BIENES
RELICTOS
Este
año no ponen los mozos el "mayo" aquel pino verde que los más ágiles
escalaban trepando la cucaña. Fiestas de la cruz. Me quedo sentado en la
antojana bajo la corredoria para despedir abril de este bisiesto malhadado. Bienes
relictos. Cuantos recuerdos. Demasiadas consejas al amor de la lumbre del llar.
Mis antepasados que ahora son espectros, gente buena que vivió en la casona
durante tres siglos. La curuxia canta en la enramada. Anochece. Hay mar bella
la playa como un plato. ¿Habrán regresado las lanchas? El atardecer tiene la
serenidad de esta cachimba de brezo inglés. Sube el humo gratificador de mi
pipa es mi mejor amiga casi lo único que tengo esta pipa Dunhill que me
acompaña desde mis años de Londres doy pufadas que son palos de ciego mientras
me evado del mundo. Dicen que fumar detiene los virus y te aleja a los diablos.
No todo ha de ser malo en este vicio del que todos abjuran. Entretanto, le doy
al tiovivo de los recuerdos acerca de la historia de la casa vieja, sentado en
el estragal al lado de la portada del hórreo que feneció. La yerba está altísima
a causa de los últimos aguaceros y no pudimos salir a la siega con estos
trastornos de la nueva Peste Negra que nos aflige. Los cuclillos hacen sonoros
conciertos en concilio en el monte Perín,
nadie les molesta. La Catuja que labraba el abuelo con sus bueyes quedó sin del
zarzo de laureles talados por dendricidas asesinos y el Llaguezo y el Dormón ─
el aldeano de por acá ve un árbol noble
y empuña el hacha─ dos montes envidiables hicieronse selva. La veigucha de
Lamuño quedó sepulta en un argayo que asoló la costa por enero y en la huelga
de la Magdalena ya no se dice misa. No hay cura pero yo conocí grandes fiestas
de tambor y gaita y una guapa romería el 22 de julio cuando honrábamos a la
santa pecadora. Esa es un poco la relación de nuestros bienes relictos. Todas estas
propiedades se las llevó la trampa ahora somos pobres pero limpios.
Oscurecoido ya, se ilumina luz de la estancia
y del alma con un tgronco de encina que eché a la chimenea. Dormiré buien esta
noche al cabo de mis dos pipas y varios tientos a un vino que traje de Pecharromán.
Paladar de dioses. Este vino es canto gregoriano. Lo pisaron los monjes de San
Bernardo. Vinum bonum laetificat cor hominum decía los latinos. ¿Serán estos
caldos cistercienses muro de contención contra la morbilidad pandémica? Yo creo
que sí. Brindemos por el mes de las flores.
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