MÁS PUENTES MENOS PONTÍFICES ALGÚN PONTONERO. VAMOS DE RECUA POR LA VIDA. TODOS ARRIEROS.
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla dice Machado y yo salvando las distancias confieso que la mía es un puente. Un largo y tendido puente. Puente romano. Puente de Valdevilla vía pecuaria según se baja hacia Segovia, caminos de herradura que cruzaba la mesta trashumante. Puente romano que Alfonso X el Sabio el gran constructor y arquitecto de este país al que tanto debemos mandó reconstruir para el tránsito de los rebaños de la Mesta.
Por allí vi pasar muchos cordeles y uno lleva consigo con la imagen del buen pastor con el cordero al hombro de la antuña recién parida por las orejas entre el sonido de las acémilas y el ladrido ronco y profundo de los mastines aquellos perros que en el pescuezo firme llevaban carlanca de púas defensa contra el lobo.
Solían venir por Santa Lucía noches nevadas de diciembre y acampanaban en el ferial de San Pedro que era dehesa boyal por entonces hoy parque. Más de mil ovejas cabían entre las tapias del cuartel de la Guardia Civil y la Base Mixta ante los antepechos del puente de Valdevilla sobre el Clamores que penetraba en los ijares mismos de la roca sobre la que se alza Segovia hasta dar, cual pequeño Guadiana, con sus aguas con el Eresma por la Fuencisla.
Aquellos pastores que silbaban con una fuerza maravillosa y hablaban recio y claro el lenguaje de los romances y las églogas castellanas me cuadran como una estampa bíblica haciendo noche a la intemperie por las vaguadas de Valdevilla. En la actualidad cegaron el río y han construido una escuela donde nosotros de guajes jugábamos al fútbol o a la malla.
También derribaron la colonia militar de casitas blancas y hasta tiraron la acacia que nosotros doblábamos de tanto columpiarnos cuando el árbol era joven. Por lo visto era obra de Franco y duro coronel pero no lo hizo Franco.
Aquella colonia la mandó construir el coronel Tomé que fue el que le dio la llave a mi padre de aquella casita de planta baja limpia y soleada construida eso sí por presos republicanos que se beneficiaron de la redención de penas por el trabajo. Eso por lo visto era un estigma. Volaron toda la colonia. Había que borrar la memoria. Duro con él. Podían haber habilitado estas viviendas para los segovianos sin techo pero ay amigo eso era dumping y los de las inmobiliarias son ardillas.
La cinta del pretil aquel puente hoy taponado siempre la tendré en la retina. Era lo que quedaba del trazado de la caminaría medieval. Segovia siempre tuvo mucho sílice pero los romanos no sabían tirar barrenos. Así que trajeron la piedra caliza de Tejadilla. La montea y el engace que ensambla sus sillares, perfecto; obras de romanos. Castilla es tierra de puentes y de castillos como su propio nombre índica. Su bronca orografía así lo determina.
Un alemán que viajó por España a mediados del siglo XV se queda maravillado del puente sobre el Tormes con sis 22 ojos y siete tajamares o espolones que tiene un toro de piedra a la entrada que siempre suena a huevo y donde le pegó un coscorrón su amo al pobre Lazarillo.
El de Valdevilla a lo que voy también es lo que decía sarcástico Góngora del Manzanares “mucho puente para tan poco río”. Tierra de puentes y de pontoneros, incontables hitos. Puentes de piedra y puentes tablizos. Ataguías tajamares y estribos. Puentes colgantes que no son tan elegantes como dicen. Puentes y pontífices.
En realidad lo que significa la palabra pontífice es constructor de artífice pero es un vocablo que se revalorizó y fue a más y algunos le dan una importancia que no tal vez no tenga con ganas de exagerar. ¿Acaso puede haber un medianil entre Dios y los hombres? ¿Quién puede hablar por boca del Santo de los Santos?
Un pontífice en realidad es un pontonero, un alarife que eleva una carretera por encima del agua. El de Valdevilla está construido para que por él transitaran las ovejas que iban camino de Pradena y Riaza de la misma manera que la Puente del Arzobispo fue diseñada para el transito de peregrinos camino de Guadalupe.
Y cosa curiosa en España muchísimos puentes fueron construidos por obispos. En la edad media hubo incluso una orden religiosa fundada por Santo Domingo de la Calzada que se dedicaba a trazar puentes y hacer caminos. Se llamaba la Orden de San Pedro Peregrino. Todo un símbolo.
No somos más que romeros que pasan ligeros por esta vida o arrieros que van de recua, carreteros, trajinantes que se esfuerzan en lucha contra las sombras, muchísimos pontoneros gente del común que se amontona y vive escondido y se afana para ganar el sustento lo mejor que puede. Claro algunos llegan a pontífices. Son los menos afortunadamente y los pontífices ya no sirven para hacer puentes. Sólo pontifican.
El obispo Olmundo con toda su gente se puso el mono de trabajo y con toda su clerecía dio remate al puente de Ponferrada y el abad de la colegiara de Arvás del Puerto hizo lo propio con todo sus monjes con el `puente de fieros. Fernando III hizo privilegio y donación de esa tierra asturiana a la colegiata enclavada ya en tierras de León. Corría el año 2006.
El maestro Mateo el que construyó el Pórtico de la Gloria no era mías que un pontonero seguramente religioso de la Orden de Pedro el Peregrino que eleva el puente colgante más maravilloso nunca visto, pues toda la traza suspende el espíritu entre Dios y los hombres del arte románico. Y la verdad que ese tratado de teología mística esculpido frente a la plaza del Obrador refleja ese carácter técnico del ponteador que quiere acercar a Dios a sus ángeles y a sus apóstoles a esta tierra pecadora.
En la documentación de los concejos medievales se habla de la necesidad comunal de participar en las faciendas – no confundir con jodiendas-y facenderas, obrerizas o sextaferias para el cuidado y retranqueo de puentes caminos y canales. Se organizaban partidas de cofrades pontoneros que llaman fárfaras. Por estos puentes como ese de Valdevilla donde tengo enterradas las añoranzas de mi puericia entre los pitidos lejanos de las maquinas del tren y el balido de ovejas de la mesta, trotaban los heraldos y mensajeros del rey, los frailes y tratantes que iban dirección Medina, de vez en cuando pasaban por las fiestas algunas señoras putas que no faltan nunca en esta tierra de troteras y danzaderas. Todo es un ir y venir que llaman acarrear.
El puente de San Clodio en Orense es tenido por maravilla de la arquitectura medieval. Y Alfonso X el Sabio gran devoto de san Clemente el santo de su natalicio mandó edificar un puente en Talavera para paso de peregrinos a Guadalupe y otorgó los portazgos y granjerías a las monjas del monasterio del mismo nombre.
La montea era todo un arte arquitectónico siglos atrás. Requería una pericia en el manejo de los calafates, cabrios, estacas colocación de los afustes y de los postes. Y uno se topa cosas curiosas en esta apasionante historia de la pontonería española. Los reyes Católicos pregonan una contrata para construir el Puente de Toledo y se presentaron sólo dos alarifes moros, un tal Abrahán y un tal Mohamed el año 1484 para reparar las cepas de los arcos que casi se llevaba la corriente cuando había avenida (por entonces el Manzanares debía de llevar más agua que en el siglo XVII cuando Góngora lo conoció y se cachondeaba muy a su sabor con aquel verso “Ay Manzares Manzanarillos en ti se mueren de sed las ranas y los mosquitos pues ayer meome un burro hoy ahogome”).
Los dos maestros albañiles moriscos recubren la zona dañada con muchos quintales de cascote y de guijo pero la chapuza se derrumbó a los seis meses y el concejo demanda a los menestrales por incuria pero Abrahán y Mohamed que ya habían cobrado no parece que devolvieran el dinero.
En total: Mucho puente para tan poco río. Por arriba sólo podían pasar carrozas pues desde el principio todo lo contrario que mi puente el de Valdevilla una vía pecuaria en el de Toledo se veda la entrada a las caballerías (ensangostar). Los apartaderos que todavía se ven poseían la función de facilitar el trafico ascendente y descendente. Pero a veces ocurrían choques y había reyertas entre los cocheros. Y más que palabras.
El puente de Toledo, parece ser que están justificadas todas las chanzas que los poetas del Siglo de Oro hacen dél, siempre fue endeble. Felipe II lo manda reconstruir. Pero parece ser que en España se había perdido la tradición arquitectónica-pontonera y faltaba aquel know how de los pontífices romanos. Esos sí que sabían y para más señas ahí está el acueducto de Segovia en el que no emplearon argamasa. Una de las maravillas del mundo. Pura montea.
Para los romanos el puente tenia un sentido religioso y a la entrada de los mismos se construían capillas para aplacar a los dioscuros pues consideraban que estos pudieran sentirse ofendidos al arrebatar el hombre mediante la técnica algo que era del dominio de la jurisdicción de la naturaleza. A la salida del puente edificaban capillas para tenerlos contentos. Según los arúspices y los pontífices romanos las deidades castigaban a los que se cargaban el medio ambiente. Parecido ahora.
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