Volviendo a Baltasar Gracián
A GRACIÁN siempre se vuelve. Es un
clásico ejemplo de jesuita ambivalente que miraba al cielo pero tenía un ojo en
el suelo siempre (torcía la vista). Demostró ser un lince a pesar del defecto
óptico. Los bisojos con un ojo conra el gobierno miran y parece que no
miran. Aún así lo ven todo. Este hijo de san Ignacio era un rebelde que
tuvo que vérselas con el capelo (castigo) de su rector, un jesuita que no
le podía tragar. En los libros de Gracián encontramos poco de la adiáfora
jesuítica ─ indiferenciada ante las cosas que le pasan a uno en la vida:
enfermedades, destierros, lisonjas y abatimientos porque al místico que
vive mirando al cielo le da lo mismo vida corta que vida larga─. Él
renuncia a esa dicotomía de estos frailes de la Contrarreforma tan discutidos y
discutibles. Y se nos muestra como un moralista del Renacimiento.
No eran los de la Compañía de Jesús
frailes al uso, no cantaban en el coro, fomentaban la oración mental
aborreciendo las devociones particulares que tanto gustaban al pueblo y se
manifestaban como hombres de mundo.
Nacido en la antigua Bibils romana,
hereda esa pasión por los autores latinos y la socarronería de los maños. Yo me
imagino a Gracián escribiendo en su celda atado a la cabeza el cachirulo
haciendo los elogios del vino de Cariñena que adementa y es veneno para la
razón pero "sirve al pobre de consuelo".
Y debió de gustarle el traguillo a
este jesuita tan poco convencional. Los párrafos barrocos de su esmerada prosa
hacen pensar al lector en la euforia y las oscuridades de Baco, un dios
entrelubricán esto es mitad luz y tinieblas que envía alternativamente
rayos de euforia y de depresión a sus adoradores. Ángel y demonio. La viña es
vida (vitis) pero puede en algunos casos asesinar a los que abusan del
fermento de la uva. ¡Cuidado: andar con tiento!
Gracián y algunos galenos de aquella
España del s. XVII lo recomendaban contra la pestilencia.
Ya lo advierte en el "Criticón":
"debajo de una pobre capa se esconde un buen bebedor... que tras las
peras vino bebas... el melón maduro pide vino puro... un trago tras la miel
sabe mal pero hace bien... agua para los bueyes que el vino es manjar de
reyes... purga el vientre y limpia el diente... apaga la sed y concilia el
sueño" Pero al agua como buey y al vino como rey. No os emborrachéis."
Son interesantes las
observaciones que apunta el bilbilitano sobre los efectos terapéuticos de la
enología.
Hubo peste en Zaragoza en 1622 y los
físicos curaban las tercianas administrando a los contraminados con un jarro de
caldo de Cariñena, a veces un garrafón. Sería dulce el morir de una borrachera
(ni te enteras), si el antídoto del morapio no surtía efecto pero en caso
positivo todo se curaría tras una buena resaca. "El vino en España es
merced. En Francia señoría. En Flandes excelencia. En Francia alteza y en
Inglaterra majestad". La cerveza ─concluye─
es bebida de herejes. La sangre de Cristo eucarístico, sin embargo, no es sólo
buena para la salud sino que también sana la peste. Cuanto me gustó enfrascarme
en los libros del aragonés. me hacen pensar.
05/05/2020
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