Acaba de publicar Aproximación a la historia de Soria, obra en la que profundiza sobre los orígenes de su ciudad natal. Gilberto Soriano se ha centrado, fundamentalmente, en la localidad de Soria y su Tierra, es decir, el territorio que Alfonso I de Aragón y Pamplona entregó a Íñigo López a comienzos del siglo XII, así como la evolución del mismo entre los siglos XII a XIV. Bajo ese enfoque cree que se puede conocer mejor cómo se transformó Soria, pasando de ser una pequeña villa a capital de la provincia, un desarrollo que él considera que tiene poco que ver con la historia de Numancia y otros episodios históricos prestigiosos.
En pleno San Juan hacemos referencia a los orígenes de la ciudad, ¿qué relación tienen las collaciones que usted investiga con las cuadillas?
La Soria que estudio es la de las collaciones, es decir, una época algo anterior a la de las cuadrillas. Sin embargo, ambas figuras, la collación y la cuadrilla indican, bien a las claras, la existencia de un fuerte vínculo de unidad dentro de los distintos sectores geográficos de la hoy ciudad de Soria que, lejos de suponer una división en departamentos estancos, ponen de manifiesto que el acusado individualismo del que pueden hacer gala todos los sorianos no sólo no impide, sino que fundamenta, la unidad de todos. En realidad, creo que el doctor Máximo Diago [el mayor estudioso de la Edad Media en Soria] ha trabajo mucho más intensamente el fenómeno de las cuadrillas y a sus estudios me remito estos días.
¿Qué valor tiene el mantener los usos y costumbres y el difundir los orígenes de la ciudad?
En los tiempos que corren me parece que es verdaderamente complicado sostener que las fiestas mantengan una gran relación con la religión como parece indicar la intitulación de Fiestas de San Juan. Realmente, las fiestas de Soria están dedicadas a la Madre de Dios, aunque su pistoletazo de salida se produzca con ocasión del San Juan de verano, es decir, el día 24 de junio, muy cerca del solsticio de verano y fecha también de toma de posesión de los cargos concejiles cuando en Soria todavía había un sistema de concejo abierto. En la Plena Edad Media la religión era muy importante, hasta el extremo de que muchos documentos recogen que, en el territorio al que se refieren, gobernaba un determinado rey sub imperio Dei y el acceso a la mayoría de los cargos se realizaba jurando sobre los Santos Evangelios, lo que era claro impedimento para que los ocuparan quienes no profesaran la religión cristiana.
¿Qué importancia tiene para usted la tradición en Soria?
Sobre ese asunto hay tantas opiniones como personas. En la mía, la tradición no sólo es un poderoso vínculo con nuestros mayores sino una muestra de satisfacción por ser continuadores de las costumbres que tuvieron nuestros padres y conforman una parte esencial del comportamiento social.
¿Cree que se conoce debidamente la institución de los Doce Linajes de Soria?
La verdad es que me parece que la institución conocida como Doce Linajes es bastante anecdótica. Quizá sea mucho más interesante para los historiadores y genealogistas que para la población en general porque, aunque tuviera sentido en su momento y explicara muchas cosas, creo que no tiene mucho que ver con la Soria de hoy. Entre especialistas sí que, quizá, sería útil realizar una investigación más cercana a las fuentes y menos relacionada con el posible prestigio que tuviera ostentar un determinado apellido o pertenecer a un concreto grupo familiar. Dicha investigación entiendo que facilitaría una dimensión más exacta de las luchas por el poder económico, social y político que tuvieron lugar en otros tiempos en Soria. Pero no para esta época, que nada tiene que ver con ellos, salvo el posible uso turístico como una atracción que nos han regalado los tiempos pretéritos.
Es abogado y licenciado en Historia. ¿Por qué decidió profundizar en los orígenes de la ciudad de Soria?
De pequeño paseaba muy a menudo por el Espolón con mi padre, que me contaba muchas historias sobre Soria. Me llamaba la atención que, de lo que yo oía, parecía que Soria había sido protagonista de grandes episodios históricos. Sin embargo, pronto comprobé que, fuera de ella, la idea que se tenía es que era un lugar pequeño, tranquilo y poco importante. De hecho, Nicolás Rabal comienza su obra sobre Soria con un pareado que reza «nunca la gente de Soria hizo gran bulto en la Historia». Estaba claro que los sorianos o, al menos, los de mi familia, tenían una idea de Soria muy distinta a los demás. Con esto me picó la curiosidad y decidí enterarme lo mejor posible de qué era cierto y qué no en lo que se entendía por Historia de Soria.
¿Cuánto ha escrito de la Historia de Soria? ¿ Qué tema abordó en las jornadas científicas Soria 1119 en el aniversario del Fuero de Soria?
Realmente, he escrito muchos más artículos que libros sobre el tema. Los libros y mi propia tesis los he centrado más en el conocimiento de cuando nació Soria a la Historia y porqué se pobló. Este aspecto es lo que más ha interesado y es también de lo que hablé en las jornadas. Quizá, si los sorianos tuviéramos más claro por qué se erigió la localidad nos podríamos aplicar mejor a su conservación y potenciación económica, política y social.
En su nuevo libro, recientemente presentado, ha puesto en valor la obra de Miguel Martel. ¿Qué destacaría de este personaje y de su obra?
Miguel Martel es quizá el primer historiador de la localidad de Soria. En su obra se encuentran muchas de las afirmaciones que se han venido manteniendo sobre ella y, aunque algunos autores la descalifiquen, lo cierto es que lo que dice, más o menos matizado, ha sido empleado a modo de punto de salida en la mayoría de las investigaciones sobre la historia de este lugar. Hace algunos años, Marisol Encinas denominó intrahistoria a lo que se supone que se conoce sobre la época más antigua de la historia de Soria, sin duda queriendo indicar, rememorando a Unamuno, lo oscuro de los inicios de la localidad.
Martel es un autor del siglo XVI, un momento en que hubo muchos interesados en prestigiar los orígenes de las ciudades y, a mi modo, él lo hizo con Soria, aunque esta función se le ha atribuido también a Francisco Mosquera de Barnuevo, a quien tampoco se le ha hecho mucho caso. Ni Miguel Martel, ni Francisco Mosquera de Barnuevo, ni el propio José Antonio Pérez Rioja, el primero, eran nacidos en Soria. Salvo en el caso de Nicolás Rabal, autor de una historia de Soria que, aunque escrita a finales del siglo XIX sigue siendo objeto de consulta y que parece fue encargada por una editorial catalana, cualquiera creería que la historia de este lugar solo interesa a los de fuera.
Miguel Martel, a mi modo de ver, era un oscuro canónigo que intervino como testigo en el llamado Milagro de Vico y que, quizá por encargo, realizó una investigación bastante prolija sobre Soria, gracias a la que se han conservado muchas noticias e hipótesis sobre ella. Galo Sánchez aprovechó los fragmentos del Fuero de Soria que Martel insertó en su obra para completar su estudio sobre el mismo, un texto jurídico sobre el que mucho se ha discutido, sobre todo desde que, en la segunda mitad del siglo XX, el soriano Alfonso García Gallo lo propuso como fuente del Fuero Real. Como esa, otras muchas informaciones de Martel, que se encuentran en su obra, han sido usadas con frecuencia, pero son citadas sin identificar su procedencia o atribuyéndolas a otros.
En nuestro tiempo se hablaría quizá de plagio en circunstancias parecidas, pero creo que ha sido la simple ignorancia del origen de las manifestaciones que se recogían, coherente con la idea de intrahistoria que defiende Encinas, las que están en la base de ese anonimato en las citas. No en vano hay que tener en cuenta que la historia de Soria, contenida en la Fundación de Soria de Martel, cuenta con pocas ediciones y se conserva manuscrita y creo que poco leída en la Biblioteca Nacional de España. Hilario Ayuso, a comienzos del siglo XX, hizo una edición parcial de la obra, Sáenz García es el único que ha hecho una edición literal de ella, basado en una copia hecha por Florentino Zamora, aunque su título produce cierta confusión, y la Biblioteca Nacional publicó las fotografías del manuscrito pero, salvo la segunda de las mencionadas, y quizá porque contiene copia de los escudos de los Doce Linajes, han tenido poca circulación.
¿Qué cuestiones cree que deben tenerse claras para comprender la Historia de Soria?
Muchos son los aspectos que creo que hay que estudiar con relación a los primeros momentos de la historia de Soria. Si para el siglo XV y siguientes ya se dispone de una cierta documentación con estudios de autores tan prestigiosos como los doctores Máximo Diago o María Asenjo, para los siglos XII, XIII y XIV se tiene muy poca y, a mi modo de ver, las opiniones sobre lo ocurrido entonces se han ido repitiendo en el tiempo, a pesar de que las fuentes no parecen sustentar esas hipótesis. Por ponerle un ejemplo, en 2006 se celebró en Soria el 750 aniversario del Fuero de Soria.
Pues bien, el 19 de julio de 1256 (750 años antes) lo que Alfonso X impuso a Soria fue el Fuero Real, suspendiendo la aplicación del Fuero de Soria, un conjunto normativo que creo entronca directamente con el único sistema dispositivo que supongo contuvo el primigenio Fuero de Soria, posiblemente obra de la curia de Alfonso I de Aragón y Pamplona, conocido como Alfonso el Batallador, que se lo otorgó a Soria en marzo de 1120. Así resulta que lo que se conmemoró en Soria como el 750 aniversario del Fuero de Soria fue justo lo contrario, el 750 aniversario de la suspensión de dicho Fuero, repuesto el 29 de octubre de 1272, según un documento que el Archivo Histórico Provincial de Soria adquirió en una subasta hace un tiempo.
¿Cómo se ha documentado para poder actualizar toda la información recogida en la publicación?
Pues de la única forma que entiendo se puede uno documentar es visitando todos los archivos que he podido, donde sospechaba que había documentación relacionada con Soria y leyendo muchas colecciones diplomáticas. Durante varios años he dedicado las mañanas de los viernes a investigar en el archivo de la Junta de Castilla León; el Departamento de Cultura de Soria, donde he contado con la fundamental ayuda de Elena Heras; en el archivo de San Pedro Apóstol de Soria, donde gracias a Jesús Muñoz he encontrado muchas cosas; en el archivo Diocesano del Burgo de Osma; en el Archivo de Simancas; y en otros muchos archivos de organismos eclesiásticos y municipales. También he aprovechado que vivía en Madrid para visitar en multitud de ocasiones el Archivo Histórico Nacional y la Biblioteca Nacional, donde hay bastante documentación relacionada con mi localidad de origen. Para que nadie tuviera que pasar por lo mismo que yo, he confeccionado una Colección diplomática de Soria de los siglos XII, XIII y XIV, donde figuran las transcripciones de muchos documentos, la mayoría de mi autoría y otras realizadas por prestigiosos investigadores, porque nunca he entendido muy bien porqué había que desechar el trabajo realizado por éstos, sobre todo cuando se referían a documentos ya perdidos.