Juan Luis GONZÁLEZ RIPOLL "el dandy del lunar" un gran novelista
Despierta enero un mes fasto con año de nieves año de bienes y una gran novela que devoro en dos noches "El dandy del lunar". Me quita el mal sabor de boca que me dejó la crudérrima película, lo mismo que la novela de Delibes "Los Santos Inocentes". Paco Rabal y Alfredo Landa bordan el papel pero sobreactúan. Esto es malo en el cine tanto como en literatura.
Sin embargo, en González Ripoll me he topado con un gran narrador escondido y preterido pues entre nuestros literatos abundan los encomiastas de unos y los desdenes a otros por motivos políticos. Se los arroja a las tinieblas exteriores, a la intemperie, que se mueran fuera del catalogo.
Se ignora a los que no son de la cuerda y esta es una de las razones porque nunca me convenció Delibes lo cual y mucho lo siento me enemistó con Joaquín Díaz el escritor y folklorista y lexicologo que es lo mejor que ha dado Valladolid en los últimos lustros pero ahí lo tenemos ignorado. Es tan opulenta España en sus artistas en sus científicos en sus médicos y en sus labriegos hablantes de un lenguaje señorial que ha de buscarse la luz bajo el celemín y la perla escondida en el baúl de los recuerdos. González Ripoll palpa los registros más sutiles del cuadro de mandos. Es todo un artista de la palabras sin pretenderlo.
Tales entelequias son reminiscencias del fascismo y del caudillismo. Pero yo, que soy un redentor de voces y vocablos precisos, un verdadero alfaqueque de los vocablos rotundos y bien sonantes que hoy se ha perdido entre las jergas diversas de nuestros prosistas ramplones que tratan de imitar lo anglosajón sin conseguirlo. El alma de los pueblos está en su idioma y cada uno tiene la propia. Si se extermina la lengua de una nación, el país se muere sin remedio y en ese empeño andan los judios hispanofobos. No se puede transfretar el inglés al castellano sin perder bagaje. Por ejemplo he resucitado palabras como oclocracia y alfaqueque que fue el oficio del mercedario que libró a Cervantes de los baños de Árgel quedando el buen fraile de rehén. Eduardo García Serrano el que dijo de mí despreciativo que tengo un cacao mental se adueña de la palabreja en un artículo en el cual habla del gobierno de la chusma. eso es la oclocracia. pero oclocratico es el don julio Merino. Fascismo puro y golpismo sin F de Falange. Cada uno estornuda como dios le ayuda pero vivimos los españoles rodeados de sátrapas y de comisarios que apartan a los buenos y se quedan con la bazofia pura y dura que rezuman nuestras prensas digitales y analógicas.
A lo que voy. "El dandy del lunar" narra los padecimientos de los refugiados que tuvieron que dejar sus pueblos y sus casas durante la guerra civil. En este caso Extremadura. Bajo la mirada de un niño que conocía el nombre de todos los casos, observaba lo caprichosas que son las yeguas preñadas, y observaba la quieta mirada de los lagartos. Saboreaba el vino fresco de la bodega de su tío que sabía a melaza y se sabía todos los escondrijos en las cuevas de su aldea. Ese mundo quedó interrumpido por la llegada de uns tipos malencarados que mandan bajar de un camión a unos prisioneros atraillados y los fusilas delante las paredes del camposanto. Narración viva. No se dice de qué color político eran los unos o los otros. Simplemente eran españoles llenos de odio. El pueblo es bombardeo y sus moradores han de huir con lo puesto. La madre muere en el camino y es recogido el muchacho protagonista por una tía suya que se convierte en la querida del hombre al cual salvaron él y su amigo Pepino, el tonto del pueblo, del paredón. Malviven en una casa del distrito rojo de Cáceres. La tía Clara está tan enamorada del Dandy jugador mujeriego y perdis que se siente incapaz de renunciar a su pasión y cuando la obliga a prostituirse se suicida. Es de un gran voltaje psicológico el análisis que hace el autor de la atracción que sienten algunas mujeres por su macarra al que dan dinero y se pelean unas con otras para conseguir sus favores. Al lado de esto la miseria, las cartillas de racionamiento, la prostitución. El hambre de la posguerra en medio de palabras rotundas que suenan al habla de otros tiempos como barcina, flejes, palustre, forcando, escritas con mesura, sin forzar la marcha y cargar el carro. Se hace un primer esbozo de la España vacía. La gente abandona los pueblos para no volver más. Creían mejorar su vida pero la mayor parte la perderían en el trasvase a la gran ciudad. Todo muy natural. Las paginas de este libro prenden y son un verdadero tour de force que hablan de la grandeza de algunos escritores como Gonzalez Ripoll (1925-2001)
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