Letraherido y aterrado por la sonrisa del batracio (un sapo que me persigue
que tiene la voz gorda y los pies planos cara de chino y tez de gitano) he
acudido a la didascalia del arte románico para ponerme a cobro del enemigo y
extasiarme en los pórticos de la gloria y en los capiteles historiados,
ménsulas y girolas de las iglesias de mi país, vidas de Cristo, sus milagros, y
también gárgolas con las fauces abiertas donde el dragón que acecha estos días
está muy significado. Me he sentado sobre el respaldo de las misericordias
donde el mundo animal y vegetal está explicitado, para alivio de mis cansadas
posaderas, harto estoy de especular. Las virtudes y los vicios, el ángel y la
bestia, se dan la mano en esos poderosos frisos estatuarios que son sermones en
piedra. Parenética triunfal del arte mudo del siglo XII.
2016-03-22
PESE A TODO, DIOS ESTÁ ARRIBA. YA ES PRIMAVERA
MOTOLITA
He visto a una motolita el pájaro nuncio de
la primavera remover el agua en un charco. Motolita o aguzanieves y también correcaminos.
Dios es clemente pese a nuestros egoísmos y pecados. Acude a su cita de
resurrección la naturaleza, mientras canto la Passio en mi trinchero. Es martes
santo. Recedan las nieves, se alejen las sombras. Llega el buen tiempo.
Mensajes de la bella Borinquen que aun quiere hablar castellano corrompido y
avasallado por el inglés. Obama viaja a la Habana. Pobre Cuba. Pronto se
convertirá de nuevo en el burdel estadounidense. Claro que de tales miedos míos
no participan esos aristarcos encaramados en la butaca de la tertulia que todo
lo saben y de todo pontifican. Inauguraron una nueva etapa del periodismo
sumiso al poder maleante. Lo suyo es
hacer atmósfera previo pago a tanto la parrafada. El hombre destruye,
distorsiona, profaza lo que Dios crea. Que se quede la Cifuentes con sus
vientres de alquiler. Son herencias del pecado original.
2016-03-21
ECCE HOMO
ECCE HOMO,
CONFESION DE PILATOS ANTE LA TÚNICA SAGRADA
Aquella gramalla sin mangas tejida de un solo hilo -Cristo se desvestía y
sus siervos y seguidores duro colocarse ropajes, uno encima de, sotanas y
dalmáticas, al año que viene en Jerusalén pero caminamos de espaldas al Calvario- abolía el orden viejo. Los
ornamentos de los dioses antiguos, de
Júpiter Diana Afrodita y Baco quedarían preteridos pero sus sacerdotes,
sintiéndose desnudos e incapaces de imitar al que pereció en la cruz en taparrabos,
no harían otra cosa en todo el tiempo que hacer mayor el cupo del “indumento”.
Casi me desternillaba de risa pero aquella hora de grandes acontecimientos,
fue el tiempo de los sobresaltos y de las confusiones (yo creía, pensé que;
pues no señor al revés te lo digo para que lo entiendas) y de las
perplejidades. Nos anegamos en un marasmo de sorpresa. Tú, Cristo bendito,
viniste para confundir a los mortales. Supuestamente quedaron sin vigencia las
estolas, las mitras, las cidarias, el efod, y todos aquellos ropajes que se
ponían uno encima de otro, negro sobre blanco, blanco sobre negro, para definir
oficios y categorías inciertas de flámines y peanes del mundo órfico.
Degolló nuestros principios sin espada.
- ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otros?
- Por sus obras los conoceréis- respondió el Señor
Se rieron de él pero él no vino a traer la paz al mundo sino un orden
nuevo, con todo lo que ello implica: la destrucción de Jerusalén que fue desmontada
piedra a piedra y los campos adyacentes de su pomerium o arrabales,
arrasados y sembrados de sal. Al pie de la cruz escuchábamos el batir de los
tambores de los soldados de Tito casi tres cuartos de siglo de que aquel cerco
se produjera.
-¿Y no escarmentaron ?
-Por vida de Minerva, ¡qué bah! Son pueblo duro de cerviz, una alegoría de
la sinrazón y estupidez humana
Era Jesús un revolucionario. Vino a
los suyos y los suyos no le recibieron. Sus vestiduras de ajusticiado por una de esas carambolas inexplicables
que hoy confunden a los soberbios (la potencia se hizo acto trascendente y se
encendió el fuego de la gran luminaria y ardería por los siglos de los siglos
aquel pebetero, puesto que nadie será capaz de destruir el amor) eligiendo a lo
más despreciable y abyecto del mundo, que de los rechazados y humillados y
ofendidos hizo él su piedra basal, en menoscabo de la soberbia y de la
confusión terrenales.
Debió de ser un revés para los
mesiánicos. El libertador anunciado por los profetas de Israel moría en
el suplicio escoltado por dos ladrones Dimas
y Gestas. No me vengáis con bromas
¡Qué guasa! Vino a los suyos y los suyos no le recibieron -la frase de Juan que
luego leí incansables veces martillea mis sienes- mientras los mercenarios
puesto que no se puede hablar de soldados romanos que tienen otra dignidad y se
echó mano de esclavos sirios para hacer aquel trabajo se rifaban con el
cubilete sus paños menores. El Hijo del Hombre salvaba al mundo en taparrabos.
Semejante desvergüenza ¿dónde se vio?
Pero la humilde túnica inconsútil era el símbolo del siglo futuro.
El que busca su vida la perderá. A ver queremos un signo pues ese no nos
¿vale?
La vida se la había echado el Inocente sobre los hombros a manera de chal
cobijando sus espaldas doloridas cuando, varón de dolores, al cabo de cinco mil
azotes y de 72 puntas de cambronera que es el peor de la especie de los espinos
y la más áspera de las zarzas que horadaron sus sienes trepanaron su frente
inmortal quedando ensangrentados los mechones de su rubia caballera y de su
barba taheña ¡ah que nos miraba a todos con aquellos ojos azules penetrantes!
como si no comprendiera la maldad del que somos capaces los humanos pero llenos
de perdón hacia esa inclinación viciosa que los teólogos achacarían al primer
pecado de Adán pero que a mí se me hacía muy difícil de aceptar como romano
acostumbrado a mirar a los dioses con un cierto escepticismo pues sus malos
ejemplos y concupiscencias y que además estaban ahí para castigar y enviar
rayos y desgracias a los mortales. Si enojabas al Júpiter, éste te taladraba
con su gario y te convertías en rana.
Con los dioses no se juega. Antes de morir había que hacer ordenanzs a
Esculapio y se mandaba matar un gallo capón para que el dios de la salud
tuviese una fiesta allá arriba con sus amigotes y después de expirar tenían que
sujetarte la barbilla, abrirte la boca y meter entre los dientes una moneda
para pagar al Barquero. Esta costumbre acicate de la codicia fue un pretexto
para que en el mundo antiguo abundasen los profanadores de tumbas. El oro era
más importante que la deidad y en facto es la única divinidad que rige los
designios. Oro, oro y nada más.
Fue ofrecido al pueblo en espectáculo de befa. Un esbirro lo empujó hasta
la balaustrada y Jesús apareció en el enlosado del Lithostros cual caricatura de ser humano, un guiñapo.
-Ecce homo
-Tenedlo. Vedlo ahí, cabrones. ¿No queríais
que lo castigase? Pues le hemos zurrado bien la badana. ¿No os dais por
satisfechos? No. La chusma quería más sangre. Dada su condición vil y sus
adscripciones impredecible. Era el mismo morbo que conducía a la plebe de Roma
al coliseo. Quería ver la sangre a chorros de los andábatas sobre la arena y
que cantasen el himno. Ave Caesar los que van a morir te saludan.
Ecce Homo. Le habían colocado un manto púrpura sobre los hombros y
pusieronle una caña en la mano por cetro y así compareció. No lo condenó
Pilatos. Fue sentenciado a muerte por un tribunal democrático que sometía sus
veredictos a votación con mano alzada en
la casa de Anás y Caifás, sumos sacerdotes. Lo mataron dicen por vía de
democracia. Pero la perfidia de esa raza es alegoría de la condición humana, si
se quieren mirar las cosas desde un ámbito teológico, ajeno a toda
manifestación racial. Sin embargo, el pueblo elegido se convirtió en pueblo
errante. Nunca en paz consigo mismo. Siempre clamando y lamentándose de su
pasado, muñidor de guerras.
la pasion de Cristo segun Gibson
Se
quejaban de que la Passio según Mel Gibson el cineasta que había sabido captar
en sus tomas todo el pathos que arranca de la pluma de los cuatro evangelistas
estaba ribeteada de crueldad. Por lo visto, tres personas habían fallecido de
schock en diversos cinematógrafos del planeta. Oh boy. Era de nuevo la voz de
Belial que se alzaba desde las losas del Lithostrotos. Crucificarle. ¿No oísteis?
Ha blasfemado. Si eres hijo de dios baja de esa cruz. Ja jaja ja y los gritos
de las turbas resultaban un contrapunto o las voces anteriormente escuchadas
preteridas y derrotadas de los escribas y de los fariseos. La saña del grito.
La rebeldía ante la historia que ellos pretendían construir como siempre con
una sarta de hechos consumados poniendo cuñas y diferencias – es lo que
supieron hacer siempre- entre el cristo histórico y los evangélicos. Separar a
las naciones, sembrar de cizaña las naciones. Volcar todos los carros.
Y
ya se sabe. A carro vuelco y ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi señor todos
son carriles. Era la eterna monserga que echaban por televisión pasándonos la
pluma por el pico. Decían:
-El invento es nuestro. Es la maquina de
la verdad la que está en nuestras manos. Os vais a enterar de lo que cuesta un
peine, coleguitas.
-¡Habrase visto!
-¿Qué?
- No me retruques, burcieras.
Y
había que filmar furores y que retratar funerales para que se cumpliera la
frase hecha de “estamos buenos”.
-Eso no es una frase hecha. Es una
profecía.
-Lo que tú digas
Por
lo visto no tenían otra cosa que hacer que mondar momias y entregarse a las
disquisiciones inanes. Explotaban el morbo como nadie. Dijo un inglés:
Pero
he aquí que todo esto no eran más que las consecuencias del doble lenguaje.
Servían a dos señores. Estaba claro. Era la nueva semántica de las dos mitades.
La del yin y del yen. Habían escrito previamente todos los formularios y vivían
en su pagoda rodeados de una corte de humo de incensarios. Nos lavaban el
cerebro con sus monsergas. Nos aturdían la cabeza. La gente escuchaba la lista
de desastres como el que escucha llover. Se había acostumbrada a su ración de
cicuta en cada diario y tal es así que si no le daban el postre de bajas de
nuestras guerras globales – Irak era un referente macabro de edificios que
saltaban por los aires y de chiitas que salían en camilla los cuerpos
destrozados al sol de las riberas del Eufrates y del Tiflis y de plañideras
tapadas que se golpeaban el pecho o la cabeza con desesperación ante los deudos
fallecidos. Eran carne joven y todo tenía un aire dantesco y apocalíptico.
Se
había acuñado la frase de ejércitos de la concordia lo que no dejaba de ser un
contrasentido los ejércitos y cohortes son para la guerra y no salen a campaña sus
legiones para repartir rosas sino para dar palos. Una mentira por tanto. Lo que
antiguamente se denominaban tropas de desenganche ahora eran formaciones de
avenencias que combatían la desavenencia a cañonazos pongamos por caso en
Afganistán. No se hablaba del enemigo. Los que estaban al otro lado de la
trinchera eran los violentos. Paz significaba en realidad guerra en la nueva
jerga. El muevo lenguaje.
El
gran hermano era un señor de luenga barba partida que portaba ora chistera ora
turbante y montaba en un caballo blanco. El nuevo matamoros se había pasado a
la otra calle y era el mito santiaguista redivivo en versión de fiesta dúplice
o matacristianos.
-
Eso
es un montaje. Mirad que blanca tiene la chilaba ese morito. Cómo cabalga al
trote cochinero qué blanco tiene el alquicel. Parece un fantasma. Es una
visión.
-
Se
parece a Jesucristo. Un Jesucristo al revés que empuña un kalashnikov
predicando el odio y la reconquista de Granada.
-
Ahí
hay mucho adobo. Es un buen lanzamiento publicitario. ¿Quién es don Ben? ¿De
quién es hijo?
-
De
don Laden.
-
Pues
a ese don Laden sólo lo conocen en su casa a la hora de comer.
Había
hecho aparición aquel anticristo entre noticias inquietante sobre cambios climáticos,
mutaciones genéticas, alteraciones de la linfa y el aura. Se conoce que los
diseñadores de imagen habían hecho su labor de campo y se habían leído bien la última
parte del NT. Y rodaban películas porque el thriller también vende con títulos
como Apocalipsis now and Apocalipsis when? Una lazada para cazar incautos y
áteme su Merced la mosca por el rabo.
El
ángel negro descendiendo a la piscina probática había agitado las aguas y las
cristiandades andaban revueltas. Por los rincones de Cuniculandia proliferaban
las bandas que llamaban del Este que se dedicaban a desvalijar pisos y segundas
viviendas y asaltaban a los pensionistas cuando salían de los cajeros con su
magra mesada en el bolsillo. Llenaban la penillanura de chiringuitos de
carretera y allá donde había rastrojos y alguna tenada construyeron puticlubs y
burdeles adonde iban a desfogarse palurdos y había turismo sexual a encontrarse
con las visitadoras y bajaban desde las Galias. La actualidad era una perenne
crónica de sucesos y hasta se vio una vez en tales antros a un espástico de
tullida minusvalidez. También los disminuidos físicos tenían derechos al alterne
y a los favores sexuales y contrataban a una beldad rusa para subir un ratito.
¿Cómo lo haría? El cliente en cuestión llevaba un fámulo o johny que empujaba
la silla de ruedas. Era lo más chocante que vi en mi existencia. ¡Dios mío cuantísimos
pecados!
El
ayudante de campo por lo visto tendría que asistir a la operación y hacer las
voces de mozo de cuadras como cuando mi abuelo iba a la parada a echar la yegua
al garañón y había un experto que coronaba a lo largo de tan aparatosa faena
embrocando el miembro del garañón en su lugar. Y en la barra un forajido se lamentaba
sin cesar de llorar y de que ninguna daifa le hablase en su lengua.
-Todas son rumanas.
-Las rumanas la chupan con ganas
Cadalsos
y cadáveres. Los mitómanos se ponían las botas. El esperpento lo daban a calderadas.
Y en Guantáno torturaban y venían de aquella cárcel penitenciados luciendo el
traje de rayas y andando penosamente esposados y maneadas sus extremidades
superiores e inferiores como si fueran acémilas en pasto caminando con
dificultad a causa de la pihuela que impedía el libre juego de las piernas.
Pero
los reos no eran pasados por las armas como corresponde al código de justicia
militar. Los sentaban en la silla eléctrica o les ponían una inyección letal.
El
enemigo escogió a posta la celebración del quinto centenario de Isabel de
Castilla para afirmar que España había dejado de ser católica.
A
ese callejón sin salida habíamos ido a parar con los embustes de las tres
culturas y el papa propter metum Judeorum se palpaba los fondillos de su
sotana. Él tenía miedo a perder la prestamera. La silla apostólica tenía que
contemporizar y el proceso de canonización de la reina santa quedó bloqueado.
Era
vidente que habían puesto en la silla del pescador a uno de su cuerda o que el
usurpador era un grande bribón con muchas ínfulas. En las altas esferas se
había apagado la llama del cenáculo aquella que decían novio a los primeros
apóstoles a hablar en lenguas de fuego. Hombres de poca fe. ¿Por qué vaciláis? Aquel
miedo, aquellos respetos humanos depararon la confusión de babel. La familia
arrastraba un estigma destructivo y los hermanos andaban poseídos por la falta
de amor. Fámulo traía mal fario y desgracias terribles. Mejor que no te
acerques majo.
-Barrujo Arije, tu mujer padece un cáncer
de tiroides.
-Ay dios mío que habré hecho yo a dios-
gritaba desconsolado como un nuevo Job.
Y
la casa se deshizo y la familia se murió y llegó el sembrador de las discordias
y arrasó sus campos de sal pero Barrujo paciente y resignado movía la cabeza
con pena de sí mismo murmurando entre dientes tan sólo:
-Él me lo dio. Él me lo quitó
Tal
vez tuvo mala suerte. Algún antepasado que él desconocía debió de cometer un
pecado tan horrendo que atrajo la enemiga del señor. Resignación Barrujo Arije
y el pobre Barrujo bajaba la cabeza mientras sus dedos pasaban las cuentas de
su rosario. Toda aquella cargazón de desgracias contra su pueblo la verdad que
no era cosa normal pero dicen que los caminos de Yahwé son inescrutables y en
sus designios misteriosos Él debe de hacerse otras cuentas. Sus números van por
otro cómputo diferente.
-Alguien te hizo un hechizo.
-¿Al nacer?
- Sí, al nacer. Sería que mi madre se
cayó de la burra y por eso.
-Por eso ¿qué?
-Que yo viene al mundo con un dedo de más.
Había
que acatar la norma y someterse a los designios de los flamines del Tercer
Nivel. Los del Tercer Nivel. Esos eran los culpables. Los nuevos sacerdotes de Apolo
aquel domingo de ramos se dedicaban a predicar el mestizaje y el colonialismo
del revés. Saltó una bomba en un piso de Leganés murió un GEO y los que estaban dentro se
inmolaron. Oh que historia más peregrina luego unos desconocidos entraron de
noche en su tumba y esparcieron sus restos por todo el cementerio, un nuevo
episodio de los métodos sarracenos al menos es lo que quisieron contarnos los
de la televisión llevados de la mano de los expertos y propaladores de
consignas del Tercer Nivel. Se suicidaron todos musitando oraciones fantásticas
y con las suras del coran en los labios al grito de Alá es grande. El personal
volvía a tener bastante miedo. ¿Habría que creer a aquella historia o ponerla
en adobo como lo del caballito blanco de Santiago o el alquicel flotante del
Hijo de Laden? En cualquier caso muy fuerte
semejante caso de suicidio en manada entre recitaciones sagradas.
Estaban
en un tiempo de subversión de las conciencias, tiempos solidarios y poco
caritativos en que habían venido los que vendían viendo en cápsulas. Bastaba
con soplar los odres de neptuno y tomar viagra. Se reían los buhoneros de las
azules cápsulas romboides de la falta de ganas. Sois todos unos impotentes.
-Pero qué es este cachondeo oigan.
-Belial que se descojona.
Aquel
domingo de ramos laico se hizo una foto en el castaño joven que plantó recién
llegado a habitar la casa vestido de nazareno. Le caía bien la túnica sagrada
pero estaba un poco gordo. El cíngulo de la hermandad lo había comprado en una
tienda de objetos religiosos cerca de Mayor. Imágenes y lamparillas y rollos de
cortes de tela para hacer hábitos de
todos los colores. Los pardos de san Antonio, los morados de Medinaceli, los
azules de la Virgen los negros de la virgen de los dolores. Esas prendas se las
ponían los que salían de presidio o los que se libraban de una enfermedad en
los años de posguerra. Madrid era muy santero y estos negocios que un día
tuvieron su áquel iban de capa caída. Como es natural.
Siempre
desde niño le tenía afición a las procesiones semana santeras y salir detrás
con los pies descalzos acompañando al paso. Era domingo de ramos y se puso a
cantar la passio en la esquina de las descalza. Tenía una hermosa voz de
diacono. Un argentino se le quedó mirando y le ofreció una limosna.
-No, gracias
Vestido
de nazareno sentía con más fuerza su fracaso, el exilio interior de que era
objeto, las puertas que se cerraban. Sin embargo el timbre de su voz lanzan a
los aires embalsamados de primavera de la tarde de abril el mensaje perenne
urbi et orbi. Estaré con vosotros hasta que haga falta. Era un mensaje
políticamente incorrecto. Los hijos de Belial se revolvían indómitos llevados
por todos los demonios. El hijo de Julián Marías escribía artículos
incendiarios contra estas manifestaciones públicas de fe callejera que cerraban
el camino de la estación. ¿No corren tiempos laicos? Y lo que apuntaban los
detractores y renegados es que los desfiles vistosos les recordaban el
franquismo y no había derecho. Sencillamente era algo obsceno. Y las víboras
asomaban su mortífera cabezota triangular por entre los tallos que ocultaban
sus madrigueras.
-Dalas en el cogote. Esos reptiles con
plumas de mujer ningún derecho tienen a vivir. Descabeza a la serpiente. Es
para lo que viniste al mundo.
Escribía
bien de las procesiones pero la bibliotecaria de Logroño escribía en el foro
insultos contra él. Era una laica de derechas muy comodona y algo buscona de
amores tibios o narcisistas por Internet. Las soflamas y las amenazas
anticristianas estaban de moda en aquel Madrid profano antiguamente rompeolas
de las Españas y ahora aparcadero de gentes llegados de todas las partes del
planeta, batiburrillo de todas las etnias y razas. Pero era así como lo querían,
según va dicho, los agentes del Tercer Nivel Subrepticio que ya no lanzaban
minas por debajo de los muros de la ciudad universitaria. Se limitaban a
predicar el mestizaje y a limpiarse las posaderas con la roja y gualda. Los
copinos se desgañitaban desde los micrófonos de los curas ya ve usted. Había
que envenenar al pueblo. Y un heredero de Mendizábal creo que era vice
tataranieto se emborrachaba en el bar de la rumana que la chupaba con ganas
según decían detrás del mostrador. Los apóstoles del criollismo al revés habían
regresado.
Largaban
sus sermones mediáticos y políticamente correctos en forma de planchas. La
pasión de Cristo caía fuera de los predios previstos por el nuevo orden. Pertenece
a la orbita de la iglesia prevaticana y los judíos de Jolivu le negaron
producciones y hasta amenazaron con matarlo. Había que pagar el portazgo a los
amos de la venganza y del ultraje a la cruz. Si eres hijo de dios desciende de
la cruz.
Las
carcajadas sonaban diabólicas desde el gólgota y se esparcían desde el valle de
Josafat hacia todos los rincones del planeta. Pero como se atreve ese hombre.
-Os ha llevado la contraria. Es vuestro
verdugo. Vuestra maldición.
-Antisemita
-Hijos de Anás y de Caifás. Los nazis no
acabaron con vuestra simiente perversa. Por eso andaréis errantes por el mundo.
Se
recogió en su cuarto y por la señal de la santa cruz cantó en latín: “Passio
Domini Nostri Jesuchristi secundum Marcum”.
Sonó
en su labio la narración del evangelista como un desafío a las fuerzas oscuras
que buscaban el desquite por el deicidio cometido aquella tarde en el Monte de
las Calaveras. A las tres cuando iba por el pasaje doloroso e inclinato capite emissit Spiritus[2],
escuchó un rumor e n el jardín. Eran las palabras de perdón. El verdadero holocausto.
No hubo otro.
Pero
estamos en un tiempo en que se cumplen ciertos amargos designios. España es la
princesa de los tristes destinos. Estamos copados. No hay salida en el club de
los poetas muertos. Dentro de lo malo le embargaba la amarga satisfacción de no
haber marrado el pronóstico puesto que a lo largo de su obra había formulado
aquellos vaticinios. Eran libros inéditos y anepigráficos intensa labor de grafómano. Los fue dejando
dispersos (sus pensamientos) a lo largo de páginas dispersas de su existencia
con sus pervigilios anteriores. Un mal barrunto, el aleteo de un cuervo, la
mala sombra o la peor entraña-una herencia siniestra que les tocara en suerte-conjuraba
el mal fario. Todas estas cosas sensibles e insensibles visibles e invisibles
voluntarias e involuntarias. Montón de pecados juntos donde se arracimaba la
culpa – toda la culpa del mundo. El corazón de Arije sudaba sangre. Era un
diácono a la antigua usanza. Se había cruzado la estola cuando venían mal
dadas. Cuando todo era acechanzas. Su vida `personal permanecía yunta con la
del Señor. Pero estaba todo muy confuso. Turbulento. El amo de los anillos y la
luenga barba enredada agitaba el bastón subliminal. Me hablas de tu vida y ella
es un siniestro total. Lo cual que para
al viaje no necesitábamos alforjas. Pero ¿por qué aquella obstinación contra el
cristianismo? Él no los sabría explicar. La verdad. Has de romper el halo del
maleficio. ¿Cuál era el secreto de aquel mal de ligadura misteriosa? Jamás he
podido quererte. Me traes desdicha, mal fario. La suerte y las sirtes. Evil exists. El diablo
existe. Su presencia la detectaba Arije con una especie de antenas que
tenía para lo paranormal. Estan pariendo ómenes nefastos. Quería huir pero ¿adónde?
No hay salida. Pensaba por ejemplo en el rito de consagración de los elegidos.
En contra de los supuestos que se manejan ahora mismo, él creía en el poder
reparador y sanador de la liturgia. De ella nacía el fervor individual y por
eso mismo se había ordenado de diácono. Para pregonar a Cristo públicamente y
con todas sus consecuencias.
Y
la vida sin liturgia, sin ceremonia, sin pasión ni rito, es nada. Estaba
contextuado e indagada por él a lo largo de muchas horas en que robó al sueño
su cometido para entregarse a disquisiciones centrífugas y centrípetas.
Extrapoladas del mundo en que vivía tozando su pasión escapista de marcharse al
yermo. Huyendo de aquella soporífera esposa que le deparó el destino y de los
hijos que le insultaban. De los vecinos que le hacían momos cuando caminaba
hasta la parada del autobús con lentos andares cansinos. Aquel lento deambular
debió de espantar a los gusanos freudianos que pululaban por doquier. ¿Adónde
vas tu, chico? Mírale. Se mueve como un asesino. Esa depresión suya es la de un
asesino
2016-03-19
EN ASTURIAS NADA ES LO QUE PARECE. PARAISO NATURAL ¿E INFIERNO?
Redde
mihi domine stolam, inmortalitatis quam perdidi. Y,
al decir esto, el cura de Riofrío besa la estola. Merear domine portare manipulum fletus et doloris (merezca yo portar el manípulo del dolor) dice,
acto seguido, el preste al colocarse el manipulo y renace un tiempo viejo entre
las cajoneras y los espejos ustorios de la sacristía.
Es el arranque perfecto para una misa
cualquier domingo del siglo XIX en la España profunda. En la iglesia el pueblo
aguarda. Tocan las campanas y delante de la grada formula el cura, embutido en
una casulla guitarrera, el rito de salutación eterno: introibo ad altare Dei, entraré al altar del Señor. Los feligreses el
aire aburrido escuchan las oraciones bisbiseadas por el clérigo de forma
mecánica y atropellada. La feligresía mira con cara de circunstancias.
Es el momento en que al pasear la vista
por el concurso en todo un travelín (el escribano, el médico, el secretario, el
juez de paz, la pareja de la Benemérita) sin cámaras descrito hábilmente por la
pluma tan capacitada como la de Armando Palacio Valdés topa con la mirada
huidiza de su amada Rosa la Molinera.
Andrés es un periodista madrileño que
ha venido a Asturias a casa de su tío cura a reponerse de una incipiente tisis.
Protagonista Andrés Heredia y, deuteragonista la del Molino, van a experimentar
en sus vidas un soplo siniestro (pathos) y sucumben al dictamen de la fuerza de
un hado fatal. ¿Asturias paraíso o infierno?
El escritor de Entralgo es un maestro de la
novela psicológica y sociológica. Obras como “El Cuarto Poder” “La Aldea
Perdida” “La Fe” “El Maestrante” constituyen un zócalo en el que se estructura
la vida española con el advenimiento del progreso (las minas, el ferrocarril,
el voto directo. El periodismo, los partidos políticos) y en parte desmonta el
mito de Asturias paraíso natural. En esos pueblos perdidos en esos concejos a
trasmano y en esos valles recónditos se esconden las pasiones de cuyas garras
no podrá escapar el ser humano: la avaricia, la gula, la intolerancia, los
prejuicios de casta, la lujurio, el fanatismo religioso, la violencia.
Palacio Valdés, que ha sido mal leído y mal
interpretado como escritor de derechas quizá porque añorase las costumbres
patriarcales del viejo Avilés, presenta en sus novelas un denso calado de encrucijadas anímicas que lo acercan a los
grandes maestros rusos y franceses.
Tampoco en él, como en Asturias, —esa
Asturias a la cual supo describir y buscarle las vueltas encontrando bajo esa
superficie afable el estro trágico de los duendes los nuberos y las xanas— nada
es lo que parece.
Con el sambenito de “carca” fue detenido en
el Madrid rojo de 1937 feroz mes de noviembre y acaso fusilado (oficialmente
murió de hambre) pero su inmensa obra que no ha sido evaluada ni catalogada en
su totalidad está cuajada de crítica social, pone en berlina a los caciques,
fustiga al clero indocto verdaderos verracos con sotana que padreaban por las
aldeas y contribuían a mitigar la despoblación demográfica, llenando sus
parroquias de “fios” naturales,
caricaturiza a los indianos que regresan a morir a la tierra hablando fino y
con acento de azúcar de dengue,
grandísimos usureros que hacen prestamos al 25 por ciento, critica la
brutalidad de los rudos labriegos que maltratan a sus mujeres y a sus hijas. Se
mofa de los veraneantes.
Surgen pleitos y malquerencias por un mojón y
por una linde. Aparece un campesinado irredento que labra las tierras en
aparecería a un terrateniente residente en Madrid que jamás pisa la comarca.
Como un profeta este maestro de la narrativa
que es bronco y certero en sus novelas de ambiente rural asturiano, y afable y
simpático, en contrapartida, en las de ambiente andaluz, como la Hermana San
Sulpicio o Riverita — se dice que han sido un asturiano Palacio y
un gallego Cela los grandes cantores de Andalucía— va desbrozando la madeja que
abocará a los españoles a la guerra civil de la cual él fue victima.
El Idilio de un Enfermo presenta una dinámica
de arriba y abajo —upstairs, downstairs—
dos lineas paralelas que jamás podrán encontrarse y ese desencuentro adquiere
un carácter trágico entre un amante señorito y una muchacha aldeana a la que
seduce y acaba raptando. Buena novela costumbrista. Hoy ya bi se encuentran escritores
con ese talento narrativo de nuestros escritores decimonónicos. La lectura de
cuyos libros apenas requiere esfuerzo. Es la clásica escena del nido de amor en
el hórreo al amor del narvaso y cerca del pesebre donde rumia el ganado,
bucólica escena pastoril.
No por trillado lugar común menos efectivo recurso de la novela del XIX.
El molinero Tomás padre de la muchacha quería casarla con su tío el indiano.
Choque de pasiones encuentro de voluntades pero, entre medias, el arte.
Una buena novela, y pocos lo logran, es como
una buena misa cantada (introito, ofertorio, lavabo purificador, anáfora,
consagración, epicrisis bendición y despedida.) Y las novelas del maestro de la
Aldea Perdida tienen eso y mucho más: humor, descripciones potentes como el de
la misa dominical, la romería, el encuentro amoroso en el establo nido de amor.
La fuerte prosopografía o pintura de la cara y a través del rostro penetramos
en el alma de los personajes: el seminarista Celesto terror de las mozas del
concejo un sátiro que promete acabar con su vida crápula en cuanto se ordene de
subdiácono (entonces sanseacabó pero ¿Cuándo vendrá ese día?), la agnición o
reconocimiento mediante algún tic personal como el del cura de Riofrío que el
hombre no se explica bien en sus sermones, recurre a latiguillos como ya me entiende
usted, y ¿estamos?
Para paliar su poca capacidad retórica, acababa llamando modorros y escribas y
fariseos a sus parroquianos que dejaban el precepto dominical para ir a la
hierba. El azimut de la narración se alcanza en la descripción de la romería en
honor al santo tutelar: tambor y gaita, ramo, procesión, suena la Marcha Real a
la hora de alzar, corra la sidra en el tonel, estallen voladores en el ferial y
atruenen los compases de la danza prima, a los gritos del ataruxo y del ijujú. No
faltan tampoco los palos pues era costumbre, el mocerío de aldeas rivales ha venido
bien prevenido con garrotes de siete ñudos, tiemblan las navajas en bolso por
un quítame allá esas pajas. Culto a Dionisio, a Venus, a Marte y a Baco y todo
aboca a un final lamentable cuando por la senda aparecen los civiles que llevan
preso al protagonista acusado del rapto de la molinera. Desaparecen en un
recodo de la calella entre el polvo del camino y el fulgor de los charoles. Pero
que no decaiga la fiesta. El seminarista Celesto que está a punto de recibir órdenes
sagradas y decir sanseacabó a su vida disipada se enzarza en una discusión teológica
con el excusador sobre el concepto escolástico de sustancia y accidente. La porfía
sube de tono y están a punto de resolver sus diferencias a vergajos.
Algo vale que el mucho vino trasegado les
hace de nuevo sentirse amigos y regresan a casa cantando viejas tonadas del país
algo traspuesto, melancólicos, y borrachos. El que va de romería se arrepiente
al otro día. Otro año más; nadie puede atrapar con las manos al tiempo que se
va.
Un halo trágico — como en la Iliada en la
eneida cuya estructura épica trata de imitar Palacio en su narrativa— se
condensa como un aura ineludible sobre los lances e intriga de la trama y ya no
podrán escapar los personajes a las garras del Destino: “oiga, Celesto, quien
es aquella chica la del pañuelo negro y los corales en la garganta… ah sí la
hija del Molinero… no piense usted en ella don Andrés, le daré un consejo… es
una yegua”... Adraganto y Queronte aguardan. Rosa, expulsada por su padre de
casa, se va a servir a Oviedo y luego acaba en la prostitución.
Andrés, de regreso a Madrid, reanuda su vida
de crápula. La tuberculosis se apodera de su organismo y muere al año siguiente
de sus vacaciones en Riofrío, a causa de un vómito de sangre. Nada es lo que
parece. Pese a las predicas de moralistas, reformadores y sociólogos, la
condición humana permanece invariable. Todo sigue igual. Sólo puede redimirnos
el Arte.
2016-03-17
2016-03-16
2016-03-15
YO ENTREVISTÉ A MADRE TERESA
Una tarde gélida de febrero hacía poco que había estallado una bomba en Falls Road y la monja albanesa acababa de abrir una casa en el no go área de la ciudad dividida por sectores. Recuerdo que aquella misma atardecida a la hora del crepúsculo estuve a punto de ser alcanzado por disparos de un paracaidista y una mano desvió la trayectoria del misil que llevaba mi nombre y dirección. Lo cuento en mi libro " Corresponsal en Londres". Con otro grupo de periodistas de varios países nos dirigimos a la residencia de Madre Teresa. Se negó a recibirnos pero en el momento en que estaba con la puerta media abierta accioné el obturador de mi Pentax. Robé la foto pero la placa no salió. ¿Maldición?
Era muy popular la religiosa fundadora de las monjas del Sari. el periodista de la BBC Malcom Muggoridge la citaba constatemente en sus programas. Fue un lanzamiento. La monja de los pobres estaba siendo sufragada por los ricos de mala conciencia. Rockefeller y los gurus de Wall street estaban detrás de la operación. Nunca oculté mis reservas acerca de su rápida canonización que ha convertido a la iglesia católica en una ONG y por tanto manipulada por el gran dinero y recuerdo las palabras del Señor sobre la riqueza "es más difícil que un rico entre en los cielos que un camello pase por el ojo de una aguja". Cristo nos habla de caridad, de justicia social y nunca de beneficencia y de organizaciones humanitarias que ocultan el rostro impresentable de los señores de la guerra que venden armas y promueven conflictos regionales o de los banqueros que vampirizan a los pobres y dejan sin trabajo a las tres cuartas partes de la juventud. Pienso a las claras que esta proclamación a los altares es producto del marketing y siento decirlo aunque tenga que hacer el oficio de abogado del diablo. Bien estén los santos en sus retablos.
RUIDO DE SABLES EN CATALUÑA. LA COLAU ES UN OBJETIVO
En el maremagnum de despropósitos que es la vida política en España y en Cataluña, todavía hay instituciones incorruptas como el Ejército y la Guardia Civil. La noticia del envío de cien carros de combate a uno de los regimientos de infantería acuartelados en la Ciudad Condal ha puesto muy nerciosos a los secesionistas. El insulto de la alcaldesa de Barcelona a los uniformados ha puesto en alerta al Estado Mayor. Los españoles, que asisten desilusionados e inhibidos, a este circo de la clase política, todo un espectáculo, quieren la paz y aman a Cataluña, que está siendo manejada en sus cuerpos dirigentes por fuerzas oscuras extranjeras, se desentienden de la agresividad secesionista. Los separatistas se cagan por la pata abajo. Ha aumentado la venta de pañales
2016-03-14
TUVE LA SUERTE DE SER CORESPONSAL EN LONDRES EN UNA EPOCA MARAVILLOSA
Antonio Parra tuvo un sueño: ser
corresponsal en Londres y ese sueño se materializó recién terminada su carrera
de periodista y filólogo, a los 28 años. Una corresponsalía en la capital
británica viene a ser como el mirlo blanco de los que ejercen esta profesión de
juntar palabras y contar la historia desde un punto de vista personal y sin
cortapisas. Actualmente, la figura del corresponsal diplomático ha
desaparecido.
Sin embargo, Antonio Parra, tuvo
la suerte de haberse embarcado en las tareas de una corresponsalía como el
último bucanero.
Y también tuvo la dicha de
habitar una casa con fantasma en el barrio de South Kensington. Era el espíritu
del Conde Kelly, el cual algunas noches, picaba a la puerta y daba golpecitos
en la pared, o se recogía en la bodega donde el periodista tenía el télex para
enviar sus despachos a Madrid.
De una manera oblicua, intensa y
rápida, y haciendo gala de un estilo moderno, no exento de ironía, el autor va
narrando episodios de sus vivencias en aquella Inglaterra Feliz, la de los
Beatles, la de las queimadas de Manolo Fraga en la embajada, los pactos, los
consensos y contubernios, el amor, el desamor, desde el recuerdo de un tiempo
que no volverá, sino a través de la magia de la literatura. Como dijo un primer
ministro británico, “nunca lo tuvimos tan a huevo”.
El autor aborda el tema desde
planteamientos poco convencionales y a la contra, de cómo se maneja hoy la “pulp
fiction” de novelistas garbanceros y pedestres. Antonio Parra, testigo de cargo
de aquella época, es una voz que merece ser escuchada.
nuevo libro mio
MI corresponsal en Londres, en la calle
Antonio Parra tuvo un sueño: ser corresponsal en Londres y ese sueño se materializó recién terminada su carrera de periodista y filólogo, a los 28 años. Una corresponsalía en la capital británica viene a ser como el mirlo blanco de los que ejercen esta profesión de juntar palabras y contar la historia desde un punto de vista personal y sin cortapisas. Actualmente, la figura del corresponsal diplomático ha desaparecido.
Sin embargo, Antonio Parra, tuvo la suerte de haberse embarcado en las tareas de una corresponsalía como el último bucanero.
Y también tuvo la dicha de habitar una casa con fantasma en el barrio de South Kensington. Era el espíritu del Conde Kelly, el cual algunas noches, picaba a la puerta y daba golpecitos en la pared, o se recogía en la bodega donde el periodista tenía el télex para enviar sus despachos a Madrid.
De una manera oblicua, intensa y rápida, y haciendo gala de un estilo moderno, no exento de ironía, el autor va narrando episodios de sus vivencias en aquella Inglaterra Feliz, la de los Beatles, la de las queimadas de Manolo Fraga en la embajada, los pactos, los consensos y contubernios, el amor, el desamor, desde el recuerdo de un tiempo que no volverá, sino a través de la magia de la literatura. Como dijo un primer ministro británico, “nunca lo tuvimos tan a huevo”.
El autor aborda el tema desde planteamientos poco convencionales y a la contra, de cómo se maneja hoy la “pulp fiction” de novelistas garbanceros y pedestres. Antonio Parra, testigo de cargo de aquella época, es una voz que merece ser escuchada.
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