Nigra sum sed Formosa
filiae Jerusalem
Negra soy, pero hermosa
Me ama el rey salomón
Soy la reina de saba
La piel tostada
Escucha mi canción
Morena me llaman
Yo blanca nascí
El sol del enverano
Me hizo ser ansí
Nigra sum sed Formosa
filiae Jerusalem
Negra soy, pero hermosa
Me ama el rey salomón
Soy la reina de saba
La piel tostada
Escucha mi canción
Morena me llaman
Yo blanca nascí
El sol del enverano
Me hizo ser ansí
Llamando están a la puerta
Ay quien será
Ay Dios
Llaman a la puerta y espero yo
Al mi amor
Ay por Dios
Que todas las aldabas
Repiquen alegres en mi corazón
Mozas de Toledo
Ya se parte el rey
Chapirón de la reina
Chapirón del rey
Quedareis preñadas
No sabréis de quien
Chapirón de la reina
Chapirón del rey
SUBULCUS SEBULCOR PORQUERIZOS Y QUIROMÁNTICOS
Unos arqueólogos de Granada aseguran haber descubierto un sustantivo sin precedentes en la lexicografía hispana: sebulcus que quiere decir porquerizo, gañán de cerdos. La ignorancia y desidia en que han caído los estudios clásicos (en las universidades se odia al latín y es así porque Roma destruyó a los judíos y estos devuelven la pelota) abocó a la ignorancia de nuestra historia, porque en Hispania venimos de Roma y nuestra lengua nació del latín. El termino Sebulcus está contextuado. Varios campamentos emplazados en la calzada romana que une Astorga-Mérida-Tarragona reciben ese nomenclátor subulcus porquero. En la provincia de Segovia cerca de donde yo nací hay un Sebulcor (no confundir con sepulcros). Mis tatarabuelos venían de allí, de esta localidad emplazada a unas cuantas leguas de Sepúlveda (septem publica siete puertas). Los de Sebulcor ya no se dedicaban a guardar gochos como sus antepasados los soldados romanos, licenciados de quintas. Se especializaron en la medicina natural y las artes mágicas, siguiendo los predicados del marqués de Villena. Mi abuelo Benjamín al que llamaban "el judío" curaba las verrugas de la mano que se conocían como clavos mediante la imposición de manoshe aquí que estas excrecencias cutáneas desparecían gracias a sus ensalmos, y la recitación de una serie de oraciones que sólo se sabía él. Catarros y romadizos eran para Benjamín Galindo asunto concluido. Aplicando cataplasmas de romero y friegas. Y es que los nacidos en Sebulcor, toponimia romana de la mejor calidad, poseían el don de curar: que es un carisma derramado por el Espíritu Santo. Eran ensalmadores, quirománticos, encantadores, adivinos y, si se quiere, brujos. Enfermos de toda la provincia de Segovia acudían en tropel a los baños de Sebulcor y las parteras de allí eran muy solicitadas en todo el partido judicial porque no se les moría ningún niño. Es un extraño fenómeno (por el nudo al ovillo) el que suscita este nombre el de la existencia de una medicina basada en la farmacopea cuyo conocimiento era el privilegio de unos pocos elegidos. Eran los hechiceros, los magos de la tribu y de ese mundo los romanos, que sembraron toda la península ibérica de estelas funerarias para recordar a sus muertos, sabían algo más que nosotros
viernes, 17 de marzo de 2023
Para Catholicus
Sí, dos
carreras y seis idiomas, amigo mío, amante del latín, el griego la lengua
hablada por Nuestro Señor Jesucristo, y el ruso que es el idioma que se
escucharía en las iglesias, si ahora bajase a la tierra. Ciertamente, escribo a
trompicones, tratando de contener mi ira contra estos pedantes curas
predicadores a lo fray Gerundio de Campazas. Me bailan en los dedos las 24
redondas blancas y meto un gazapo. Sed de
minus non curat praetor. Católico significa universal, so acémila, y la SRI
se ha convertido en vaticanista por una serie de intereses creados. Muchos
cánones y poco Cristo. Connivente con el poder. Ya no lucha contra demonio y
carne. Anatema sit.
SPINOZA
ENCONTRÓ EN EL VIEJO TESTAMENTO CIERTAS INCONSISTENCIAS Y PALACIO VALDÉS SE
MOFA DE LA CARCUNDIA POR ESO FUERON PERSEGUIDOS Y EXPULSADOS DE SUS SINAGOGAS
RELACIONES DE
PALACIO VALDÉS CON ESPINOSA
Benito Spinoza era un sabio sefardita creador de un sistema
filosófico, el Naturalismo panteísta, del que parte toda la filosofía moderna:
Leibnitz, Hobbes, Kant, Descartes etc, al que admiraba el escritor asturiano.
“Yo quise ser filosofo como Baruj Espinoza pero derivé
a novelista. Él era uno de los seres humanos mejores que han existido”
declara don Armando en sus confesiones.
“Para mí escribir una novela era un asunto tan fácil y
divertido como a cualquier tenedor de libros realizar una operación aritmética
o al igual que para aquel buen judío de la sinagoga resultaba evidente que la
creación es algo progresivo, una edificio que siempre está en obras, y que todo
lo creado por Dios es bueno, bello, como debiera ser el hombre (panteísmo) y
hay pasajes en la Biblia que no cuadran con tal aserción.
La judería de Amsterdam calificó de herética dicha aserción y el
buen Baruj fue excomulgado.
Siguió trabajando en sus libros y puliendo el diamante que era
el oficio, el de orífice, con el que se ganaba la vida fabricando anteojos de
aumento.
Espinoza cuya familia procedente de Espinosa de los Monteros en
Burgos se acogió a la hospitalidad de Portugal tras el decreto de Expulsión de
1492, acabando en los Países Bajos que a la sazón era una provincia española
adonde no había llegado el brazo largo de la Inquisición.
A Don Armando también le expulsaron de otra sinagoga la de la
envidia y el rencor que lo calificó como señor muy de derechas. Aunque
ironizase de los curas y de las monjas.
Con la iglesia hemos topado Sancho.
Si los textos de Espinosa exudan filosofía panteísta profunda
los del novelista de Entralgo derivan hacia el humor y las ganas de
vivir.
Todo ello envuelto en una gran facilidad expresiva. Los dioses
le dieron esa difícil facilidad de la cual solo disfrutan los genios. Esto es:
clarividencia.
Seres así, empero, parecen cometer el crimen de ir por libre y
pensar por su cuenta.
jueves, 23 de mayo de 2024
La sala numero seis fulgurante, terrible, profético chejov
Nuestro
destino no está escrito en las estrellas como creían los clásicos. Guardan los
designios particulares y generales de la humanidad algunos libros que son más
proféticos que los del VT. En sus páginas alienta una pulsión divina a pesar de
no estar registrados en la Biblia. Este es el caso de Antón Chejov. He vuelito
a releer en una noche de fiebre y de gripe “La sala número seis” y
al acabar sus menos de cien páginas al amanecer lo he girado sobre la almohada
en medio del desaliento. He visto reflejado en sus 19 capítulos la película de
mi existencia: el joven ardoroso que se iba a comer el mundo, el aprendiz de
escritor que se fue a Londres, Paris, NY, que amaba la ciencia, el arte, la belleza
y a la humanidad que confiaba en la redención del ser humano, que vivió
encastillado en su torre de marfil leyendo libros y más libros que atesoraba
desde su juventud y los tenía catalogados y numerados en el sancta sanctorum de
su biblioteca. Un hombre al tanto y al corriente de las nuevas ideas, suscrito
a revistas de vanguardia que cree en la buena fe de sus semejantes, pero pronto
se da cuenta de que es un mirlo blanco, una rara avis, que tuvo amoríos
apasionantes y maravillosos pero que aquello se convierte en humo; termina
casándose con una mujer vulgar, y vive cercado de ramplonería, de zoología, de
egoísmo, de esa violencia que siempre genera la política manejada por intereses
rastreros y engañosos. ¿No puedo ser yo acaso el doctor Raguin al que sus
deseos de mejorar a la condición humana le volvió un incomprendido y al final
acabó loco? ¿El sombrerero judío que perdió la razón una noche en que se le
incendió su tienda y al que maltrata el guardia de seguridad-conserje-lacayo de
la autoridad el bruto de Nikita? ¿Soy el enfermo Gromov que vive preocupado por
el tema de la inmortalidad? O soy el usurpador: el sustituto, el trepa el que
le quita la plaza al pobre Raguin acusándole de haber perdido el juicio. Chejov
traza en estos cuadros un esquema a vuelapluma de la Rusia finisecular y
decimonónica pero su diagnóstico es valedero no sólo para aquel país sino para
los hombres de todos los tiempos y latitudes. El eximio protagonista de este
librito tuvo vocación al sacerdocio pero por mandato paterno ha de abrazar la
carrera de medicina. Creo que es el libro más biográfico del autor del “Jardín
de los Cerezos”. Su padre, diacono, era chantre en una parroquia de
provincias y quería que su primogénito pudiera desempañarse en una carrera más
lucrativa que la eclesiástica para poder así contribuir a la manutención de la
familia, cosa que cumplió Antón hasta la extenuación porque para pagar los
gastos de la numerosa prole escribió tanto que murió extenuado a los 44 años.
Un articulo, un cuento, no pagaba la comida pero subvenía los gastos de
merendar, y una obra de teatro ayudaba a alquilar la casa durante un mes. En
toda la prosa de Chejov perdura, sin embargo, esa majestuosidad, ese tempo,
rodeado de grandeza y de sencillez ( v e
l i c h a ñ i e) de la liturgia bizantina. Es como algo mágico. Sin
embargo, en este libro se nos muestra como un perfecto forense haciendo una
bisección del alma humana. El ilustre facultativo, egresado de la Facultad de
Medicina de Moscú acaba como director de un nosocomio en un rincón perdido de
la Rusia profunda a más de 200 verstas de la estación más próxima del
ferrocarril, rodeado de gentes mezquinas “que se pasaba la vida entre la baraja
y las pequeñas intrigas y chismorreos, sin interesarse por nada y arrastrando
una vida llena de trivialidad… No nuestro pobre pueblo tiene mala suerte”
exclama el autor acaso sin ser consciente de que Rusia tiene la suerte de
contar con escritores tan enormes como Chejov que pueden hacer autocrítica de
su país y que la vida en Tula resulta muy parecida a la de Chester, Tucson,
México, Rosario o Zamora y lo que hace grandes y libres a los pueblos es esta
capacidad de denuncia y de reacción. De este modo creo que la literatura rusa
recoge el testigo de la grecolatina para proyectar problemas y tipos universales.
Pero este opúsculo personalmente tuvo su historia. Hace unos meses se lo regalé
a un amigo y el otro día me lo encontré en Riudavets desencuadernado y
desfondado pero con mi nombre. Volvía a mí. Debo de tener por casa algún
ejemplar suplente. No olvidaré que este texto en una edición de la Austral que
yo había adquirido en la Casa del Libro en 1964 me acompañó en la noche triste
del Parque de San Francisco. Yo me venía a casar con una moza y la pobre no se
sintió con fuerzas de aguantarme- ahora la comprendo perfectamente- y ella
renunció al altar un día antes de la boda. Dentro de las paginas guardaba una
imagen de la Virgen Iverskaya, la santa matrona de Moscú y un fotografía mía de
niño rubio con mis padres en la entrega de llaves de una casa en Segovia
acompañados por el coronel Tomé. Esta fotografía ya no estaba, la perdí pero la
imagen de la Iverskaya se dibujó en la cima de uno de los robles del parque de
San Francisco. La Virgen consoladora vino a sumarse a mi dolor cuando había
sido abandonado de todos incluso de mis padres, y permitió que, humillado,
ofendido y arruinado pudiera regresar de nuevo a mi hogar. Es por esto por lo
que tengo esta historia de Chejov por taumatúrgica, reclamo para el humano
dolor y la resurrección. Novela redentorista en que se estudia la barbarie y la
crueldad de las cárceles. Dijo Quevedo
que toda la vida es cárcel. La vida es cárcel de la muerte. El amor es preso
del odio y las instalaciones de la institución psiquiatrita es alegoría de ese
barco prisión y manicomio. “Hay dentro del recinto del hospital un pabellón
rodeado por un bosque de arbustos y hierbas salvajes. El techo está cubierto de
orín, la chimenea medio arruinada, y las gradas de la escalera medio podridas.
Un paredón gris coronado por una carda de clavos hacia arriba divide el
pabellón del campo que produce a la vista una triste impresión…” el pabellón de
dementes es el barco que nos lleva. Acaso la vida no sea más que una locura que
nos arrastra. Por eso sufren tanto los hipersensibles, los más conscientes pero
Jesús siempre les dirá “bienaventurados los que aman”.
Hay
libros que puso Dios en nuestro camino para que reconozcamos nuestra estupidez
y miseria y “La sala numero seis” es una de ellas.
ANTON
CHEJOV
La
sala número seis
Editorial
Calpe 1919. Madrid
Traducción
del ruso Nicolás Tasin
HOJA MARCESANTE
Soy una hoja marcesante
Que se marchita sin caer
Hoja del roble
No me rindo
Y me levanto
Después de las caídas
Mirando estoy hacia el futuro
Con mis ojos de papel
El alma me duele
Algunas veces
Por los veranos
Me gusta sentarme
A la sombra de los arces asturianos
perdido por mis calellas
Escuchar el rumor
Apacigüante
De un regato
O una cascada
Que fluye agua
Hacia la mar
Tengo el olfato del murciélago
Y la piel de un elefante
Hago penitencia no obstante
Arrodillado
En la capilla
De mi oratorio biblioteca y fumadero
Hubo un tiempo
Yo pensaba
Que la redención de España
Podría venir por la política
Ahora todo me da igual
Pero no comulgo con ruedas de molino
Pienso que Dios es un designio particular
Con el que hablo
Altas horas de la noche
Arrodillado
Penitente
Marcesante
Y cabal
OCTAVIO AUGUSTO
TIEMPOS difíciles mas llenos de esperanza
Tarde triunfal tras las lluvias
Me sumerjo en los Doce cantos de la Eneida
Pax Augusta para estos días
Cuando suenan clarines y tambores de guerra
Paz augusta
Cuando nació Cristo
Y el emperador Octavio
Fue divinizado
Hombre Dios
Los censos imperiales
Y empadronamientos
Calzadas y acueductos
Termas saludables
Construyó el acueducto de Segovia
El mismo año que nació el Mesías en Belén
Mecenas el auriga de la gran cultura
Los espondeos de Horacio
Júpiter en el Capitolio
El Ara Pacis
Y la Lex Julia que prohibía el adulterio
Octavio fue
proclamado el divino Sebastos
Intercesor ante los dioses
Populus
et Quirites
Panem et circenses
Et pax augusta
Rfabdología
varita de virtudes
Cuando los sacerdotes de Zeus incensaban la Vía
Apia
Para prevenir la entrada del diablo
Nunca fue el mundo más feliz y más grande
En esta coyuntura en un diversorio fue nacido el
Señor de los Cielos
Del vientre de María
Sin romperlo ni mancharlo
sábado, 29 de marzo de 2025
COLMILLOS DE JABALÍ OJOS DEL AGUILA PACHORRA DEL PUERCO
Y LA UÑA DEL CABALLO
Decía mi tío Manahén que en paz descanse, que era
de la Benemerita: paso corto, vista larga, y ojo al Cristo que es de plata. Paso
de lobo, mirada de halcón y hacerse el bobo. Medito talas consideraciones al
final del pluvioso mes de marzo marzueco que nos trajo lluvia y un recental
para marueco. Desde mirador atisbo. Rezo mis plegarias y pego mandobles como
don Quijote contra los molinos de viento.
A MARIA OSTIZ
“YO me vi
rodeando el mundo
Rodeándolo
por ti
No sabes cómo
sufrí”
Y en san Fermín
de aquellos años
Canté el
pobre de mí
Canciones
de juventud
Que
empapan de dulzura
Mi
senectud
Nacimos
el mismo año
Con
cuatro días de diferencia
Avilesina
y asturiana
Cabal
Caminito
de Avilés un carretero cantaba
Y en los
Comunes fuimos compañeros
En aquel
edificio de ladrillo rojo
De la
Facultad de Filosofía
Todos nos
enamoramos de ti
Canta
cigarra, canta guitarra
Con tu marido
Zoco
Jugábamos
al futbolín
En aquel
bar de la esquina
Y un día
te hice una entrevista
Para
Diario SP
Nunca
escuché
Filados tan
increibles
Como en
aquella tu voz de clarisa
Juglaresa
a lo divino
Allá en
el siglo nueve surgen los juglares
Eran
tiempos en que se rendía tributo a la excelencia
Hoy los
cantantes
Se
volvieron perroneros
Peseteros
Se apagó
el candil
De los
que portaban el fuego sagrado
Pero
Tú y Joaquín
Diaz fuiste la voz que abrió caminos
Y surcó
sendas
Serrat
después del Lalalá y la Noche de San Juan
Se volvió
prosaico
Y
adocenado
Ay dulce
María Ostiz madrina de guerra
De los
del Sesenta y Ocho
Aun
quedan fríos en nuestras octogenarias venas
Y garras
Para
recordar un tiempo más feliz
Mientras
cantamos el pobre de mí
Que los
borrachos en los cementerios
Jueguen
al mus
Ya lo
sabemos
Guapa
madrina nuestra
Cortejo
de todas las tunas
Eres y
fuiste muy grande
María
Ostiz
miércoles, 20 de noviembre de
2024
CRISTO DE LA MONTAÑA
Oremos por la paz
es madrugada
y suenan tambores de guerra
Al Cristo de la montaña
yo vierto mi mirada
y murmuro sus propias palabras
"Padre, perdónalos, no saben lo que hacen"