Susana Griso, masajista tailandesa. Por Eduardo García Serrano
El periodismo español perdió hace muchas décadas los emblemas de su dignidad convirtiéndose en un gremio de lacayos, de siervos oferentes que sólo anhelan acariciar la vanidad del poderoso masturbándole con sus entrevistas de alcahueta, cuyas preguntas ni siquiera hace falta pactar pues están previamente consignadas, domadas, moldeadas y modeladas en las subvenciones multimillonarias con las que el poderoso compra al Medio de Comunicación y al masajista tailandés, de cualquier sexo, que le va a hacer una gayola periodística.
Susana Griso es muchas cosas pero, evidentemente, no es Oriana Fallaci. Le faltan talento, cultura, lecturas y ovarios para ser, siquiera, becaria de la diosa periodística italiana. La entrevista (digo, es un decir) que la nacionalista catalana le hizo a Pedro Sánchez en esa sauna de priapismos gubernamentales que es Antena 3 es la misma, exactamente la misma, que Eva Braun le hubiera hecho a Adolfo Hitler o que Claretta Petacci le habría hecho a Benito Mussolini. Una entrevista rayana en el servilismo de una fátima musulmana ante su amo y señor. No acabó lavandole los pies porque la Semana Santa ya había terminado.
A Pedro Sánchez no le pusieron delante en Antena 3 a una discípula de Oriana Fallaci, le pusieron a una Mona de Pascua no apta para diabéticos, cuya almibarada cortesía rayaba en el servilismo exento de pudor y carente de disimulo. Susana Griso recibió al Presidente del Gobierno tal y como José Luis López Vázquez recibía a la clienta maciza en el Banco de “Atraco a las tres”: “Un amigo, un admirador, un siervo, un esclavo”. A partir de ahí, todo fue felpudo y masaje. Mientras Pedro Sánchez jadeaba sus mentiras y vomitaba su forraje propagandístico su Eva Braun periodística guardaba un ensimismado silencio más propio de una adolescente ante Brad Pitt en “Leyendas de Pasión” que de una profesional... del periodismo, y no de eso que ejerce Susana Griso.
¡Ya lo sabéis, imbéciles!, según la letra de Pedro Sánchez y los Sonidos del Silencio de Susana Griso, “la culpa de vuestra pobreza es de Putin, pactar con VOX es un delito de Lesa Humanidad, pero hacerlo con etarras, comunistas y separatistas es muy progresista, Ayuso y Mañueco no han sido las listas más votadas en Madrid y Castilla y León, y Yolanda Díaz no es comunista, es... el espacio que ocupa”. Cuando terminó la entrevista, el Presidente le deslizó un papelito a Susana Griso con una cita de Pablo Neruda: “Me gustas cuando callas porque estás como ausente”... y la masajista, encantada, orgullosa, plena y satisfecha ante la eyaculación de mentiras de Pedro Sánchez. Ánimo, Susana, no desfallezcas, un par de masajes más como el que le diste a Pablo Iglesias y el que le acabas de dar a Pedro Sánchez y te dan el Pulitzer. O un Goya, que tiene una rima más propia para lo que tú haces.
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