GOGOL
EN MEDIO DE LAS CONTRADICCIONES DEL EVANGELIO (3)
La puerta es estrecha y lleno
de contradicciones y de renuncias está el Reino de los cielos. Cristo no era de
este mundo, estaba en el mundo, vino a los suyos y los suyos y no lo recibieron.
Es más difícil que un rico se salve que un camello pase por el ojo de una
aguja. A esas me atengo para refutar a los tramposos y los prevaricadores a los
que se arrogan virtudes que no les pertenecen. El orgullo y la soberbia matan.
Los lujuriosos se arrojan al precipicio de las carnales pasiones y santifican
la sodomía. Se vuelva yerma su esperma. Feministas que adoran a la serpiente.
Surgen cataclismos y hay angustia entre las gentes. Ayer vi cómo un capador
emasculaba a un verraco, símbolo de los ateos, que se tienen la tea y hacen
equilibrios en la cuerda floja de la ingratitud, hijos de los abismos, pájaros
de fantasía y políticos de todos los colores, bajo el predominio de lo
hodierno. Otro toro que ese no vale. Vamos a unas elecciones generales en que
se sabe quién será de antemano el ganador. Están engañando al pueblo con sus
perversiones.
Dos embajadas muñeron el
enredo de convertir a esos pijoflautas y descamisados en ganadores, con su
varita mágica de trocar lo blanco en negro y de convertir el agua en vino.
Mientras don Tancredo se pone de perfil, España se asemeja a las Bodas de Caná
con mucha química donde te aniquilan enviándote por correo un maletín infectado
de virus que inyectan en el cuerpo del que molesta células cancerígenas. ¿Ha
llegado la hora del Apocalipsis? Mensajes dentro de la botella, cartas al
vacío, y bostezos.
Por eso leemos, con buen
criterio, a los buenos escritores rusos como Goncharov, apóstol de la
indolencia y de la acidia, y nos recostamos en el diván televisivo viendo pasar
imágenes. Nada se puede hacer. Nuestra voluntad está inhibida y nuestra mente
alienada por las sitcoms. Mejor, no pensar. Que inventen ellos. Ahora entiendo
a Unamuno.
Gogol hacía examen de
conciencia sobre nuestras pesadillas diurnas y nocturnas. Monstruos imbéciles,
reinas de las mañanas, vestidas de faralaes, atontadas que cantan viejas coplas
que ya no inspiran a nadie.
El gran autor ruso ucraniano
imbuido de espíritu mesiánico se propuso salvar al mundo. Y corregir el vicio
mediante la sátira.
Decepcionado el 11 de febrero
de 1852 echó al fuego sus libros. Se perdieron sus mejores escritos en aquel
auto de fe personal. Diez años después fallecería víctima de un cáncer en medio
de atroces sufrimientos. Sin embargo, su arte se refleja en las obras que se
salvaron de la quema las almas Muertas o los
Cuentos de Nochebuena. Al mundo lo
salvará el látigo de un cosaco. Este genio ruso el cual a través de la palabra
tuvo una visión anticipada del edén cabalga de nuevo. En el cielo los ángeles
ríen. Gogol quiso transportar el sentido del humor y la sátira a ese paraíso
ortodoxo que tan bien describe a través de la fe de sus atamanes.
Tal vez, enmendándole la
plana al Salvador, porque los cristos están rotos de dolor y de cansancio, no
prorrumpen jamás en carcajadas, quería inculcarnos una espiritualidad amable e
incluso cómica. Son lirios puros del campo, sin embargo, esos cristos se nos aparecen dolientes y derrumbados por
el misterio de la abnegación y el dolor.
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