RUSIA Y SU LEYENDA NEGRA
Hay autores que aseguran
que Rusia es un país que atrapa. Yo caí en sus redes en aquella pequeña iglesia
ortodoxa de mi barrio en Londres donde asistía a la divina liturgia de los domingos.
La congregación la formaban algunas babuskas viejecitas descendientes de la
nobleza petersburguesa y gente de la embajada. Yo había perdido la fe católica
por lo que me habían hecho sufrir aquellos curas católicos obsesionados con el
sexo egoístas poco afectivos y crueles.
La ortodoxia me hizo
reencontrarme con Cristo otra vez sobre todo en su liturgia largas misas
cantadas invocaciones trinitarias y reverencias (plakoni) que me recordaban
aquellos himnos que aprendí de memoria en el Seminario. Volvió a mi la devoción
a la Madre de Dios la cual creo entender me brindó el borde de su manto protector en días de lucha y tribulación.
Con una radio de onda
corta aprendí algo de ruso eclesiástico y sintonizaba las emisiones de Radio
Moscú primero desde Londres y más adelante desde Madrid. Me enamoraba la voz
maravillosa de María Ivanova una “diktora” o locutora que en los micrófonos lanzaba
al aire su voz perfecta.
Tiempo adelante cuando
el mundo radial dejó de ser analógico y vino la Red comprendí que se puede
alabar a Dios por este medio y durante cerca de veinte años celebraba la pascua
rusa y cantaba en mi pequeño tabuco el grito de resurrección entonado con alegría:
Xristos baskriese ix
merti smerti propad i sushim vo groviex zhiverti daroval
(Cristo resucitó de los muertos pisoteó a la muerte y a los que yacían en su
tumba les volvió a la vida)
Un dato que merece
destacarse después de escribir Mi Seminario Vacío” comprobé que los seminarios
y monasterios rusos están llenos y que la religión vuelve a ser efervescente. Sin
embargo, al Kremlin lo rodea un ambiente de miedo y de terror que esgrimen a
cada paso nuestros medios de comunicación españoles: Pedro I, Catalina la
grande, Rasputín el conde Yusupov, Siberia, los tiempos terribles de la guerra fría,
el hambre, los desterrados etc.
Leyendo a Alexei Markoff
me doy cuenta de que dicho autor carga las tintas en la leyenda negra cuando
describe las sectas y las disidencias religiosas acaecidas por oposición al patriarca
Nikon. En estas comunidades tratando de volver a lo genuinamente cristiano se
caían en aberraciones como la de los saltarine, los derviches, los castrados,
los flagelantes y los yuridovi o trotamundos peregrinos. Abandonaban su
casa repartían los bienes entre los pobres y se iban a predicar el evangelio a
la estepa. Fueron el envés de la moneda. Si se quiere las sectas rusas son un testimonio
elocuente de lo arraigado que siempre estuvo arraigado el cristianismo entre
los rusos. Evidentemente los que dan pábulo a la leyenda negra rusa exageran. No
conocen el misterio del alma rusa como creo conocerlo yo.
Quizás les duele que
Putin esté ganando la guerra. Quieren ver a la patria de los zares
ensangrentada irredenta hambrienta humillada y ofendida. Porque Rusia es un país
que si no existiera teníamos que inventarlo de nuevo.
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