2024-10-22

 RECUERDOS DE UN ACÓLITO DE LA CATEDRAL DE SEGOVIA PENSÓ QUE A LO MEJOR OS PODRÍA INTERESAR. SOY ANTONIO PARRA PERIODISTA DE 79 AÑOS

AG
antonio parra galindo
Mié 05/07/2023 16:01

 CANTO GREGORIANO

EL cancel de la catedral de Segovia (aquel armatoste de madera de pino de casi veinte metros de altura y tres de ancho) lo transpuse infinitas veces cuando era monaguillo. Me sabía el confiteor y el suscipiat y el canon del viejo rito. 

Las palabras en latín suenan dulces y terapéuticas en mi memoria.

Era la magia del Siete, las octavas y neumas del canto gregoriano. Percibo ahora ya viejo en mi memoria los kiries y los gloriapatris conjugadas con el vozarrón del deán Revuelta que nos convocaba:

─Niños, a coro

Y un revuelo de sotanillas rojas y roquetes blancos se abría paso por la vía sacra desde el altar mayor a toda prisa. Venían los turiferarios perfumando la nave de la catedral gótica, detrás los pertigueros seguidos del magistral, el lectoral, el racionero y el fabriquero.

Sonaba la voz profunda de don Quirino el beneficiado que cantaba la Passio los viernes santos interpretando a Cristo, Matesanz el tenor lo bordaba como cronista. Don Macario hacía de pueblo dando voz a las turbas en el gazofilacio.

Recuerdo aquellos veranos de mi infancia en que me nombraron seise y tiple de la escolanía. 

Bajaba pedaleando en mi bicicleta desde Valdevilla hasta la Plaza Mayor y me introducía por el cancel, casi no tenía fuerza para empujar el portón y salir indemne del capotazo del grueso telón de cuero que ponía al templo mayor a recaudo de los fieros fríos invernales de Segovia.

Allí estaba ya doña Bibi la pobre vergonzante envuelta en un ropón de piel de carnero pidiendo limosna murmurando a través de su boca desdentada la oración del Justo Juez. Una limosnita por el amor de Dios.

Yo siempre daba a la pobre vagabunda una perra gorda aunque sabía que luego se lo gastaba en vino. A su marido y a un hijo suyo los habían matado los rojos en la batalla de Brunete y se dio a la bebida.

 Ya estaba todo el cabido sentados en sus sillares o apoyando el trasero en las misericordia dispuestos a entonar el Domine Labia mea Aperies.

Las palabras eran en latín pero en todas ellas palpitaba el espíritu de Israel.

 Las laudes eran a las diez más cortas que Prima. Acababan con un una bella suplica intercesora a la Virgen María. 

Toda la clerecía entonces salía a desayunar. Muchos eran profesores del seminario o párrocos.

 Escapaban a decir misa. Nona era al mediodía y Tercia a las tres de la tarde. El oficio de Tercia se desarrollaba a la misma hora en que Jesús expiró en el Monte Clavario.

Más o menos la hora de comer y a la tarde cuando el sol se hundía tras el horizonte, Vísperas. 

Y así día tras día durante casi nueve siglos.

 Una melodía que no cesa y atraviesa el tiempo dejando aparte las guerras, la peste, el hambre, las secas, los terremotos. Esta continuidad de la iglesia de Segovia es una de las grandes tradiciones del depósito de la fe cristiana El canto gregoriano es todo él un fulgor de belleza contemplativa.

 El hombre se abstrae de sus miserias y se eleva. A Dios deben de complacerle las alabanzas y derrama sus gracias sobre la tierra. Es otra de las grandes virtudes del catolicismo.

 No lo toquéis más que así es la rosa. Cuando empezamos a razonar y cuestionar con innuendos, minuendos y sustraendos y pegas, la flor se marchita. 

Cristo es el Amor y la Belleza. Permite salir la voz del amor desde sus cuerdas vocales. Gallo que no canta algo tiene en la garganta. Las secuencias y antífonas gregorianas son gritos del alma remedio de la tristeza, acicate de la alegría. 

En e seminario aprendí yo a amar el canto coral y lamento que Novo Ordo haya obviado al canto gregoriano dando paso a instrumentos musicales como la guitarra o la trompeta que fueron prohibidos en las misas por Pío X. el diablo debe de estar contento por este cambio.

 Dicen que el mejor instrumento musical es la voz humana. Únicamente los rusos han conservado tan gran acerbo que data de los primeros siglos de la cristiandad. Los troparios bizantinos abren la puerta de los misterios. 

El ser humano ha cantado siempre en las bodas, en los entierros, en las faenas del campo, en las del hogar, en las tabernas, en el amor. Los guerreros iban a la batalla cantando. ¿Dónde ha quedado el arte del contrapunto? ¿Qué se hizo de las antiguas melodías? Comprenda el lector el desencanto de este viejo que aprendió a rezar y a cantar el oficio divino en la catedral de Segovia


antonio parra galindo

 

 

VIVES RECOPILACIÓN

 

No creo que Vives marchara al exilio por temor represiones inquisitoriales sino por negocios. Enigmática figura que canta a Valldaura en sus libros al tiempo que lanza andanadas contra el amor cortés tan de moda en su tiempo. Acaso fuera un disciplinario, combate la tiranía de la guerra, elogia la templanza en la mesa mientras describe sus banquetes domésticos, comida opípara, manjares suculentos. Le gustaba la cerveza y la gula contra la cual pugnaba y predicaba, fuera tal vez ocasión de la gota  que le acortara la vida a los cuarenta y ocho años. Y despotrica contra los teólogos, gladiadores de lo divino pero en sus colaciones y escrituras esboza fórmulas que hoy día son de provecho pues aconseja escribir corto, triturado y bien dicho: “No tomes la pluma cuando te sientas agitado por el odio, la ira, el miedo o la ambición”.

Ajusta las cuentas en sucesivas cartas al papa Adriano VI, al rey de Inglaterra Enrique VIII y al mismísimo Felipe II.

 Sus instrucciones a la mujer cristiana en que manda la sumisión al esposo hoy no tendrían cabida, aunque bien pudieran ser un antídoto contra la violencia domestica que se desparrama por el mundo.

Yo creo que vivía en una nube. O era un tanto arrogante o no practicaba lo que predicaba. Tal vez fuera un poco arrogante.

De su pasión por Jesucristo y su amor a la iglesia romana no caben dudas, no embargante que disemina por todos sus escritos proverbios adagios con reminiscencias talmúdicos y en ello delata seguramente su origen converso.

A ratos, se muestra oscurantista, y fustiga la concupiscencia del saber: “el escritor ha de escribir, meditar y enmendar mucho y ha de publicar muy poco; piense que su escritura permanece para siempre” .

Destilemos, por tanto, nuestras prosas y que nuestros libros adquieran el título de quintaesencias. Otro vicio vitando del intelectual es el orgullo del filosofo que da en pensar que los demás son bestias o que “el infierno está en los otros” (Sartre)

  Los jurisconsultos enredan a los pequeños con ambages leguleyos, les mandan al patíbulo o les arrebatan su fortuna. Pleitos tengas y los ganes. Evita el orgullo y la presunción pues la sabiduría del más docto entre los letrados es nada en comparación con lo que ignora puesto que tan embotados tenemos el ingenio que ni centramos el corte de las cosas”. A veces los labradores los zapateros remendones y los hombres de las clases inferiores muestran sentimientos más elevados que muchos intelectuales.

 Humildad, amigos, humildad y decoro. Vives entra a saco con la insipiencia de la erudición. Muchos politólogos y tertulieros de hoy o toda esa canalla que pulula por las redes sociales de seguro que no leyó a Luis Vives. Pues todo en la vida rebosa ignorancia y error. Sólo sé que no sé nada.

▬¿Lo entendiste?

▬No

▬Seguro que eres un burro.

▬Y tú más.

Predica el valenciano el sentido común y desautoriza a aquellos que piensan que las ideas elevadas no pueden exponerse en lengua vulgar, un varapalo a los idiomas vernáculas. Precisamente es la lengua en la que él se explica. He ahí otra de sus contradicciones. Es un error acceder a los caprichos del niño acostumbrándole a la blandura y a la glotonería. Serán esclavos de los vicios. Toda una regla de oro para esta civilización consumista, que las niñas sean preparadas para el matrimonio aprendiendo a coser, hilar y bordar para saber atender a los menesteres de la casa con modestia pudor cortesía y honestidad persuadiéndoles en la guarda de la castidad que es el tesoro de toda la mujer. Hoy le llamarían carca pues qué tío más de derechas.

 Esto suena a chino en el ambiente orgiástico de depravación y promiscuidad de nuestras juventudes. A los más aptos reténgaselos en la escuela. La escuela ha de ser seminario para la formación de sacerdotes. Los demás que aprendan un oficio de acuerdo con sus diversas inclinaciones.

Otra de sus obsesiones son los libros de caballería y novelas pastoriles contra los que endosa dictámenes retrógrados con apóstrofos rancios “las mujeres han de apartarse de semejantes libros como la víbora y el escorpión”. Es aquí donde surge la furia del converso y el talante inquisidor. Si hubiese sido cura hubiera echado de la iglesia a las mujeres en manga corta y a las minifaldas las hubiera corrido a gorrazos. Lamento tener que desdecirme de la dulzura con que presenté a este valenciano en el capitulo que dediqué a los humanistas de la reforma en mi tratado sobre la autoría. Vives anatematiza la depravación clerical pero de una manera menos cómoda y sin la jocundidad que esgrime el doctor Laguna aunque el valenciano filosofe con más ganas que el segoviano. “La verdadera fortaleza no consiste en matar, abatir, destruir; eso es propiedad de las bestias. La verdadera fortaleza esta en reprimir los vicios, sobreponerse a los azares de la fortuna y en no temer sino a la quiebra de nuestra probidad. “Los placeres del alma y los del cuerpo son incompatibles; si nos damos a los corporales, no sentimos los espirituales y viceversa”.

Con respecto al amor, diferencia al amor divino del concupiscente. Este genera envidias, recelos y afán de `posesión carnal. No es verdadero amor sino reclamo de los instintos disfrazado de la belleza terrenal que es efímera y cambiante. Con  este axioma se carga toda la literatura galante de su siglo. Mal llamado el siglo de Amor. Cree en la inmortalidad del alma y sostiene que la religión le ayuda al hombre a encontrar la perfección, algo que desconocen los gentiles. Lo explica en sus Comentarios a los Salmos Penitenciales en los cuales desdeña las enseñanzas de los filósofos paganos ▬ Aristóteles Cicerón Séneca, Plutarco ▬ para proponer como modelos a los profetas y santos del Viejo Testamento. Exhorta a abrazar la vida cristiana como purgación del alma para amar y comprender a su Creador. “Sin Cristo todo hombre es un cúmulo de vanidades”. Aspira a un cristianismo autentico bajo la piedra de toque de la caridad pero sin anatemas, excomuniones y mutuas acusaciones de herejía y reproches (barruntaba la  que se venía encima las luchas teológicas de su siglo que abrieron la puerta de grandes guerras y mortandades en el Viejo Mundo)

 Y tanto sabes como lo que obres. Del castigo de Dios nadie podrá huir ni escaparse en un caballo al galope. Resulta desconcertante y dilacerante en sus c comentarios al Salmista, al anunciar que le está llegando el castigo al guindo que se dice cristiano sólo de nombre. Idea talmúdica. Vives respira por la herida y muestra al converso que llevaba en su interior. Huid de los vicios que os persiguen. Es un heraldo de la reforma. ¿Te duele la injuria? Quizá te traicione tu amor propio pero no te preocupes Dios será tu vengador. Él te vengará mejor sin riesgo para ti y donde más le duele al enemigo pero no pidas venganza contra nadie no sea que caiga contra ti.

 Al leer tal frase siento que todo el montaje del Holocausto como obra del demonio se viene abajo. ¿Acaso tu crees que no hiciste nada malo para no merecer castigo? Pongámonos pues en manos de Dios. ¿Aborrecido? Si por tu culpa enmiéndate su no ponte en sus manos. Él no te abandonará. Es amigo fiel. Sábete que sobre los poderosos está Cristo. (Del libro Preparación del alma para la oración) la gracia fluye al alma por la tolva de la humildad y el acatamiento de la divina presencia. Vives se muestra dentro de sus inefables contradicciones y paradojas un místico de primera categoría. En política se decanta por la republica  dirigida al bien común. El gobierno del pueblo y para el pueblo pero advierte que es peligroso enfrentarse a la multitud, bestia de cien cabezas aunque nunca haya de asentirse a sus opiniones, a mal rey malos súbditos y entre los malos poco ha de durar la concordia. Las tiranías pronto se desmoronan. Estos avisos los esparce en sus cartas al Papa al rey de Inglaterra a Felipe II, aun príncipe, al archiduque de Sajonia y al obispo de Lincoln. Se muestra preocupado ante Adriano VI por el desorden que reina en Europa.

Brocárdicos responder al denuesto con denuesto es como querer limpiar el lodo con barro, no seas tan delicado que una palabreja te traspase. Ir con amenazas es cosa de mujerzuelas y no buenas. Reírse de si lo bueno es maldad de lo malo crueldad de lo mediano necedad. La ira que te amenaza aplácala con lágrimas y penitencia suplicas de perdón ante Dios y los hombres. No es torpeza impetrar perdón torpeza es tener a dios y al hombre por enemigo. Dios trajo el amor la concordia y la paz y el diablo meritísimo artífice los bandos las facciones las querellas riñas contiendas y guerras. Dios que quiere salvarnos inspira benevolencia el diablo que quiere perdernos enemistades y animo de dilatar fronteras y someter a los rivales con encarnizada saña. No haya paz para los impíos exclama el salmista oráculo divino. “Misión vuestra es santísimo padre Adriano con arreglo a los preceptos de nuestra fe como cuyo interprete gobiernas el orbe decirles a los príncipes cristianos que esta guerra entre hermanos y lo que es mas grave entre bautizados en el mismo bautismo es una guerra inicua criminal e impía que se opone a las enseñanzas de san Pablo sobre el cuerpo místico de Xto.

Ni el de Sajonia ni Francisco I ni Enrique VIII le hicieron al papa holandés y consejero de Carlos V mucho caso.

Este papa tenia un pasado. Era el responsable de que hubieran estallado en castilla las guerras de las germanías y de las comunidades. No podían faltar en un converso las alusiones a la pureza de sangre un prejuicio que infatuaba a la sociedad castellana, la inglesa, la francesa y por supuesto la alemana. “La verdadera y sólida nobleza nace de la virtud. A decir verdad todos estamos formados de los mismos elementos y Dios es padre de todos. Desmonta con su tesis los prejuicios de la teología de la predestinación y un dios solo para los elegidos o que solo los nacidos de la estirpe de David o los descendientes de Mahoma entrarán en el paraíso. Desde las torres de Brujas el filosofo español se asomaba al antemural de las fratricidas guerras religiosas algo que ha vuelto ahora y sentía vértigo, el honor es consecuencia de la virtud y no de los genes de la misma forma que la soberbia es madre de la envidia la maledicencia, la calumnia  que muerde a escondidas y de la ira. Discípulos de Cristo versus los de Plutón pero he aquí un rico mercader era una de las familias más adineradas de su tiempo predicando a favor de los pobres la mesa bien abastada y regalada defendiendo al desnudo, haz lo que yo digo no hagas lo que yo hago. Son paradojas manifestaciones de la sabiduría que una cosa es predicar y otra dar trigo. Y ello le da pie a Vives influido por las enseñanzas de su amigo Erasmo a criticar a las ordenes mendicantes que viven  de las limosnas del sufrido pueblo y fomentan la vagancia la pobreza y la sopa boba de los conventos, aspira a una religión desmantelada de sus adornos  y ese cristianismo de base que tanto tentó a los incautos y que fue pretexto de no pocas venganzas y sacrilegios, parece desoír las palabras del Salvador siempre tendréis pobres entre vosotros pero a mi no me tendréis, no os preocupéis que comeréis y o que beberéis no llevar consigo alforjas ni saco. Este carisma convirtió al cristianismo platónico en una religión mistérica que no busca la utopía ni la revolución social sino la salivación y la paz de las conciencias. Lo exotérico y lo esotérico en el cristianismo juegan a tres bandas es necesario aceptar los tres rigores no se puede entender un catolicismo a palo seco. Son las aberraciones bíblicas la trampa donde cayeron Lutero Calvino y Wosley. Ideales tan sublimes luego cuesta tarea ponerlos en ejecución. Seamos humildes, hablaba de una comunidad que este converso jamás permitió en su casa. En punto a mujeres nada de afeites ni amoríos la pata quebrada y en casa ese es el mensaje de su opúsculo instrucción de la mujer cristiana. Le honra, sin embargo, haber salido en defensa de Catalina de Aragón arriscando su vida contra la voluntad de su tutor en Oxford el rey Enrique VIII le escribe varias cartas a las cuales no contesta afeándole discretamente su conducta para con su mujer natural la hija de los reyes católicos a la cual había dado libelo de repudio-. Su actitud  fue mucho más tibia que la de Moro al respecto. Porque temiendo las represalias del soberano que le destituyó de su cátedra de Oxford y le manda arresto domiciliario en su domicilio en Londres, temiendo ser conducido a la Torre, hue a Flandes. El 13 de enero de 1531 escribe al monarca británico exhortando a que se piense dos veces la idea de otro matrimonio. Enrique VIII pone orejas de mercader a la demanda y entierra a Catalina en el castillo de Peterborough. Enrique VIII pide a Luis Vives que acuda a Londres para actuar como testigo en la defensa del juicio contra Catalina y cuyo abogado defensor sería el legado del Papa el cardenal Campeggio. La negativa de Vives a regresar a Inglaterra irrita a don Enrique y enoja a doña Catalina que en una casa le acusa de cobarde y de traidor. La hija de los reyes católicos  se queda sin amigos y muere pobre y triste. El humanista valenciano tambien da a la reina cantonada. Es un personaje contradictoria. Unas cosas son las palabras y otras los hechos. No tengo más remedios que reseñar los puntos oscuros de su biografía.

 

 

 EL LAZARILLO YA NO ES ANÓNIMO. TIENE PADRE Y MADRE LO HE DESCUBIERTO YO ANTONIO PARRA VIEJO PERIODISTA CORRESPONSAL EN LONDRES Y NUEVA YORK. SI QUIEREN LES MANDO EL LIBRO Y VDS ME HACEN UNA ENTREVISTA. SALUTEM PLURIMAM

AG
antonio parra galindo
Lun 29/01/2024 12:30

EL LAZARILLO DE TORMES AMIGO DE QUIEN ESTO ESCRIBE

 

PADRE TORMES RIO DEL IDIOMA. PA SALAMANCA LA BLANCA ME VOY HORIZONTES DEL LAZARILLO

EN MI MIRADA

 

Salamanca la blanca quien te mantiene. Cuatro carboneritos que van y vienen. Me encamino por los pasos de mi juventud aquella novia que tuve en Salamanca. Un pueblo Bogajo y aquella casa a pupilo donde tuve el dolor de tripas. Toda mi vida padecí de estreñimientos y yo creía que tenía cáncer. Los toros, las fiestas, las capeas de Vitigudino vistas desde el balcón. Fue conmigo generosa la fortuna aquel verano. Sigo siendo pobre, como mi héroe epónimo, el bueno de Lázaro de Tormes, un hijo del arroyo como yo pues nació en una aceña. Crucé el puente de mi destino y le hurgué en la barriga al toro de Guisando por saber si dentro había algo. Y no había nada. La caracola del alma estaba vacía. Las aguas del río padre de nuestro idioma bajaban lentas y silenciosas. Al otro lado de la ribera, unas lavanderas (¿eran las ninfas de Garcilaso o las nereidas de Apolo?) enjabonaban a una estrella perdida entre cantos ancestrales y reverencias.

Sólo ruido y el gran coscorrón del puto ciego que me dio con tal fuerza contra la piedra que por poco me deja la testa hecha astillas.

Desde entonces despabiló el Antoñito.

─¿Lázaro, estas ahí? Sal fuera. Caíste en el garlito por gilipollas

Las carcajadas del fementido invidente rebotaban sobre las ondas del río que arrastra la fuerza de nuestra lengua. Un torrente de palabras. Las nereidas y las ninfas que vio Garcilaso salieron a pasear, aunque yo no las viese.

Sólo divisaba los cuerpos robustos de las encinas mollares al otro lado. Los toros de lidia que pacían cerca del cascajar, mirábanme con ojos enigmáticos. Algunos tenían ya más de siete hierbas.

Toda una vida para morir en el albero de una plaza pero la vida es torear.

Una vaca torionda mugía llamando al ternero perdido.

Los patos se solazaban nadando entre los carrizos, los fresnos y ailantos que sombreaban las dos vertientes. Quedé maravillado al ver cruzar el puente romano a un viejo que llegaba con una cachava de Segovia y un libro en la mano. Venía resoplando sudoroso por el camino. Había hecho el viaje desde Alcalá a Salamanca.

 Adiviné que era clérigo por el bonete de tres puntas y la borla doctoral. Un grupo de estudiantes se le acercó a besarle la mano y le llamaban "domine" y "magister". Aquella tarde de agosto, vísperas de la fiesta solemne de la Dormición de Maria, el padre Tormes me permitió en aquella visión conocer al autor del Lazarillo que no era otro que el doctor Andrés Laguna, el médico del emperador Carlos V., y no se atrevió a firmarlo por miedo a la Inquisición.

Fícele profunda reverencia. Y él me reconoció:

─¿Cómo te va la vida, Antonio. Sé de tus muchos padecimientos porque revelaste para la historia que el Lazarillo no era anónimo. Que el autor era yo. No te hicieron caso y hasta se mofaron de ti y te llamaron loco de atar. España es tierra de inquisidores. Son los que mandan y dominan en todos los ámbitos de nuestra existencia: en literatura. en política, en las artes. Mala raza enaltecida por la soberbia de los que se creen elegidos. Altanería y odio judío. Es una maldición que arrastramos y los peores son los de Segovia. Nunca serías profeta en tu tierra. Tampoco lo fui yo.

A mi quisieron quemarme por malquerencia la casa que tenía en Mozoncillo.

─Maestro, decís verdad, pero con estos bueyes hay que ir a arar ─ repuse

─¿Bueyes dices? No son bueyes duendos ni mansos castrados sino auténticos mihura

Quedé muy reconfortado por la aparición. Don Andrés Laguna, el clérigo sabio, perito en el arte de las hierbas y la medicina, el cual se dirigía a cantar vísperas en la catedral cojeaba algo, sus barbas eran de plata y la nariz roma.

 Me dio su bendición y me recomendó perseverancia y nada de desalentarse. Se lo agradecí profundamente.

El Tormes río caudaloso, que nunca se seca en verano y acarrea más agua que el Duero, que parece su afluente, pero unos llevan la fama y otros aportan el agua, fue testigo de nuestro encuentro.

 Muy solaz y agradecido por las palabras del maestro Laguna que bajó desde una nube para contármelo, me metí en uno de los muchos garitos con que cuenta Salamanca y yo recuerdo con nostalgia, cuando cortejaba a la Charito, pedí un jarrillo de tinto y me lo bebí entero a la salud de Lázaro de Tormes, protector de todos los vagabundos y de los que profesan la libertad sin libertinaje. El héroe epónimo que parió la imaginación de aquel humanista segoviano que nos recomendó tener paciencia ante las adversidades.

 

EL LAZARILLO YA NO ES ANÓNIMO. TIENE PADRE Y MADRE LO HE DESCUBIERTO YO ANTONIO PARRA VIEJO PERIODISTA CORRESPONSAL EN LONDRES Y NUEVA YORK. SI QUIEREN LES MANDO EL LIBRO Y VDS ME HACEN UNA ENTREVISTA. SALUTEM PLURIMAM
AG
antonio parra galindo
Lun 29/01/2024 12:30

EL LAZARILLO DE TORMES AMIGO DE QUIEN ESTO ESCRIBE

 

PADRE TORMES RIO DEL IDIOMA. PA SALAMANCA LA BLANCA ME VOY HORIZONTES DEL LAZARILLO

EN MI MIRADA

 

Salamanca la blanca quien te mantiene. Cuatro carboneritos que van y vienen. Me encamino por los pasos de mi juventud aquella novia que tuve en Salamanca. Un pueblo Bogajo y aquella casa a pupilo donde tuve el dolor de tripas. Toda mi vida padecí de estreñimientos y yo creía que tenía cáncer. Los toros, las fiestas, las capeas de Vitigudino vistas desde el balcón. Fue conmigo generosa la fortuna aquel verano. Sigo siendo pobre, como mi héroe epónimo, el bueno de Lázaro de Tormes, un hijo del arroyo como yo pues nació en una aceña. Crucé el puente de mi destino y le hurgué en la barriga al toro de Guisando por saber si dentro había algo. Y no había nada. La caracola del alma estaba vacía. Las aguas del río padre de nuestro idioma bajaban lentas y silenciosas. Al otro lado de la ribera, unas lavanderas (¿eran las ninfas de Garcilaso o las nereidas de Apolo?) enjabonaban a una estrella perdida entre cantos ancestrales y reverencias.

Sólo ruido y el gran coscorrón del puto ciego que me dio con tal fuerza contra la piedra que por poco me deja la testa hecha astillas.

Desde entonces despabiló el Antoñito.

─¿Lázaro, estas ahí? Sal fuera. Caíste en el garlito por gilipollas

Las carcajadas del fementido invidente rebotaban sobre las ondas del río que arrastra la fuerza de nuestra lengua. Un torrente de palabras. Las nereidas y las ninfas que vio Garcilaso salieron a pasear, aunque yo no las viese.

Sólo divisaba los cuerpos robustos de las encinas mollares al otro lado. Los toros de lidia que pacían cerca del cascajar, mirábanme con ojos enigmáticos. Algunos tenían ya más de siete hierbas.

Toda una vida para morir en el albero de una plaza pero la vida es torear.

Una vaca torionda mugía llamando al ternero perdido.

Los patos se solazaban nadando entre los carrizos, los fresnos y ailantos que sombreaban las dos vertientes. Quedé maravillado al ver cruzar el puente romano a un viejo que llegaba con una cachava de Segovia y un libro en la mano. Venía resoplando sudoroso por el camino. Había hecho el viaje desde Alcalá a Salamanca.

 Adiviné que era clérigo por el bonete de tres puntas y la borla doctoral. Un grupo de estudiantes se le acercó a besarle la mano y le llamaban "domine" y "magister". Aquella tarde de agosto, vísperas de la fiesta solemne de la Dormición de Maria, el padre Tormes me permitió en aquella visión conocer al autor del Lazarillo que no era otro que el doctor Andrés Laguna, el médico del emperador Carlos V., y no se atrevió a firmarlo por miedo a la Inquisición.

Fícele profunda reverencia. Y él me reconoció:

─¿Cómo te va la vida, Antonio. Sé de tus muchos padecimientos porque revelaste para la historia que el Lazarillo no era anónimo. Que el autor era yo. No te hicieron caso y hasta se mofaron de ti y te llamaron loco de atar. España es tierra de inquisidores. Son los que mandan y dominan en todos los ámbitos de nuestra existencia: en literatura. en política, en las artes. Mala raza enaltecida por la soberbia de los que se creen elegidos. Altanería y odio judío. Es una maldición que arrastramos y los peores son los de Segovia. Nunca serías profeta en tu tierra. Tampoco lo fui yo.

A mi quisieron quemarme por malquerencia la casa que tenía en Mozoncillo.

─Maestro, decís verdad, pero con estos bueyes hay que ir a arar ─ repuse

─¿Bueyes dices? No son bueyes duendos ni mansos castrados sino auténticos mihura

Quedé muy reconfortado por la aparición. Don Andrés Laguna, el clérigo sabio, perito en el arte de las hierbas y la medicina, el cual se dirigía a cantar vísperas en la catedral cojeaba algo, sus barbas eran de plata y la nariz roma.

 Me dio su bendición y me recomendó perseverancia y nada de desalentarse. Se lo agradecí profundamente.

El Tormes río caudaloso, que nunca se seca en verano y acarrea más agua que el Duero, que parece su afluente, pero unos llevan la fama y otros aportan el agua, fue testigo de nuestro encuentro.

 Muy solaz y agradecido por las palabras del maestro Laguna que bajó desde una nube para contármelo, me metí en uno de los muchos garitos con que cuenta Salamanca y yo recuerdo con nostalgia, cuando cortejaba a la Charito, pedí un jarrillo de tinto y me lo bebí entero a la salud de Lázaro de Tormes, protector de todos los vagabundos y de los que profesan la libertad sin libertinaje. El héroe epónimo que parió la imaginación de aquel humanista segoviano que nos recomendó tener paciencia ante las adversidades.

 

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