ISABELA
El mundo tiembla
acongojado bajo la mirada del Hijo del Sastre de Lvov ojos apocalípticos, el infierno
de una sentada the sound and de fury y yo me paso por Medina para honrar a mi
reina. Isabel siempre será para mí la reina santa, no la canonizarán y menos en
la actualidad con ese rabino argentino que se ha colocado la tiara sobre sus
inmundas sienes.
Isabel de Castilla la viril femineidad. Voy cantando
por el camino la vieja letrilla del epitalamio ¡oh aquellas bodas que depararon
la unidad de la patria, aunque quede sólo Gibraltar!:
“Flores de Aragón
Que en Castilla son
Tanto monta, monta tanto
Isabel como Fernando”
Ya no queda nada de
aquella España heroica pues de noche lo mataron al caballero la gala de Medina
la flor de Olmedo.
La gran plaza de Medina
sale a saludarme. Un rabino monta guardia en el pulpito al aire libre de la
catedral sombra aciaga y vigilante. La estatua de la Reina ha desaparecida o la
han puesto en los trascorrales del convento de la Teresona.
Ya expliqué en mi libro
quien era aquella supuesta en mi libro “Teresa la judía conversa”. Mis sueños
de unidad y armonía se fueron abajo ante la estatua decapitada.
Siento ganas de llorar y
presiento la llegada de tiempos de iniquidad. El rabino en lo alto del balcón
de la cristiandad no cesa de mirarme e increparme con su voz ronca de fumador borracho.
Es el Hijo del Sastre de Lvov arengando a la humanidad propalando mentiras.
Sobre Europa soplan vientos
de furia y de fuego. Arden los campos en este lugar donde con dineros de
Haceldama se pagaron las guerras de Flandes. Dinero llama dineros. Aquí fue
inventada la letra de cambio a ritmo de un trabalenguas que decía: ciudad por
ciudad Lisboa en Portugal. Villa por villa Madrid en Castilla y tanto por tanto
Medina del Campo.
Aquí murió. Aquí otorgó testamento la Viril Femineidad.
Recuerdo cuando llegué a Inglaterra mi pobre suegro que paz descanse míster
Graham Hugh me puso en las manos la biografía de Isabella de Walsh y desde
entonces no he dejado de leerlo. Me fascina este personaje. Fue una española
carismática cifra y compendio de la catolicidad. Gracias a ella medio mundo
habla español y reza el Credo de Nicea. Mas sobre ella crujen los anatemas de
la inquisición judaica esgrimiendo las heces de su vomitorio infernal. Los ojos
de Zelensky fulgores de venganza que piden sangre contrastan con los de esta
mujer carihonda tapada con un velo que destilan quietud y serenidad. Son enterizos.
Inspiran paz. Nada zahareños.
El mandamás ucraniano
mira para el mundo con ojos de serpiente de cascabel heraldo de la guerra
nuclear. Me pierdo en la biografía de Walsh y veo a la reina rubia jugar al
corro de las patatas con Beatriz de Bobadilla su amiga inseparable en el patio
de armas de Arévalo. Aprender latín con la Galindo, cantar romances, tejer
sobre el obrador y la rueca, llorar ante la tumba de su hijo Alfonso muerto en
la flor de la edad. Observando llena de piedad los borceguíes manchados de su
hermano Enrique comentando gozosa los deslices amatorios del cardenal de España
cuando éste presenta a sus hijos bastardos. Ocho mozos y tres mozas Mendozas:
─Ya veo, ya los bellos
pecados de Su Ilustrísima.
O echándole un rapapolvo
al primado Carrillo esa mala bestia con mitra partidario de la Beltraneja. Dijo
la reina:
─Quiero ver a los
obispos en pontifical. A los caballeros prevenidos en frontera y a los ladrones
en la horca.
Desmochó las torres de
los castillos de los nobles levantiscos, echó a los judíos que tenían acogotado
al pueblo mediante la usura. Descubrió América y por sic esto fuera poco
conquistó Granada 777 años después de la invasión musulmana. Las palabras de
aquel abencerraje lamentándose por la perdida de la Alhambra siguen siendo un
eco lúgubre en la historia de España. ay de Alhama.
Sigo leyendo la obra de
Walsh que me legó mi suegro Mr. Graham Hugh, aunque no sea un libro políticamente
correcto porque en Inglaterra y en España las dos naciones que amé son reinos y
baluartes del judío errante y Zelenski vuelve a ser aquel moro energúmeno Warfe
que descolgó el cartel colocado en un golpe audaz del Ave María en la mezquita
de Granada. El caballero se llamaba Hernando Pérez del Pulgar.
Ya no quedan capitanes así en esta España sin
pulso y sin cojones. Medina del Campo es un aduar con multitudes silenciosas
que han dejado de ir a la iglesia a rezar y acuden a los grandes almacenes de
Alcampo con el mismo fervor religioso igual unción comercial con que sus antepasados
acudían a misa cuando las campanas de la iglesia mayor repicaban gordo. Tanto por
tanto Medina del Campo Sea esta mi jarcha un lamento por la estatua de la reina
Isabel degollada y profanada.