SEMINARIO DE
SEGOVIA MI ALMA MATER
Vuelo a
Segovia, regreso a mi alma mater y me encuentro en las escalerillas de la
muralla de la Huerta con el espectro del Padre Laínez que se dirige a mí en
tono afable, mientras subo los peldaños desgastados de la escalera a dos aguas
donde los centinelas de la edad media montaban guardia en la garita ante un
paisaje de montañas nevadas.
La Mujer Muerta
al fondo yace en su túmulo de basalto. Escucho en la lejanía las notas de un
rabel que entona un romance. El maestro Joaquín Díaz, la música callada de las
noches serenas de mi infancia, debe de andar entre las filas de los
seminaristas que pasean en su “deambulatio”
de Tercia, la hora de la quiete, cuando jugábamos a la pelota en aquel patio, a
la sazón llena de gente menuda, hoy desierto, se rompe el silencio, se me
enciende una luz en mi cerebro. Y el padre prefecto da una palmada y estallan
las voces juveniles de la estudiantina:
▬Benedicamus
Domino
▬Benedicamus
y al cielo vayamos.
▬Tira,
Parrita, venga, va.
Mi amigo
Filemón, el de Escarabajosa, me tira un balonazo y empieza la partida de futbol
entre “Gurriatos” y “Galápagos”. De esa forma nos calentábamos pugnando contra
las bajas temperaturas de los inviernos segovianos
Dos acacias
en mitad del patio hacen las veces de improvisados postes, yo jugaba de
portero. He regresado, a la recherche du
temps perdu, a una mañana como esta del Día de San Frutos de hace sesenta
años. El padre Laínez fundador del establecimiento hace más de medio milenio ha
bajado del cielo para darme una palamadita y animarme pues los católicos
andamos atolondrados como ovejas sin pastor y ahora dicen que el nuevo papa el
argentino Bergoglio cayó malo. Don Diego Laínez S.J me consuela con su frase
preferida: “ un ojo en el cielo y otro en
el suelo”. Esto es; hay que estar al santo y a la limosna y ojo al cristo
que es de plata pues paso corto y vista larga “and bugger expenses” como dicen
los ingleses cuando llegan mal dadas. En tiempos de tribulación no hacer
mudanza.
Las puntas
de diamante de los merlones de la muralla se alzan enhiestas y vigilantes y una
cigüeña planea hacia los tejados de su nido que se alza en la misma espadaña de
la torre del Conde de Cheste, lamiendo casi con sus alas la vertical del
Acueducto. Estoy en casa.
He venido al
encuentro del tiempo redivivo, y arropado por la sonrisa del padre Laínez,
siento el renacer de viejas ilusiones mías, cuando soñábamos en voz alta,
cantábamos recio nuestras salves en latín y esperábamos la llegada de un mundo
feliz.
Diego Laínez
nació en la villa soriana de Almazán, fue la eminencia gris y mano derecha de
san Ignacio, el tercer Prepósito General de la Compañía. Hablaba siempre en
portugués porque en Lisboa estaba entonces la capital de España y los jesuitas
con el quinto voto reciben el don de un quinto sentido para saber dónde se
encuentra el poder. Son los curas más valientes, los más listos.
Fue el
fundador de esta casa convertida tiempo adelante en Seminario Conciliar. Fue
uno de los primeros cuarteles que estableció la Sociedad de Jesus en Europa
reinando Felipe II. Todo está casi igual que entonces. La huerta se ha
convertido en aparcamiento.
Son más
frondosas las acacias, algunas malas hierbas, incluso un ailanto, crecen en las
junturas del adarve. Se llevaron o ha desaparecido la alberca o pilón de
sólidos sillares de granito, donde alumbraba sus aguas la canal del acueducto,
un vestigio romano donde la conducción de esta obra de ingeniera máxima. Los
diferentes gobiernos socialistas no han hecho otra cosa que robar y esquilmar
patrimonio. La fuente manaba por un caño y allí nos bañábamos en calzoncillos
algunos seminaristas por el verano.
Pero la
espira solemne y triunfal de la “Aceitera”
(así llamábamos a la torre de la antigua Casa de la compañía) se yergue solemne
y triunfal, con su forma de alcuza, sobre el skyline mirando al mundo con un
aire de orgullosa melancolía a las pasajeras cuitas de los mortales, desafiando
a la historia. Se encuentra en el punto más alto de la ciudad.
“El padre Laínez era pequeño de cuerpo, la
color blanca aunque un poco ortigado, de alegre rostro y con una perenne
sonrisa apacible en la boca, la nariz larga y aguileña, los ojos grandes y
vivos y muy claros. Fue de delicada complexión aunque bien compuesto y ancho de
pecho y no menos de corazón. Fue desde muchacho quebrado y ya siendo hombre muy
fatigado de dolor de ijada y de riñones, y algunas veces, aunque, pocas, de
gota, pues comía poco. Su ingenio fue exuberante, grande, agudo, profundo,
vehemente, claro, robusto. Tenía una sed insaciable de leer; así leía
continuamente y pasaba libros escribiendo de su mano y sacando lo que le
parecía bueno dellos. En esto servía a la Iglesia y al Bien común. Pasaba un
buen tomo de las obras del tostado en muy pocos días y hacía extractos dél con
extremada aplicación y diligencia”
Esta es la
semblanza que traza sobre aquel gran general de los jesuitas uno de sus
biógrafos. No se puede calar más hondo en el difícil arte de la prosopografía,
trazando un verdadero retrato psicológico de este alabardero de Cristo,
martillo de herejes y confutador de la herejía calvinista.
Predicó por
toda Italia y la Auvernia francesa. Estuvo a punto de morir la noche de San
Bartolomé. Siendo niño le pidió a Dios el don de la sabiduría y el Señor parece
ser que se la concedió, sin dejar pasar por alto que, como buen jesuita, fuese
un hombre controvertido. No fue muy larga su vida. Murió en Roma a los 53 años.
Sus
biógrafos añaden otro detalle: nunca probaba la carne, siempre el pescado. El
matrimonio le parecía el mayor de los tormentos. Sin embargo, en el ambiente
corrupto de la Roma de los papas del Renacimiento no escapó a las tentaciones
de la carne▬ era la
misma que nos describe Delicado Baeza en su “Lozana andaluza” ▬
cuando una cortesana vino a tentarle “presa
de una ciega y desapoderada pasión” pero
él
dejó
a la serpiente con el silbo entre los labios, huyendo de las trazas y halagos.
Parco en el
yantar, muy tranquilo en las contiendas y trabajos que hubo de soportar en
defensa de la fe. Recomendaba a sus novicios libros devotos y edificativos
aunque fueran escritos en bajo estilo y con poca elegancia de palabras.
No quiso ser
obispo de Mallorca y renunció a la silla arzobispal de Pisa. Asimismo, se
escapó de Roma cuando le propusieron para sucesor de san Ignacio. No se llevó
del todo bien con el papa Paulo IV el famoso papa “Caraffa” pues fue un
luchador incontrovertible contra la simonía y el nepotismo, males endémicos de
la curia por aquellas calendas. En algunos retratos que de él se conservan
alienta una mirada profunda de jabalí. De ahí el mote que le pusieron algunos
curas desafectos a la Compañía: “aper”
(jabalí). Sin embargo, este augusto intelectual soriano que a lo mejor hoy
hubiese sido un cura progre era la vera efigie de la mansedumbre, en el trato
era afable y volviendo a sus biógrafos estos hablan de la “comitas” (dulzura) de su carácter, aunque insobornable.
Este
encuentro virtual con mis raíces me ha sacado del tiempo presente y por el
espejo retrovisor de la vida contemplo mi pasado, la vida transcurre deprisa.
No sé si se me ha aparecido el padre Laínez o es una obsesión que me invade
desde tantos años entre libros, dándole la vuelta al aire, jugando con las
ideas, al compás de mis sueños y de mis fracasos, pero es el legado que recibí
de mi alma mater ese afán de leer e indagar esa constante búsqueda de la verdad
apasionada.
En esto, que
una voz joven me saca de mis ensimismamientos espectrales. Alguien me llama la
atención. ¿Habré metido de nuevo la pata?
▬
Eh oiga usted ¿Es todo esto suyo? Baje inmediatamente, está prohibido. Esta
parte de la muralla es del Ayuntamiento no pertenece al seminario.
▬Estaba
sacando unas fotos y recordando viejo tiempos▬
contesto.
Desciendo,
acto seguido, muy solemne por la escalera imperial a dos aguas por donde subía
y bajaba el relevo de la guardia de la muralla y ya, más amigable, le explico
al joven (mea culpa) que me he colado aprovechando que se abría, al paso de un
coche, la puerta automática de la huerta para colarme en el recinto. Estoy
disfrutando a mis anchas con mis recuerdos.
▬Pues,
si cae usted, o le pasa algo en menudo lío que nos mete. Han puesto un
pleito al obispo por estos terrenos que son de la Iglesia desde tiempo
inmemorial.
▬¿Quién puso la
demanda?
Mi
interlocutor se encoge de hombros.
▬Ah,
no sé.
▬Lo
quieren todo estos tíos,
todo es suyo▬ le digo al
joven que se llama Rafa y que es nada menos que el vicario del Obispo y hace
las veces de cancerbero, vigilante, portero, recoge las llamadas, está al tanto y
tiene fama de ser muy buena persona entre el clero segoviano. Episcopein en griego quiere decir obispo
el que anda a la mira. Rafa, hijo haces bien. Aprecio en este buen cura la
humildad y cumplimiento del deber que nos inculcaron y que viene a ser la marca
de la casa. Creo que Rafa que es
sacerdote joven sería un buen obispo para estos tiempos difíciles que vivimos.
Como heredero del legado que nos legó
Laínez a los que por acá estuvimos y damos ahora pasos perdidos en un mundo
lleno de controversias y de esperanza
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