EN TIEMPO DE PESTE PACIENCIA
es una de las cuatro virtudes cardinales que engrandecen a la religión de nuestros mayores. Creo que nos estamos olvidando de ella en estos tiempos de pestilencia. Es una arma contra los dolores y los desengaños.
Quizá nuestro destino sea sufrir y padecer como dijo Teresa y así se lo pedía al Esposo, pero también esperar.
La paciencia es una virtud (patience is a virtue, dicen los ingleses). El sufrimiento gime. La resignación espera. El enfermo aguanta los dolores mientras aguarda la curación gimiendo en su dolor.
El homo patiens sirva de contrahaz al homo patients. También recibe el nombre de longanimidad.
Hay que ser sufridos frente a los padecimientos de nuestra carne acechada por el morbo y la enfermedad. Bebamos de la pócima del llanto. Es pocula amarga. Señor, pase de mí este cáliz.
Fue la oración de Getsemaní. Mucho estamos sufriendo estos días los hispanos por causa de unas navidades que se avecinan negras por la epidemia y por la insensatez de un gobierno que nos guía a contramano de todo aquello que soñábamos y aspirábamos.
No perdamos con todo la perspectiva de que amanezca la aurora y traiga la salud al cuerpo y al alma. El Covid es un tiempo de prueba.
No caer en la desesperación porque nos ahogaríamos en ese lago de aguas negras que conduce a la laguna Estigia del suicidio.
Yo al menos creo que soy sufrido como buen español y en mi vida pasé por carros y carretas.
Dios me dio gran paciencia para vencer siempre tribulaciones y persecuciones.
Muchos de nosotros hemos atravesado por el acoso de la persecución a causa de nuestras ideas.
Loado sea Dios que nos salvó como salvó al santo Job. Ya sé que nací para la muerte y soy carne de dolor. Esa es la fija.
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