Capítulo IX
SOLDADITOS DE LA BLAU
Un
interesante y hasta ahora inexplorado relato es la actitud de los soldados y
oficiales de la llamada División Azul hacia los judíos del Este. Ya no quedaban
de estos en el frente de Leningrado pero los militares tomaron contacto con
dicha población cuando acudían a Riga con permiso o convalecientes de sus
heridas. En el varano de 1941 los expedicionarios españoles atravesaron zonas
donde operaban los partisanos de la retafuaedia donde los “nuestros hostigaban
y daban malón, con suerte alterna a los soldados invasores des de unidades
operativas denominadas Escuadrones de la Muerte.”
El
texto corresponde a un párrafo del libro del historiador judío Bobe Mendle
Yidfden in Letland[1]El
escritor cuenta en la página 218 de su libro cómo un oficial de la Blau ayudó a
escapar a varios judíos de Riga perseguidos por los alemanes. Este oficial tan
atípico al que se refiere Mendle seguramente no era un oficial sino un soldado
raso de infantería que se había alistado en el grupo cuando sólo contaba 18
años. Yo tuve la suerte de conocerlo. Uno de los mejores periodistas del
franquismo y de la pretransición. En 1967 lanzó un periódico el SP en el cual
se adelantó a su tiempo tratando de ocupar el espacio político que luego sería
cancha de El País. Fue hombre de avanzada y de trinchera dotado de una
visión de futuro y olfato político. Lo traicionó el Opus. Fue un mártir de la
derecha. De esas cien familias que se han repartido el juego en este país donde
las hojas volanderas de un incendio parece que hacen de las suyas y muchos a la
mañana nos levantamos con resaca. Hay que combatir el cinismo de unos pocos que
se imponen a la cordura y el patriotismo –sometido- de la mayoría. Por defender
a la España unida con las armas en la mano como lo hizo él fueron
descatalogados y preteridos. Rodrigo Royo marchó a combatir la Rusia bolchevique.
Se le congeló un pie en el frente de Leningrado. Tocaba el violín para sus
compañeros de trinchera y en los momentos vacantes que le dejaba la lucha
escribió un diario de campaña que luego serviría de base a una de las mejores
novelas de guerra de aquella época de grandes novelistas y escritores,
reflejando la experiencia directa de los combatientes de la Azul.
Una
experiencia traumática y estremecedora como únicamente podría escribirla un
gran español al que no le gustaban las consignas de la retaguardia: los Laín,
los Tovar que luego se pasaron al otro bando. Las ratas pronto empezaron a
abandonar el barco y él nunca lo abandonó. La pluma de Rodrigo Royo Maciá -era
valenciano de Alcira- fue genial y tuvo la visión de protestar ante la masacre
sistemática que hacían los escuadrones de la muerte en Grodno sobre los judíos.
El protagonista de la novela de Rodrigo se salva de la muerte gracias a un
judío. Rodrigo luchaba siempre con el pecho al descubierto. Su historia es una
historia brillante y al mismo tiempo cruel como son las biografías de todos
incomprendidos. Porque certifica el dicho cidiano de que España hace a los
hombres y los deshace. Este lamento del Cid sigue siendo un epitafio para
demasiada grandeza española.
Es,
asimismo, un triste sino, una maldición bíblica, que convierte a este país en
predio de mediocres tiralevitas advenedizos. Ellos son los que siempre trepan a
lo alto la cucaña. Por ese camino nos hemos convertido en el paraíso de la
chapuza. Mal gobernado. Peor informado y tantas veces ruin. Aquí los que
conocen la aguja de marear, los validos e intrigantes, sobreviven. Muy pocas
naciones de la tierra premian como virtud lo que es un vicio revelador de la
inmadurez nacional y de la falta de ideales: el chaqueterismo. En España es una
pasión inveterada saber bailar al sol que más calienta. No quedar descolgado o
desventaja cuando da la vuelta la tortilla y aspirar con delectación los humos
del botafumeiro. Quienes actualmente se deshacen en elogios al sistema
democrático fueron los mismos o los hijos de estos que entonaron loas al Fascio
y al Nazismo. Son los descendientes de los que después de haber aplaudido las
feroces leyes antisemitas francesas, como José Ramón Alonso que en paz descanse
después de la ocupación se pasaron al Pentágono deshaciéndose en elogios a la
constitución masónica de Jefferson y comparsas. No los puedes vencer, únete a
ellos. Estos individuos son aquí caldo de todas las salsas. Se trata de gente
de poltrona y retaguardia consumados logreros expertos en el arte de nadar y de
guardar la ropa. A esta clase de personajes que tanto proliferan en España no
pertenecía afortunadamente Rodrigo Royo Maciá. Él era de fibra de quijotes. Un
combatiente nada más. Como testigo de una de las grandes matanzas de la
humanidad no puede por menos de alzar el grito contra semejante genocidio: Los alemanes habían congregado en Grodno a
la mayor parte de los judíos de Polonia. Sentí una gran compasión hacia aquella
gente que iba obligada a ceder el paso cuando se encontraba con otro transeúnte
que no portase la Estrella. Eran escupidos y maltratados de palabra y de obra.
Por muy poderosas razones que pudieran albergar los alemanes contra el pueblo
judío nunca vi motivo para semejante ensañamiento” declara. Su novela “Guerra:
la historia de la vida de Luis Pablos y dedicada al asturiano Ortiz que murió
sobre mis espaldas” fue publicada por entregas en el Diario AMANECER de Zaragoza de la cadena del Movimiento y
donde pasó algunos meses de redactor Rodrigo antes de lanzarse a la aventura
norteamericana.
En Nueva York sería ascensorista. Luego
crupier y violinista del Milton hasta que es nombrado corresponsal del en
Washington. En Nueva York ejercían Blanco Tobío y Guido Bueno. Yo creo que fue
el mejor corresponsal que tuvo la cadena. También cubría como volante el área
de Hispanoamérica y en uno de sus viajes a Colombia conoció a la que sería su
mujer. Era Rodrigo de rostro alargado y perfil aguileño rojizo los cabellos que
luego se tostaron y cando lo vi por última vez blanco. Su faz recordaba a la de
aquellos capitanes de los Tercios donde la hidalguía el orgullo la valentía y
la bondad se dan la mano. Estaba visto que no era de esta época y por eso fracasó
o lo fracasaron. Un autodidacto, un visionario y un quijote, era también uno de
los hombres mejores que he conocido. De los más generosos. En 1981 herido de
muerte y cuando se embarca en la última aventura de papel (quienes él había
promocionado desde SP los Balbín los Alpuente
los Máximo los Riobóo los de la Viuda, que no vinieron precisamente
luego con el turrón, le hicieron traición; lo dejaron solo) tratando de
relanzar el Informaciones de la
familia de la Serna que quebró y no lo volaron Rodrigo medio arruinado y
enfermo pagaba la nómina de sus colaboradores con lo que ganaba a la ruleta en
el Casino de Madrid. Era un libertario pero un hombre en el mejor sentido de la
palabra bueno. La metástasis pulmonar le había puesto cerco, pero él seguía fumando
obstinadamente el tabaco rubio de su juventud:
-Sé que me quedan pocos afeitados.
Hora es ya de escribir una novela. Seguramente la terminaré en el cielo. Será
una buena novela de amor.
La
persecución de los acreedores le pilló dando de comer sopas a un gatito sobre
una imponente mesa de caoba en su despacho de director en la calle San Roque.
Rodrigo sonreía con tristeza y encendía uno de sus penúltimos malboros. Acababa
de regresar de México donde había escrito una novela premiada y dedicada a su amigo
Ismael Herráiz en la cual denunciaba las últimas corrupciones del régimen de
Franco. De las mordidas exoneraba a Franco cuya amistad conservó siempre y con
el cual había ido a cazar y a tirar al plato en el club de Campo. Pero culpaba
a los tecnócratas a los aláteres del Caso Matesa.
Rodrigo
se había alineado en la facción crítica de Falange pero no supo capitalizar
esta rebelión como hicieron otro. Los Ismael Medina los Páez los Capmanys los
Cebrián entraron en la órbita del dinero.
Ellos escribieron con sus conductas interesadas el prólogo de la gran
corrupción de la oclocracia que nos invade. Pueblo somos de idiotas. ¿De
idiotas o de ilotas? Voto a bríos y a la Ideocracia del INRI. Que esto tiene
mucho y con la palabra INRI está todo prácticamente dicho.
-¿Eres tú el Rey de los Judíos?
-Tú lo has dicho.
-¿Eres Tú el que ha de venir o esperamos a
otros?
Y
Cristo entonces dio la callada por respuesta. No quisiera que sus labios se
contaminasen del odio de las mentes turbias de sus delatores.
Hombres
de la estirpe recia de Rodrigo habiendo ganado la guerra luego resultó que
perdieron la paz o porque se descuidaron o porque fueron demasiado generosos y
condescendientes con el enemigo –esa serpiente que se agazapa- o no estaban
avisados de lo que se venía encima y jugaron con las cartas boca arriba cuando
el enemigo lo hacía utilizando las ocultas pues como dice el Evangelio los
hijos de las tinieblas son más ardidos que los de la luz y a tal respecto no
puedo por menos de insertar aquí un articulo que publiqué yo en una Web de
Internet y que luego sería borrado por la mano negra:
RODRIGO ROYO Y EL BANQUERO SIN
PILILA
Antonio Parra
Hace un par de semana murió Luis
Vals Taberner banquero y antagonista del Establishement la gran novela
de la transición que firma Rodrigo Royo periodista y escritor el gran
ninguneado e ignorado. Cosas de la vida y de la muerte. La parca gran
niveladora triturará en tría y expurgo de olvido los orígenes de una gran
pendencia transformada en un proyecto de futuro que quiso poner en pie aquel
gran periodista valenciano y español del que me cupo el honor de ser amigo,
confidente y colaborador. A cada uno ha
puesto en su lugar. Creo que del amigo Vals, miembro honorario de la Obra, el
banquero sin pilila pues mucha facha, muy soltero, mucho ruido y pocas nueces
que invitaba a Carrillo a comer y le regalaba cohíbas de mil duros, y de niño
meón, que una noche nos llevó de putas a Rodrigo y a mí para hablar de negocios
y aquello fue el mayor gatillazo que vieron los siglos para desilusión de aquellas chicas de tarifa
y buen culo pues resulta que aquel punto tenía voto de castidad y lo mismo que
en el convidado de piedra daba el pego hace que cena y no cena etc., creo que no hablará nadie. Aun estoy
temblando de lo que ocurrió aquella noche toledana. Aun se me parten las carnes
al recordarlo.
Sin embargo, mucho me temo que Rodrigo Royo
aunque las fuerzas oscuras hayan intentado borrar su memoria, su vida, la de
una gran periodista llena de pasión, truculencias y sobresaltos, como su obra
serán hitos de referencia en las facultades de periodismo.
Le llamábamos el Rorro
cariñosamente porque bien mirado era un quijote un hombre solo en pugna contra
las aspas inquebrantables del sistema. Estaba más sonado o al menos así nos lo
parecía entonces que las maracas de Machín pero era un genio. Uno de los
mejores periodistas y escritores que dio Valencia desde Blasco Ibáñez – Alcira
era su pueblo creo recordar- y entregó a las prensas la novela que les adjunto
y cuya lectura recomiendo. Prosas falangistas, ilusión revolucionaria pues la
verdad sea dicha y mal que les pese a algunos mendas la revolución social no la
hizo aquí ni don Carlitos Marx ni don Pablito Iglesias ni los fabianos ni los
curas, oiga. Ni la madre que les parió.
Todo – ni un hogar sin lumbre ni un español sin pan, derecho al trabajo a una
educación y a una seguridad social gratuita- vino de la mano de un señor de
Valladolid que se llamaba José Antonio Girón. El Rorro se empeñaba en conseguir
para los españoles algo que tampoco tuvieron estos a lo largo de siglos de su
azacaneada historia: la garantía y el derecho a una información veraz e
independiente cuando todavía acariciábamos el sueño venidero y factible de una
grande y libre y no ésta que no la conoce ni su comadrona. Ay, amigo, topó con
los poderes fácticos contra esas cien familias de los poderes fácticos que han
regentado los designios de este pobre país que le pusieron la proa y nuestra
nave se fue a pique. La culpa la tuvieron aquellos banqueros sin pilila,
podridos de dinero que viajaban a Suiza con maletines cargados de fajos de
billetes. Fuimos los primeros en denunciar la corrupción del caso MATESA y los
escándalos del gas natural que ha hecho que edificios enteros de la Ciudad
Condal hayan estado saltando por los aires. Todo a resultas de un pufo. Yo te
pongo el gas y tú me das a mi comisión. El gas que te voy a instalar es de cota
baja por lo que puede haber fugas y desequilibrios en el suministro, pero eso
no importa aquí la pela es la pela que para eso somos catalanes. La descripción
con aquel individuo del Paseo de Gracia, un usurero de Barcelona que se realiza
minuciosamente entre las páginas 130 y 142 de la novela “El Establishment” son
verdaderamente antológicos. Nadie ni el propio Dickens siquiera ha conseguido plasmar
con tanta solercia descriptiva y vividura lo que es un Shylock. Banquetes de
catalanes, meriendas de negros, conjuras judías que desde Barcelona y desde el
tiempo de los Reyes Católicos puesto que lo del Descubrimiento e incluso la
Expulsión de los hebreos el año 1492 no fue más que una pendencia entre
diferentes capillas del pueblo electo vienen disparándose contra la línea de
flotación de esta b arca de Pedro a la cual denominamos España. No diga eso,
don Verumtamen a ver si lo aspan. Pues eso no está permitido. Es positivamente
incorrecto.
Por eso fundó SP porque concebía la vocación
periodística como un servicio público al contribuyente, al pechero, a la
ciudadanía según gusta ahora de llamar ZP a los compatriotas. Ese es un hijo de
la Revolución francesa. ¿Ciudadano cómo quieres morir? Con cuchillas Revlon. Su
visión me produce cierta hilaridad y me hace recordar un famoso anuncio de
hojas de afeitar de décadas atrás. La guillotina no ha parado de segar cabezas
desde entonces. ¿Te acuerdas de cuando entonces? Uy como no me voy a acordar
Pero ¡qué delito has cometido hostias! Pues ser un patriota y un compatriota.
Has ido de legal por la vida y así le pinta a usted, don Verumtamen.
En esta novela narra su autor el
proyecto y el fracaso del lanzamiento de un periódico en cuatricomía rota plaña
composición en offset (se adelantó varios lustros al tiempo que le tocó vivir)
el Compás que no es otro que el aludido SP que se tiraba en Guadalajara. Con la
Iglesia hemos topado, Sancho. A Rodrigo le aplicaron los 999 números un 666 al
revés de “Camino”. San José María hizo el milagro de ponernos a todos al hilo y
a la puta calle joder. Desde entonces y siendo cristiano pues aquella inmensa
duda no hizo reblandecerme sino afirmarme en los principios sólidos de mi fe
sigo pensando que ese libro con el Evangelio tiene muy poco que ver. Pero
España sigue doliéndome en el corazón como a mi maestro Rodrigo, Ibrahim
Heredia el protagonista de esta novela un corazón generoso que abrió mis sendas
y en alguno de cuyos personajes me he visto reconocido… José Ángel González “un
escritor disparado hacia la consecución del Nóbel por la robustez cervantina de
su prosa y la solidez de sus imágenes literarias” o Ambrosio Sánchez Gijón
(Félix Ortega) cuyos artículos de tema nacional e internacional nada
tienen que envidiar a los ensayos de
Ortega y Gasset. Félix escribía largo también y creo que fue el mejor de todos
nosotros. Los que salimos de aquel vivero y de los que Royo hace mención:
Iborra, Ángel Vilches, Julio Merino, Juan Pla, Calviño, Julián Ayesta, Dámaso
Catalá, Perreta o Gaciño al que describe perfectamente con aquella su perilla
de revolucionario ruso salido de alguna covachuela del San Petersburgo de 1906.
Porto, y hasta la Loli que era la hija de la señora de la limpieza y la
telefonista que nos traía el café a aquel garaje destartalado de la calle
Santiago Cordero en el barrio de los traperos del viejo Madrid cuatrocaminero
donde estaba la redacción de SP.
Se me han quedado grabadas
algunas escenas de la novela como aquella en el que el banquero Rueda (Vals
Taberner) recibe a un colega en una habitación alfombrada de billetes de mil
pesetas. Y te mandaba pisarlos para desbastarlos para que perdieran la humedad
y adquiriesen pátina de antigüedad cuando estaban nuevos. “Se sabía –dice de
Valls- el hombre más guapo de Europa y el mejor vestido”. Luego ni fu ni fa
como quedó comprobado en la noche de alternes por los derrumbaderos de la Costa
Fleming. El señor de la caja fuerte luego resulta que era un amo sin pilila. Cosas
veredes.
Y algunas frases: “Le dolía ver
el uso que se había hecho en el país de tantos esfuerzos tantas vidas
ofrendadas a los buitres históricos de España”. También me reconozco en este
pase: “Cuando estábamos en la ONU él lo pasaba a sus anchas. Tenía un despacho
en el tercer piso del edificio azul, un despacho de corresponsal maravilloso
con vistas al East River y al otro lado se podía ver Queens y el Bronx”. Seguí
la misma senda que mi preceptor y yo también fui corresponsal en la ONU con un
despacho con vistas al perfil urbano de New York. Que nos quiten lo bailado.
Lean por favor El Establishemt.
Esta novela es un “must” como dicen los ingleses si quieren saber lo que está
aconteciendo ahora mismo en nuestra desgraciada patria. Hay muchas maneras de
destruir a un hombre y de matarle sin quitarle la vida. Se le cerca se le
quitan los créditos se le retira la confianza y después el saludo. Queda
acorralado y hecho un pelele hablando solo por las calles en medio del mundanal
ruido. Los conspiradores de ahora no tendrán pilila ni utilizan pistola como
los nihilistas pero siguen matando a gente muy de guante blanco, eliminación
sistemática del que incordia que va a parar a las horcas caudinas del gulag de
la incorrección política. The beat goes on y las sacas del Madrid de
antaño no han terminado en este Madrid de 2006 cosmopolita y brutalmente
global. Va otra vez de banqueros catalanes y de asesinos que matan sin
necesidad de pegarte un tiro y sin descomponer el gesto. Pero son mucho más
peligrosos que sus abuelos anarquistas. Royo un valiente le quitó la máscara
por una vez a la bestia sin rostro.
Lo encerraron, lo ningunearon, pusieron su nombre entre comillas que es
lo mismo que decir que borraron su nombre. Su postura crítica con la Blau y la
denuncia de las demasías sanguinarias de los germanos en el Este debieron de
merecerle a Rodrigo bastantes disgustos. La publicación de Guerra en unas
modestas hojas volanderas de periódico de provincias debió de pasar sin pena ni
gloria. La severa censura imperante debió de dejarla pasar heladas trincheras
de la estepa. El libro es un alegato contra la guerra y es una de las mejores
que se escribieron entonces. Lo que han escrito Torrente Ballester o Cela se
quedan en simples ejercicios de estilo al lado de este monumento literario que
está exigiendo a gritos su reedición. Cuando en las noches de SP –aquellas
noches de Santiago Cordero, la redacción estaba en un garaje al lado de una
vaquería y de un almacén de traperos- nos juntábamos algunos redactores en
torno al maestro, éste nos contaba historias de Rusia y él resumía su aventura
en la cantinela de los labios de los campesinos al entrar en las isbas: “no
tenemos vacas, no tenemos leche”. La palabra rusa de “Korovo” (vaca) les marcó
de por vida. Pronto supieron que eran unos perdedores. No fueron posibles las
requisas. Tampoco para el amor. La frase define a la perfección el ambiente de
angustia y de depauperación que fueron compañeras de viaje en las largas
marchas por tierras del Este. Italia fue la ventura de los tercios de Flandes.
La Blau no tuvo tal suerte. Rusia no era Italia. En el prólogo de “Guerra” que
es una novela autobiográfica explica las razones de su alistamiento. Argumenta
que no le llevaron allá razones de carácter político, sólo el afán de aventura
y de ganar nuevas experiencias. España mi natura. Italia mi ventura y Rusia mi
sepultura. Lo hubieran podido decir todos aquellos con el clásico. Nací enfermo
de emigración porque ser español resulta un poco sinónimo de aventura. La obra
encuentra un gran arranque con una descripción que mete de lleno al lector en
la narración desde el primer instante. Refiere los gestos hostiles al paso del
convoy por Francia. Los peatones franceses desde los pasos a nivel y los
guardabarreras saludaban con el puño en alto y con gestos obscenos. Hay matices
logrados como cuando se refiere a la punta del cigarrillo que fumaba un
compañero y que a Luis Pablos le recordaba el ojo del cíclope. Estamos ante el
ojo del cíclope que nos observa mientras deambulamos en las tinieblas. Con
música de hierro y traqueteos de raíles aquel tren francés les acercaba a la
tierra de la música, los productos farmacéuticos y la de los soldados
conscientes. En el transcurso de la narración el autor pone a contribución sus
artes narrativas. El libro es un tour de force de novelista y del reportero que
llevaba adentro y siempre fue. Por ser el compendio de un hecho real (la muerte
en primera línea de Ortiz aquel asturiano valeroso y entrañable) la novela se
transforma en un testimonio impresionante de la segunda guerra mundial narrado
por un muchacho valenciano que aun no había cumplido veinte años. El contraste
entre Francia y Alemania es algo que destaca: En Estrasburgo salieron a
recibirnos las muchachas. La alegría de aquellas chicas rubias y en perfecto
orden nos sacó de nuestro letargo. Salieron a la estación a recibirnos con
jarras de cerveza. La hospitalidad de aquellas valkirias alemanas sirvió de
contrapunto a la hostilidad manifiesta con que nos acogieron los franceses. Francia
es el país de la línea recta y de los malos modos. Los que posteriormente hemos
cruzado varias veces Francia podremos constatar esa primera impresión. Francia
es una vieja dama gris a la que le huelen los pies. Y después de una semana
larga de raíl y del incesante traqueteo de aquellos trenes de madera por rutas
infestadas de partisanos se produce la llegada a Berlín. Caminos de media
Europa. Aquellos soldaditos bisoños no vieron tantos bosques juntos como al
cruzar la Selva Negra. Vieron la puerta de Brandenburgo y pasearon bajo los
tilos engalanados con sus ramas cargadas de esvásticas colgantes de la Avenida
Unter-den-Linden. Para algunos la arribada a Berlín sería rendir no solo viaje
sino el fin de su vida. Fueron enviados al campamento Grafenwöhr y al cabo de
tres semanas de instrucción empezaría la gran marcha hacia el Este. A pie. Era
el mes de julio de 1941. Rodrigo Royo perteneció por tanto a la primera
agrupación de divisionarios la que mandaba el general Agustín Muñoz Grandes un
militar republicano “asimilado”. Mucho se ha discutido sobre la entrega del
mando de la Blau al general fue un ascenso o una forma que encontró Franco de
quitárselo de en medio. Don Agustín era un caramanchelero que había estado al
frente de la Guardia de Asalto y servido a la República. Se pasó a los
nacionales donde demostró su valor aunque los Varela y los Yagüe y los Sainz de
Buruaga siempre lo miraron por encima del hombro. La opción Muñoz Grandes fue
un hecho que causó extrañeza en el mentidero de Madrid dando pábulo a toda
suerte de interpretaciones. Franco era imprevisible y siempre se caracterizó
por su secretismo. Tanto Varela como Yagüe bebían los vientos por encabezar
aquella agrupación que partía a luchar contra el comunismo en devolución de
visita por los asesinatos del Madrid rojo, por la quema de conventos, el
fusilamiento de curas y monjas, la quema de conventos, la profanación de
imágenes y en la Rusia los desmanes que acabaron con el zarismo. ¿No eran
judíos los primeros capitostes del Politburó? También puede ser pero todo el
odio se concentra contra Stalin que precisamente no era judío sino un cristiano
ortodoxo que tenía ordenes sagradas de diacono y cursó estudios de Teología en
el seminario de Tiflis. Stalin el padre de la Unión soviética también era un
ser misterioso. En la guerra de España se sintió traicionado por los
trotskistas y no aguantaba a los perdedores por lo que su regreso a Moscú a
muchos de los chequistas les aguardaba un campo de concentración. No perdonó a
un hijo suyo que se había casado con una judía y acusó a sus médicos judíos de
querer envenenarlo, pero esos son datos también la historia. El Padrecito
persiguió a los hebreos con más saña que Hitler. También las estaba viendo
venir. El imperio de la ideocracia. ¿Terror ahora más o menos que entonces?
Buena pregunta. Los gulags y los KZ abrieron la puerta para las cárceles del
alma y el control absoluto que explican novelas como “1984” de Orwell o “El
Cero y El Infinito”. Franco se inclina por la elección de un militar relativamente
oscuro y que había pertenecido al otro bando. ¿Cuál era el objeto? ¿Acaso no le
daba demasiada credibilidad a Adolfo Hitler ni confiaba en su victoria y por
tanto despacha para que combatan a su lado a militares de segundo orden en
lugar de la flor y nata del Ejército Español? ¿Quería tener a Yagüe amarrado en
Madrid porque el general soriano pudiera ser peligroso en Alemania desde el
momento en que se rumoreaba que era el hombre de Berlín para encabezar un
“pustz” contra el Generalísimo para instaurar un gobierno Quisling en la
Península? Tras la entrevista de Hendaya el Führer sacó sus conclusiones con
respecto a Franco. Esta es una de las conclusiones que defiende Ramón Garriga
en su biografía sobre el general Yagüe.
Cierto o no hay un hecho destacable y es que Franco aun siendo
partidario de la inexorabilidad del Destino no consideraba indispensable a
nadie. Siempre prefirió a los mediocres para ministros. Cuando iba de paisano
prefería los tonos grises y siempre aconsejaba a sus colaboradores que hicieran
lo que él no meterse en política. Le atraía el perfil pragmático del
funcionario norteamericano y del civil servant británico. Quería un
régimen administrado por pretores y cuestores prácticos a la romana y no por
ideólogo. El tardofranquismo heredaría ese espíritu adocenado y conformista,
aunque al parecer siempre instalados en la cultura de la queja pero parco tanto
en las descalificaciones como en el aplauso. En el franquismo se llamaba rojos
sin contemplaciones a los del otro bando. En el tardofranquismo, sin embargo, a
los opositores, a los terroristas y a los antisistema se empezó a denominarlos
esos descerebrados. Eficacia se llama esa figura. Eficacia al canto. Por eso se
dio Franco buena mañana para hacer sus combinaciones en los reajustes ministeriales
para que el carro del gobierno no cargase delantero de falangismo o trasero de
tecnócratas o el peso de los democristianos se fuese para los lados con uno de
esos habituales bamboleos que pega la iglesia católica. Franco no les quepa,
señores, la menor duda, aunque tuviera una voz aguda de vicetiple era un sabio.
Bajito algo panzudo y culón. Llevó la rienda en unos tiempos en los que el look
importaba un bledo. Hoy más que el pía mater de un candidato interesa menos que
su cara bonita y su buen tipo. El que les caiga bien o mal a las mujeres. El
mundo de hoy aparentemente tan pacato por dentro tan cruel apuesta por la
apariencia. Apuesta por el hedonismo que tanto sedujo a los nazis. Sólo que el
de aquellos era genuino pero el de los ideocratas es sucedáneo. Otro latiguillo
al canto: lo ersatz y lo de la mentira repetida un millón de veces que
se convierte por arte de birlibirloque o la tercería de la propaganda en un
dogma. La dictadura de los productores ha sido reemplazada por la de los
comunicadores. Bajo la égida de unos y otros todos nos hemos convertidos en proletarios. Lumpen. Masa. Materia gravable.
Pecheros de hacienda. Mirones de la Caja Atonta sin capacidad de reacción.
Franco sus razones prácticas debió de tener para detestar a los políticos de
oficio. A esos remilgados señores del tupé a lo Sagasta o con la raya en media
como Lerroux les achacaba todas nuestras catástrofes del siglo XIX. No era ni
mucho menos un oscurantista, pero creía que al mundo de la política había ir
con las manos limpias y salir con los bolsillos llenos (en eso dio una
verdadera lección) y que estos al igual que los escritores han de ser un poco
los ingenieros del alma. En eso coincidía también con su contemporáneo y
antípoda pero los extremos se tocan el don José Stalin. Hoy sobran cabezas de
chorlito que dan buena imagen pero que dentro no llevan nada y faltan
profesionales del alma. Hay carestía de humanistas. Por eso se han puesto tan
de moda los psiquiatras. En cualquier caso, la designación de Muñoz Grandes, el
general rojo y amigo de Hitler, supuso un acierto. El carabanchelero demostró
sus redaños y conocimientos de estratega en los duros combates del lago Ilmen y
del Ladoga. Fue condecorado con la cruz de hierro de primera clase, recibió las
hojas de roble y encina que sólo se dispensaba a los vencedores germanos. “Duro
es el invierno ruso, pero más dura es mi raza”. Su arenga por Radio Berlín fue
de las que hicieron época en los anales de la oratoria castrense. A su regreso
fue ascendido a capitán general y a pesar de sus críticas al capitalismo y
discrepancias con el Caudillo fue uno de los amigos más íntimos del general.
Coincidían en muchas cosas. En la austeridad. En la concepción militar de la
existencia, la presencia de ánimo y el amor a España. El 31 de julio de 1941 la
División Azul estaba jurando bandera en el campamento Grafenwöhr a diez
kilómetros de Berlín. Les tomaría juramento por parte alemana el general
Kochenhausen y por parte española el general Troncoso. El corresponsal de ABC
Miquelarena testigo de aquel acto escribiría en la edición del primero de
agosto del diario de la calle de Serrano:
En medio de la bandera roja y
negrea con la cruz gamada del Reich flameaba nuestra roja y gualda. Sentíamos
que allí se estaba escribiendo una brillante página de nuestra historia porque
el general que les tomó juramento ante Dios y nuestro honor de españoles lo que
jura un español siempre lo cumple.
Aquel verano del Tercer Año
Triunfal habían ocurrido muchas cosas. La más significativa, el hecho que iba a
marcar el momento de mayor gloria de Hitler y la primera paletada en su tumba,
fue cuando en la madrugada del 22 de junio la Chancillería del Reich sin
encomendarse a Dios ni al diablo y con absoluta sorpresa declara la guerra a
los rusos. El pacto Malenkoff-Ribbentrop quedó hecho ceniza. Seguramente una
mano negra enemigo del género humano lo sancionó. Y se cree que Hitler quedó en
la lazada que le tendieron sus banqueros judíos y sus asesores políticos muy
cortos de visto porque la mayoría del generalato alemán se muestra reacio a la
vista de la envergadura de la operación Barbarrosa. En Madrid esta declaración
de guerra contra el comunismo desata una oleada de entusiasmo. Rusia era
culpable. Había que ir contra la barbarie roja. Poco sabía el pueblo español
fanático y mal instruido que una cosa son los mandatarios soviéticos de origen
extranjero y otra cosa el pueblo ruso sufrido paciente de hondas raíces
cristianas que el ateísmo oficial nunca conseguiría erradicar. En ocasiones
como aquella los fabricantes de pistolas, hora del fanatismo y la sinrazón, y
la de los ataúdes, hicieron su agosto. El warmongerism y el jingoísmo son
especialidades de esta mano negra de las fuerzas ocultas. Warmongering es un
vocablo que responde a la mentalidad bucanero del pueblo británico. De la misma
forma que se fabrican casas o se construyen muebles también se pueden organizar
contiendas. En ellas gana siempre la banca. La banca nunca pierde. Concibieron
las relaciones exteriores basadas en el conflicto. Que chupen la sangre las
sanguijuelas de Wall Street que las guerras se combaten con dinero y con
dinero. La historia no es causa efecto del azar sino el resultado de una
conspiración. La enseñanza pertenece al Talmud. Don Ramón Serrano Suñer el
cuñadisimo casado con otra ovetense, Zita Polo, la hermana de doña Carmen, le
faltó tiempo para lanzarse a la calle y al grito de Rusia es culpable abre un
banderín de enganche de voluntarios que quieran ir a combatir a los rusos.
¡Pobres rusos! El sufrido pueblo ruso había sido víctima de los revolucionarios
judíos. La revolución de octubre fue también el resultado de una conspiración
en la cual estuvieron los discípulos de Carlos Marx el ahijado de Disraeli y el
pueblo fue sujeto paciente y víctima de aquellos contubernios. El día de San
Juan del 41 una multitudinaria manifestación recorrió las calles madrileñas.
Falange reclama voluntarios para ir a combatir el comunismo. Se alistan a
miles. Desde el balcón del primer piso de Alcalá 41 Serrano Suñer había dicho:
“Camaradas, no es hora de
discursos pero sí de que nos pronunciemos como falangistas de forma contundente
y definitiva: Rusia es culpable. De la muerte de José Antonio. Y de la muerte
de tantos y tantos de nuestros camaradas. El exterminio de Rusia es exigencia
imperativa de la historia y del porvenir de Europa”
En esa delenda est Rusia el
orador convertido en demagogo no sabía muy bien lo que decía aquel señorito
alicantino que pertenecía al sector acomodado no al popular de los falangistas
y que luego a la muerte de Franco cambiaría de chaqueta y de prohitleriano
acérrimo se convirtió al liberalismo norteamericano hasta las cachas. Serrano
Su8ñer no sabía bien lo que decía. Rusia es inconquerible e invencible pues
suele ocurrir con el pueblo ruso que de tan humilde y servil puede
transformarse en indómito. Es el país cristiano que con mayor fervor canta a la
resurrección. Ahí puede que radique su descomunal fuerza. No sabemos si Rusia
era o no culpable, pero don Ramón Serrano Suñer fue al menos el culpable – un
poco lo que ha ocurrido con Bus con Blair y con Aznar- de cerca de seis mil
españoles desparecidos en combate y de más de quince mil prisioneros. Quizás se
había dejado llevar Serrano por un ciego instinto de revancha. Los rojos habían
fusilado a un hermano suyo. El 2 de julio el ministro de Exteriores concede una
entrevista al corresponsal en Madrid del Deutsches
Allgemeine Zeitung en el que rebaja el pistón y corrige un tanto el
entusiasmo del primer momento. Debía de haber analizado sus palabras más en frío,
pero también pudiera ser Franco hubiera estado al quite y dice taxativamente: La posición de España es la de la
beligerancia moral al lado de nuestros aliados; beligerancia que ha de ser
coordinada con nuestra presencia física en el campo de batalla. Que no tendrá otra
limitación que la impuesta por las circunstancias actuales. Tenemos el
convencimiento político de que la lucha emprendida por el Reich en el Este es
mucho más que una guerra cualquiera: es una cruzada del orden europeo contra la
barbarie asiática. Así que matizando que es gerundio y matiza que algo
queda. Un repaso a la semántica de la hora abonaría dicho concepto: la lucha
contra el comunismo era el combate en pro de la defensa de Europa. La
fraseología recuerda el miedo de Roma a las hordas de Atila. Los demagogos se
habían rellenado en el fácil concepto de Cruzada y todas las cruzadas desde que
el mundo es mundo resultan harto peligrosas. Había que vencer al comunismo con
las armas en la mano. La única respuesta que cabía era la de la pólvora según el
ministro de Exteriores que había hecho caso omiso de los intereses económicos,
las apetencias estratégicas o el expansionismo hitleriano a la búsqueda del
espacio vital. En el fondo no estaba equivocado, pero aquella no era toda la
verdad sino parte de la verdad. Si Rusia era culpable no era tampoco posible el
dialogo. El agitprop suele dar muy buenos resultados. Económicos. Lo decíamos
arriba e insistimos. Hay siempre que buscar un chivo expiatorio. Stalin se
había convertido en el malo de la película. Bien era un dictador. Padre del totalitarismo,
pero existía en el Oeste otro tipo de totalitarismo de diverso grado. Franco
veía las cosas de una forma más practica que su segundo de abordo y cuñado: el
envío de aquellas tropas podría salvar la cara frente al Eje. Era una
aportación nominal. Con eso se aseguraba lo que parecía inevitable en 1941
evitar que los alemanes invadieran la Península para tirar al mar a los
ingleses desde lo alto del Peñón de Gibraltar. Aquella no era su guerra.
Tampoco una cruzada. Por su parte Rodrigo Royo va a escribir en contra de las
predicas de Serrano Suñer desde el balcón de su ministerio un alegato contra
aquella guerra injusta y desaforada. Hitler también fanfarroneaba mientras los
hombres de su VI Ejército en el barro el fuego y la nieve de Stalingrado veían
las cosas de diferente manera. El tono melancólico y antimilitarista recuerda
un poco el de autores como Remarque y Hemingway que entonaron desde sus libros
un adiós a las armas. Y ya desde los primeros párrafos nos advierte: “En las
batallas hay que pasar desapercibidos. Lo peor que le puede suceder a un
soldado es que se fijen mucho en él. Un guripa ha de estar resguardado por el
anonimato. Su destino es ser un número”. También anota el trato inhumano como
si fueran acémilas a los judíos que pasaban en manadas cerca de Grodno. “Yo les
daba cigarrillos. Aquellas polacas eran extraordinariamente hermosas”. Estaba
prohibida la confraternización con la población civil. “Pero nosotros nos
pasábamos esas ordenes por los cojones”. Entra a continuación en tema lúdico.
Si los soldados alemanes cumplían a rajatabla las ordenanzas él recalca:
Al día siguiente de llegar al
destacamento muchos de nosotros presumíamos de hablar ya el idioma de Israel… y
no exagerábamos porque las judías a pesar de haber estado veinte siglos
esperando al Mesías besaban igual que las cristianas que habían sido redimidas
ya 1941 años atrás.
Así que Pablos se la juega. Poco
le importa transgredir el código de justicia militar. Si sigue por ese camino
puede acabar ante el pelotón de fusilamiento pero el temple anarquista y
defensor de las mujeres sale a relucir frente a la maquinaria de la disciplina
germana. También da cuenta de que en Grodno hubo no sólo flirts entre soldados
españoles sino también algún que otro casamiento. También les daban las sobras
del rancho. “En nuestro campamento unos cuantos hombres y mujeres se encargaban
de calentar el samovar. Nos fregaban los platos y nos lustraban las botas para
después pedir humildemente un trozo de pan. Había hambre en Polonia en especial
para los judíos”. Luego hubo una juerga en el gueto. No podía ser de otra
manera entre incautos españoles a los que su sed de aventura no les hace
recapacitar sobre el peligro y allá entre los vapores del alcohol y el humo de los
cigarros el protagonista entra en contacto con una prostituta llamada Güeña la
cual estaba en connivencia con los partisanos. Son aprehendidos y llevados por
una callejuela a una casa donde el cohen al ver el uniforme alemán escupe en el
suelo pero Pablos y su compañero estaban borrachos. “Nos encerraron en una
habitación iluminada solamente por la luz de una vela y nos hicieron tumbar en
el suelo. Mi compañero y yo temblábamos de miedo. Uno de los hombres sacó un
machete y ya se disponían a pasarnos por las armas cuando uno de ellos se fijó
que sobre la guerrera de la Wehrmacht lucía en nuestra bocamanga la bandera de
España. El que parecía más viejo empezó a hablarnos en un castellano antiguo.
Nos dieron café para espabilarnos y ordenaron a Güeña que nos condujeran a
nuestro acuartelamiento” Extraña historia de perdón y de reconciliación y
amistad en medio de una guerra de exterminio. “Yo, soldado
antibolchevique-declara solemnemente Rodrigo royo- vestido con el uniforme del ejército
alemán pero portando en la manga izquierda el emblema de la división con los
colores de la roja y gualda había caído, estando borracho en manos de un grupo
de agentes de la resistencia. Ellos en lugar de ejecutarme se apiadaron y me
condujeron a mi unidad como hubiera hecho el mejor de mis camaradas. No me
habían protegido a mí sino al recuerdo de España. A un alemán seguramente lo
hubiera asesinado”. Este pasaje constituye el eje central de la novela
“Guerra”. Un episodio de caridad y de humanidad en medio de aquel ambiente de
odio. Quizás el recuerdo de Sefarad esté presente en la memoria del pueblo de
Israel cimentando unas relaciones extrañas de amor y odio entre españoles y
judíos. A Güeña la novia judía fue a visitarla varias veces en su casa de la
calle Mikiera 10 pero “en una ocasión cuando fui a verla dos individuos de la
GESTAPO apostados en el portal me impidieron pasar y al poco vi bajar a la
pobre muchacha esposada entre dos solados. Se la llevaron y nunca la volví a
ver más. Ningún crimen había cometido Güeña. Sólo el de ser judía, lo que era
un estigma en aquellos tiempos”. El alma del pobre recluta se rebela contra
semejante injusticia. Después prosiguió la marcha hacia el Este en jornadas de
hasta 40 kilómetros diarios. Se sorprende de que en el avance alemán se vean
pocos batallones motorizados. Los regimientos eran hipomóviles “de tracción de
sangre” y la descubierta la hacían avanzadas de ciclistas. En las aldeas con
las casas de techumbre de bálago ven rostros atemorizados y ocultos en sus
misérrimas chozas y la frase de siempre: “No tenemos vacas carecemos de leche”.
Las primeras hostilidades las encontraron en la autopista de Minsk. “Fuimos
disparados por la espalda. Hubo unas cuantas bajas. Dijeron que eran judíos,
pero nadie se preocupó de constatarlo”. Otro dato a tener en cuenta. Las
partidas de guerrilleros estaban organizadas por comisarios soviéticos y los
comisarios durante la revolución de Octubre eran judíos en su mayor parte y para Luis Pablos este dato carece de interés.
La maldad y la bondad son privativas de la condición y carece de genes y de
estirpes. Todos podemos ser a un mismo tiempo santos y verdugos. Luego Royo nos
ofrece una visión de la guerra tal cual es: despiadada, degradante, venal,
hostil. Se impone el reto de sobrevivir en medio de unos compañeros a los que
el ambiente les torna mezquinos. “Todos se disputaban la mejor porción de
rancho y el huevo de mayor abrigo en la chabola. Y hay que soportar sobre todo
a sargentos chusqueros con sus galones de oro recién estrenados que se sienten
diosecillos entre la tropa”. El juego de la guerra es un juego de
supervivencia. El primer objetivo es conservar el pellejo. Lo importante es
sobrevivir aniquilando, al contrario. El heroísmo no surge más que en contadas
ocasiones. Lo que predomina es el odio, el tedio y la agresividad entre los
camaradas. Hay que acostumbrarse a la ominosa presencia de los cabos de vara de
quienes parten a veces órdenes absolutamente absurdas. Por otro lado, la vida
al aire libre “nos torna como animales y nuestra vida se torna meramente
vegetativa”. Se despiojaban en el río y por las noches los soldados se dormían
bajo las estrellas pensando en las almohadas de casa y la cama bien caliente
que les preparaba su madre. Uno termina por acostumbrarse a la vida semi animal
meramente vegetativa. Pero a veces me sentía muy solo y notaba que por mis
mejillas rodaban lágrimas recordando a los tuyos, tu pueblo, tu España. Y una
voz me interpelaba: por defenderlos a ellos viniste aquí a luchar a Rusia. Y
aguardabas con ansiedad la llegada del correo. Era el momento más grato del
día. Las sacas las traía el hipomóvil de intendencia o el camión de
municionamiento. Gracias a estas cartas se apuntalaba nuestra moral. El correo
es algo importante en la vida de un soldado”. El estilo desgarrado del texto
sorprende por su franqueza y dotes de observación. Por fin la División alcanza
su objetivo en Novgorod donde estaban las avanzadillas de la resistencia rusa y
al llegar a la aldea de Tschertzilino observa como los alemanes habían ahorcado
a miembros de la resistencia. Entre los ajusticiados estaba una mujer con un
letrero sobre el cuello que decía Spahe-lazutxhikaia([2]). La muchacha era
una judía. “El rostro yerto de la moza marcó mi primer encuentro con la muerte.
Su cuerpo se balanceaba pingando de la rama de un roble que había a la entrada
de la aldea. Me conmoví. Pero fue mi bautismo de fuego. Mi contacto con la
muerte. Los muertos que encontraría después a ciento ya dejaron de
impresionarme. Empezó a nevar. Sobre el cadáver aquel letrero me recordaba un
poco el cartel que pusieron sobre la cabeza de Cristo en el Gólgota: INRI.
Jesús Nazareno el rey de los judíos. ¿Sería también Jesús el Rey de los judíos?
Pensé. Y en esto empezó a nevar. Al cabo de poco tiempo el paisaje ruso parecía
envuelto en la magia de un cuento de hadas. Aquella magia melancólica eran mi
punto de destino”. Estaban en el corazón de la Rusia profunda a la vista de la
sagrada ciudad de Novgorod capital de la ortodoxia que espeja sus cien cúpulas
en forma de bulbo sobre las aguas del Lago Ilmen. En Tzertxcgulino estaría su
posición. Llegó el pater y toda la compañía empezó a rezar el rosario. Habían
penetrado en el mundo de Dostoyevsky y de Miguel Strogoff. Rusia para Rodrigo
Royo era igual a como él la había soñado a través de sus lecturas adolescentes.
Una babuscka[3]
se acercó a nosotros y nos dio a besar un icono cuando terminamos de rezar. Nos
miraba transida de compasión pues le recordábamos a algún hijo suyo que también
era soldado al otro lado de las líneas. Es entonces cuando entra en contacto
con el asturiano Ortiz y sellan un pacto. Si te matan a ti yo me comeré tu
mantequilla y si me matan a mí tú te comerás la mía. La acción se precipita de
modo fulgurante. En uno de los ataques de los ruskis muerte Ortiz y Pablos es
encontrado en un pozo de tirador con las extremidades inferiores
semicongeladas. Trasladado a un hospital de sangre de Riga tienen que amputarle
parcialmente un pie y es en Riga donde se desarrollan las ultimas escenas de la
novela entre el delirio y las voces de los enfermos que llaman a su madre. La
herida se le gangrena y perece en medio de horribles colores. En Riga con la
muerte de su protagonista quedó sepultada la mitad del alma de Rodrigo Royo. La
otra viviría pero al regreso a España ya nada volvería a ser igual. El último capítulo
de este serial aparece en el citado “Amanecer” de Zaragoza el 23 de mayo de
1944. Es una novela derrotista y tal vez por eso no tendría el auge y el
reconocimiento de los tonos triunfalistas. Encarna sin embargo el espíritu
divisionario: la sangre y el valor inútil, la crueldad. La incertidumbre del
futuro y una generación que venía marcada por la pérdida de aquella guerra. El
hambre. La sed. Los poltrones. Los chaqueteros. Las mentiras sobre Rusia.
Muchos de ellos a su regreso a la patria se sentirían unos incomprendidos. La
dificultad existente para demostrar casos reales de confraternización y de
salvamento de judíos por los soldados de la Blau se cifra en la falta de datos.
Este salvamento que lo hubo se haría sin papeles y de tapadillo. No quedó por
tanto constancia. Los aliados occidentales no desperdiciaron ocasión para pasar
factura al régimen franquista por haber enviado a estos quince mil hombres. A
la sazón se vertieron desde Londres infundios y especies absurdas como que en
un pueblo de Toledo se estaban fabricando cohetes V-2. También se ha acusado a
Franco de antisemita. Cosa que de la lectura de estas líneas se comprende como
una falacia. Una de tantas como fabrica constantemente la propaganda. Ahora bien,
el anterior jefe del estado en política era un intuitivo y sabía que hay
fuerzas oscuras que han conspirado contra España a lo largo de su historia.
Esto no es una perogrullada. La actitud de Luis de Pablos hacia Güeña es todo
un gesto. No importa cuantos judíos se salvaron gracias a la mediación
española. No hay cifras exactas. Pero con que se hubiera salvado uno habría que
dar por válido el esfuerzo. Todos estos hechos pueden contribuir a la creación
de una leyenda misteriosa y contradictoria en torno a la personalidad de
Francisco Franco. Por supuesto, destaca su clarividencia del futuro forjada en
milagrosas intuiciones. Detrás de estos recovecos se ve que el general era más
que un filántropo un hombre que cree en la verdad y en la justicia. Más que a un
político su temple se acerca al de un artista. El 20 de junio de 1944el
gobierno español firma un tratado de ayuda a los refugiados españoles en
Francia. La mayor parte son republicanos. Se les envía un millón de francos,
auxilios médicos de primera necesidad, ropas de abrigo y mantas. También se
adhiere a la plegaria del Papa Pío XII el cual tras el bombardeo por los
americanos de la Ciudad Eterna aparece en uno de los barrios romanos con su
sotana blanca tinta en sangre y extendiendo los brazos en cruz envía un mensaje
al mundo pidiendo a los gobernantes que pare aquel furor sanguinario y que
concluya la guerra. En nombre de Xto. Y de la caridad cristiana. La súplica
papal cae en saco roto. Unos días después el 6 de junio los ingleses
desembarcan en Normandía. El día más largo como reza el título de una película.
Cuando la guerra toca a su fin los combates se vuelven más encarnizados. Por
todas partes se fusilaba sumariamente, se violaba a mujeres y los soldados
sobre todo los norteamericanos que nunca fueron un ejemplo de buen
comportamiento se daban al pillaje. Pero ante la oleada de crímenes la opinión
pública parece anestesiada. Los hombres se vuelven insensibles ante el dolor
ajeno. Los justos miran para otra parte. La verdad había caído en desgracia y
únicamente se escuchan los alegatos de la propaganda. Hasta el año 44 la
opinión pública hispana había estado bajo el dominio e influencia de Berlín
pero en los comedios de dicho año culminante en el que nació el que suscribe
vamos a estar bajo el radio de la propaganda británica. Las campañas de la BBC
aunque por el momento no consiguen desbancar al régimen al menos consiguen un
objetivo: minarlo por dentro llenándolo de dudas y de facciones. En julio
Madrid suspende sus envíos de wólfram a Berlín y los contingentes de este
mineral que era abundante en el Bierzo cambian de ruta y desde Bilbao son
fletados al puerto de Londres. El 6 de agosto el embajador británico en Madrid
quien por cierto era un sefardí Sir Samuel Hoare pronuncia una conferencia en
la Cámara de Comercio de Barcelona reconociendo la ayuda española a los refugiados.
Otro talante. Se percibe un cambio de rumbo. Pero el problema de los emigrados
hebreos es una mota en el arenal si se le compara con el horror de tantas
muertes y destrucción. Se dice que unos cincuenta millones de europeos han
quedado sin hogar como consecuencia de la fatídica guerra.
iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Capítulo
X
EL
OCASO DE LOS DIOSES
Los ingleses pese a la perfección
de sus servicios de información no acababan de enterarse del todo bien sobre
qué era lo que ocurría en Madrid. El vértigo de los acontecimientos y la
contradicción de estos eran como para volver tarumba al mejor de los m-15. Kim
Philby el famoso espía que dirigía por tales calendas la Iberian sección de los
servicios británicos de inteligencia exterior daba muestras de estupor y no
sabía a qué carta quedarse. Estuvo por devolverle la medalla con decorativa con
que el caudillo había premiado sus servicios a la causa nacional cuando fungía
como corresponsal del Daily Press. Todos los corresponsales británicos
trabajaban para los servicios de inteligencia de su país como quedó patente en
el caso Koestler. Se crea entonces el grupo escorial por algunos poetas
falangistas. En su primer numero el camarada Tovar dice: “el monumento del
escorial es la síntesis del imperio y por el imperio hacia dios”. Quedó
fenomenal con esa frase. Era profesor de griego y su estilo no podía ser más
grandilocuente. Había dirigido la radio nacional de España cuando sus
micrófonos estaban instalados en salamanca. Tovar encabeza la última oposición
a franco desde el bunker hitleriano juntamente con Cela y Torrente Ballester
(nadie lo diría) y a todos ellos la derrota de las armas alemanas les hace caer
en desgracia. Cela pierde su empleo como censor. Tovar se exilia a los Estados unidos
al igual que Torrente. Ridruejo empieza a formular sus primeras críticas al
sistema. Areilza se va de embajador a Buenos aires y Laín se encierra en el
bunker de la facultad de medicina. Julián Marías ya no puede tener una beca
para estudiar en Alemania. Era discípulo de Ortega el germanófilo. Así que se
va estados unidos y luego a Israel. Una guerra de consignas aturde mientras
tanto a la sociedad española. Algunas de ellas quieren decir mucho y otras no
quieren decir nada. Queremos el orgullo de una patria exacta. Armoniosa.
Indivisible... tan absurdo sería un caudillo sin falange como una falange sin
caudillo. En los vítores estudiantiles de Salamanca vuelve a inscribirse el
lema isabelino de tanto monta, monta tanto. El desenlace de la guerra, muchos
sin saber a qué carta jugar, determina ejercicios en la barra fija. Merodean
los sonámbulos y hacen caña los funámbulos. Dentro del repertorio cabe todo.
Hasta el triple salto mortal. De lo que se trata es de encontrar un acomodo
digno al nuevo orden de cosas después de la derrota de las armas alemanas. El
bizantinismo del fraseo oscuro y rebuscado se impone sobre las conversaciones.
Algunos como quien no quiere la cosa y porque no las tenían todas consigo de
que Hitler fuese a salir mal parado de la contienda dan una de cal y otra de
arena. Claro que el ser anodino el no descollar en nada fue una sabia norma de
conducta para los que quisieron hacer carrera durante el franquismo. España es
un país pendular y el péndulo oscila del lado de donde sopla el viento y desde
donde se escucha el sonar de los tambores. La política española es una poco la
versión al modo trágico de la comedia con faldas y a lo loco. A espaldas de
Franco se creó un sistema de meritorios plagado de corruptelas y de amiguismo.
Más absurdos. En Budapest aparece un edicto del gobierno prohitleriano que
prohíbe a los judíos ser propietarios de perros de caza. Por lo visto el que
semejante escoria llevase del ronzal por las calles de Budapest espléndidos
dogos de complexión neumática constituía una afrenta ala raza aria que había
conseguido el “Dobermann” un perro de ataque a su imagen y semejanza. A los
judíos tiene bemoles la cosa únicamente se les permitía ser propietarios de
perros vagabundos o chuchos. Les estaba vedado el pedigrí. Pero esta aberración
era un indicio de que la locura nazi estaba dando sus últimos coletazos. En
política el generalísimo cada vez de forma más ostensible se inclina hacia el
bando aliado. El discurso de sir Samuel en Barcelona ha infundido notables
esperanzas. Pero en política nada es
predecible. No hay nada seguro. Todos estaban tan tranquilos cuando el
embajador norteamericano Hayes es convocado a Washington para evacuar
consultas. Roosevelt se comporta cada vez de forma más enigmática. Hay en su
cabeza síntomas alarmantes de demencia senil. O era la arterioesclerosis que le
causaría la muerte. Churchill también desparramaba su conducta en altos y bajos
en correlación con esa moodiness o carácter caprichoso de los
británicos. O a lo mejor era el güisqui. Ni el inglés ni el norteamericano
supieron apreciar la vocación occidental y cristiana del caudillo. Pero la
verdad es que en cada uno de estos dos países anglosajones a uno y otro lado
del atlántico el cristianismo es algo adjetivo. Lo sustantivo es la
americanidad o la britanicidad que se convierten en ambos países en una
religión de estado. Sólo convocan al cura para bendecir el catafalco o
proclamar las coronaciones. Su creo político es laico. A Churchill y a
Roosevelt sólo les preocupaba una cosa ganar la guerra y la victoria tenía que
ser total. Sin reservas. Los que acusan a Franco de no haber hecho concesiones,
historiadores anglosajones como esos bocazas de Preston o de Gibson, ven la paja
en el ojo ajeno. Sus dirigentes no sólo querían vencer a Alemania, humillarla
destrozarla. Todo es del cristal de que se mira. Churchill precisamente nunca
descollaría por su amor a los judíos. Con tales antecedentes se explican las
actitudes antisionistas de los británicos en palestina y hasta el temple
sanguinario con que se emplearían los soldados de la reina en los sucesos
previos a la consecución de la independencia cuatro años más tarde. Cuando se
inaugura Radio Nacional el 18 de julio de 1944 parece como si franco tuviera
una premonición acerca de cual sería la gran batalla que habrían de librar él y
los suyos en la posguerra. Una batalla planteada desde el cerco ideológico la
cuarentena económica y el vacío universal. De esto entendemos algo los que
hemos padecido la soledad del español. Ese tipo de guerra psicológica sólo
podría ser combatida a fuerza de argumentos. Desde la emisora estatal se iban a
manejar buenas bazas. En una España que carecía de todo la estación radial se
va a convertir en instrumento de cohesión y firme bastión contra el cerco que
estaba empezando a concertarse. Desde sus instalaciones en Arganda sería Radio
Nacional una de las emisoras más potentes de Europa. La onda corta alcanzaría
el área de Hispanoamérica donde aparte de contribuir al apuntalamiento de
nuestro idioma en el Nuevo Mundo serviría de fuerte espaldarazo al régimen.
Todos los países de habla hispana muy pronto se mostrarían afectos a la causa
de Francisco Franco excepción hecha de México y de algunos otros y gracias a
ellos comenzaría el deshielo y la posibilidad de que España fuera admitida en
la ONU. En Madrid se funda al poco tiempo el Instituto de Cultura Hispánica. En
la pugna que libramos los españoles de entonces con el mundo anglosajón había
algo más que la oposición a un régimen. Las fuerzas de la anti España siempre
hablaron inglés. Ellos tienen otra forma de ver el mundo. Se enfrentaban dos
fórmulas diferentes de entender la vida. Eso lo supo ver Franco mejor que nadie
que pronto se erige en heraldo de la Hispanidad. Ello le valdría no pocas
humillaciones y dicterios en el exterior. Pero a los anglosajones Franco sabía
batirle con sus propias armas. Hoy España sometida a la férula anglosajona
quizás tenga cuestionada su propia existencia. Porque la Ideocracia sólo ha
servido para traer la angustia el odio la envidia y los resquemes que abren la
cueva de los murciélagos donde se agazapan los demonios familiares. El porvenir
del idioma de Nebrija también puede encontrarse en entredicho pese a los
triunfalismos. El 20 de julio de 1944 Hitler saldría ileso de un atentado. Se
libraría por segundos o mejor dicho por pies ya que el retraso de unos minutos
evitaría la bomba que iba destinada para él y que había sido colocada debajo de
una mesa de roble por el coronel Von Staufenberg. Se celebraba un consejo de
ministros. El autor del atentado sería pasado por las armas al día siguiente.
Los rusos ya estaban en Varsovia. Radio Berlín emitía soflamas pidiendo la
muerte de los traidores. Pero Hitler cernía
su destino en el Schiksal y vio una especie de milagro en haber salido
con vida del percance. Creía en las fuerzas del destino. Era un gran aficionado
a la astrología. El tirano acorralado se crece y va a desencadenar una de las
grandes persecuciones contra los disidentes como no se había conocido en la
historia desde la época de Nerón de Diocleciano o de Iván el Terrible.
Bielorrusia perdió la mitad de su población. El atentado de Von Staufenberg
salvó el honor del pueblo alemán. Franco escribe una carta al Führer rogándole
que para salvar vida y ahorrar una mayor efusión de sangre busque una
armisticio. Esta carta enfurece a Hitler. Siempre le había encontrado un tanto
exasperante. Con sus 1.67 de estatura su aspecto de retaco su voz infantil pero
dicha carta le va a sacar de sus casillas. Según refiere Luis Abeytúa en Lo que sé de los nazis Hitler hizo un
comentario: “Traidor” y la echó al fuego del bunker. La situación del
gobernante español no puede ser más delicada. La exasperación alemana se
conjuga con la abierta hostilidad inglesa. Franco hace lo que siempre supo
hacer: atrincherarse en el blocao y resistir. Se vuelve más religioso y se
encomienda a la providencia. En una visita a Ávila tiene una especie de visión.
Había ido extremadamente agitado y regresa con el espíritu en calma. Esto lo
atribuye a un milagro de Santa teresa. Las monjas de la encarnación le envían
una reliquia de la Santa fundadora y desde entonces hasta casi el día de su
muerte le acompaña el brazo de Santa teresa. Pasa muchas noches en oración. La
lucecita del flexo del Pardo nunca se apaga. Franco trabaja o reza. Y así sigue
gobernando la nave de España con tesón. Tiene una gran fortaleza física pero la
ansiedad le abre el apetito y Franco empieza a engordar. Se le ve más
encanecido. Fueron tiempos de grandes dudas y vacilaciones. Otros menos
enterizos no lo hubieran podido resistir pero por las trazas Franco pareció que
en su comportamiento cauto y aparentemente irresoluto había leído el Talmud que
ordena que entre dos soluciones la mejor es la tercera lo que él lo traducía en
los tres montones de papeles que se pilaban en su mesa de despacho. El primero
“los resolveré yo”; el segundo, “los resolverá el tiempo” y el tercero, “se
resolverán solos”. No me des respuestas, la conozco todas. Sólo invoca mi
nombre y persevera. E3sta cautela suya esa sonrisa esa lenidad de carácter tan
suyas eran netamente judías. Con los años fue sin embargo perdiendo la sonrisa
que hizo popular a franquito en su juventud. Su pensamiento a veces parece
empapado de sabiduría rabínica. Tenía un no sé qué que no era tan solo baraka.
Era un varón de reflexión y de buen consejo. Casi nunca obraba con
precipitación o llevado de sus impulsos. Dejando que el nudo de los
acontecimientos se resolviese a su albedrío. El 3 de agosto va a perder a uno de sus colaboradores más
importantes: el conde de Jordana (1876-1944) quien fallece repentinamente
mientras se encuentra en San Sebastián como consecuencia de un infarto. Era un
militar monárquico de convicciones profunda compañero de armas del general
Franco en la guerra de África en la que gana algunas medallas al valor. Había
sido amigo personal del Rey Alfonso XIII y de Primo de rivera. No era un
militar de corte africanista sino un liberal de espíritu abierto que en su
juventud había pertenecido a la masonería. Muy trabajador. En su despacho del
palacio de Santa Cruz había días que pasaba 24 horas sin levantarse de la mesa
de trabajo despachando con sus asesores. Este exceso de trabajo quizás fuera la
causa de su muerte. Fue el artífice del aproximamiento del régimen a los
aliados y tiende un puente entre Franco y don Juan de Borbón. Gracias al mismo
Franco empezó a entender que no habría otra salida que la solución dinástica.
Don Juan y Franco pese a su carácter antitético estuvieron siempre condenados a
entenderse. Jordana fue también el inspirador del rescate de los mosaicos
franceses alemanes italianos y franceses así como todos los sefardíes de los
Balcanes. Es sustituido por José Felix de Lequerica Erquicia. Era un bilbaína nacido
en 1891 que había pertenecido al partido de Maura y se había educado con los
jesuitas. Franco siempre tuvo una predilección hacia los vascos a los que
encarga la gestión de Exteriores. Admiraba a este pueblo por su talante
emprendedor y por su espíritu empresarial. Si bien fue cicatero en las ayudas a
Castilla se volcó misteriosamente con las márgenes. A su muerte vascos y
catalanes van a ser los árbitros de la democracia hasta el punto de que por una
de esas contradicciones de la vida española lo centrifugo predomina sobre lo
centrípeto. Lequerica inicia una saga en el Palacio de Santa Cruz que
continuara con Gregorio López Bravo y con Marcelino Oreja- Lequerica fue otro
hombre puente. Y sucede otra paradoja. En aras de los intereses de España Falange
se hace aliadófila. Se han acabado las ideologías. Los alemanes quisieron
cambiar el mundo y fracasaron. Había que hacerse más Sancho y abandonar el
quijotismo. La saga continúa. El pueblo español que es vitalista y acomodaticio
opta por plegarse a la nueva situación. El mundo se sorprende cuando se publica
la noticia de que León Blum y el conde de Rotschild a los que se les daba por
muertos víctimas de los nazis aparecen en Bolivia. Los dos habían cruzado la
muga de los Pirineos y con salvoconducto español consiguieron embarcarse hasta
América del sur. El gran banquero judío y uno de los institutores del Frente
Popular, León Blum, habían salvado el pellejo gracias al sistema de Franco.
Nunca se lo agradecieron pero eso tampoco importa demasiado. ¿Franco y Sefarad
un amor secreto? Es posible que amase al verdadero Israel pero al menos ni sus
más encarnizados detractores pueden acusarle de antisemita y gracias a sus
buenos oficios el mundo actual ha sido posible. Dicen que Rotschild al llegar a
la aduana de Irún ofreció al carabinero la suma de un millón de pesetas de
aquellos tiempos oferta que el probo funcionario rechazó en aras altruistas.
Para él la mayor fortuna de todos los tiempos se presentaba como un humilde
refugiado político una persona humana a la que era necesario socorrer. Por lo
que respecta a León Blum y su frente populismo fue uno de los franceses que
habían ayudado a la republica. Todavía tuvo fama de Barba Azul por su afición a
las mujeres pero a pesar de todo eso también era una persona humana. Eros y la
Revolución son las dos aficiones predilectas de la gente de su raza. Tampoco es
concebible un mundo sin judíos. Había otra clase de infiltrados en aquella
desbandada. Eran los maquis. Elementos disolventes según la prensa núcleos de
resistencia residuos de la guerra civil. De ellos apenas hablan los diarios.
Simplemente se les aplica la ley de fugas. El ejercito alemán abandona la
frontera francesa el 22 de agosto de 1944. en una sencilla ceremonia el coronel
Kruger de la Wehrmacht se despide del coronel Ortega. Es izada la cruz gramada
de la aduana en el puente internacional de Hendaya. La liberación de Paris se
produciría tres después el día de San Luis 25 de agosto. Los alemanes habían
perdido nada menos que 2.367 aviones en las batallas de Normandía y de las
Ardenas y perdieron cinco divisiones panzer. El régimen español empieza a jugar
la carta del anticomunismo. Eso sería su salvación. Supo hacer bien la maniobra
de cambiar los cañones por la mantequilla y la leche en polvo, aquel horrible
condimento que con las películas del Oeste en tres jornadas hicimos la infancia
tan peculiar de todos aquellos que tuvimos la suerte o la desgracia de nacer en
aquel año de gracia de 1944 en que el mundo hizo el gran viraje del mundo. Los
españoles somos gentes resignadas y conformista. Paris bien valía una misa y en
Paris dijeron que habían entrado los americanos (las primeras columnas eran
soldados españoles republicanos) y con esta conquista las relaciones
Washington-Madrid se establecen en una trayectoria que no siempre fue la línea
recta. Si no puedes vencerlos únete a ellos. Franco utilizó la maquiavélica
fórmula y se unció al carro de los vencedores pero en contra de los rusos.
“Donde yo esté no habrá nunca comunismo”. Era un hombre realista. Los apasionamientos
y los fervorines suelen ser nefastos en política que no es otra cosa que el
arte de lo posible. El embajador norteamericano Charlton Hayes se convierte
entonces en una suerte de virrey. Hay declaraciones a UPI. “España nunca podría
haber sido aliado de Alemania ni de ningún otro país que no tenga por norte la
catolicidad”. Chúzate esa. Eran unas declaraciones que concede al delegado en
Europa de la United Press International el 7 de noviembre de 1944. se trata de
una exclusiva de excepción en la cual vamos a encontrar a un Franco si no
diferente al menos novedoso. O por lo menos ansí lo pone de manifiesto el
entrevista autor de la entrevista Anthony L. Bradford a quien recibe en el
palacio del Pardo con toda suerte de honores y de boato. Piensa el periodista
que este no debe de ser mi Franquito. Me lo trocaron. El marco es incomparable,
majestuoso. Bradford se encuentra impresionado que creen ver en esta vis a vis
más a un rey con el boato de toda su corte más que a un general. A lo largo de
su carrera política Franco fue
entrevistado – era aficionado a las interviú personal- como doscientas
veces. No dio una conferencia de prensa jamás. Pero los huéspedes
norteamericanos de UPI quedaron harto impresionados por la munificencia y el
boato del anfitrión. Por lo demás Franco en dicha entrevista hace un trazado de
su política gubernamental en el marco del anticomunismo y la catolicidad, los
valores occidentales. Anuncia una nueva amnistía e intensifica las garantías de
la redención de penas por el trabajo lo que supone que prácticamente no fan a
quedar presos políticos con delitos de sangre. Todos a la calle. Pero ni las
entrevistas ni los gestos atemperan a Roosevelt el cual lo está apuñalando por
la espalda. Francia es también un enemigo incómodo al otro lado de los
Pirineos. El hostigamiento que llevan a cabo los maquis con apoyos logísticos y
tácticos franceses constituyen para franco una desleal villanía: “jamás hubiera
atacado España a la Francia vencida aun cuando hubiésemos sido invitados a hacerlo
en 1940. Esto no entra en nuestras tradiciones por ser incompatible con nuestra
hidalguía”. Además se lamenta el caudillo de la falta de juego limpio que
observa entre los norteamericanos. Anuncia que respeta al gran pueblo yanqui
pero que ni él ni su gobierno harán una política servil. Esta entereza, tales
agallas, sorprenden al periodista de UPI. Franco no tiene pelos en la lengua.
“Hemos declarado nuestra mentalidad y cuál iba a ser la trayectoria desde 1938.
Nunca haremos leña del árbol caído” decía las cosas claras y con elegancia,
pero nada de servilismos. Dice que España no es un estado totalitario sino
totalitario y aduce como prueba de eso mismo los principios básicos del
Movimiento que nada tienen que ver con el nazismo ni con el fascismo. Frente a
la sinrazón opone Franco la sinrazón y su discurso resulta del todo congruente
y articulado. Invoca los principios del Movimiento. Por el pan. Por la patria.
Por la justicia. Un ideal de comunidad participativa en las enseñanzas del
Evangelio. Ningún totalitarismo. Invoca al individuo, al ser real, a la persona
humana. Intuía que se acercaba, aunque no hubiera leído a Huxley ni a Orwell,
un tiempo de totalitarismos no sólo los de izquierda marxista sino también los
del capitalismo salvaje que son dos patas de un mismo bando. Si para unos el
hombre o la mujer son unidad de producción para os otros son unidades de
consumo. Existes en cuanto compras y tanto eres tanto gastas. ¿Y los valores
espirituales? La España de Franco se alzó contra el materialismo a sendos lado
del espectro pero con este fiarse de las cosas del espíritu consiguió un
bienestar económico como nunca lo había conseguido España en su historia. El
programa de justicia social de los falangistas de Girón hasta aquí y hasta
ahora nadie lo ha superado. Y con respecto al armisticio franco alemán entre
Vichy y Berlín, “jamás lo cohonestamos”. España siempre deseó para sus vecinos
la libertad y el orden y se abstuvo de cualquier injerencia. En cuanto a la
división azul, Franco dice que no fue más que una opción frente al comunismo.
¿Democracia? Nosotros tenemos nuestro propio concepto de democracia basado en
los fueros y los derechos individuales que arrancan del Fuero Juzgo. Al fin y
al cabo, el mensaje es bien claro: los anglosajones no pueden a los españoles
dar lecciones de democracia quien desde la edad media poseen su carta magna los
derechos y libertados basados en el municipio. Del rey abajo ninguno. La vara
de los alcaldes. Los corregidores como brazo visible de la justicia. Los
concejos que se reunían a la puerta de las iglesias, de las catedrales y los
atrios románicos. “La división no implicó la idea de conquista. No queríamos
tomar Rusia sino darle una lección a sus gobernantes comunistas. Y nuestra
retirada en 1943 fue ordenada y aconsejada por los intereses diplomáticos
españoles”. Franco hacía estas declaraciones con el encanto y la ingenuidad –en
política casi resulta naif por lo anti retórico-que le caracterizaban. Su tono
resulta convincente. Marca como principio cardinal de la acción de su gobierno
la pacificación interior y el regreso de los refugiados políticos. “Les
acogeremos con tal de que se abstengan de hacer proselitismo y que se atengan a
las reglas del juego”. Otro tema que aborda en esta entrevista con la United
Press es la eventual restauración de la monarquía. Pone una condición: “Que sea
una monarquía diferente a la que tuvimos en España durante el siglo XIX y se
atenga a los tiempos nuevos”. Esta entrevista es un echado de sentido común, de
serenidad, de juicio y de capacidad de discernimiento. Franco estaba pensando
en el hombre de la calle no en los políticos, en esa mayoría natural de las
democracias cuya opinión no suele estar desencaminada. Vox populi. Vox dei.
Pide a Roosevelt que tenga clemencia con los vencidos porque la munificencia y
la liberalidad del vencedor suele ser un preludio de la paz. También pide voz y
voto para la conferencia de Yalta donde se repartieron Europa y España es parte
sustancial de Europa pero allí tampoco la dejaron hablar. Uno de los actos
fallidos de los españoles de posguerra es un complejo de culpa ue viene dado
por el ostracismo político. Los españoles se sienten en offside y como este es
un país pendular cuando se abren las compuertas vamos a estar en los lugares
más inverosímiles y hasta en Afganistán. Nos apuntábamos a un bombardeo
precisamente para resarcirnos de aquel tiempo de silencio y aislamiento que si
bien se mira no lo fue tanto. Aznar sale en la foto de las Azores. Todas las
misiones de paz. Hasta los norteamericanos se sorprenden de esta disposición a
apuntarse incluso a un bombardeo. A Franco le negaron la entrada en Potsdam y
en Yalta como todavía le dieron calabazas cuando quiso ingresar en la Logia
zaragozana ¿y eso va a suponer un trauma? Quizás pero por el momento no habría clemencia
para con los vencidos. Franco que se crecía en las dificultades nunca tuvo esa
conciencia de derrotado. Aguardaban a España siete años de bloqueo económico y
de aislamiento internacional. Y de anatemas. Sería su mejor prueba de fuego,
pero Franco quería ser oído. Entonces nadie quiso escucharle. Sin embargo,
aquella entrevista con la que el general rompía cinco años de silencio marcó un
hito y causó una gran impacto a nivel internacional. En Londres el Observer siempre tan reticente hacia el
franquismo proclama en un editorial que “he is a hard guy to cope with”.
En Inglaterra, tratándose de políticos españoles, no estaban acostumbrados a
esta clase. Franco se expresaba un poco en el tono de Felipe II. No era un
perrillo de aguas domesticado ni un monaguillo. El ministerio de Exteriores da
un mentís rotundo a la noticia de la BBC de que cerca de quince mil soldados
alemanes huyeron a España después de la derrota para ganarse la vida. los
ingleses, siempre tan perifrásticos, decían que algunos de ellos se habían
alistado en la policía española. la verdad era sin embargo muy otra: únicamente
150 veteranos de la Wehrmacht y la Luftwaffe habían pedido asilo político y
habían sido todos recluidos en el Campo de Internamiento de Miranda de Ebro con
arreglo a las disposiciones internacionales sobre las leyes de acogida.
Curiosamente después de las grandes crisis internaciones habidas en Europa (
las dos guerras mundiales y la caída del muro de Berlín) España es utilizado
como portaviones o base de relanzamiento de estas corrientes de migración. A
las fuerzas oscuras le interesan una España de puertas abiertas. Esta idea
explica las corrientes de migraciones masivas tanto del Este –rumanos,
búlgaros, polacos, ucranios- como de Marruecos y del Subsahara. Es evidente y
esta es la idea motriz de este libro que sin Franco ni Hill Stricker ni tantos
y tantos judíos como a lo largo de nuestra residencia en los Estados Unidos
hubieran podido tener la oportunidad de viajar a los USA. Tantos los verdugos
como las víctimas son acogidas con independencia de que luego puedan ser
juzgados y esclarecidos sus delitos. Esta es en síntesis la idea del
cristianismo y del mesianismo que es una de las características idiosincrásicas
del perfil de España como nación católica. Rommel se suicida el 16 de octubre
de 1944. fueron los funerales más espectaculares y grandiosos del III Reich. El
juramento de lealtad el militar nazi lo había llevado hasta las últimas
consecuencias. Se celebran las primeras elecciones sindicales en Zaragoza. Hay
que moverse con arreglo a los nuevos vientos que soplan contra el horizonte. Es
una forma de dar carrete y de hacer el paripé, tan importante en política donde
la mujer del Cesar no sólo tiene que ser casta sino también parecerlo, pero
Franco ya lo había advertido en una entrevista: “Los españoles no están
preparados para una democracia a la occidental. Aun. Pero tengan calma. Todo se
andará”. El general Llague a través de la prensa pone en conocimiento de los
españoles que su campaña contra el maquis fue un éxito. Los últimos reductos
guerrilleros habían cruzado Roncesvalles y sólo le faltó añadir el parte
lacónico de cautivo y desarmado el ejército rojo etc. Pero el laconismo con que
informa este soldado soriano que se curtió en la legión poco explicita de la
dureza de aquella guerra y de lo arduo y sangrientos de aquellos combates.
Fueron guerra sucia. Son fusilados René Platón, consejero de Petain y Darquier
de Pellepoix encargado de Asuntos Judíos del gobierno de Laval. Fuerzas de la
Resistencia asaltaron todos los consulados y legaciones diplomáticas españolas
en Francia. De Gaulle conquista a Francia. Con la ruptura de la Línea Sigfrido
se produce el gran asalto hacia Berlín. Quedaba todavía medio año de guerra.
Todas las legaciones diplomáticas españolas en Francia fueron asaltadas y
quemadas. En Madrid se hablaba de la redención de penas por el trabajo y de la
destilación molecular.
-
Un
toro es algo muy serio – decía Manolete en una entrevista- Por eso yo no me río
nunca en la plaza.
El director del Alcázar
Laurentino Moreno Mungúia es destituido fulminantemente el 7 de septiembre de
1944 por un editorial en que criticaba a los norteamericanos. Ya no se podía
hacer cantos epinicios a las potencias del Eje. Los españoles no se habían
hecho a la idea de que estaba a punto de caer el III Reich. Los más se
acomodaron al nuevo estado de cosas pero otros resistieron numantinamente como
era el caso de Laurentino. La biología nos dice que sólo sobreviven las
especies que se adaptan al medio. Las otras perecen. Esto no era más que la
tapadera. En realidad el director de Alcázar no había sido fulminado por
elogiar a los alemanes sino porque en un pequeño recuadro había hablado de un
tema tabú: las encarnizadas luchas que tenía lugar en el Norte. Franco había
ordenado la ley del silencio. Por eso ganó aquella guerra. Su instinto político
le decía que era la única manera y es el sistema con que los ingleses y
americanos ganaron todas sus guerras. Al enemigo ni agua. Por eso quizás la
actual democracia tenga perdida la batalla con ETA a la que se da una
preeminencia informativa y una importancia extrema. Unos cuantos pistoleros
tienen secuestrados a todo un país. Las guerras terroristas sólo se vencen con
enanos infiltrados, espías, picos palas y azadones y aplicando la ley de fugas.
La censura aquel año del 44 se estaba empleando a fondo. Churchill manda horcar
a Lord How-How. Fue descubierto por un soldado británico cuando confundido
entre la multitud de desplazados se disponía a tomar un tren camino de Hamburgo.
El coronel Ortega que era el encargado de la lucha contra los partisanos estaba
pasando sus apuros pero la mayoría de los españoles estaban ignorantes de
aquellas encarnizada y sórdida lucha. Nescio quid dicis. Ortega operaba
en el Pirineo. Los legionarios y guardias civiles de Yagüe peinaban la
cordillera cantábrica. Ambas facciones combaten a fondo y se emplean con una
dureza extraordinaria. Todos eran veteranos de la guerra de España y entre los
cuadros había unidades de la resistencia que habían liberado Paris. Era la
columna Durruti. Sus milicianos habían luchado en el Ebro. La acción en las
montañas se ve secundada por golpes de mano en el interior de la península.
Varias bombas hacen explosión en la capital de España pero los periódicos dicen
que ha explotado el gas. Los españoles temen a otra nueva guerra civil que fue
evitada en parte por la indecisión de los aliados y también por el coraje del
hombre que estaba al frente de los destinos de España. Franco creía en su
estrella. Estaba imbuido de fe mesiánica. Factor a su favor: que tuviera tras
si al ejercito unido como una piña por más que la nómina de generales
reticentes fuese amplia: Aranda, Kindelán, Yagüe, Vigón. A todos ellos los
consigue silenciar en la lucha. Cerrada batalla dialéctica. Fuego graneado de
conminaciones y de chantajes. El flexo del pardo continúa encendido en las
noches oscuras de España. El senador Turmel en el congreso americano dice que
España tiene derecho a la autodeterminación. Eso de las autodeterminación suena
a noche de cuchillos. La pronuncias y empieza a correr la sangre. Cerca ya la
navidad los alguaciles de don Samuel Hoare que no celebraba la navidad sino la
janucha estaban trabajando en el proyecto de invasión militar. Los blindados de
las motorizadas avanzarían desde Portugal y se plantarían en Talavera en un
periquete. Coser y cantar. El pretexto del asilo político otorgado a refugiados
alemanes (¿no habíamos quedado en que eran ciudadanos judíos en desgracia?)
sería el pretexto consabido para la ruptura de hostilidades. Justificaban la
invasión. Sin embargo, las declaraciones del Caudillo a UPI habían causado
excelente impresión en América. El embajador inglés y el estadounidense por
baraka de franco se llevaban a matar y Roosevelt no sabía a que carta quedarse;
estaba demasiado enfermo para pensar. Lord Templewood es sustituido. La fortuna
sigue trabajando a favor de Franco que siguió en su palacio del Pardo viéndolas
venir. Cela acababa de publicar la tremebunda novela de “La familia de Pascual
duarte”. Su firma aparecía en la nómina de colaboradores de Arriba. Trabajaba
como censor en la calle Gastaminza de 9 a 2. el ex legionario de Padrón había
conseguido una pequeña sinecura pues por entonces, incluso Franco, todos
estaban un poco a verlas venir. Cela personaje indiscutible de la política y la
literatura durante estos años fue muchas cosas. Desde vagabundo a cartero real.
También se ofreció a Camilo alonso Vega para ir a la caza y captura de rojos.
Luego acabó presidiendo la Sociedad de Amigos de Israel. Nunca hubo congruencia
en su pensamiento política pero nunca traicionaría a su sentido del humor. Un
humor del que ya haría gala con coraje en aquellos años cuando una mala burla
podía ser pagada con la cárcel. Un día que tenían poco que hacer él y otro compañero
merendaron y bebieron vino en cantidad. Y para divertirse se subieron a la
mesa alargada donde se exponían las
galeradas de libros y de periódicos y empezaron a desfilar marcando el paso. De
gastador iba Camilo y de turuta Víctor Ruiz Iriarte que era tan pequeñín que
cuando estaba en el Café Gijón los pies los bamboleaba sobre la silla como los
peques. Y así fueron pescados incontinenti por el jefe a la sazón Juan
Aparicio. Víctor Ruiz Iriarte medía 1.63. Don Juan se quedó de un aire.
-Pero
¿qué hacéis ahí pedazo de cabrones?
-Estamos
jugando a guardias y ladrones. Yo soy la guardia civil y al pequeñín lo
llevamos preso.
El jefe de la censura estalló en una gran carcajada y por fortuna
la coswa no pasó a mayores. CJC pudo seguir publicando sus exquisitos artículos
en la Prensa del Movimiento. “La idea de la novela-escribe en uno dellos- ha de
llevarse dentro, como el sabor de las peras, el olor de las flores y la brisa
del mar”. Pues muy bien. El 25 de noviembre de 1944 se produciría una nueva
barajada en los cuadros de las jefaturas provinciales del Movimiento. Un nombre
que saltaría en este reajuste sería el de Carlos Arias Navarro. Se le nombra
gobernador civil de León. Aquel madrileño que había ingresado en la carrera
fiscal en 1929 y que fue fiscal del ejercito en la guerra civil (el carnicero
de Málaga le llamaba Raúl del Pozo) tuvo fama de juez duro pero al anunciar la
muerte del General en 1975 era un viejo con la voz quebrada por las lagrimas.
El 3 de diciembre el embajador Carlton Hayes y el canciller Lequerica suscriben
un primer acuerdo para el trafico aéreo entre España y Estados Unidos. Dicho
protocolo va a significar el inicio de una nueva etapa en las relaciones
bilaterales. También empieza el turismo. La cultura de masas. El hombre lábil y
móvil. España se convierte en punto de escala en los viajes transoceánicos
hacia la Europa mediterránea y el Oriente Medio. Samuel Hoare a los pocos días
de cesar como embajador ingles en Madrid pronuncia un discurso en los comunes
de corte roussoniano en el que por primera vez reconoce la importante labor de
Franco en la ayuda a los judíos en tránsito. Pero pide a éste que permita la
libertad de culto y la supresión de los tribunales especiales. Hay una crisis dentro del Consejo Mundial Judío.
Los rabinos neoyorquinos S. Wise y Abrahán Hillel protestan ante el gobierno
norteamericano por su poco apoyo a los refugiados y a las colectividades de
pioneros israelíes en Palestina. El lobby judío no era por aquellas fechas tan
poderoso como en la actualidad cuando se ha convertido en el arbitro de la
acción exterior del Departamento de Estado.
Goebbels celebra su ultima noche vieja en el mundo con un canto de
alabanza a su jefe: “Adolfo Hitler-dice- ve lo que otros no ven y espera cuando
los demás desesperan.
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Capítulo XI