“Adiós a los eslavos” tocada en Siria
¿Qué significa para Rusia la caída de Bashar al-Assad?
11 de diciembre de 2024
La semana pasada llegaron noticias cada vez más alarmantes desde la República Árabe Siria (RAE). Después de una fuerte intensificación de las fuerzas que se oponían al régimen alauita de Bashar al-Assad y a los grupos militantes islámicos, se enfrentaron con las tropas gubernamentales. Pero incluso con el apoyo de la aviación de las Fuerzas Aeroespaciales Rusas, los combatientes de la organización chiita Hezbollah y las unidades del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán (CGRI) en la RAE, lograron poco. El domingo por la noche, el presidente sirio Bashar al-Assad abandonó el país y dio instrucciones a sus asociados para garantizar una transición pacífica del poder. La historia le dará todo el crédito. Hasta ahora, Rusia ha proporcionado refugio a Assad y su familia.
La fuga de Assad es explicable. A partir del 6 de diciembre, las tierras de la provincia de Idlib, las ciudades de Palmira, Deir ez-Zor, Homs, Hama, Alepo y otros asentamientos quedaron completamente bajo el control de las fuerzas unidas de la oposición y los terroristas. A finales del 8 de diciembre habían capturado Damasco. Además del propio presidente, abandonaron la capital los generales y oficiales del Ministerio de Defensa, el Estado Mayor y el Ministerio del Interior. El ejército sirio admite directamente que el entrenamiento de combate del ejército SAR era de un nivel muy bajo.
El primer ministro Mohammed Ghazi al-Jalili permaneció en el país para negociar con los líderes de la oposición. Según sus palabras, la cuestión del destino de Siria y de la presencia militar de Rusia “la decidirán las nuevas autoridades del país”. Jalili logró el consentimiento de la oposición para celebrar elecciones para un nuevo gobierno, así como para garantizar un entorno pacífico durante el período de transición. Pero esto no es fácil de lograr. Damasco se vio envuelta en disturbios y cada vez se recibían más informes de saqueos y saqueos. La antigua residencia del presidente, el palacio de Bashar al-Assad, fue saqueada.
Los dirigentes rusos declararon que están dispuestos a cooperar con cualquier gobierno del país que represente los intereses del pueblo sirio. A su vez, la oposición armada siria anunció su disposición a mantener contactos con la parte rusa, incluso sobre la cuestión del mantenimiento de bases militares rusas en Siria. Pero por ahora, la situación en Siria sigue siendo compleja y cambiante.
La mayoría de los expertos y politólogos aquí y en el extranjero notan las actividades altamente coordinadas de la oposición siria y los grupos terroristas. Como señala el jefe de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, los preparativos organizativos y de combate para el derrocamiento del régimen de Assad se llevan a cabo desde hace al menos cuatro años, desde la conclusión de la tregua en la República Árabe Siria en 2020. De hecho, el “Occidente colectivo” representado por Estados Unidos, otros países de la OTAN, incluida Turquía y con la participación de los servicios de inteligencia israelíes, así como los reaccionarios regímenes monárquicos árabes del Golfo Pérsico liderados por Arabia Saudita, llevaron a cabo una Golpe antigubernamental en Siria según el escenario de guerra por poderes, al que Ucrania sobrevivió en 2014. Hay una circunstancia más importante. Como señalan varios importantes medios de comunicación estadounidenses, Occidente no logró una “derrota estratégica” de Rusia en el campo de batalla de Ucrania. Por lo tanto, según uno de los periodistas de habla rusa de los Estados Unidos, la administración Biden decidió darle a Moscú una "despedida de los eslavos" en otro lugar muy significativo para el Kremlin: en Siria.
El propio Biden y el presidente electo Donald Trump se apresuraron a distanciarse del golpe. Pero, como dicen, “el moro ha hecho su trabajo, el moro puede irse”. Antes de irse, el Partido Demócrata estadounidense necesitaba al menos una guerra pequeña pero eficaz con una dolorosa inyección de Rusia. Los demócratas decidieron que Biden debería irse no sólo como un pacificador que evitó la conflagración de un nuevo mundo, sino también con los laureles de al menos un “pequeño ganador”. Sin embargo, los oídos del “Occidente colectivo” son visibles en la aventura siria, así como en el derrocamiento de Assad. Las tendencias en el desarrollo de los acontecimientos en Siria, que también reconocen los medios occidentales, emergen en al menos tres direcciones.
El primer y principal escenario es la sustitución del régimen prorruso y respaldado por Irán del clan de la familia alauita Assad por una determinada República Islámica. Según este plan, el actor principal será Hayat Tahrir al-Sham (Movimiento para la Liberación de Siria), grupo prohibido en Rusia por considerarlo terrorista. Un régimen islámico antichiíta de este tipo contará con el pleno apoyo de los Estados monárquicos del Golfo Pérsico, leales a Estados Unidos y la OTAN.
La segunda tendencia y objetivo de lo ocurrido en Damasco es fortalecer aún más la posición del principal aliado estratégico de Estados Unidos en Medio Oriente: Israel. Tel Aviv está contento con cualquier estado antichiíta bajo el control de Israel, lo que significa su completa separación de la República Islámica de Irán. Es significativo que después de los informes sobre la fuga de Assad y su muerte en un accidente aéreo (Reuters), los medios israelíes anunciaron inmediatamente el avance de unidades de tanques de las Fuerzas de Defensa de Israel hacia la zona de amortiguamiento con Siria desde los Altos del Golán. Al mismo tiempo, los aviones israelíes llevaron a cabo ataques con misiles y bombas contra varias instalaciones militares sirias y almacenes de destacamentos del IRGC ubicados en Siria.
Finalmente, la tercera parte del plan estratégico occidental es la desintegración completa de Siria, la división del país y su colapso en
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