E l Cea, que tanto lleva cuando el viento oeste agita las ganas de lluvia, deja sedimentos de valor indiscutible. Entre ellos, una cadena de joyas escultóricas que revelan la posición de privilegio de una zona de León que en el siglo XVI tuvo que resultar influyente, por mucho que ahora se pierda entre atardeceres sociales y económicos.
La ruta de los Retablos Platerescos de León tiene una longitud de 76 kilómetros, si se mide a lo largo; y una profundidad de más de cinco siglos, con su encaje en el mundo actual, y un repertorio natural en el entorno que se encarga de hacer confluir para desarrollar toda la perspectiva que emplea para poner en el escaparate de la promoción y desarrollo del territorio. recursos endógenos, se han dado en llamar, que para diez localidades leonesas, distribuidas a los largo de los valles de los ríos Cea, principalmente, Valderaduey, Esla, tiene a imagineros, entalladores, orfebres y otros maestros escultóricos entre sus referencias de cabecera. Con la perspectiva del tiempo que siempre corre a favor de las teorías, se puede analizar las razones por las que este segmento del territorio leonés llegó a gozar de una posición económica y política tan destacada en esta época de cocción de plateresco; y todas, por encima de la distinción pudiente de la Mesta y la lana, el valor del grano y el imperio cerealista de las vegas, acaban en la conclusión de la lealtad de las estructuras de poder la época con el emperador Carlos I. Grandes vasallos si hubiera un gran señor. Y los hubo. Y lo hubo.
Diez iglesias leonesas esconden en su interior retablos del plateresco, obra de los grandes maestros que en el siglo XVI dieron vida a episodios bíblicos y difundieron la fe cristiana
De qué, si no, iban a contar estas localidades del este de la provincia leonesa de la producción excelente de Juan de Juni, del francés Guillén Doncel, de Gaspar Becerra; de inspiraciones de Lucas van Leyden o Juan de Angés. De qué, si no, en diez pueblos leoneses que hoy resumen el declive poblacional más absoluto y general que acomete desde hace treinta años a León, iban a concentrarse magníficos resúmenes de los pasajes universales de la Pasión de Cristo, del Génesis y el Libro de los Números, elevados a excelencia artística sin parangón, acostados en el desconocimiento que suele perseguir a los tesoros de la provincia leonesa, hasta que la asociación Balle de Scapa se empeñó en que el amanecer, siempre suave, siempre lento de este paisaje de perfiles atenuados de León, sacara a la luz el tesoro de las iglesias.
De las iglesias de Vallecillo, Celada de Cea, Valdescapa, Valdavida, Gordaliza del Pino, Sahagún, Joara, Villaselán, Cistierna y Yugueros. Retablos del siglo XVI para agitar la dinamización del territorio en pleno siglo XXI; cosas que pasan en este mundo dedicado al 5.0 y embelesado por la revolución de las pantallas de plasma. Ya hay una ruta establecida para visitar estos enclaves del plateresco que ponen a León en otro espacio cumbre del arte español que hasta ahora permanecía ajeno; dormido, sin esta iniciativa privada, tomada a pecho por emprendedores, que ahora despereza con el inicio de apoyo de las instituciones, la Diputación de León y la Junta, principalmente, algunas juntas vecinal,es algunos Ayuntamientos, y también el Obispado de León.
Hay retablos para dar el tono sacro a este ruta; retablos entre espacios del entorno que complementan la visita con un aporte peculiar de cada zona; la arquitectura de barro de Vallecillo; el emporio quesero de Joara, los viñedos de Celada de Cea, el legado de las galletas de Hierro y mieles de brezo y el caño de Valdescapa, la destilería de Villaselán, los montes de Valdavida entre la masa forestal que escolta a León por la frontera este, la repostería en Gordaliza, la tierra del pan en Sahagún, el museo ferroviario de Cistierna y la puerta de Vadinia en Yugueros.