2022-11-06

 CUM GLADIOS ET CUM FUSTIBUS




En la detención de Carranza que hacía sólo un año que había sido preconizado para la mitra primada por expreso deseo de Felipe II se dan circunstancias parecidas al Prendimiento.  Getsemaní es una referencia constante pero a diferencia de su Maestro el eclesiástico que descansaba del largo trajín de su visita apostolical leía plácidamente el breviario. ¿A quién buscáis?  Y siguiendo el paralelismo con su cofrade Bartolomé de Las Casas los dos habían sido capellanes de Su Majestad y venían de las nieblas del Támesis.  Pertenecieron a la comunidad del famoso convento de los Blackfriars detrás del Pecadillo y habían sido fámulos del cardenal Pole que quiso bajo el reinado de María Tudor restaurar en Inglaterra la religión verdadera.  Los dos habían mandado quemar herejes.  El Black Friars que tenía un huerto paredaño a Covent Garden donde en el siglo XVI discurrían de teología hasta las verduleras del famoso mercado londinense goza de una fama siniestra.  Hoy no es más que el nombre de una estación de metro.  Frailes blancos frailes negros toda una reflexión que le hace pensar a un español en los misteriosos designios de Inglaterra que dentro de la cristiandad constituye el exergo o la otra cara de la moneda del ideal español. he paseado muchas veces por el lugar.  He bebido en las tabernas cerca del Támesis a cuyas barras se acogieron en un principio muchos de los heterodoxos españoles que venían huyendo de la Inquisición desde Antonio Pérez a Blanco White pasando por Alberto Lista, los constitucionales de las Cortes de Cádiz hasta llegar a Arturo Barea, León Felipe y los republicanos que buscaron asilo política en la perdida Albión.  Parece ser que la vocación americanista de Las Casas y la reformista de Carranza, ya digo dos vivas paralelas, se templaron en una ambiente de las brumas londinenses que siempre hicieron a los españoles los misterios de la vida, la religión, la política de otra forma más pragmática que bajo el sol de Castilla siempre generador de utopías.  Pero Las Casas debía de ser más ardido y diplomático aunque menos piadoso que su tocayo.  Se da también la circunstancia e insisto de que aquí hay dos vidas paralelas de que uno y otro escriben sendos catecismos y obras apologéticas.  Este era un requisito causa sine qua non para obispar como está mandado.  Un tratado de teología, una gavilla de sermones, dados a la estampa, eran entonces la tesis para las oposiciones a cátedra.  Entrar en el círculo privado del Rey tampoco era fácil.  Carranza es nombrado capellán del emperador Carlos  V al que lee la recomendación del alma en Yuste y le insufla al oído algunos consejos para el gran viaje a la eternidad.  La moneda del barquero.  Este encubrimiento del dominico suscitó el odio de frailuno de un jerónimo al que quitó el puesto, un sujeto por nombre fray Juan de Regla.  Este personaje cuando empapelaron al arzobispo tuvo el descaro de que había visto al acusado susurrarle a la oreja del moribundo “plegarias luteranas”.  Nada de eso.  In artículo mortis Carlos V reclamó la asistencia del hijo de Santo domingo pues como confesor era un asceta y un confesor con fama de manga ancha más humano que ninguno de aquellos rabulas con sotana que merodeaban igual que cuervos en torno a su lecho de muertos.  Carranza era de condición apacible algo rubio y con los ojos azules un tanto entrado en carnes muy bondadoso.  Poco dogmático.  Era el tipo de clérigo más del agrado del emperador de España y Alemania que estaba en Yuste un tanto cansado de tanta trifulca teológica de tanta fatiga del camino.  Quizás recordase en el último trance que en Worms por culpa de un fraile agustino estuvieron a punto de asesinarlo.  Gracias a que salió oyendo y pensara con nostalgia en aquellos canónigos alemanes de su juventud menos rigurosos pero más humanos y que le absolvían de sus faltas de juventud y sus deslices con aquella guapa mesonera Barbara Bamberg a la que hizo su amante. tanta teología como contaminara sus reinos le fatigaba más que la gota y se fiaba más que de los frailes de los adivinos y videntes.  Una de ellas, la saludadora del Barco de Avila a la que fue a visitar asediado por su virilidad mermada le pronosticó que viviría treinta años más y que tendría más hijos.  Bastardos claro está que para eso era el emperador.  “Tome usted estas hierbas, Majestad” pero los menjunjes no sirvieron de nada.  La gota entumecía sus articulaciones y estorbaba su riego sanguíneo.  Carlos V no se curó y acaso en su impotencia envidiase al rabadán que pasaba el día con las cabras y por las noches hacía el amor.  Añoraba, decrépito, sus mocedad cuando las mujeres más bellas de Europa habían dormido entre sus brazos.  Entre ellas la emperatriz Isabel de Portugal toda una beldad lusitana mujeres que aun pueden verse transitar por las calles de Lisboa o fe Coimbra.  Uno de sus palafreneros el duque de Borja a quien se le encargó llevarla a enterrar a Granada fue la impresión al destapar el ataúd que desengañado con la cosas del mundo se metió a jesuita y llegaría a santo.  Este desengaño esta corriente de melancolía que se pintaba en el semblante del emperador como del fraile al que llamó cuando pidió confesión debía de unirles a los dos.  Carranza también era un desengañado.  Su hijo Felipe II sería menos entrañable más adusto y por el talante parecía más germánico que su progenitor que hubiera pasado por milanés, un latino amante de los placeres de la caza, la mesa, el vino y las mujeres.  El padre ,menos católico más humano más pagano.  El hijo más católico y cruel. de una credulidad sorprendente que llega a la superstición.  Lo vivía.  El desencanto de la idea imperial paterna se trueca en melancolía casi mística y en el ansia de convertirse en un rey monje que gobernará con cetro de hierro sus estados desde la roca viva del Escorial.  Felipe II era un cesaropapista esencial pero también este ideario va a sufrir una transformación al darse cuenta de que uno e los mayores enemigos de su causa era aquel hombre a aquel que más España defendía con su oro y la sangre de sus soldados.  Pero la melancolía de Carlos V que le otorga un carácter conciliador casi erasmista al final de sus días y contemporizador Paris bien vale una misa y lo importante es lo que tenemos de tejas abajo en Felipe II por el contrario se hace rigor del dogma inexorable.  Una idea fija vale más que un hombre y ahí le tenemos asistiendo a un auto de fe en Valladolid sin descomponer un músculo y mandar encerrar al primado toledano actuando con una frialdad que pasma.  Ah católica y cruel majestad lamento de Quevedo.  Felipe no se para en barras al meter en una mazmorra a su primogénito el príncipe Carlos su príncipe de Asturias.  Esta vez no por cuestiones de religión sino por celos y supuestas conjeturas de un amor del heredero con su esposa.  Un muro de silencio.  El Escorial granítico.  La leyenda Negra.  El hilo que separa el credo del fanatismo y la superstición es muy tenue y el rey más grande que ha tenido España era de un temperamento algo retraído frailuno muy frío con esa frialdad navajera de la que sólo son capaces los curas de España.  Aunque no era un frívolo sino un entendido y muy burócrata pero también aficionado a las ciencias ocultas como hombre de su tiempo.  No daba un paso sin haber consultado a sus frailes algunos de los como Arias Montano eran quiromantes y astrólogos.  Felipe II era un hombre muy reflexivo de tal manera que elige el real sitio del Escorial fiado de zahoríes y de versutos en las nociones nuncupatorias con las que empalizaban los romanos sus edificios.  El monasterio del Escorial de esta forma se encuentra emplazado donde se percibe una cierta “actividad cósmica” sujeta a corrientes astrales indeterminadas que consiguen que el lugar tenga algo de mágico y de que en su término ocurran cosas visiones como visiones apariciones y que hasta los muros de las piedras lleven la voz humana de un sitio a otro mediante las reverberaciones del eco magnificadas por el granítico.  Ello ocurre en algunas dependencias del monasterio.  La saludadora de Ocaña le apuntó el lugar para fabricar pero no le recetó hierbas como a su padre.  El monarca gozó de una sexualidad insaciable y casi femenina -quien lo diría en un sujeto tan piadoso y tan apacible- aunque entonces las obsesiones de la catolicidad no tenían que ver con el sexto mandamiento sino con el primero.  A los reyes se les toleraban como simples deslices o pecadillos los hijos bastardos.  Pero no daba un paso sin consultar a un fraile.  Y en los monasterios se vivía con un pavor insólito a la heterodoxia y a la herejía.  Por ese cabo sus asesores jerónimos estaban limpios de polvo y paja y era una comunidad de observancia rigurosa muy al contrario de lo que ocurriera años adelante con los jerónimos de Sevilla donde nace uno de los incipientes conventículos protestantes que fueron suprimidos de raíz por la inquisición.  El rey hablaba en latín y gustaba de rezar las horas del oficio divino desde su tribuna a la que mandaba subir al prior en el lado del evangelio del templo herreriano.  Cuando un fraile negligente o perezoso se comía el versículo de un pasaje confundía una lección con otra o desentonaba en la salmodia el rey paraba los oficios y mandaba repetir escrupulosamente aquel himno de vísperas en que un chantre cansino desafinó.  Por eso la rigurosidad de la liturgia escurialense pronto alcanzó fama de perfección en todas las catedrales españolas.  El rey no sólo sabía latin sino que era un experto en arte un connoisseur de gustos tradicionales que se permite el lujo o el desliz de mandar aquel san Patricio a la sacristía del ,monasterio que había encargado al greco.  Domenicos Theotocopoulos el pintor que no le agrada al rey es precisamente el que mejor va a dejar plasmado en su lienzo el mundo onírico aquellas ensoñaciones del catolicismo españolas esto es un reflejo cuasi perfecto del mundo interior y exterior de la España del primero de los Felipes una España torturada y grandiosa en sus delirios.  Un griego había sabido entender y explicar el alma de España.  Dicotomía.  Excelsitud del dogma volando alto hacia las cumbreras del paraíso. ¿Tendrá el cielo lo que se dice propiamente un tejado?  Para caer luego en la cloaca de las disputas entre doctos escolásticos siempre a grito de los salones de grados de paraninfos catedralicios y de conventos donde los frailes suelen andar casi siempre a palos.  Denuestos del agua y el vino.  Pendencias a los divino.  Grescas de campanario.  Salamanca ciudad difícil siempre que voy de paso me echo al coleto algún vaso de mostos de Peñaranda para aplacar la desazón que desde niño sentía ante aquellas trifulcas entre jesuitas y dominicos que terminaban a palos: “.rubicundus erat Judas” le decía uno de la compañía a un fraile de capa negra y escapulario blanco y contestaba el dominico sed de Societate Jesu[1].  Aquello no eran precisamente dialogos de carmelitas.  Tenían muy poco de edificantes.



Pero la devoción tipicamente del periodo felipino no lo acahacan sus biógrafos a que Felipe II fuera un pacato meapilas.  Eso está muy lejos de la realidad.  Respondía a una visión del mundo bajo el prisma de un universo católico.  Roma es la depositaria de la fe verdadera y no hay otra.  Era el pensamiento de Trento. Cualquier desviación cualquier desvarío o concesión curva a la linealidad del dogma rectilíneo podía costarte la vida.  El cargo público, la sinecura, el chollo, el beneficio catedralicio, la canonjía.  Cesaropapismo puro y neto.  Pensar alto y augusto.  Trono y altar cogidos de la mano.  Poder jerárquico y absoluto.  Una misma grey bajo el cayado de Roma.  Era la visión de los Austrias pero uno tiene la sensación de que la historia les jugó una mala pasada al jugarselo todo a una sola carta la del papado - y esto lo decimos desde la perspectiva de hoy- porque en Roma no pensaban lo mismo.  Un error del catolicismo hispano es haber querido ser más papistas que el papa sin caer en la cuenta de que en toda empresa terrenal existen luces y sombras.  Los franceses anduvieron más listos y de ahí que en esa pugna por la hegemonía de la cristiandad tenían otro sentido de estado que les lleva a contubernios incluso con el Turco.  Así la Casa de Foix donde crece la flor de lis ha sido proclamada la hija predilecta de la Iglesia y eso que uno de los herederos del Trono de San Luis se atrevió a decir Paris bien vale una misa. Entre los roles de los blasones castellanos y las barras siniestras crecen los cardos borriqueros - The order of the Thistle- y alguna amonestación papal como la de  Julio II donde sientan el culo estos cabrones no volverá a crecer la hierba[2].  La idea de que la autoridad viene de Dios a través del rey temporal y del rey espiritrual un concepto con el que hace malabarismos san Ignacio de Loyola en contra precisamente de la monarquía española era el único camino abierto que les quedaba a los defensores de la monarquía absoluta.  Creyeron en ella los austrias pie juntillas llevadas de un mesianismo que empiezan a predicar asesores regios como Ginés de Sepúlveda y que canta en suis sonetos Juan de Herrera.  La corona y la potestas clavium. contra esta potestad de las llaves se sublevó Lutero.  El papa vicario de Cristo en la tierra.  Pero si no era más que un hombre.  Algunos como Alejandro VI hasta tuvieron querida y se enorgullecían de la presencia de hermosos niños rubios que andaban correteando por los jardines de Juan de Letrán y antes casi de la pubertad recibían el capelo cardenalicio.  A todos nos ha deslumbrado alguna vez la belleza de Lucrecia Borja y nos hemos sentido enternecido por los comentarios de Isabel de Castilla cuando el cardenal de España presentaba en sociedad en la corte a una nutrida cohorte de mozalbetes - debían de ser diez o doce- muy lindos: Ya veo ya, Eminencia, los bellos pecados del cardenal.  Eran Mendozas de pura cepa pero hijos ilegítimos.  El puritanismo del norte acusaba a los dogmáticos del sur más abiertos de costumbres atacandole por donde más pecado había: la incontinencia del alto y del bajo credo.  Lutero en el paroxismo de su soberbia predicaba la castidad y la morigeración pero cayó en aquellos vicios que tanto fustigaba después de haber desnudo los altares y sometido a sus compatriotas a la férula de un cristianismo a palo seco: la glotonería y la lujuria. Todo comenzó por una trifulca entre agustinos y acabó en líos de faldas.  “Pedro, ¿me quieres tú más que estos?  Sí, Señor.  Tú sabes que te quiero.  Apacienta mis ovejas apacienta mis corderos” esta frase del Evangelio en que se fundamenta la potestad de las llaves concedida al primero de los apóstoles va a ser el soporte de la gran polémica, el lío cruel que hizo correr la sangre y el fuego por los campos de Europa.  El heresiarca tenía una inteligencia fuera de los común un tanto diabólica y la lanza contra Roma diciendo que es una manipulación de los textos bíblicos y del mandato nuevo.  Es un cura el que habla un lobo disfrazado de cordero que invita a la cristiandad a volver a la Iglesia primitiva sin boato de ropajes sin liturgia ni cantos en una lengua misterioso pero atractiva.  El motete catedralicio es sustituido por el himnos himno de la capilla.  Sí Ahora todo se entiende porque hasta los palurdos de Sajonia comprenden la letra pero se ha arrebatado a los creyentes el privilegio de gozar de los misterios de los ritos orficos. Lutero traduce la biblia a buen alemán pero la biblia que cada uno puede interpretar como le dé la gana se convierte en piedra de discordia y una pretexto para asesinar en nombre de la divinidad privando al pueblo de la sacralizada  liturgia, de los misterios orficos.  Es el peligro de las lenguas vernáculas en toda religión.  Que se entienden demasiado pero no se comprenden bien y cansan al auditorio sobre todo cuando la exegesis es mala.  Lutrero no era más que un letrero que aparte de denudar los altares tuvo una larga serie de predicadores e impostores que aun colean en el mundo protestante. son los telepredicadores.  Los falsos profetas que engatusan a sus congregaciones y hacen milagros coram populo a cambio de nutridos cheques en la bandeja cuestatoria.  El cepillo es lo único que no suprimió Lutero de sus templos reformados.  Así y todo clava sus 99 tesis sobre las puertas nieladas de la catedral de Wittemberg y con ello hinca sus colmillos en los lomos tiernos de la iglesia universal.  En parte llevaba razón pero el fraile iba con mala fe. Quería destruir y moler.  No reconstruir. su caballo de batalla son la doctrina de las indulgencias que había degenerado en depravación simoniaca.  Se montan negocios a costa de las animas benditas del purgatorio en espera de las mandas testamentarias del encargo de misas y de las donaciones pro anima que constituyan el sustentáculo de la riqueza inamovible de bienes mostrencos de posesiones relictas de las ordenes monásticas durante toda la edad media.

Estramos ante un clérigo que habla el lenguajes de los clérigos.  Palabra muerta.  Pensamiento barroco.  Barroco qu quiere hacer volver la religión a sus primitivas esencias.  Mas, no la toquesi más que así es la rosa.  Se armó un barullo.  Era peor el remedio que la enferdad.  Lo inefable no necesita explicaciones pero Lutero opertenecía a una raza que ama los sermones porque la palabra es poder y pílpito y palpito de lo trascendente. hay muchas moradas en la casa del padre.  A Jesús se puede llegfar por muchos caminos.  Los quietistas y deixados españoles contestarían a las reconvenciones lutgeranas subiendose a la columna de Simón el Estilita.


Había que regresar a la caridad ctristiana y a la vida en comunista de las primeras iglesias.  En las catacumbas se llegó a conseguir el comunismo.  Todos compartían.  Se amaban unos a otros.  Buscando la utopía se contaminó de herejías y a los obispos les lee la cartilla con una frase del ebangelio.  Es más difícil que un rico se salve quie un camello entgre por el ojo de una aguja.  Ahí os quedais vosotros con vuestras mitaras incrustadas de pedrerías, bvuestras caligas de seda y el esplendor de vuestro oro.  Con vuestras ínfulas y las fimbrias de bellisimno encaje, los roquetes de lino nuevo y los sobrepellices de blonda.  Las catedrales de fina labra, los edificios imponentes.  La iglesia mora en casas suntuosas y palacios mientras el pueblo habita sus chozas.  Fray Martin era un campanero que desemcampanó a la encampnada Germania.  El Maestro se sentó en una piedra del campo para predicar el sermon del Monte y estos se suben a los tronos y son portados en sillas gestatorias.  Las anforas de barro en que bewbía el Pescador se hatransformado en calices y vasijas de metales prevciosos.  Ay fray martín el campanero ya no tocan las campanas,

acabio de presenciar por la trelevisión una misa de pontifical en una ciudad a orillas del Vístula.  Nunca se juntaron tantas casullas tantas mitras, tantas panzas, tantas infulas y capas pluviales en una misma manada.  No sé por qué el catolicismo polaco me recuerda la lucha de las investiduras.  Con la larda que echasen las barigas de los monseñores en la sartgen se podrían llenar las calderas de Pedro Botero y todo el infierno ardería bien.  Se podría asimismo nivelar la nbalanza de pagos con el oro de las alhajas que llevaban encima los prelados.  Esta mañana de dominfo de octubre del 2007 bella y serena en Madrid he reflexionado sobre estas cosas y comprendo a fray martin viendo desfilar a los polacos.  En vez de una misa parecía un circo o un gathering de una convención electoral yanqui.  Aquel fraile tentó a dios y nos despojó de la liturgia.  En ciertos puntos no le faltaba la razón. Con él se acabaron misas gregoriamnas y los sufragios por los difuntos de los que comía todo un convento.  La secularización de los monasterios en que se embarca Enrique VIII es la respuesta a ciertos abusos.  Las propiedades monasticas se multiplicaron en proporción geometrica gracias a los responsos y a las donaciones pro anima de los ricos que compran con oro un enterramiento en la iglesia a ser posible cerca del altar mayor.  Pero por este motivo vino la rapiña, la desturcción de onbras de arte y el furor fundamentalista y puriano de un Cromwell por ejemplo y las guerras de religión que topdavía colean en el Ulster.  En la bariga de Lutgero se introdujo el diablo y el mundo ya no volvió a ser el mismo.  Era un vehemente y la pasión le juega una mala pasada.


Niega la transubstanciación, el culto a las iáhgenes, el sacerdocio univcersal y deja los sacramentos reducidos a dos: el bautismo y el orden pero al propio tiempo defiende el sacerdocio universal.  Renuiega de la virgen.  Las iglesias luteranos se quedaron sin madre y en Inglaterra y en Francia los hugonotes demontan las capillas dedicadas a la Mnadre de Dios.  Que dejen de sonar las campanas de Notre Dame .  Afirma que las relaciones del hombre con Dios -y esta es otra de sus contradicciones pueden hacerse sin intermediario según la ley rabinica, él que era un declarado antisemita- sin intermediarios y sin sacramentos.  Sólo a base de la justificación por la fe.  Los meros meritos de la pasión de Xto salvan al creyente. en sus planteamientos afina lo suyo: según Fray Mnartin el hombre es inane, nunca podrñá vencer su naturaleza ni sabrñá corregirse, está sometido a la tiranía de sus células.  Pero Jesús en su reencarnación abolió la culpa.


Por otra parte en Lutero nos encontramos con el mayor exegeta del espíoriotu y la letra de las epistolas paulinas.  El Apostol de Gentiles es para el ex agustino un factotum. Pocos calaron en el mensaje de san Pablo como Martín Lutero.  Pablo se rebela contra la sinagoga que pretende la deificación del ser humano a través de su caminar por la historia pues considera que la raza humana es eterna y aspira a un reino mesianico en que se suprema el dolor y la muerte mediante los avances cientificos.  Saulo por el contrario cuando cae derribado del caballo camino de Damascio mira al cielo y busca lo trascendente. abomina de su cuerpo.  Habla del alma excelsa e inmaterial que un día podrá encontrarse con dios cara a cara.  El judio de Tarso pero tambien el cives romano se alza contra la utopía sionista que cree en el advenimiento del Mnesías.  Pablo recore las sinagogas y crea un cisma dentro del judaismo diciendo que el Mesías ya llegó, murió cruficiado y los suyos no lo recibieron ni lo conocieron y habla de la parusía o segunda venida del Salvador que él creía inminente y por anunciar su llegada tenía priosa.  Se equivovó de calendario o por lo menos su eror dura ya más de dos mil años pero un día de dios es muy diferente a un dia del hombre y el Señor hace su cuenta por otros cálculos.  Predica Pablo la insomnsistencia y caducidad de las cosas de esta vida que no es sino un paso breve para la otra.  Congruente. pero sus hermanos de raza quieren lapidarlo.  A él solo le interesa el pueblo de Israel y de ahí dimanan sus desavenencias con Pedro que quiere cristianizar a los paganos.  El pan de los hijos no es lícito echarselo a losperros aduce Pablo.  Así y todo estos le denuncian a los romanos y es martirizado.  Muere creyendo que Jhesus vendría en muy poco tiemopi y amnonesta a sus discípulos a que estén preparados llevando uina vida espiritual en la frugalidad y emn la modestia lejos de los banquetes, las orgías, la fornicación y las contioendas.  Le toma por su palabra Lutero que insistimos es un clérigo que parla el lenguaje de los clérigos con sus virtudes y sus vicios retóricas y encalimientos.  Conviene prevacaverse siempre con los fervorines.  El celo apostólico es una navaja de doble filo.  No se daba cuenta de que temnía en sus manos una escopeta cargada de futuro, sí, pero las armas las carga el diablo.  El cristianismo no se explica con la nuda escitura ni a Cristo se le envuelve con palabrería y esa ganga retórica de los sermones campanudos de las bravatas desde el púlpitgo que siempre fue un oráculo de poder y que, mal utilizado, puede volverse contra tí.  Pero el fraile reformista es un flautista de Hamelín que arrastra tras sí a muchos detras de su gaita. ¿A Caranza?  Tal vez pero el arzobuispo de Toledo es un hombre de buena fe y un religioso de vida edificante virtudes que nunca tuvo Lutero en su dossier.  No se equivocó en lo que dijo pero sí en cómo lo dijo.  Lutero es un verdugo y Carranza se va a convertir en víctima de la intolerancia la presunción y la sonbernbia de sus camaradas en el episcopado y el sacerdocio.  La paciencia con que se condice en medio de la tribulación y que él ofrece a Cristo por la expiación de sus pecados el trato humillante de sus esbirros el apartamiento de los sacramentos al serle confiscadas las cartas dimisorias para celebrar misa demuestra su fe berroqueña que le mantiene y le lleva a mostrar indiferencias frente a las cosas del mundo que siempre pasan.  Ama y haz lo que quiera.  Esa premisa agustiniana al jheresiarca alem´ñan le lleva a la rebelión pero al  pobre obispo español le ilumina en uin xciertgo quietismo de abandono en los brazos de Dios.  Carranza puede que fuese un deixado en la misma onda que Teresa de Avila y Juan de la Cruz o Juan de avila pero sin tanta fortuna.

El siglo XVI es el siglo del amor pero también el de la biblia.  Tambien el libro es amor.  El inventio de Guttemberg había abarato los costes de producción y las prensas o paran de funcionar llevando las ideas de un lado a otro.  Aquel acarreo de libros o colortaje debía de ser un espectacula.  Carros llenos de incunables cruzan los pirineos a través de navarra y la región de bearn con gran escandalo de los inquisidores.  No hay que pueda detener a las nuevas ideas como tampoco nadie podrá poner puertas al campo.  El protestantismo va a entrar por Aragón cuyios caminos se ven plagados de reatas de arrieros con las mulas - doctas mulas  las llamaba la Inquisición en la silla algún fraile o algun obispo oyes desde el siglo XV cuando los oprelados dejaron de ir a la guerra tenían prohibido por humildad  ir a caballo pudiendo tan solo cabalgar machos burdeños y boricos- que van a fomentlos incendios reformitas o conventiculos que aparecen en Valladolid, enb Toro o en Sevilla.  Pero en curiosamente en Navarra y Aragón el Santo Oficio no actua para quemar herejes.  Lo que le preocupan son las brujas de Zarragamurdi segfun han demostrado Menedez y Pelayo y don Julio Caro Baroja.


La aficción a leer les viene a algunos por laos libros de Caballería.  El amadís de Galva de Guitierre de Montalvo es un best seller por aquellos días pero siobre todo por trraducciones de la biblia una aficcion mucho más peligrosa porque el problema que tuvo siempre la patriotistica es trasladar textos en lenguaje antiguo a la mentalidad del lector que los leía en su sazón.  La filología hebrea y la griega manejan conceptos diferentes en terminos de la actualidad.  Ahí está el busilis- el espejimo que ofusca a los protestantes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



[1] - Juidas era huerito y rubia la color- le espetaba el jesuita a un dominico.  Respuesta de éste:

              - Pero de la Compañía de Jesús, querido amigo.

[2] Se refería a los catellanos.  Felipe II tuvo de frente a este papa de la misma forma que su bisuabuela la Reina Isabel la Católica hubo de padecer la enemiga declarada de Sixto IV

 CURAS PORROS

 

Conocí a unos cuantos tienen los tobillos gordos (galindos) y hablan ex cátedra. Se han quedado en el concilio y el mundo avanzó mucho desde entonces, se les pide que tengan un poco de caridad que no la tuvieron nunca que se casen, que se caigan del guindo. Son malos aunque se pongan la casulla y presuman de órdenes sagradas. Prefiero a los popes ortodoxos

DI MORDISCOS A LA GRAN CAMUESA NEW YORK... NEW YORK

 CORRESPONSAL DE LA NUEVA ESPAÑA  EN NUEVA YORK. UN MORDISCO A  LA GRAN CAMUESA

                      Antonio Parra

Con una estampa de la Santina en bolso y bastante miedo en el cuerpo me acuerdo de mi arribada a NY tal que una noche de san Andrés de 1976. Estaba nevando o a punto de hacerlo en honor de aquel refrán que dice: Por los Santos nieve en los altos y por San Andrés nieve en los pies. Cuando en América se acatarran aquí cogemos unas pulmonías de espanto.

 Era una tempestad de granizo casi tropical lo que caía terciada con hampos de una nevasca rusa que descendían perezosos sobre la cima de los rascacielos y el viento huracanado jugando a capricho con la aeronave. Por un instante creímos que nos íbamos a estrellar contra las Torres Gemelas. Allí vi un signo de los días porvenir. El horrísono espectáculo para los hiperestésicos como yo no es nuevo. A  Nostradamus lo he vivido en mis propios huesos. La fatalidad muslímica frente al destino. Makfut. Está escrito.

Desde entonces, y aunque salí de aquélla y de otro accidente que tuvimos en Lisboa, se incendiaron dos motores en pleno vuelo, a raíz de mi accidentado aterrizaje en la Gran Manzana, he tenido pesadillas columbrando aviones que caían sobre el World Trade Centre. También la torre Eiffel y el embudo donde se encastilla el Big Ben, torre del parlamento de Westminster, pero sobre todo las torres Gemelas eran el tema recurrente de mis cefaleas oníricas. ¿Occidente en la encrucijada?

 Hasta escribí una crónica y creo haber entregado algún despacho anticipando esa experiencia apocalíptica de las Torres Mellizas derrumbándose que ha puesto al mundo los pelos de punta. Y la obsesión me ha martilleado muchos años porque Nueva York es algo que imprime carácter que cambia la mentalidad y el modo de ser de las gentes. Allí mi vida experimentó un giro de varios azimuts. Y silbé sus “blues” bajo la autoridad de Frank Sinatra, un neoyorquino típico: “I love New York. New York”.

En América todo es grande y es extremo. Las montañas. Los huracanes. Los hombres y las mujeres; allí se encuentran los más altos y los más bajos, los más guapos y los más feos, los flacos como leznas y los más gordos pues dicen que Nueva York, donde abundan los “fatis”, cambia hasta el metabolismo y a mí me ocurrió que engordé treinta quilos. Las ciudades. Los árboles más grandes como el alerce de las Rocosas o las secoyas de California. Se lo pasan allí en grande los estadísticos, los amigos de los contrastes y todos aquellos que sienten pasión por evaluar las contradicciones, sinrazones y a veces maravillas de la raza humana. América casi carece de raseros y de varas de medir. Hasta climatológicamente las subidas y bajadas del mercurio de tan bruscas carecen de parangón. Se pasa sin solución de continuidad de una mañana calma de primavera a una tarde de calígine para luego tener una noche de escarchas. “If you dont like our weather, just wait” (Si no te gusta nuestro clima aguarda un segundo), advierten los castizos de Brooklyn.

Esta volubilidad a mí me parece que influye en la forma de ser de los habitantes con bruscos cambios emocionales que hace que no se asuste el neoyorquino de nada. Y se asusten también de todo. Allí suele tomarse la vida muy a pecho puesto que para sobrevivir hay que ser un adicto del curro. Como aquel Herbie, el transcriptor de mis crónicas en la ITT de la Onu, un judío entrañable. El pobre se fue a morir a Miami a un cementerio de elefantes. Que así se llama en el lenguaje coloquial a los que se jubilan y lo peor que le puede pasar a un “newyorker” es jubilarse.

Y es que allá cuando llueve, es el diluvio y si truena o cellisca lo hace a conciencia y de verdad.


Iban a ser cuatro años de experiencia sin precedentes. De calores húmedos en los cuales se podía cortar el aire con una navaja y de hielos espantosos.  Recuerdo la morriña que me invadía todos los veranos al regreso de las vacaciones en Artedo con sus mareas cantábricas, un verdadero servicio de limpieza costero que no existe en la Bahía del Hudson fuertemente contaminadas a causa del carboneo y el intenso tráfico náutico que ha degradado a las playas como las de Long Island consideradas como las mejores del mundo; una vez fui a bañarme a los Kills de Staten Island, un marasmo de galipote, y por poco perezco, añorando las olas de mi Cudillero, no a causa del agua sino en el cieno de las cloacas y de los vertidos de los basureros oceánicos. De la parte de New Jersey las tardes que cambiaba el aire llegaba una hedentina que quemaba los ojos y las narices. Allí todo era grande y distinto. Hasta el tufo. La naturaleza, más joven que en la vieja Europa, observa un comportamiento más vigoroso e imprevisible. Allí todo es grande hasta los atentados como el que acabamos de presenciar horrorizados a través de la CNN. En los famosos kills se entierran ahora los cascotes del desastre y Staten Island era y lo sigue siendo la isla de los muertos. Gestaten, en alemán y en holandés vale tanto como inhumación.

Habíamos tenido un vuelo con turbulencias. La aproximación a Kennedy la hizo el piloto con mucha cautela. Estuvimos dando rodeos a la vertical del cielo de la mejana inmensa que es la isla de Manhattan, a la que llaman cariñosamente Big Apple (la gran camuesa) los neoyorquinos, gentes de todas las etnias y razas que han aprendido a convivir en armonía y sin problemas, dentro de lo que cabe, formando ese caldero o melting pot que demuestra que los caminos del mundo no son los de la xenofobia sino los de la xenofilia y benevolencia hacia el forastero, el meteco o el espaldas mojadas que llega en busca de acomodo y de un futuro mejor. Allí uno nunca se siente de fuera.

Esto no quiere decir que sea una megapolis cómoda o fácil ni el Edén, porque se lleva una vida que no es para llegar a viejo. Es una ciudad bronca donde todo es difícil y  donde nunca hay que bajar la guardia pero allí se percibe un halo de humanitarismo tierno bajo la hosca corteza del neoyorquino quien, cuando habla por cierto lo hace con palabras precisas y como con barbas. Su “slang” o jeringonza es uno de los más interesantes por sus alardes de precisión y de fantasía. Puede decirse que el cheli y el pasota madrileño lo copian. Hasta el punto de que allí la sabiduría se aprende en la calle. Street wisdom y street wise son dos palabras que allí conviene aprender. Sin una orientación y una buena aguja de marear te caes pues refiere un viejo dicho local “nice guys here dont last” (los buenos chicos aquí duran poco). Están acostumbrados a las emergencias. Lo que más me sorprendió al principio es que la radio ensayaba simulacros de un posible ataque nuclear y llevaba a cabo tests de evacuación a los refugios Estos anuncios radiales terminaban todos terminaban todos ellos con la muletilla: “Esto no fue sino una prueba; de haber sido una emergencia real les hubiésemos facilitado las precisas instrucciones para acudir a los refugios subterráneos”.

   Es el mejor inglés jamás escuchado y eso mismo me decía el querido periodista y novelista gijonés Faustino G. Ayer, un enamorado de América y de todo lo americano (los dos íbamos a comprar el pan juntos a una tahona italiana de la ciudad baja, downtown) que conocía bien New York, claro dentro de un límite porque en este foro mundial todo se mueve. Todo parece en perpetua catarsis y siempre confunde, siempre sorprende. Con este colega asturiano también tomé copas en el bar cerca de Trinity Place donde acostumbraba a beber hasta quedar tendido Dylan Thomas. A veces nos acompañaba el ovetense Delfín García, corresponsal de RNE, bravo carbayón aunque muy cabezota, que tenía un aire inconfundible de Humphrey Bogart siempre con su Pall Mall sin boquilla a flor de labios. Pero en Nueva York la bohemia es mucho más escurridiza y peligrosa que en Europa. He aquí a uno de los máximos poetas en lengua inglesa convertido en difunto de taberna en uno de esos pubs de mala muerte denominados “dives” (inmersiones) o cavernas o “speakeasy” (hablemos paso) que recordaban los tiempos de la Ley Seca. A Dylan que añoraba sus excelsos valles del Principado de Gales Nueva York fue su tumba; lo derrotó.


Así que el skyline se presentó ante mis ojos como una visión. Pensé en Moisés y Aarón bajando del Sinaí con las tablas bajo el brazo. Una nueva era de mi vida empezaba traumáticamente. Parto acongojado. Yo venía a Nueva York por una de esas carambolas a contar ese periodo de transición que fue la era Carter para los lectores de “Arriba” LA NUEVA ESPAÑA y una cadena de otros cincuenta periódicos y también a entregar la cuchara porque la cadena del Movimiento para la que trabajaba iba a ser pignorada o desmantelada a nostramo, porque dígase lo que se quiera reconozcámoslo o no en España desde el año 45 los que mandan son los americanos y algunos amigos yanquis me han confesado sottovoce de que con Franco les iba mejor. No quedaba más remedio. En aquel puesto había habido predecesores brillantes: Manolo Blanco Tobío, Celso Collazo, uno de los creadores de EFE, Guy Bueno, Félix Ortega, que fue el mejor de todos ellos a mi criterio de todo el cupo iniciado en el 48 por Pepe Cifuentes y Rodrigo Royo, quienes tuvieron que vérselas con una ley tan pistonuda como la del senador MacCarrack, el diplomático de Truman que luchó en Brunete con las Brigadas Internacionales y  que vedaba la entrada en territorio estadounidense a los españoles. El bloqueo estuvo en teoría hasta comedios de los cincuenta sólo sobre el papel porque en la realidad nunca se llevó a efecto.

 Todas esas firmas habían dejado muy alto el pabellón y aunque entusiasta y audaz periodista como se decía en la jerga el momento no me sentía con capacidad suficiente como para hacer sombra a aquellos gigantes. En los primeros días me fumé dos cartones de tabaco pero no fui el único. José María Carrascal que llegó en barco casi como un polizón se había fumado treinta paquetes hasta perder la voz. Y a nadie le extrañe porque Nueva York acojona e impresiona y más si el recién llegado la descubre en medio de una aparatosa tormenta como me pasó a mí. La clemente Santina me echó un capote.   Aquella vez y todas.

Durante la espera para aterrizar estuvimos de circunvuelo. A nuestros pies la postal inconfundible del paisaje urbano: Manhattan con sus dársenas, espigones, grandes buques amarrados. Bocanadas de humo blanco manaban de las fauces de las chimeneas de la central térmica edificio lindero con el de la ONU y se iban a colgar estos penachos sobre los tiesos adarves del Woolworth, el rascacielos más antiguo, y del Empire State.  Es el emporio de la civilización y la impresión que ofrece al viajero es la de algo que arde y echa chispas.  Viviría dos años con mi mujer y mis dos niños casi a la sombra de este mastodonte de hormigón con su chapitel calado donde la inmensa lanza de una antena de radio hace las veces de campanario. Todas las mañanas me despertaba la visión y el espectáculo de la city. Es un paisaje abstracto que no inspira sosiego, que parece que siempre está llamándote a la calle e instándote a la acción y al movimiento pero los atardeceres son verdaderamente apoteósicos.

 El Empire es el palo mayor de esta ciudad con forma y fisonomía de buque de guerra con jarcias de cristal.  Las Torres Gemelas eran las vergas de popa. Cualquier bamboleo, descartado pues el firme de Manhattan no es más que un peñasco yermo vendido por los indios moahawk a los holandeses por veinticinco dolares en 1622; que se derrumbase todo el montaje, simplemente imposible, porque los cimientos son de  sílice.

 La Nueva Roma se funda sobre un plinto granítico y siguiendo las instrucciones talmúdicas trata de imitar a la Roca de Israel a la cual alude Ben Gurion cuando fue proclamado el estado judío en 1948; no mencionó la palabra Dios, sólo la Roca de Zion. Además los muros de los rascacielos, orgullo de la ingeniería del siglo, estaban diseñados como  soportar la oscilación del mayor terremoto. Por lo cual el portaaviones sería inexpugnable. ¿Cómo iba yo a pensar que la Nueva Jerusalén de la Diáspora iba a ser atacada y sus dos símbolos señeros abatidos? Los pilotos kamikazes hicieron blanco no ya sobre las moles simbólicas de la Torres Mellizas sino sobre el corazón que mueve todo el ajetreo de las finanzas. El daño mayor no han sido los muertos, desaparecidas o el destrozo causado, aunque los norteamericanos tengan redaños suficientes como para resucitar de los escombros, sino la afrenta moral a lo que estas dos trípodes de cristal abanderaban.

 Conque no puede ser más símbolo aquello de torres más altas han caído.

 Para mí que conozco Nueva York, amo Nueva York y fui residente allí cuatro años, los más importantes de mi vida, lo ocurrido el 11 martes fatídico de septiembre del nuevo milenio ha sido una señal. Un toque de atención que exhorta al rearme moral más que al físico, una vuelta al pensamiento de la nueva frontera de la época Kennedy. Que América vuelva a ser amada más que temida y odiada. No se aconseja un castigo porque Dios no puede castigar sino que el ataque representa un aviso enviado desde lo alto. Algo no va del todo bien pese a la euforia de los últimos años. Se exige no la guerra de represalias contra la diabólica mente que urdió la infernal hecatombe sino la reflexión meditada y el reposo sobre cómo somos, qué queremos, hacia dónde marcha el mundo.


Y esta idea se me ocurre cuando a mi memoria viene el recuerdo de aquella tarde noche de san Andrés en medio de la tormenta durante la angustiosa aproximación a un aeropuerto congestionado de un tráfico terebrante. Allí oscurece mucho más rápidamente que aquí.  Me impresionó la visión de aquellos dos conos mágicos como una soberbia representación de una ecuación matemática sobre el paisaje. Dos falos erectos encarnación de la potencia genésica de una nación joven ¡qué contraste frente a los aires caducos de Londres! Dos mástiles de un transatlántico en el que actuaría de timonel, de serviola y de mascarón de proa la estatua de la Libertad apuntando su hachero con la flama perenne hacia Europa. Nunca imaginero tan mediocre como era Bertholdi, aquel escultor que fue contratado por la municipalidad neoyorquina para llevar a cabo el proyecto, tuvo tanto éxito con un molde. Es lo que significa el coloso. Los pobres de la tierra recién llegados a la isla de Elis estuvieron viniendo a refugiarse bajo sus zócalos y ahora el pebetero de la verde dama en cuya cabeza hueca cabe todo un restaurante puede que esté también amenazado. Ha soplado un viento recio en el rebufo de la carlinga y la cola de los dos aviones estrellados contra la fachada de las dos torres. Vesania fundamentalista. Muchos corearán aquella frase del Corán “Alá es grande”. Pero la grandeza divina nunca podrá cimentarse sobre un montón de escombros y una pira de cadáveres.

Sin embargo yo entonces con treinta y dos años y medio pensaba que estaba llegando al epicentro del futuro. Caía en la forja de una horno donde todo se cuece donde está el crisol del mundo nuevo. La primera impresión fue la de acogotamiento. Nueva York amedrenta un poco cuando se la ve desde el aire y más en las circunstancias de aquel vuelo en medio de una tempestad que hizo que el avión se zarandease como una vaina. En uno de los fucilazos del relámpago quedó diseñado sobre las nubes el cordonazo de san Francisco o la palma de santa Barbara que decían los pastores de mi pueblo. Me pareció entonces que una mano invisible estaba diseñando el croquis de los tiempos por venir con una anticipación de veintiséis años sobre los acontecimientos. Mi olfato periodístico me dijo que no hay que dar de lado a las corazonadas y yo en aquellos momentos la tuve y ya desde entonces nadie me pisó el scoop y por eso mi corresponsalía fue un poco a la contra de la de los demás. Parece ser que a muchos les supo a cuerno quemado que uno quisiera contar la verdad. Yo a los cables de la Ap, de Reuter y  del “Times” les daba siempre la vuelta y al revés te lo digo y acertarás, piensa diferente y acertarás. Hice periodismo de calle. No me limité a pegar telegrama o a refritar el Times como otros becarios de la Fullbright y con master en Columbia que se convertían en amanuenses de los lobbies por los pasillos del Edificio Azul o del Departamento de Estado. Desde el principio tuve muy claro que venía a servir los intereses de mi país. Me dieron por díscolo pero hice bastantes dianas y conseguí moverme con soltura en el laberinto de la política exterior de Cyrus Vance, para mí un auténtico caballero. Los americanos tienen un alto código de valores tanto éticos como morales y eso se nota también en el apasionante mundo político y estratégico de la Casa Blanca y del Pentágono. 

 La verdad tiene muchos carriles y a un periodista se le perdona todo menos el de ser aburrido ni pastueño. La mansedumbre de feligrés da buen resultado en el rebaño y en la manada, nunca en esta bataneada profesión a la vez canalla y sublime. Mi lema era un poco el de la libertad al estilo del fundador del “Manchester Guardian”: Facts, sacred. Opinions, free” (los hechos son sagrados; las opiniones libres). De acuerdo pero existen diversas formas de presentar objetivamente unos mismo datos. A la que descendíamos el avión perdía presión. ví como el pararrayos de una de las Towers absorbía la descarga de una centella. La gran azotea se iluminó con una luz de espectro. La gran fábrica del rascacielos aguantó impávida. Aquello me pareció el techo del mundo pero yo ya colegí que aquellos prodigios de la ingeniería eran vulnerables. La exhalación había pegado justo sobre la punta de la antena de una de las torres y el firmamento fulguró. Entonces el Worl Trade Center estaba casi vacío y en alquiler la mayor parte de sus ciento diez pisos y dependencias. Bajo la borrasca ofrecían estos dos titanes de acrílico un aspecto de desafío a los elementos. Habían sido erigidos a prueba de terremoto. Eran el orgullo de la técnica. Sin embargo, dos aviones de pasajeros una fatídica mañana del final de un verano para olvidar, el del 2001, acabaron con esa suposición presuntuosa. Al verlas por primera vez recuerdo que pensé en Babilonia y en Babel.


-Scary[1]eh? - dijo entonces un portorriqueño compañero de vuelo empujandome con el codo.

-A little[2] - repuse en inglés y él se puso a jurar entonces en español como suelen hacer los simpáticos de la isla de Borinquén que habían emigrado en oleadas a Manhattan en la década anterior y constituían casi un cuarenta por ciento de la población:

-Manda huevos con el viajecito.

Gran parte del pasaje estaba vomitando en aquel instante de turbulencias y de zarandeos. No pude por menos de reprimir la carcajada que distendió el estado de nuestros nervios. De allí a poco sentimos gañir los neumáticos del Jumbo contra el tarmac de la pista de Kennedy. Todo el mundo empezó a aplaudir.  Y yo a rezar. Recuerdo que en ese instante  apreté contra mi pecho la medalla de la Virgen de Covadonga parte indispensable de mi ajuar.

A lo largo de cuatro años no se me pasó el acojone y creo que todavía me dura pero acabé amando a Nueva York identificándome con su latido. Es el pulso del mundo del mundo. No me extraña que Manolo Blanco Tobío dijese que lo que más extrañaba - para este gran periodista gallego muy habituado a los modos de vida norteamericanos Europa era una especie de exilio- es una ojeada rápida todas las mañanas al New York Times.

El bien y el mal conviven allí puerta por puerta. Ángeles y demonios sentados a la misma mesa. Los rabinos con sus kaftanes y los popes con sus manteos comparten un sitio en el metro. El superlujo y la elegancia de la Maddison Avenue entremedias de la cochambre del Bowry. De todo aquel caos que fue mi experiencia neoyorquina saqué la conclusión de que tiene que haber un dios, un demiurgo que ponga orden, que se apiade. Eso. Alguien que se apiade porque Nueva York hace pensar en la famosa frase de san Pablo “nada de lo humano me es ajeno”. No se puede ser ateo en Nueva York. Todo menos ateo. Sientes como una fuerza que te lleva, una especie de protección. De lo contraría te hundirías. La gran manzana, la inmensa colmena, el hormiguero de gentes que se afanan un día y otro y también el avispero y las injusticias. Y como no la mafia. La metrópoli suscita ideas enfrentadas, pensamientos contradictorios de amor y de odio. No es una ciudad para volver porque de ella no se consigue salir nunca. Te atrapa desde el primer minuto y ya no te suelta aunque te alejes físicamente.  Nueva York es una condición mental, estado anímico. Yo diría que es una ciudad mística. He aquí una lectura judía en versión talmúdica de la “Civitas Dei” agustiniana. Que sólo cree en la gracia del esfuerzo y que a Dios lo coloca en otro plano. A él rogando y con el mazo dando. Es una concepción utilitarista de los elegidos llamados a poseer la tierra sucediendo esto acá abajo sin tener que aguardar al más allá. No se conforma con la resignación cristiana ni lo injusticia a la que lucha por atajar en este mundo. Por eso es un frenesí continuo. Arriba y abajo. La ciudad que nunca duerme. La riada humana. El poder automático.

Está tan cargado de voltios el lugar que los picaportes y los pestillos sueltan chispazos. La estática pervade el entorno. Yo viví en el Este hacia la calle 14. Allí todos están juntos, nunca revueltos. Mi barrio era una mezcolanza de judíos y de sicilianos que veneraban la camorra y nietos de Al Capone todavía practicaban ese vudú italiano que es la “jettatura” pero católicos al por mayor ya que en la fiesta de san Jenaro sacaban su imagen por Manhattan en procesión. En la otra manzana había polacos con su manera tan peculiar de concebir el cristianismo y antipáticos. Los  pacíficos ucranianos todos con su peculiar y angulosa cabeza, los húngaros con sus botas de fuelle me gustaban más y me hice amigo de los judíos como mi kioskero, un bendito de Dios por nombre Samuel, que me regalaba unos puros verdes trapicheados de Cuba y hablaba algo de ladino o judeoespañol. “Aguarde su merced agora un momentico pues vengo al punto” Entre todas las etnias son los más de fiar. Los más caritativos, los que más ayudan, aunque en cuestión de dinero no se casen con nadie.


Luego, hispanos los había por todas partes y ahora creo que son más. No se puede contemplar esta inmensa urbe con prejuicios, nueva York los desborda. Es un mundo que rebasa todas las barreras y trasciende las ofuscaciones y atavismos de la vieja Europa donde se mira con recelo al nacido en el pueblo de al lado. Allí este tipo de resentimientos se desconoce. No hay envidia y si existe por lo menos no se nota. Ni miradas por encima del hombro. Sí tiene que haber un Dios flotante por encima de nuestras cabezas, un Cordero que quite los pecados del mundo. Alguien que se apiade. De la torre herida por el rayo. De la humanidad que palpita y gime desconcertada. De la inconsciencia, la banalidad, la vulgaridad a espuertas, la frivolidad sin limites. Se vive mucho mejor en el Rellayo pero uno no sé por qué termina añorando a la Ciudad Automática. Un mundo sin paletos, sin intereses de campanario y con periodistas e informadores, literatos amantes de su patria y de su país con razón y sin ella, que tienen muy en cuenta la ley del libelo a la hora de sentarse delante del ordenador y que saben como nadie maquillar la información y  autocensurarse mientras que la prensa a este lado del charco da fe de una picaresca en auge y la rosa en su chabacanería procaz parece una corrala.  Aquí todo se ha vuelto un poco peripróctico, ya que la información, anal y asnal, parece girar en torno al mismo cabo. Lo acabamos de ver en la manera que han abordado el choque de los aviones contra el hastial imponente de las torres. Nos han demostrado que entienden el periodismo como una vocación de servicio público, un menester que ha de hacerse con categoría, responsabilidad y serenidad ¿Para eso queremos una Facultad de Ciencias de la Información? 

 

18 de septiembre de 2001

 

Antonio Parra fue corresponsal en USA. Licenciado en Filología Inglesa y Románicas.

 

 

 



[1]¿Acojona eh?

[2]Una miaja

CONTRA LOS MALES DE LA FORNICACIÓN POR LAS MUJERES MUCHAS MUERTES QUERELLAS HOMICIDIOS GUERRAS Y CELOS

  

Castillos arrasados por el desordenado amor espada de tajar

Corbacho ya no se respetan parentescos ni compadrazgos todo va a fuego y a mal y esto se va a acabar ya se creía próximo el fin del mundo en el xiv malas mujeres sus menguas vicios e tachas cosas incogitadas y nunca escritas si el mal no fuese sentido el bien no será conocido aunque quisiera pecar ya no podría, la impotencia.  Quítame el querer pues me quitaste el poder señor es la oración del impotente imponente poco pensado y menos cogitado de corrupta hacer virgen lo que significaba la virginidad en aquellos años a las que la cogían en un renuncio las asesinaban.  Por la mujeres homicidios muertes y guerras.  La mujer es inconstante y a los amigos por causa de mujeres los vuelve enemigos y a los hermanos los enfrenta concomitancia.

De cras en cras vase el triste de satanás

Fornicación traiga al hombre a la perdición

de como el que ama es en su amar del todo temeroso

Quien no quiere no vendimia.

No tengo porque dar mi libertad a otro ni ser yo esclavo del tabaco.  Esperar firmeza en amor de mujer es querer agotar río caudal con espuerta y con muy ralo farnero (harnero) en este siglo no se había producido el gran cambio.  Coamantes.  Lo baldonase.  Baldomar y dar baldones abaldona y abatanar lo verde se torna blanco lo amarillo negro y lo bermejo cárdeno hacer ojo de pez o impávidos conviene callar y soportar alcahuetería insoportable de la tercería mediática.  Mata que el rey perdona.  Posesión de Belial.  Locas desvariadas.  De como por amar muchos perfuman y son criminosos.  De como el eclesiástico y aun el lego se pierden por amar profano y amor divino.

Moralista

En el amor malo está el diablo y en el amor bueno dios el suplantador camino de rosas y placeres al enfermo pero no se puede utilizar el coito más que con las bendiciones eclesiales.  Coamante compañero del amor.  El orden y el desorden de una sentada 

PAZ DE ISRAEL CANTEMOS LA CALENDA DE LA NAVIDAD QUE SE ACERCA. PAZ A LOS HOMBRES DE BUENA VOLUNTAD A LOS JUDIOS A LOS MUSULMANES A LOS CRISTIANOS A LOS BUDISTAS A LOS CREYENTES Y NO CREYENTES A LOS QUE DUDAN Y A LOS QUE ESTAN SEGUROS DE SI MISMOS PAZ A LOS FUERTES Y A LOS DEBILES A LOS SANOS Y A LOS MALITOS A LOS QUE CREEN Y A LOS QUE NO CREEN A LOS HOMBRES Y A LAS MUJERES A LAS VIUDAS A LOS ESTUDIANTES A LOS QUE NACEN Y A LOS QUE MUEREN EN EL AÑO 33 DEL REINADO DE AUGUSTO NACIÓ CRISTO EN BELÉN DE MARIA VIRGEN Y AL CABO DE LOS SIGLOS REGRESARÁ TRIUNFANTE DESPUES DE SU MUERTE DE CRUZ PARA INSTAURAR EL REINO FUTURO

 Calenda que se cantaba en navidad

 

 

Anno creationis mundi

Quando in principio deus creavit coelum et terram

Quinquissimo millessimo centésimo nonagésimo (5190)

A diluvio anno milésimo nonagésimo septimo (1957)

A nativitate Abrahae anno bis millessimo quintodecimo 2050

A moyse egressu populi israel de aegipto anno millesimo quingessimo decimo 1510

A unctione David in regem anno millessimo trigentessimo secundo 1982

Hebdomada sesaquessima quinta iusta Danielis ptophetiam

Oñympiasda centésima ongessima quearta 194 ab urbe condita

Anno semptingentessimo quinquagessimo secundo 752

Anno octaviani Augusti quadragessimo secundo 42 toto orbe in pace, sexta mundi aetate

Jesus xtus aeternus Deus aeternique patris filius

Mundo volens adventu suo pìissime consecrari de Spiritus sanctus conceptus

Novemque post conceptionem

Decursis mensibus

On Betlem judae nascitur

Ex maria virgine factus est homo

In nativitate domini nostril jesu xristi

Secundum carnem

  

 

CADA LOBO POR SU SENDA

Vamos y venimos. No somos nadie y, menos en tiempos de peste. La llaman la Pequinesa porque es un regalo envenenado de los chinitos o bien puede ser el virus de la pascua judaica, flagelo sin remedio, el morbo del exterminio, pero aquí va cada lobo por su senda, y nadie quiere saber nada de nadie. Hay que disfrutar y cada mochuelo a su olivo, cada oveja con su pareja. Yo voy a lo mío y tú te jodes. Como Herodes. Reclamaciones al padre Ángel y a la mafia de Bergoglio. El príncipe de los engaños reina entre nosotros. ¿No te lo dije? Tú no me haces caso.

 Yo soy Polendos, Medel Polendos Juarrillos, para servirles, y me acaban de dar de alta del hospital, me ingresaron victima de esta nueva dolencia del virus coronado aunque tengo que prevenirte, lector que husmeas estas páginas, que para el régimen asolador en que vivimos soy un apestado desde hace bastante tiempo. Curado del vitrón colérico una vitamina sintética diseñada para matar gente (lo llaman nueva táctica de ingeniería social maltusiana para honrar a los santos de la Eutanasia) no sé si la elaboraron los chinos o los norteamericanos o los israelitas en su ánimo de venganza por el tema del Holocausto, ese factótum reivindicativo que tenemos los europeos hasta en la sopa. Por vida de Xto no fui víctima del Sanedrín universal. La Virgen me curó.  Quiero liberarme de esa poliuria as todas horas meando lágrimas por el mismo caño y al niño de Bruselas no se le obtura el pitorrillo. Niño, ¿qué tal meas?... Gota a gota, mi señor. Escuchen los guays y lamentos de Jeremías. Hoy se cumplen tres cuartos de siglo del asalto a Poznam. Menuda carnicería que prepararon los rusos del mariscal Yukov en Berlín… pasan los noticieros imágenes apocalípticas de aquellos combates.  Sangriento fue el asalto y el cerco. Aquello fue entonces pero ahora es el virus siniestro tósigo y ponzoña ─no hay contra virus a la pandemia sin remedio aunque te bebas una cantara de litro y medio… están buscando una vacuna como locos─ que ha abrió de par en par los hornos de Auschwitz en el supuesto de que allí hubiese hornos crematorios que el diablo el gran entrometido se inventa cosas y es el gran fabulador el que fabrica embustes. Actualmente es el campeón de las redes sociales no te asustes, Federico.

Kissinger ese animal satánico inventor de la política del paso a paso cuando era secretario de Estado y que ordenó el bombardeo masivo de Dresde, insta a la vacunación intensiva. Sí. Sí. Los satanistas quieren tallarnos con un nuevo orden mundial para su égida del varapalo. Doña Rosa Mateo la musa de la tiranía democrática está al pairo que no de parto pues es machorra  pero la osa de la casa fieras dionos un esbegardo. Tratan de implantar la gran Compañía del anticristo en medio del caos y esos bichitos que lanzan por el ordenador no te pongas ante las pantallas, Baudilio, que vas a perecer, canta el miserere, tío, reza el confiteor. La consigna es acabar con todos los viejos así se ahorran en pensiones. Llaman al exterminador, están poniendo anuncios en los periódicos Ya ni el zotal ni la lejía ni el amoniaco descontamina.  A tapar la calle que no pase nadie. Hay que colocar al personal un bozal y a los mastines de la tele una carlanca Pues ya digo yo me contaminé de ese bacilo letal en un viaje que hice con los viejos a Salamanca. Regresé tosiendo, me dolía la cabeza, tuve fiebre y me arreó un apretón a la barriga, hube de ir al baño no sé cuantas veces a cagar agua. Mi mujer la pobre me llevó en el pequeño utilitario que tenemos al Gran Hospital. Allí me vio una doctora que era una chica joven metiome dos palillos por las fosas nasales di positivo y con las mismas se ordenó mi traslado a un sanatorio en El Escorial. Me instalaron en la crujía de los apestados y vi el rostro fatídico de la muerte aquella noche.  Vi la luz al otro lado del túnel y estuve a un paso de la eternidad pero una señora misericordiosa, mujer de luz, me acogió en su regazo, volví a sentir las caricias maternales, era Ella mi madre celeste, y regresé a la vida. El cuerpo transparente, vestida de sol, calzada de luna, se subía a una tarima bajo la cual reptaba enfurecida la serpiente. Yo flotaba sobre la cama del hospital en medio de aquel delirio causado por los 39 de fiebre me vi salir por la  ventana  de la habitación 666 del dispensario cerca de la Cruz que quieren derribar los satanistas. Yo cabalgaba en una nube y no hacía caso a la enfermera ecuatoriana que me atendió solicita durante la pandemia que angustiada me llamaba por mi nombre Medel ven acá, no te vayas y yo le dije ya soy viejo, querida enfermerita, he vivido bastante, cariño. Hay que dejar hueco a los jóvenes.

─Eso es precisamente lo que quiere el Maligno. Sacaron este virus de un matraz y engañando a todos lo saltaron como si fuese el ave de la muerte. Le encomendaron acabar con los viejos. Si no haces por tu vida, les vas a dar la razón a ellos. No te rindas, Medel.

No me rendí. Un legionario de Cristo nunca entregará la cuchara aunque lo maten ni entregará la plaza al enemigo.

 Yo no la escuchaba, (tenía que cumplir una misión aun me queda mucho por hacer tengo las manos vacías muerte no vengas) pero el virus se pegaba a mis carnes abriendo sus fauces como la hidra de seis cabezas abriendo las fauces dispuesto a devorarme. Yo trata de huir y de encaramarme a la azotea del empíreo pero cuanto yo más trataba de zafarme sus mandíbulas apretaban con mayor fuerza. ¿Es allí donde se encuentra el Paraíso? No importa si esta noche es la última. Vino un camillero y me ataron a la cama. Me suministraran una droga gruesa casi como una manzana color mazarrón que amargaba y casi me ahogaba, no pasaba el aire por el diafragma empecé a expulsar bilis negra me iba por arriba y por abajo, bajó la fiebre y a la mañana estaba sentado en la cama rezando el rosario. Es de lo que me acuerdo tras las imágenes de lo vivido aquella noche pasado en los dolores de la crucifixión son confusas. Tengo una sensación vesicante del rostro de aquella monjita que se me acercó vestida de un blanco manto y un sayal pardo su expresión era muy dulce. Las enfermeras que me cuidaban tres ecuatorianas y una almeriense que no le dio importancia a la cagalera que me entró de repente, una navaja me perforó las tripas salió sangre fecal toda negra:

─No tiene importancia con tal que te cures, hijo.

Me entró mucha desazón aquella noche. No sólo creía que terminaba mi existencia sino que también veía el final de los tiempos. Todo el mundo al valle de Josafat. Escuché el sonido de la trompeta del juicio final.

─No es posible que esto se acabe. La profecía dice que antes se tendrán que reconciliar los cristianos y con los judíos y que las tres religiones únicas hubiesen convivido un tiempo en hermandad.

─Esos son cuentos chinos que se inventan los popes─ dijo un diablo que estaba a la cabecera de la cama dispuesto a llevarme consigo a las calderas en cuanto exhalase el último suspiro

Había muerte y angustia y las radios y las teles noi cesaban de proferir calamidades. Los periodistas y las chicas de la tele también se habían hecho apocalípticos. Profetizaban un baño de sangre. El Trampas un hombre muy poderoso residente en la Gran Mampara (decían que él era el que había puesto en circulación el desastroso miasma que atacaba a los pulmones provocaba cagaleras y en última instancia apneas y faltas de respiración) se flotaba las manos. Convocó a sus asesores y les informó de que el remedio surtió efecto

 ─Había demasiada gente en el mundo más de siete mil millones. Buen procedimiento de diezmar excedentes demográficos sin recurrir a la bomba atómica.

Un fraile del barrio franciscano vino a verme a la mañana siguiente para darme la extremaunción y yo le dije que naranjas de la China hoy no me muero de ninguna de maneras, que pertenecía a un iglesia católica que no era la mía, le dije al cura que era una vergüenza que el nuevo Papa condonase el derribo de las estatuas de fray Junípero, que quemasen las imágenes de los santos que cristianizaron California o degollasen a los cristos, pues metete el oleo y el crisma bendito que no es bendito pues lo profanó Satanás que yo le veía al Maligno mear dentro de la crismera cuando tú subías en el ascensor, por donde te quepa, cura del diablo, yo moriré en mi fe en Jesucristo, sagrado Corazón de Jesús en vos confío:

─Yo, padre, no necesito viáticos administrado por gente tan chaquetera e hipócrita como ustedes los católicos, sois los aliados del Malandrín. Me hicisteis los curas mucho daño en mi vida y no os perdonaré ni en la hora de la muerte. Que os perdone Dios. Sois gente mala y artera.

─Mira, hijo─ exclamó amenazante el capellán hospitalario con su voz de borracho y su mirada salaz… se conoce que durante la semana se dedicaba a sofaldar mozas en la sacristía o debajo del púlpito─ vas a morir sin confesión. Irás al infierno de cabeza.

─Allí estaré calentito, fray Enebro.

Me sentí orgulloso de haberle dado calabazas a este confesor. Cuando marchó, apreté mi crucifijo que siempre llevo entre los dedos y vi a la monja benefactora sonreírme. Recé entonces el yo pecador.

La pandemia había llegado sin avisar como un ciclón. Todo el globo se vio infectado. Hispania peccatrix. Sí, nos lo merecemos. Castigo de dios El gran Perico llamó al Coletas y declaró el estado de excepción. Era una encerrona. Nadie podía salir de la habitación. A mí se me confinó en mi casa. Todo el personal del hospital se sentía fascinado por mi pronta recuperación y cuando abandoné la crujía salí a hombros como un torero en tarde triunfal. Afuera la brisa jugaba con las hojas de los castañoss que acababan de brotar. Del monte de las Machotas circulaban nubes preñadas de agua y la lluvia estaba cual   rebaño camino del redil yendo a por lana punto de descargar sobre los muros ciclópeos del Escorial inescrutables como siempre. No había tráfico en la carretera, Madrid parecía una ciudad fantasma. Las campanas de las iglesias convocaban a la sextaferia del perdón. Mientras viajaba por los espacios infinitos en vuelo hacia el infierno para no caer al vacío yo me así a las cernejas del caballo del Apocalipsis montado por el Quinto Jinete que tocaba la trompeta. Agárrate que vienen curvas, no sueltes la mano del timón. Miré hacia abajo a mis pies estaban los espacios siderales. Pensé si me caigo me escoño y ahora no vendrá tu primo el taxista el Maudillo el que te salvaras tantas veces de las hecatombes que has tenido en la vida. Son muchos tus fracasos. Demasiados fracasos. Pero, alma mía, expiada la culpa, bendecirás al Señor

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¡¡¡ATENCIÓN!!! CAPITULA KIEV. ZELENSKY SE RINDE Y PIDE NEGOCIAR

EL DIABLO SE HIZO FEMINISTA Y PERIODISTA LO ECHARON DEL MINISTERIO A QUOSQUETANDEM POR NEGARSE A QUITAR UN RETRATO DE FRANCO Y LA VIRGEN MARIA LOS DEMOLEDORES DE LA MEMORIA HISTORICA AL CRISTINISMO POR LO QUE SAN PABLO DIJO "ME IMPORTAN UN ARDITE LA CIRCUNCIXIÓN Y EL PREPUCIO ESO NO VALE NADA LO QUE IMPORTA ES LA GUARDA DE LOS MANDAMIENTOS Y LA ESPERANZA DE LA REDENCIÓN DE XTO LUEGO DIJERON QUE PABLO ERA UN IMPOSTOR EL SANEDRIN SE RASGÓ LAS VESTIFUTA LANZÓ UN GRITO HA BLASFEMADO POR ESO ODIAN A CRISTO SE CREIAN ELEGIDOS DE DIOS Y SE CONVIERTTIERON EN SECUACES DE SATÁN

 SECRETOS DE DOÑA WONDERLAND.

 

Para colmo de males Hipólito tenía la completa seguridad de que la Cornelia le había escupido en la sopa. Albergaba la sospecha de que alguno de sus hijos el ultimo no era suyo. Su mujer pertenecía al gremio de las widecunts de la pachorra germinal porque si ella era una calentona no tenía la culpa. Estaba en su naturaleza eso sí era muy mendaz y se daba un arte extraordinaria para fingir mentir y disimular. Se acordó Hipolito que era lo lógico, otra no cabía esperar porque se casó con ella desesperado sin amarla y sin conocerla. Con tales antecedentes el carro en el camino de la vida tenía que volcar la carga. También dieron de través la albarda, las artolas el arnés de las aspiraciones, la albarda de los afectos y la collera de la dignidad. El carro de su vida había hecho molino al tomar una curva trascendental y no le quedaron ni ruedas ni aspas. Lo perdió todo. De aquel descarrilamiento luego vendrían otros tumbos por la pendiente. La Wonderland al ponerle de patas en la calle no hizo sino rubricar un proceso que viniera de largo. Su autoritarismo era un autoritarismo formal, mesocrático y absolutamente wide cunt. En aquel instante cuando se opuso con fiereza a que quitase de su despacho el retrato de Franco y una imagen de la Virgen María doña Wonderland parecía presa de una pasión diabólica. Gritaba como una posesa. Miraba para el funcionario Hipólito Asiarcán con ojos de todas las furias. No era a mujer fuerte que andaba buscando Viscarrito por toda la tierra y cuya pesquisa proclamaba él terciada la estola diaconal sobre el pecho el alba blanca el cíngulo rojo de la castidad desde el púlpito un 15 de agosto sino el diablo en guisa de feminista. El feminismo tal y como lo encendían las gentes de aquel pueblo tornadizo y revanchista era la mística del nuevo orden. Las cátedras los parlamentos los medios de radiodifusión desde donde atronaban los bustos parlantes habían quedado en manos de aquellas fulanas. Las hacían ministras, las ordenaban obispas juezas y fiscalas y volaban su imagen por las altas esferas. A todas horas se nos aparecían los bustos parlantes. En su animo de vindicta se acostaban todas las noches con diablos incubos y quedaban preñadas concebían el semen de odio y parían monstruos contra natura

España pecadora historia de Villeguillo un pícaro de Segovia

SHALOM BAYIT

 Apocástasis

 

Retornan las cosas a su

Primitivo estado

Mito del eterno retorno

En telecinco hacen la ola

Nos volvemos los españoles

Más incultos Y canallas

Gusanos de luz

De hoy en un año

Shalom bayit

Paz en el hogar

Ellos siempre rompen el statu quo

Con la aguijada de Cain

Azuzan emigrantes

Sálvese quien pueda

Roma dejó de ser caput Orbis

Bajo las riendas de un faquir

Bergoglio pinocho culo magno obispo viscoso

Nariz larga de pinocho el mentiroso

Arroja a la Iglesia a los leones