PUSTINA EL DESIERTO MÍSTICO RUSO
En una novela de Dostoyevski un personaje visita a
una prostituta, cuando se desnuda observa que en un altar de la habitación
relampagueaba la llama de un icono. “Crees en Dios” le pregunta el cliente y la
mujer contesta: “Nada sería de mí si no creyera en Él”. La prostituta era una “postenik”
que entregaba su cuerpo no por dinero sino por compasión y amor a sus
semejantes. He ahí uno de los misterios del alma rusa. Que los occidentales no entenderíamos.
Es la postina la huida al desierto, el alejamiento y el abandono de si
mismo para escuchar la voz de Dios. Cristo habla a los hombres en el silencio
del yermo. Por eso en todas las casas rusas y en las isbas hay un cuarto incluso
en las isbas del mujik más humilde hay un cuarto con un altar donde lucen las imágenes
de Nuestro Señor (Spasiteli) y la Virgen (Blogodoritsa) junto al
de algún santo como san Nicolás el Misericordioso. ¿Devoción o Superstición? Yo
diría fervor.
El ruso puede ser brutal pero también profundamente
religioso, apegado a la tradición. En la literatura rusa aparece con frecuencia
el “strañik” el peregrino que reparte sus bienes entre los pobres, toma
un cayado y un zurrón en el que mete la biblia y se lanza a los caminos. Se convierte
en un yurodivi en un loco de Cristo.
Es el
personaje que inspira a Dostoyevski para escribir El Idiota. Se aloja en
las aldeas, a veces le dan un trozo de pan y una cama. Si se lo niegan sigue
adelante. Canta himnos, ayuna y hace penitencia por sus pecados y por los de toda
la humanidad. Estos santones que son la risa de las gentes se encuentran a sí
mismo al seguir al pie de la letra los dictámenes del Evangelio. En el Strañik
Peregrino Ruso se narra el caso de un príncipe alcohólico convertido en POSTAÑIK.
Lleva en las alforjas el evangelio de san Lucas. Cuando le dan ganas de beber
lee un capitulo del texto y así pasa del vodka. Va a visitar los santuarios de
la estepa caminando verstas y verstas sin importarle la nieve, el calor o los
caminos, muchos llegan hasta Jerusalén, fue el caso de Rasputin pero este no
era un peregrino sino un pícaro. La espiritualidad rusa se fragua en el
desierto, la huida del mundo, trabajo manual, pocos libros, largas liturgias
todas ellas de pie y hospitalidad. Paz a esta casa. Mir vsiex. Dominus vobiscum.
Esa es la clave. En el oeste estamos llenos de ruido, voces radiofónicas que
nos atruenan las meninges. Los “staretzi” monacales o padres espirituales del
desierto recomiendan el silencio porque Dios habla a las almas en el silencio. De
las tebaidas sirias ´pobre Siria cuanto padeces llegó a los padres latinos un
consejo que es la fragua y el palenque de todo el pro:
─Sile et psalle (callar y cantar)
La plegaria incesante nos acerca a esa divinidad a la
cual rechazamos por el pecado.
miércoles, 8 de febrero de 2023
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