EL AÑO DEL SAPO. (contemplo un capitel románico)
Antonio Parra
Letraherido y aterrado por la sonrisa del batracio
(un sapo que me persigue que tiene la voz gorda y los pies planos cara de chino
y tez de gitano) he acudido a la didascalia del arte románico para ponerme a
cobro del enemigo y extasiarme en los pórticos de la gloria y en los capiteles
historiados, ménsulas y girolas de las iglesias de mi país, vidas de Cristo,
sus milagros, y también gárgolas con las fauces abiertas donde el dragón que
acecha estos días está muy significado. Me he sentado sobre el respaldo de las
misericordias donde el mundo animal y vegetal está explicitado, para alivio de
mis cansadas posaderas, harto estoy de especular. Las virtudes y los vicios, el
ángel y la bestia, se dan la mano en esos poderosos frisos estatuarios que son
sermones en piedra. Parenética triunfal del arte mudo del siglo XII.
El maestro Mateo era un teólogo itinerante que
explicaba con el buril y la gubia los evangeliarios a un pueblo que no sabía
leer. Penetremos por ejemplo en el jardín litúrgico de San Vicente el diacono
una ermita de mi pueblo solitaria donde le doy al mando del casete y empiezan a
sonar la himnodia de una grabación de una misa ortodoxa y es como si las flores
de piedra volvieran a echar hojas vegetales. El rito mozárabe se parecía mucho
más gracias a su exhuberancia y maravillosa himnodia al griego que al romano.
Pocos
templos muzárabes quedan más debajo de la sierra la única rara avis la de
Melque en Toledo. Fueron destruidas por la morisma almohade que no se comportó
en su afán iconoclasta de una forma tolerante al revés que los cristianos que
transformamos en aras católicas y consagramos las viejas mezquitas – ahora
quieren recuperar la de Córdoba en gesto aparentemente amistoso pero yo veo en
esa reclamación un deseo de revancha poco acorde con el dialogo de
civilizaciones y sus predicados- y ésta de Segovia fue erigida por bautizados
que vinieron desde Jaén en los términos de una antigua tebaida huyendo de la
persecución de los califas. Me esparzo por estas soledades y campos
fuentesoteros que pisé de niño.
Ahí está el
Tetramofros por ejemplo efigies de león águila hombre buey los cuatro elementos
o los cuatro puntos cardinales o si se quiere las cuatro vías de la ascesis
mítica (purificativa, ilativa, amativa, unitiva) y los cuatro brazos de la
virtud para la unión con Dios: tribulación, abnegación, humildad y presencia de
Xto. en la historia. Me anego en el coloquio fantasmal de estas tallas tan
elocuentes dentro de su mutismo. Es año nuevo y habrá que cambiar de vida
volver a la virtud ahorcar los vicios. Aquí se encuentran las esencias las
presencias y potencias del karma iluminativo. Conviene tener muy presente estas
consideraciones porque el mundo anda hoy un poco a la decrépita. Las estatuas
del pórtico de la gloria de mi pueblo me hablan en paremias. Todo son símbolos
y aforismos bajo el arco abovedado irguiéndose en pico de mitra. Veo los
arcángeles turiferarios con las alas papeloneadas. Los escribas redactan sus
anales.
Hay una
mártir seguramente Sta. Catalina que aparece con los senos expuestos y otro
bienaventurado que camina portando la cabeza en las manos. Estas semblanzas son
como analectas o fragmentos literarios que los monjes estudiaron antes de
Completas o antes del gran silencio cuando en los monasterios cistercienses –el
edificio es lo que queda de un viejo monasterio de bernardos se prohibía
articular palabra, quede callado el hombre y hable Dios al alma- para aprender
la ciencia de las artes liberales y de la botánica con sus propiedades terapéuticas.
Así por ejemplo Atermidoro recomendaba precaverse contra la lenteja granulada y
oscura y raíz de todos los males. El serpol o tomillo se utilizaba contra las
mordeduras de serpiente y el ajo era escudo contra los maleficios. El hinojo
estimula la sangre.
La lechuga
es recomendada por los padres de la Iglesia para guardar la castidad. El
llantén vale para el dolor de cabeza y el lirio que se mantiene fresco o se
pone mustio en el momento que lo toca una mujer es bueno para conocer si es
moza o no una doncella. Los tímpanos de la catedral de Chartres son todo un
tratado de botánica. Allí la hiedra, la vid, el rosal, el laurel, el roble o el
acanto son utilizados para expresar conceptos de la filosofía hermética. Cada planta
tiene un poder curativo o se corresponde con una virtud cristiana. Así el
helecho con la humildad. La venenosa mandrágora con el hombre. La calabaza con
el orgullo y la fecundidad. El sicómoro se identifica con la incredulidad del
pueblo elegido.
El cardillo
y la ortiga con la vanidad y la fuerza respectivamente. El escaramujo o
heleboro plasma la envidia. Debe de ser por eso por lo que este seto florece
tanto en forma de falsa zarza por tantos rincones de los campos de España.
El liquen
es la soledad y la escarola el ayuno. La reseda o retama la inocencia y la rosa
triunfal el martirio. La artemisa era utilizada en toda la edad media contra el
baile de San Vito y la pasionaria morada anticipa el dolor y la enfermedad
llevados con paciencia. La valeriana llamada hierba de San Jorge se utiliza
contra las enfermedades nerviosas y el escaramago planta crucífera y humilde
que encontramos por ejemplo al borde de los caminos simboliza en la emblemática
litúrgica la mansedumbre del que por amor a Dios se deja pisotear. Las fuerzas
de Belial son ingentes y contumaces como demuestra este paseo por cada una de
las categorías estancas del bestiario pero el mérito de la Pasión del Redentor
las vence al haber pagado por nuestro rescate con su muerte. Tengamos esperanza.
E inclinemos la cabeza bajo el yugo. Cúmplase tu voluntad que ducunt volentem fata, nolentem trahunt
decía Virgilio de Mantua (al que se resigna los hados lo conducen, pero al que
se rebela lo arrastran). ¿Adónde? ¿Al cadalso como al pobre Sadam Husein Alá lo
haya perdonado? La Bestia hace fotos por
el móvil y nos hace señas para que nos vayamos preparando pues su obsesión es
la muerte la venganza y el asesinato, quiere pasarnos la pluma por el pico. Mal
comienzo para el año del batracio. Los mártires mueren en el patíbulo y los
tiranos en la cama tan ricamente lo acaba de decir un hombre de Dios como es el
patriarca Alexei de Moscú al que yo escucho todas las homilías. Pero un día
Dios hará justicia y Cristo Salvator dará paso al Christus Iudex que vendrá a
juzgar a buenos y malos y los pesará en la stetera
(romana) del valiente Miguel. A un capitel románico hay que analizarlo despacio
porque en la piedra se hallan escritos el futuro y el pasado.
Observo sin
embargo –y esa es acaso la primordial enseñanza de los frescos que contemplo-
dentro del absurdo de la veleidosa fortuna y del dictamen del capricho del azar
una cierta congruencia o la ley del encadenamiento universal de la materia. Es
la “exporosis” de Heraclio. Ese
continuo fluir. Año del sapo. Ya cantan las ranas de enero o las oigo al menos
cantar es imaginación mía al borde de las charcas y de los cilancos. Pronto
empezarán los sonoros de los gatos.
Estamos bajo
el coturno y las alas del Psicagogo –el arte románico siempre nos revierte al
culto miguelino que en Oriente es san Jorge sometiendo a la bestia con su
espada- y aunque la lucha será larga no hay que dudar de quien será el trofeo
al final. De las fuerzas de la luz que de remate pondrán en fuga con su
presencia a las tinieblas de la zozobra que hoy como hace diez siglos se
esparcían por el mundo. Aquellos monjes repobladores de la Reconquista tenían
muy presente la idea del Hortus conclussus y de los jardines de María. De ahí
que gran parte de los monasterios fundados en el medievo se hallen dedicados a
la advocación de la Virgen. En ellos se honraba al Cristus musicus y al Cristus
structor (albañil) pero hay también un Cristus medicus y otro Cristo que es
hortelano.
Toda
nuestra farmacopea arranca de los cilleros monacales. Los frailes del Cister
pasaban una parte del día encerrados en oración en la iglesia y la otra en el
campo a la recogida de las cosechas y de las plantas oficinales. Por eso sabían
tanto. Ora et labora. Seguían la máxima de San Benito, pero profesan un amor
vagoroso poetico a la Madre de Dios que era asimismo Madre de la Sabiduría
(Sofía) y que por qué no decirlo guarda reminiscencias ancestrales esta
hiperdulía del culto a la vieja Cibeles madre de la tierra y de la fecundidad
de los romanos. No quiero adentrarme en el misterioso fenómeno de las Vírgenes
negras. Esta madre dulce e intercesora ante el Señor de los desamparados se
transforma con concomitancias con el culto miguelino en la Mujer calzada de
luna y vestida de sol del Apocalipsis. La que derrotará al mal. Está claro que
toda está flora y faunas místicas de los rostros pasmados y algo naif del
románico necesita hermeneutas.
Llevo parte
de mi vida contemplando estos retablos y puedo decir con orgullo que soy un
iniciado mirando a la mandorla o almendra mística del Pantocrátor. Existe una
verdadera cohobación de creencias e interpretaciones que nos llevarían a
misterios de orden cabalístico. ¿Por qué a san Columbano, por ejemplo, se le
representa con un cardo borriquero? Porque es el patrón de los imbeciles comentan
algunos exegetas. Era irlandés dicen los ingleses. La paloma representa a la
Virgen María y al Paráclito. Los sátiros, las esfinges, las arpías, la hidra,
los pigmeos, las sirenas, los onagros y los centauros de los atrios románicos
son la personificación del mal y de la duda. Al diablo lo pintan en figura de
mono pero cuando es más peligroso y terrible es cuando el artista se refiere a
él en la forma de sapo.
San Melitón
en su beluario utiliza otros motivos aparte del inmundo batracio: lobo, hiena y
cerdo. El cuervo es la providencia y la astucia. Es el ave que volaba al
desierto para llevar a san Antón dos panecillos. Algunos alcanzan la edad de
cien años La perdiz simboliza la generosidad pues muchas veces empolla los
huevos que puso su hermana. Trae la suerte lo mismo que la araña que teme tanto
al sol como el maligno teme a la iglesia y realiza gran parte de su labor
textil por la noche a boca de oscuridad. El águila es garantía del orgullo y
del tesón de la ascensión mística. Es el único animal que puede mirar al sol a
los ojos sin cegar.
La tórtola
idea al igual que la cigüeña amor conyugal y fidelidad desde que las tórtolas
fueron ofrecidas en Jerusalén cuando María se presentó en el templo. San
Epifanio considera al buey como emblema del sacerdocio. El ave fénix que vive
de las semillas del fresno es el pájaro de la resurrección al igual que el
pelicano eucarístico que se hace sangre a sí mismo para dar de beber y alimentar
a sus polluelos. Todas estas faunas quiméricas nos dicen que temamos al dragón
y nos guardemos del basilisco. Del unicornio también hay que huir pues es
animal crudérrimo pero hace referencia por su color blanco a la castidad.
San Isidoro nos habla de un ave fabulosa por
nombre portación que tiene las patas de perdiz la cabeza de conejo y el cuerpo
de león. Su funcionalidad ayudar a los maridos engañados. Avisa con su propia
muerte cuando sabe que su amo ha sido engañado por la esposa. Y por esto mismo
y dada la habitualidad de los cuernos nos dice el santo que nada de particular
tiene que se haya extinguido. El hipocampo o caballo de mar tiene que ver con
las gemonías o cloacas del alma. Su mirada es inteligente y llora con voz
humana al igual que el pavo real bello de aspecto pero que emite unos sonidos
desagradables.
Al cangrejo lo convierten en símbolo de la herejía
pues camina hacia atrás al igual que sus parientes el escorpión y el alacrán.
El castor es la vera efigie de la circunspección. El lobo de la avaricia. El
zorro de la trapacería. El jabalí del furor y el leopardo de la cólera. La
hiena cambia de sexo – esa era la creencia- practica la antropofagia y la
bisexualidad el tribadismo, lo suyo es la sodomía y lleva plasmada la lujuria
en su inmundo hocico, pero puede llegar a hablar como el hombre a decir de
santa Hildegarda de Bingen. A ver quien da más.
Y para finalizar un consejo o resolución de cabo
de año. Por lo que más quieran huyan del sapo. Es muy dañino y peligroso y nos
lo quieren entronizar como señor del mundo poniendo la verdad en cuarentena y
los libros y las noticias y los libros quizás haya que leerlas por el exergo
quiero decir del revés. La víbora y la sierpe nos miran con sus ojos pasmados.
Todos sabemos al pueblo que representa. El adepto ocultista guardase bien de
posar el pie en los llamazares y escondrijos donde vive este ofidio con boca de
pez y ojos casi de ser humano. Cuando se cruza con la mujer engendra un híbrido
terrible: la arpía. Sin embargo, hay están los catorce santos auxiliadores para
nuestra defensa. San Jorge el primero es el de los de a caballo pisotea al
diablo y es abogado contra el herpes.
San Blas
siempre a dos velas nos libra del cáncer laringeo. San Erasmo lleva una cabra
con las vísceras enrolladas contra los males de estómago. San Pantaleón con las
manos clavadas abogado de tísicos. San Vítores la cruz en la mano nos libra de
los tics y espasmos. San Cristóbal gigante del Niño Jesús nos lleva por el buen
camino y lo invocan taxistas y camioneros. San Dionisio que porta en sus manos
la cabeza nos defiende de la posesión diabólica. San Ciriaco contra el mal de
los ojos. San Acacio coronado de espinas contra el dolor de cabeza. La cierva
de San Eustaquio nos libra del fuego. San Gil tiene por símbolo a un rebeco que
ahuyenta el pánico y las pesadillas nocturnas. Santa Margarita que amarra a un
dragón protege a las preñadas y les hace parir en hora corta corta. Santa Bárbara
con su torre y su copón rematado en una Hostia es remedio contra la muerte
repentina. Santa Catalina con su rueda nos ayuda a salir airosos de los exámenes.
La Iglesia,
sabia y que prevalecerá hasta el fin de los siglos, nos invita a visitar esas
maravillas de los viejos templos para cargar la batería, extasiarse en la
contemplación sosegada de sus testeros y tímpanos eclesiales, para reunir
energías contra las tribulaciones y persecuciones que se avecinan en este año
que acordándome no sé por qué de Álvaro Cunqueiro gran aficionado como yo a
estas fábulas y bizarrías del ocultismo he querido bautizar como “el año del
sapo”. Feliz 2007 para todos los gnósticos. Y los que no lo son