EL REDINGOTE DE LARRA Y EL LUCILO DE SAN FRUTOS
Escribir es llorar, Larra dixit. Su redingote nos viste a todos de
pardo silencio. Entre la tumba del Cid y la de Larra no hay más que un paos y
ese es el síndrome de este ir y venir que llaman acarrear. O delante de las
curas en la procesión enarbolando cruz y ciriales o detrás de los curas a
zurriagazos. Una condena nacional pero el abrigo y el tupé del famoso
afrancesado son algo muy precario que nos da comezón y de este desosiego turbio
a escala nacional todos participamos. Yo peregrino con unción a la tumba del
Cid y la de Larra en la sacramental de san Isidro me trae al pairo aunque ello
no quita para reconocer que el Pobrecito Hablador dijese algunas verdades.
Hay escritores que son conocidos más que por su obra por una frase
suya o un atuendo, una calcamonía en los libros de preceptiva. Y a muchos
santos no por su vida y obras lejanas y perdidas en la noche de los tiempos
sino por el reguero de mitología que arrastraron a sus espaldas. Porque son un
arquetipo. Quizá un comodín algo de lo que tenemos que hacer uso para seguir
pensando o para continuar viviendo. Siempre en la lucha, sobre todo, aquellos
que nos hemos sentido más inclinados hacia la perquisición de la virtud, de la
sabiduría y de todo ese aroma que perfuma a los libros antiguos y a los santos
viejos porque venimos acaso de la idea de un soñador para un pueblo. Y yo
sentía esa frase en aquellas mañana de finales de octubre camino de mis
recuerdos y de mis espadañas a honrar los huesos de san frutos que se guardan
en un lucilo policromado de jaspe. Al santo le veo con sus barbas inmersas en
la lectura de su libro de piedra en el pórtico de la catedral que nunca acaba
de pasar la hoja y, si la pasa, malo; vendrá el juicio final. Y a Larra hecho
un pollo pera un tupé la barba rala con un
redingote colgándole hasta los pies como una inmensa saya,
diciendo displicente vuelva usted mañana. Había intuido el del gesto y la
palabra afrancesada que en este país siempre es carnaval o nochebuena. Se pegó
un tiro en el numero doce de la calle de santa clara. Nadie le hacía caso. Aquí
cada uno va a lo suyo. Murmuran las vecindonas.
-Déjalas que se desahoguen. Así quedarán a gusto.
Aparqué el coche a la entrada no sea fuera a ocurrirme lo que otra
vez y la visita accidentada del jueves cuando me llevó el coche la grúa monté
en cólera discuto con un policía y me llevaron preso. Cosas que pasan. Las
diferentes voces y tempos que conviven dentro de mí en una suerte de
esquizofrenia bien avenida y que yo denomino las opciones del alter ego
empezaron una de las charlas que acometen cuando estoy solo. Son las tres
Opciones, o tres musas como tres soles. Aquel día una de mis musas me
recriminaba:
-Estás solo. Tu teléfono fijo y tu celular permanecen mudos
semanas enteras, nadie se acuerda de ti, nadie te llama. Sólo tus acreedores
del banco por lo de la tarjeta de crédito ya sabes que esa es otra historia.
Edificaste su casa sobre arena, Verumtamen. Eres un exilado interior. Te
condenaron al ostracismo.
-¿Y qué crees que a mí me gusta la popularidad?
- A nadie amarga un dulce.
- Mira yo desapruebo las mañas de Erostrato aquel griego que
quería ver su nombre inscrito en el Partenón pero era un mindundi, uno más y
para que se hablara de su persona asesinó a su padre. Tampoco soy la vidente
del Escorial que dijo que se la aparecía para salir en los periódicos o el
bombero que simula un accidente para declararle el amor a su chica. Yo no soy
más que un escritor, un fabricante anónimo de lluvia. Creo la nube, la cargo de
electricidad y ya suenan los truenos. Es lo que tiene poner en circulación una
idea. No me importa salir en los papeles. Me
gustaría bien es cierto ser remunerado en el trabajo y me revienta
haber de trabajar para este gran turco que es internet, sistema de control de
las personas y de canalización de lo más sagrado. Se que nos estamos acercando
al síndrome de la torre de Babel. Se muy bien de que me hablas, Quosquetandem,
pero no tengo otra opción.
-Está claro estas haciendo tu pequeña revolución a ciclostil.
-Internet es nuestro samisdat, el único apoyo que contamos los
literatos cuando ha muerto la literatura. También sirven para que nos tengan
fichados pues se han dado cuenta de que el pensamiento no delinque pero hay que
tenerlos amarrados por un por si acaso
-Muy poco me convences.
-no pero la red de redes es un timo. Han mandado a los buenos
escritores al pozo airón echándolos al foso del olvido donde será el gemir y el
crujir de dientes sustituyéndolos por amanuenses amaestrados y por calcógrafos
y cecógrafos.
-¿Y esa palabra cacografía que significa?
- Escribir mierda. Televisión basura, cultura basura. Sociedad
postiza, justicia ertsatz. Todo un sustituto. Puto sustituto. Vivimos en un
mundo virtual. Todo, apariencia y todo vanidad: mataiotes mataiotetwn kai panta
mataiota1. Así nuestra vida se ha impregnado de vanidad. Está corroída por lo
superfluo. Ciertamente. Pero ¿qué queréis que haga? Las noches y los días, los
días y las noches. Se acabó el interés por la literatura porque se terminó el
interés por conocer. Eso nunca se sabe. Mi trinidad interior empezó a discutir.
Yo estaba rodeado de pobrecitos habladores que en mis adentros preparaban ellos
su propio guirigay.
Muchas noches escucho voces. Todas ellas parlando como cotorras y
cada una dando su propia versión. Mis demonios
familiares eran por este orden: Verumtamen, Quosque y Accipiter.
Accipiter lo llamaban que quiere decir el constante el ponderado pero bien
pudieran denominarlo Virtus in medio est. Ni que decir tiene que era un hombre
de centro y si mañana se celebrasen unas generales y a Suárez se le curara el
alzheimer votaría por la UCD. Verum se inclinaba a la extrema derecha y Quosque
era un rojo perdido y a esta terna o trinidad presunta que hacían que mis días
se tornasen en una perpetua guerra civil había otros personajes unos de inclinaciones
místicas como Tantumergo y otro el rabelesiano Saturnino al que le gustaba el
vino a las comidas, fumar buenos vegueros y mirar para las chicas guapas. Con
todo el más peligroso de todo era un tal Erifos causante de muchos destrozos y
de precariedades a lo largo de mis días y de mis sueños. Erifos era gran amigo
de los demonios y traía el olor a azufre y el calor de las llamas de Pedro
Botero. En más de una ocasión estuvo a punto de arruinar mi vida. Gracias a
Dios que Tantumergo devoto de la Virgen María nos sacaba a todos de atascos.
Cada uno de estos personajes a los que me he referido evidenciaba un poco el
esquema de mi lucha interior.
Tanto unos como otros eran buenos dialécticos, convincentes,
persuasivos. Los puse a todos a pasear por Corobias para orear sus melancolías.
Ya ibamos todos para viejos y habría que mitigar los antiguos ardores.
Verumtamen estaba aquel día que le llevaban los demonios, desazonado no sólo
por el panorama político sino por la cerrazón de oídos y de corazón de los otros.
Le embargaba la impresión de estar viviendo en un país de autistas.
- no quiero trabajar para el turco. Ser un lacayo de Google y de
los americanos no me da la gana.
- Tú eres tonto, chaval- le increpaba Quosque- y en tu casa no hay
botijo. ¿Tú no oíste hablar nunca del efecto mariposa?
- Herr Schmetterling no hizo otra cosa que copiar la tesis tomista
de la comunión de los santos. En efecto, los seres humanos somos vasos
comunicantes, pozo artesianos donde el agua fluye. Pero eso no es más que
teoría nada más. Aquí los que se llevan el gato al agua son la gente del dinero
y el que más chifla capador.
- Hombre de poca fe. Tú pones una idea en franquicia y da la
vuelta al mundo gracias a internete o a la telepatía.
- La red de redes es un timo. Ha servido para jubilar a los
escritores. Guillermito Puerta ha sustituido a Cervantes a Shakespeare y a
Dostoyevsky por sus propios calcógrafos. La propaganda y la publicidad ocupan
el puesto de la verdad y de la información auténtica.
Verum se sentía un poco aplanado aquella mañana de octubre un poco
preguntándose qué he venido yo a hacer con mi vida, inquiriendo si tenía
sentido todos aquellos absurdos y adonde habíamos venido a parar y no estaba
por la labor de enfrascarse en una de las habituales reyertas con su contrincante.
Tenía miedo al Ojo que todo lo ve. Los fantasmas de su niñez poblaban los
recuerdos a la vista del puente romano que había sido aplanado y destruido,
tupido el ojo por donde discurría el río abotijas aplanado el campillo donde
ellos jugaban al fútbol. La piqueta del tiempo había destruido los chalés o
casas militares donde él pasó su infancia, no estaba el jardín donde sus padres
se hicieron la fotografía al lado del coronel Tomé.
Para más INRI aquel día no era el día de san frutos pajarero como
lo fue siempre sino el de los derechos humanos. Se preguntó qué es lo que hacía
él allí.
- Has venido a cantar el himno y no te den ganas de hacer el
torno. No entres en ninguna taberna que ya sabes lo que pasa al final.
Vio entonces a Erifos con una botella a manera de lanza y una copa
a manera de yelmo de mambrino que se paseaba alegremente por los adarves de la
muralla. A veces asomaba la gaita por entre una de las almenas. Ponía firmes a
los añafileros de su escuadra haciéndoles interpretar cualquier canción
báquica. Tú podrás hacer lo que quieras hasta decir misa si lo quieres pero en
el día de hoy no cataré una gota de alcohol y no ocurra el desastre de cuando
marras. Una nube de viejos se habían puesto a echar partidas al viejo juego de
la petanca detrás de las tapias del cuartel de la guardia civil y justo en la
dehesa boyal de Enrique IV donde se montaba el ferial por las fiestas de san
pedro había construido un parque para niños. En el empalme de la base mixta
había nacido una gasolinera y el quiosco donde él bajaba a comprar el arriba
por encargo del teniente Resellado que había sido divisionario y se le movía a
veces cuando cambiaba el tiempo la metralla le metieron unos partisanos cuando
cruzaba el lago Ilmen helado se convirtió en un parterre. Preguntó a uno de los
viejos si se jugaba al chito todavía como era costumbre y el hombre no le supo
dar razón.
- ya no jugamos al chito ni a la rana en este pueblo. Tenemos
diversiones más sustantivas.
- Ah si pues vaya.
Continuo su descenso por el camino nuevo abajo. Se habían llevado
los tanques de la base mixta y los cañones de la guerra del catorce que
aparecían en la puerta principal de la academia junto a aquellas lombardas que
debieron de ser de los años de la invencible. En la calle san francisco había
cerrado la taberna de prisco, pasó a mejor vida el famoso figón del Vizcaíno y
ya estaba casi sin darse cuenta en la misma plaza del azoguejo muy concurrida y
vital como
siempre. En la catedral no se cogía. Todo un inmenso gentío
abarrotaba los laterales y la congregación daba la vuelta por la girola hasta
la nave del transepto. Sonaron los violines y atacó el solo su entrada al
siervo bueno y fiel. El precentor dirigió fenomenal el concento entre violines
y las tres voces. El coro estaba formado por casi quinientas personas. Afinando
todos. Todos los años hacía un milagro el santo eremita de las barbas que
escuchaba el convierto desde el paramento de la puerta principal sin
descomponer el gesto ni mover una sola cerda de sus luengas barbas de granito.
Seguía tan calvo como el año pasado y mirando para la misma hoja y el mismo
libro de piedra donde el tiempo y la historia permanecían estancados y
detenidos