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Posted: 27 May 2019 12:55 AM PDT Rábulas
en la Inter. Peñalosa imposta la voz
Micrófonos
atronadores Llega
el Rafa haciendo reverencias y yo me huelgo Peñalosa
es de los que se escuchan a sí mismos Pasan
la tarde contando la historia Del
gallo Quirico yendo a bodas de su tío Perico Mira
qué bonita voz Dice
el petulante El
que mucho habla Más
miente Estaban
los rábulas en concilio Es
día de elecciones Me
carga el colombiano ese Que
era del Kagebé
Lo
fichó un tal Leonardo Kisichev ESPAÑA MI NATURA |
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Posted: 26 May 2019 02:02 PM PDT El pasado domingo el corazón
de la Cristiandad latió en el Valle de los Caídos POR
RAMÓN DE MEER Y PABLO P. MARTÍNEZ Por INFOVATICANA | 24 mayo, 2019 “Y dijo Yahvé a Gedeón: Por medio
de estos trescientos hombres, os salvaré y entregaré a Madián en tus manos.
Toda la demás gente vuélvase cada cual a su lugar.” (Jue 7, 7) Qué importante es
reconocer en toda obra buena la mano eficiente del Señor. Así fue que Dios no
permitió a Gedeón vencer a los madianitas por la sola fuerza humana, sino que
al reducir las tropas israelitas a un número imposible dejó clara su victoria
providente, su triunfo milagroso. No escogió a los trescientos más fuertes, a
los más sabios o a los más valientes, como diciendo: “Que sean los que laman
el agua, y quede así claro que Yo soy el Señor, y Mía es la victoria”. El pasado domingo 19
de mayo tuvo lugar en la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos un
acontecimiento singular, si no histórico. Trescientos jóvenes de toda España,
y muchos otros junto a ellos, se reunieron allí para recibir al abad
benedictino dom Philip Anderson, venido de lejos, desde la abadía de Nuestra
Señora de Clear Creek en Oklahoma, para visitar a sus hermanos benedictinos
del Valle y compartir la historia de su conversión y de su vocación monástica
de la mano del difunto profesor John Senior.
A las cinco y media
comenzaba en la basílica la Santa Misa. Celebrada según la forma
extraordinaria del rito romano, entró el abad en procesión, precedido de
acólitos, sacerdotes y frailes venidos de toda España. Para quienes no
conocían la Misa tradicional, verla solemnemente celebrada no fue un mero
espectáculo, fue una profundísima enseñanza. Una dura lección que no dejó a
nadie indiferente. Al igual que Nuestro
Señor instruía en parábolas que no todos entendían, más de uno pudo sentirse
confuso ante el latín, del que a veces sólo se captaba un inaudible murmullo.
Quizás alguno echó de menos una música más animada frente a la monótona
belleza del gregoriano. Puede incluso que a alguien se le escapara alguna
mirada al reloj. Sin embargo, la
profunda sacramentalidad del rito muy pronto sacó a todos de su letargo. La
Tradición católica es una catequesis litúrgica frente a la cual no basta
prestar el oído: no sólo se escuchan las enseñanzas del sacerdote, sino que
todos los sentidos se ponen en juego. Las volutas del incienso nublan la
vista haciendo crecer el misterio; su ascendencia al Cielo señala el camino
de nuestras oraciones, y su olor resuena a adoración. Las velas palpitantes,
los ornamentos resplandecientes, los movimientos armoniosos, todo es un regalo
a la vista. La música, sobria en el propio, rica en mil voces distintas
cuando se incorpora el coro, es un recuerdo de algo que nunca oímos antes,
pero que nos evoca el Cielo y a sus ángeles. Toda esta explosión
de los sentidos confluye en un solo momento. Se apagan las luces, se hace
profundo el silencio, y a la trémula luz de las velas se alza el Cordero
degollado, el Cordero inocente. Su blancura se confunde con el Cristo
doliente que, iluminado por un haz de luz, nos recuerda que esta Santa Misa y
todo lo que la rodea es la acción sacrificial más grande de la Historia, la
única que, una y otra vez renovada, quita el pecado del mundo. ¿Cómo quedarse
callados ante esta maravilla? La lección del abad de Clear Creek no fue solo
la apasionante conferencia que pronunció después, sobre la historia de su
conversión, ante un abarrotado auditorio. No vino únicamente a contar a los
escépticos españoles que la conversión es posible hasta en los ambientes más
insospechados y hostiles, como la Universidad de Kansas de los años 70,
sumida en el ateísmo y la contracultura. O que es posible que un puñado de
jóvenes hippies norteamericanos perseverasen veinticinco años como monjes en
Francia hasta fundar en EEUU su ansiada abadía. No fue ni siquiera contarnos
la historia de valentía y audacia de sus maestros, los profesores John
Senior, Denis Quinn y Frank Nelick, o sus métodos de enseñanza, sus éxitos
académicos, sus ideas más descabelladas. PUBLICIDAD
ESPAÑA MI NATURA |
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Joaquín
Díaz 1987 - Canciones de los Ancares Posted: 26 May 2019 12:43 PM PDT ESPAÑA MI NATURA |
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ELECCIONES
EN ESPAÑA NUEVO PUCHERAZO SIONISTA. GANAN LOS DESIGNADOS LOS QUE ELLOS
QUIEREN Posted: 26 May 2019 12:21 PM PDT
ESPAÑA MI NATURA |
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Posted: 26 May 2019 12:19 PM PDT La ermita prerrománica de San Esteban
de Viguera (La Rioja) Muy cerca de la carretera principal
del valle, a un par de kilómetros del casco urbano de Viguera y acomodada al
abrigo de un espectacular y sobresaliente farallón rocoso se ubica la ermita
de San Esteban, siendo accesible a través de un empinado sendero balizado de
unos 500 metros que parte de la llamada Venta la Paula, justo entre el
caserío de Castañares de las Cuevas y el túnel de Viguera. Además de por su indiscutible valor
histórico, artístico y arqueológico; la ermita de San Esteban de Viguera de
una de las construcciones de mayor encanto y misterio del altomedievo riojano
tanto por la sorpresa que suponen sus personalísimas pinturas murales ocultas
en tan humilde edificación, como, sobre todo, por lo espectacular de su
emplazamiento. Bajo la denominación de Baqira, la
fortaleza de Viguera aparece citada desde los siglos VIII y IX en diversas
crónicas árabes como plaza estratégica en disputa entre cristianos y
musulmanes, siendo junto a Nájera uno de los últimos bastiones riojanos en
caer definitivamente en manos de los reinos cristianos peninsulares hacia el
año 923. Tras su reconquista, el rey de
Pamplona García Sánchez I cedería el territorio a su segundo hijo Ramiro
Garcés, estableciéndose durante varias décadas el llamado Reino de Viguera,
que acabaría definitivamente integrado en la Corona de Navarra. Sobre la actual ermita de San Esteban
no se ha conservado documento fehaciente alguno, existiendo quien la
relaciona con una donación del monarca Sancho II Abarca al monasterio de San
Millán en el año 992 ("Belasio abba Sancti Stephani confirmans"). Por sus características y las de su
entorno, totalmente propicio para la existencia de establecimientos
eremíticos desde fecha muy temprana, hay quien se atreve a señalar el origen
del enclave durante los siglos de la monarquía visigoda, siendo abandonado
durante la dominación árabe y revitalizado tras su reconquista en el siglo X. Así pues, los orígenes de la
construcción actual se remontarían al siglo X, siendo sometida ya en la
duodécima centuria a una profunda reforma centrada en las cubiertas y la
cabecera. Mucho más recientemente han sido
acometidas nuevas intervenciones con el fin de adecentar el entorno y
consolidar lo que queda de sus valiosísimas pinturas murales. La ermita de San Esteban de Viguera La inexistencia de testimonio
documental alguno que nos precise tanto el origen como la finalidad de San
Esteban de Viguera ha motivado que cualquier teoría acerca de ella deba
elaborarse en base a conjeturas. Otros sin embargo, basándose en las
pequeñas dimensiones de la edificación, dudan de su origen monacal y optan
por relacionarla con un oratorio relacionado con un desaparecido binomio
castrense conformado por una fortaleza y su correspondiente capilla. Costa de una sola nave ligeramente
trapezoidal rematada en un ábside semicircular con tres vanos en derrame y
precedida de un profundo tramo recto presbiterial. Dicha planimetría responde a la
reforma a la que fue sometida en el siglo XII, en la cual, su primitiva
cubierta (presumiblemente de madera) fue sustituida por una de medio cañón; y
la cabecera original, de testero recto típicamente prerrománica, fue
recrecida y dotada de su actual apariencia exterior semicircular aunque
ligerísimamente tendente a la forma de herradura en su espacio interno. Al interior del templo es donde queda
mucho más patente la antigüedad de su origen, llamando poderosamente la
atención el modo en que se resuelve la transición entre los dos ambientes
principales como son la nave y la cabecera. Las pinturas murales La ermita de San Esteban de Viguera
encierra en su interior una grata sorpresa en forma de una valiosísima
colección de pinturas románicas prácticamente únicas en contextos geográficos
riojanos. Las pinturas, pese al arcaísmo de su
aspecto, han venido siendo datadas a finales del siglo XII, muy probablemente
coincidentes con la citada reforma en la que se abovedó el templo y se
sustituyó la primitiva cabecera plana por la hoy existente semicircular. Si por algo se caracterizan las
pinturas murales de Viguera es por su relación estilística con los beatos
mozárabes del cercano monasterio de San Martín de Albelda (Códice Albeldense)
o los del scriptorium de San Millán de la Cogolla, que a buen seguro el autor
de las pinturas de San Esteban conocería perfectamente. Este mozarabismo se refleja tanto en
la manera de componer las figuras a base de gruesos trazos lineales negros
que luego son coloreados, como sobre todo por el modo de estructurar las
escenas en franjas horizontales individualizadas cuyos fondos son resueltos a
base de llamativos cromatismos de tonalidades uniformes. El programa iconográfico parece
también plenamente influido por los beatos mozárabes, siendo el tema de las
visiones apocalípticas el hilo conductor principal del conjunto. Comenzado la lectura por el espacio
cabecero, es de suponer que en la bóveda presidía el programa en tan
destacado lugar la efigie del Maiestas Domini, lamentablemente perdida tras
encontrarse hundida la bóveda cuando, allá por los años cincuenta del siglo
XX, fue descubierta la ermita. ...más allá de su indudable valor
histórico y paisajístico, la hasta hace pocos años ignorada ermita de San
Esteban de Viguera puede ser considerada una de las construcciones más
apasionantes de la Alta Edad Media en La Rioja. Tanto su compartimentación
interior heredera indudable de liturgias pretéritas, así como el programa
pictórico desplegado en sus muros -sin parangón posible en el territorio más
allá de los beatos mozárabes- hacen de ella un lugar de visita
imprescindible.
ESPAÑA MI NATURA |
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AGNUS
DEI - Sacred Choral Music - The Choir of New College, Oxford. E.HI... Posted: 26 May 2019 11:19 AM PDT ESPAÑA MI NATURA |
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AGNUS
DEI - Sacred Choral Music - The Choir of New College, Oxford. E.HI... Posted: 26 May 2019 11:19 AM PDT ESPAÑA MI NATURA |
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AGNUS
DEI - Sacred Choral Music - The Choir of New College, Oxford. E.HI... Posted: 26 May 2019 11:19 AM PDT ESPAÑA MI NATURA |
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DEMOCRACIA
QUE NOS DESPOBLÓ. YO ME SUBO AL CAMPAN ARIA COMO MARIA LA DE FONECABADÓN Posted: 26 May 2019 11:15 AM PDT El voto de
María, la de Foncebadón
María en lo alto del campanario de la iglesia de Foncebadón. David
Campos. 2019. - ·
0 · · ·
LAS
CAMPANAS DE FONTECABADÓN , EL CURA, LOS ALGUACILES Y LA ANCIANA QUE LOS
RECIBIÓ A CANTAZOS, NO TENÍAN BADAJO PERO LA VIEJA LE DIJO AL ARCIPRESTE
TOCARÁN CON EL TUYO, CABRÓN · Ahora que vuelven
las elecciones me ha venido a la mente una historia que lleva circulando una
temporada por las redes. Es la historia de María, la paisanina de Foncebadón
que el día que fueron a llevarse las campanas de su pueblo se subió al tejado
de la iglesia para impedirlo. Aquello fue en 1993
y entonces tuvo bastante eco. Ocupó páginas en los periódicos y hasta Julio
Llamazares escribió un artículo en un diario de tirada nacional para
contarlo. El caso fue que habían aparecido por Foncebadón un par de curas de
Astorga, acompañados de cuatro guardias y seis obreros, para llevarse las
campanas al museo diocesano. Eran los tiempos en los que el Pelegrín empezaba
a aparecer hasta en la sopa y cada Año Jacobeo era una explosión de
peregrinos a Santiago culebreando por sendas y veredas. Caminos muchas veces
olvidados, como esos que cruzan a través de los duros montes que hay entre
Maragatería y el Bierzo. Por eso, el campanario casi en ruinas de una aldea
despoblada como Foncebadón, en medio de esos montes, aparecía ahora como una
nueva amenaza de accidentes. ¿He dicho despoblado? Bueno, no del todo. Dos
resistentes quedaban en el pueblo: María y su hijo, un ganadero que, como su
madre, había forjado un carácter muy parecido a las ásperas condiciones de
vida de ese lugar deshabitado en la montaña. Fue María la primera
en reaccionar a lo que entendió como un expolio. La comitiva que venía a por
las campanas se encontró con que, desde el tejado de la iglesia, una anciana
les cerraba el paso armada con piedras y un palo. De nada sirvieron las
exhortaciones. Ni la advertencia de uno de los curas de que aquellas campanas
ni siquiera tenían badajo. ¡Las tocaremos con el tuyo! les gritó la anciana.
Mientras tanto, unos metros más allá, a la salida de un callejón, su hijo
apoyaba los argumentos de su madre amenazando con pegar un tiro al primero
que se atreviera a contradecirla. No sé cuántas veces
dejaría caer María su voto en una urna. Lo que está claro es que aquella dura
mujer de Foncebadón hizo suyo un sentimiento que ha marcado tradicionalmente
a la sociedad rural leonesa. Las campanas y el pendón del pueblo son, dice el
dicho. Pero no solo. También los terrenos comunales, la aportación a las
facenderas, la conciencia del bien común y la responsabilidad en mantenerlo.
La identidad con lo nuestro y la necesidad de luchar por conservarlo. María
fue una de las últimas de una estirpe que entendió que la democracia era eso.
Cuando llegó el Estado y comenzó a hacerse cargo de todo, en forma de
diputaciones, de municipios o de comunidades autónomas, la desposesión caló
hasta los huesos. Y con ella el desarraigo. María, cuando vio que le quitaban
algo suyo, votó. Era un voto de los de antes, un voto muy diferente a este
que hoy estamos haciendo nosotros. Votó con un palo y la honda de David en
las manos y que no nos vengan con cuentos ni con cuentas que somos un pueblo
viejo |