toda una vida dedicada al estudio y a la oración. Acaba de cumplir las bodas de diamante como jesuita. Ingresó en 1942 en la Casa de la Compañía de Carrión de los Condes, de cuyo colegio fue alumno Pérez de Ayala, y allí se ambienta su novela polémica "A. M. D. G.".

Creo que Asturias tan íntimamente hermanada con León debiera conocer la obra de este gran erudito y religioso. Una obra comparable a la del padre Feijoo. Al padre Eutimio, que fue mi profesor de Literatura en Comillas, le debo mi pasión por los libros, así como el espíritu crítico y de rebeldía por amor a la belleza y a Jesucristo.

Me enseñó a no comulgar con ruedas de molino. Contra viento y marea algunos se le echaron encima por decir que la ciudad de León no fue fundada como campamento de los soldados de Augusto y padeció destierros cuando lo trasladaron desde la capital, donde tenía sus queridos libros y apuntes de toda una vida, a Villagarcía. Casi igual que el P. Isla, en cuya casa de la compañía de Villagarcía de Campos reside ya un poco viejín aun cuando de mente muy lúcida.

Descubrió que León no fue fundado por los legionarios romanos de la Legio VII y que Cervantes era de un pueblo de Galicia a la linde del Bierzo.

Yo, en mi modestia, he descubierto para gloria de las letras castellanas que el Lazarillo no es anónimo como se venía creyendo. Lo escribió Cristóbal de Villalón, seudónimo que corresponde al de Andrés Laguna.

Don Eutimio, cuando nos enseñaba Retórica en aquel alcázar de espiritualidad que era el caserón de Comillas a mediados del pasado siglo, sobre un cerro lamido por las olas del Cantábrico, acababa de llegar de Fráncfort y se le notaba un poco el deje alemán.

Recuerdo sus labios gruesos, su simpatía campechana, aparecía siempre risueño (pertenece a esa clase de intelectuales que saben sonreír ante las flaquezas humanas). Y la rotundidad con que expresaba sus conceptos.

A mí me tuvo entre sus alumnos predilectos, pero debido a mi anarquía y porque yo debo parecerles a mis amigos algo ceporro me retiró de su buen concepto, aunque no fue tan malo para mí como el padre Eguillor, que no perdía ocasión para zurrarme la badana coram populo y delante de todo el mundo. A lo mejor me lo merecía.

Tenía a gala humillarme siempre en público. “Parra, tú no das la talla, tú no vales”. Y me mandó para mi Seminario de Segovia y mira que yo por entonces acariciaba la idea de ser obispo... La Universidad de Comillas era el lugar adecuado. También yo quise ser jesuita y que me mandasen al Russicum de Roma para evangelizar a los rusos.

¡Cosas tiene la vida! Ahora los rusos me evangelizan a mí.

A Eguillor, el jesuita vasco, la caridad de Cristo le salía por las orejas... ¡vaya un tío!

Psicológicamente, me hizo mucho daño aquel hijo de San Ignacio. Ya todo pasó, todo perdonado, aunque quede el estigma.

Sin embargo del padre Martino Redondo y del padre Heras, aquel maestrillo que era un bendito, conservo un recuerdo muy grato.

Supe que los que seguimos a Cristo siempre seremos perseguidos e incomprendidos. No pasamos por el aro, somos poco acomodaticios. Todo aquello ya pasó y cuando regreso a mi alma mater comillense hoy, y veo aquel gran centro de estudios vacío y destartalado, me entran ganas de llorar. ¿Qué fue de tanto galán, qué se hizo de aquella fábrica de obispos, aquellas voces en el refectorio aquellas misas cantadas del padre Prieto, aquellas conferencias de Pérez Lozano?

Plasmé esta melancolía en mi novela "Seminario vacío", que no sé si el padre Martino habrá leído. En todo caso pienso de este jesuita asturleonés que su larga andadura vital corrobora la verdad del salmo: “Justus ut palma florebit”. El justo florecerá como la palmera.

Así pues, felicito al padre Martino por su larga andadura y pido Dios que nos lo conserve para bien de la cultura y de la SJ.

“Mnoga lieta” dicen los rusos y “ad multos annos” decíamos nosotros por aquel entonces en el Salón de Grados.

El padre Martino, oráculo de la historiografía de la España antigua, es el español que más sabe del mundo hispanorromano.

Habla diez idiomas. Es un sabio al que debiéramos imitar. Creo que los libros han alargado su trayectoria hasta alcanzar la edad provecta. El 5 de mayo cumplirá los 93 ad maiorem Dei gloriam.

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