Dostoievski, un ruso que bien pudo ser salvadoreño
SAN SALVADOR (Sputnik) — La vasta obra del escritor ruso Fiodor Dostoievski (1821-1881) caló profundamente en El Salvador, un país marcado por una historia rica en crímenes sin castigo.
Este genio de las letras
nació en Rusia hace dos siglos, pero su literatura fue tan universal, abordó problemas tan humanos y cotidianos, que perfectamente pudo haber venido al mundo en El Salvador o en cualquier otro rincón del planeta…
De hecho, corrían tiempos convulsos en esta nación centroamericana cuando José Luis Escamilla se topó con una fotocopia de "Memorias del subsuelo", siendo apenas un adolescente en un país desangrado por la guerra civil: su lectura lo sobrecogió, porque nada de lo escrito le era ajeno…
"Estábamos viviendo un período terrible, de guerra", evoca en diálogo con la Agencia Sputnik el ahora jefe del Departamento de Letras de la Universidad de El Salvador (UES), sin esconder la fascinación que le provoca la vigencia y universalidad de los clásicos como Dostoievski.
11 de noviembre, 22:08 GMT
Si aquel facsímil cayó en sus manos de forma casi fortuita, con el tiempo Escamilla "reincidió" en el también autor de "Los hermanos Karamazov" cuando estudiaba literatura universal, y cuando se sumergió en la obra del estudioso ruso Mijaíl Bajtin para su doctorado.
Ya sea como académico o como lector, a Escamilla siempre le maravilló el talento de Dostoievski para moverse en la frontera de "Humillados y ofendidos", su oficio al repasar las tensiones sociales de la Rusia zarista, y la angustia de lidiar con poderes a veces intangibles, pero agobiantes.
"Dostoievski es un clásico que podemos leer casi dos siglos después, y aún podemos identificamos con un caudal de problemas económicos, sociales, existenciales… Son realidades distintas, pero marcadas por un mismo dispositivo de construcción del poder", asegura.
Dos siglos de un genio
El 11 de noviembre de 1821 nació Fiódor Mijailovich Dostoievski, considerado uno de los autores más influyentes de la literatura rusa y mundial, que inspiró a otros inmortales, como Albert Camus, Jean Paul Sartre, Anton Chejov e incluso el filósofo alemán Friedrich Nietzche.
Responsable de joyas como "Los hermanos Karamázov" (1880), "Humillados y ofendidos" (1861) y "Crimen y castigo" (1866), Dostoievski vivió lo humano y lo divino, escapó en el último segundo de un pelotón de fusilamiento, vivió el destierro y luego la gloria literaria, hasta su muerte.
Sus textos son estudiados en todo el mundo, y en El Salvador integran el currículo de las carreras de Letras, con sus personajes atormentados y la técnica polifónica en su narrativa, que el profesor Escamilla encontró en autores salvadoreños, también deudores del gran escritor ruso.
11 de noviembre, 11:11 GMT
Por ejemplo, el experto detectó dicho recurso en "Pobrecito poeta que era yo", de Roque Dalton, o en "Los poetas del mal", de Manlio Argueta, así como en una serie de textos concebidos hace medio siglo, en plena efervescencia social que estalló en el cruento conflicto armado (1980-1992).
"La influencia se nota en el diálogo y la reflexión que proponen ciertas obras, no tantas, pero que reflejan esa inquietud existencial a partir de nuestra herencia histórica", comentó el catedrático, para quien fue revelador el ensayo Problemas de la poética de Dostoievski, de Bajtin.
Además, consideró a "Crimen y castigo" una novela imprescindible para comprender los temas y problemas humanos, a partir de la maestría de Dostoievski para exponer cuán miserables pueden ser las personas en su cotidiana lucha entre la existencia y la trascendencia.
"Ese lamento que trasciende de lo formal a la angustia y el sufrimiento, su propuesta de reflexión sobre la condición humana y sus relaciones con la sociedad, y la tensión que produce, es lo que vuelve sus textos un clásico", recalcó Escamilla.