CALDERÓN LA CENA DE BALTASAR
El doctor Valbuena era un hombre
cordial, recuerdo haberle visto en una mesa del Bar de Filosofía fumándose un
“celta” largo, charlando con los alumnos, yo mismo le invité a un chato de
tintorro que el maestro jovial y próvido en nuestros desvelos con la literatura
aceptó. Mostraba ese desaliño del intelectual machadiano los ojos cansados de
tanto leer y de ver pasar la vida. Mariner Bigorra no mostraba esa familiaridad
con el alumnado. Era un tarraconense de derechas. Calvo como Cesar. Le poníamos
por un suponer la toga curial y allí aparecía un senador romano. Se movía por
la tarima de la cátedra con agilidad y siempre aparecía con las manos
empolvadas de tiza. Su pensamiento funcionaba a mayor velocidad que sus
palabras y por eso analizaba cada palabra latina escribiendo el encerado su
raíz evolutiva. Los dos eran hombres de gran bondad. Valbuena como se jubilaba
aquel año otorgó aprobado general. No ansí Mariner que tenía fama de hueso
y a mí lo que on las cosas tan entusiasta con la lengua del Lacio desde mis
años de seminario me dejó para septiembre.
Pero siempre que
paso por Moncloa y alzo los ojos a la cuadriga del Arco de Triunfo me acuerdo
de él. El monumento entrada a Madrid. Está en un estado lamentable, destrozado
y pintarrajeado con ignominiosos graffiti donde escribe el diablo consignas
furibundas con su fatídico dele. Sirve de paraninfo y punto de reunión a los
del botellón. Mane tzel fares y todo
para ultrajar la memoria del anterior régimen.
Estan las losas
levantadas y las puertas de bronce maltratadas por la chusma, no pudo menos de
traer a mi memoria el entusiasmo de sus clases: “Armis hic victoribus mens
jugiter victura monumentum hoc… munificentia ab Hispaniorum regis restaurata
aedes sapientiae complutensis florescit in conspectu Dei”. Lo esculpió él
haciendo gala del laconismo ciceroniano.
No se puede
acumular tanta grandeza en epígrafe tan lacónico. Sería una pena que el Arco de
Triunfo abandonado y en deterioro por el odio a los que ganaron la guerra civil
fuese dejada caer. En esas estamos. Valbuena por su parte especialista en
Calderón creía que el mejor drama por él escrito no era la vida es sueño sino
La Cena de Baltasar. Es teatro
profético y poético. Un desafío a Moloch rey de los Ammonitas monarca cruel que
sacrificaba niños y jóvenes para aplacar a la divinidad. Guerra de Ucrania.
Zelenski es un baldón para el pueblo de Israel y su mayor profeta. Daniel (Juicio
de Dios) narra la historia de la liberación del pueblo elegido de las
garras de Nimrod el tirano que construyó la torre de Babel. Los personajes de
la obra son Baltasar el que vio desìes de una cena opípara escrito su destino
en la pared: “esta noche morirás”. Mane tzel fares. La Idolatría. El pensamiento. La vanidad. Daniel y
la Muerte.
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