FRANCISCO DE REINOSO FAMULO DE SAN PIO V Y OBISPO DE CÓRDOBA
En mis trabajos de investigación sobre la novela picaresca
me encontré con sorpresas. Una de ellas fue la biografía de fray Francisco de
Reinoso de la OP. Este dominico vivió en Roma en la opulencia y la gran
corrupción que siempre ha generado la ciudad de los papas y de los cesares. Coincidió
con otros muchos clérigos y personas consagradas que se buscaron la vida y la
fortuna junto a los muros de San Juan de Letrán. Reinoso debió de ser un fraile
disoluto que mediante favores entró a formar parte de la corte papal de San Pío
V el del catecismo, la misa tridentina, las excomuniones a Lutero y la victoria
sobre el turco en calidad de pincerna. Su misión era probar el vino y los
manjares de las comidas para impedir que Su Santidad fuese envenenado. Era pues
maestresala o pincerna. Hay un Reinoso que es cardenal que aparece como cliente
de la Lozana Andaluza. Personaje preeminente y generoso al que acudían muchos
de los españoles que viajaban a la Ciudad Eterna a la búsqueda de una sinecura,
una canonjía o un arciprestazo en cualquier punto de la península ibérica. ¿Qué
hay de lo mío? el religioso palentino propuesto cardenal no era siquiera sacerdote
sólo tenía ordenes menores. A la muerte de su tutor pierde la privanza y
regresa a España pero no viene con las manos vacías sino como un magnate. En su
pueblo entra en carroza y se celebran banquetes para conmemorar su ordenación
sacerdotal. Felipe II le nombra obispo de Córdoba. Entonces su vida pegó un
vuelco porque se dedicó a la práctica de la caridad y al socorro de los pobres.
Abandonado el regalo de su antigua holganza, vive como un santo asesorado por
los jesuitas. Incluso llega a hacer milagros. No sé hasta que punto sus biógrafos
dándole a la cometa de la fantasía, quieren potenciar a Reinoso como paradigma
de mitrado de la Contrarreforma (luchando contra el nepotismo, el absentismo,
la simonía, y la reforma de los curas solicitantes); este apartado no le gustó
a Luis de Góngora que era uno de los miembros del cabildo al que su obispo
llama al orden por "fumarse" la vísperas. "Cuando pitos flautas
y cuando no flautas pitos". Los escritores eclesiásticos no suelen ser
buenos memorialistas y esta tendencia a la eulogía
y al milagro determina que los libros de su vida y hechos no sean demasiad
objetivos. Sin embargo, las andanzas de este obispo renacentista, ▬ primero disipado, luego arrepentido▬ cabrían en una buena novela.
Sirvió como esculco, copero, pincerna o maestresala de
uno de los grandes papas de la cristiandad, autor del catecismo y del misal
sagrado que estuvo vigente hasta 1965 el de las misas en latín, el canto
gregoriano y el rigor de la epacta, una de las grandes consecuciones del
catolicismo. Si nos salimos del ritual y los sacramentos, nuestra fe se vuelve
retórica, palabra hueca. Francisco de Reinoso nacido en el palentino pueblo de
Autillo fue un verdadero eclesiástico del renacimiento cuando los obispos eran
príncipes, habitaban en palacios, preponderando en la corte como señores
territoriales de horca y cuchillo.
Para un hidalgo pobretón ─los Reinosos alcurnia poseían
pero solo eran propietarios de una casa con goteras en la montaña─ la iglesia,
el ejército y la escuadra representaban un peldaño para subir por la escalera
de la promoción social (iglesia, mar y casa real) pues de de seis españoles en
nuestra época imperial uno se desempeñaba como capellán, otro bogaba en
galeras, otro yacía en prisiones, un cuarto era letrado o jurisconsulto, un
quinto era conquistador en las Indias y por último otro servía al rey en sus
banderas de Flandes. Ya lo dice la copla "tengo un hermano en el tercio,
otro en regulares y el más chiquito dellos preso en Alcalá de Henares.
Francisco de Reinoso se determinó por la primera de
opciones y fue a Roma en busca y procura de honra y fortuna. La ciudad de los
papas era tierra de oportunidades (land of opportunity que dicen de USA) y la
juventud hispana del siglo de Oro hacia ella encaminaba los pasos de igual
manera que hoy echan la instancia para Canadá o se van de camareros a Londres. Allí
se colocó como ayuda de cámara de Pío V, conoce a don Juan de Austria, el héroe
de la Invencible. Sin haber recibido más órdenes sagradas que las de minorista,
el papa promete hacerle cardenal. Lleva una vida crápula de gran suntuosidad
como corresponde a los principies de la Iglesia del Renacimiento. Honores,
riquezas, gran lujo, mujeres ─Roma meretriz y emporio de todas las corrupciones
como ya hemos detallado en los estudios que hemos pergeñado sobre Andrés Laguna
autor del lazarillo y un estudio de las mejores novelas castellanas La Lozana
Andaluza escrita por un clérigo andaluz─ sin embargo tras los tiempos de
prevaricación vienen los del arrepentimiento y a la tribulación sigue la
consolación. Y a la reforma que quería Lutero y los príncipes cristianos ante
el bochornoso espectáculo de la corte papal sigue la contrarreforma incoada en
el Concilio de Trento.
Sea como quiere, Reinoso obtuvo el puesto de primer
camarero (esculco) del Romano Pontífice a cuyo lado estuvo los siete años que
duró el reinado del papa de Lepanto. Al morir su mecenas y ser preconizado
Paulo IV, el papa Caraffa, que odiaba a los hispanos uy maldecía de ellos como
judíos conversos, regresa a España con un rescripto que le nombra arcediano de
la iglesia de Sepúlveda. Paulo IV muere al poco de entrar a reinar envenenado
por los judíos y le sucede Gregorio X al que pinta Velázquez con cara de mala
leche. El beneficio lo permuta primero
con el de Toledo y más tarde con el arcedianato de la catedral de Palencia. En
su biografía se habla de rentas y ducados y del esplendor en que podía vivir un
eclesiástico hispano en aquellos años pero la opulencia, gracias a un proceso
de conversión en el que están metidos los jesuitas, la va a convertir en amor a
la pobreza. El obispo de Córdoba va a ser el gran limosnero de nuestro
Renacimiento, el que convierte en templo católico la mezquita de Córdoba y el
obispo que encabeza el cabildo de la catedral cordobesa cuando Luis de Góngora
y Agorte formaba parte del coro en calidad de beneficiado. Poco diligente en
sus asistencias al rezo de las horas canónicas, Reinoso al poeta lo multa en
varias ocasiones por ansentismo. "Ya tenemos un pastor y sacerdote que se
casa con la iglesia con cuarenta mil ducados de dote" se lee en una
letrilla gongorina. Góngora no se siente muy impresionado por los proyectos de
reforma que pretende acometer el nuevo pastor de la grey cordobesa. Esto le
malquistó con su prelado. Sin embargo, es él quien dice la misa de réquiem por
su eterno descanso al cumplirse dos años de su fallecimiento, según declara en
la biografía de fray Gregorio Alfaro, monje benedictino, en 1604.
Esta biografía resulta interesante pero cae en el
defecto de su época que es el panegírico. Más que una semblanza de los hechos y
dichos de Reinoso parece querer escribir la vida de un santo de la
Contrarreforma. Informa de datos interesantes: Pío V murió de la próstata en
1572 a los 77 y su ahijado el obispo de Córdoba, curiosamente, acabó sus días a
causa del mismo mal pero diez años más joven a los 67 años. Fue sucedido por
Gregorio X el papa que comparece en el retrato que dél hizo Diego Velázquez.
Semblanza psicológica de hombre aferrado al poder como decíamos arriba.
El cuadro fue todo un tratado psicológico de la
erótica del poder porque no nos engañemos la Iglesia escudándose en el
Evangelio ha sido el epicentro del gran poder. El poder corrompe y el poder
absoluto corrompe más todavía. Es lo que dice la mirada de ese eclesiástico al que
retrata Diego Velázquez entre armiños y púrpuras, juegos de cañas, tapices,
boato, cofres, cálices, vasos y cálices y ornamentos recamados de pedrería.
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