2024-08-17

MARCHARON LAS GOLONDRINAS

 

PINTACILGOS Y GOLORITOS

 

NO se ven volar golondrinas en el jardín central, marcharon ya en los comedios de agosto. El pintacilgo y el golorito demoran su marcha hasta fines de octubre.

Las becadas harán también su procesión triunfal en vuelo hacia el Sur aleteando en formación troncal detrás del gastador.

El ave guía suele ser el macho más viejo de la bandada y conoce el camino.  Estos pájaros no perderán el rumbo.

Al pairo de las alas de tan experto grumete rendirán viaje y cruzarán el Atlas despues del Estrecho de Gibraltar.

Hace calor y tengo un cabreo monumental tras descubrir que el coche que arreglé hace poco fue vandalizado la pasada noche, arrancaron de cuajo el espejo retrovisor lateral. Gamberros.

Nadie es trigo limpio ni pan de escanda a día de hoy. Nadie se fía de nadie

 Sin embargo, si fuera consuelo, valdría señalar que esos pobre rusos de la provincia de Kursk bajo las bombas incendiarias del terror norteamericano que convirtió en teas llameantes las casas, los autos, y los jardines con sus árboles chamuscados.

 Siento un dolor profundo en mi corazón. Todo está al revés. Vivimos una perpetua epanástrofe o inversión de valores bajo la férula de los vaivodas y protocanallas y retóricos de la epanáplesis a mogollón. Áspero mundo.

A las puertas de la bocaza del caníbal que trata de devorarnos.

Todo quiere decir lo contrario de lo que se afirma. No quiero noticiarios, prefiero enredarme con la teoría de los siete golpes del pasodoble mientras me bebo un gintonic antes de perderme por los andurriales de Valdegotinga y detenerme en Villabesos a tomarme otra copita de ojén

─ ¿No le hará daño don Quosquetandem?

─ Que ha de hacer, hijo. Esto es salud.

Ochenta y un metros se eleva la torre de la catedral de Segovia. Por eso la llaman alta segoviensis y también la dama de las catedrales. Los pensamientos de Segovia mi dulce ciudad cruel acuden en torrente a mi mente y yo no dejo de  cerner la criba y de menear el garbillo. Palabras sueltas contra el muro que espero sean redentoras.

 Es una forma de flagelarme a mí mismo cuando salgo de casa a la caza del absoluto. ¡Qué tristeza la del mes de agosto cuando toda España es una fiesta y ya las golondrinas se han ido y sobre el majano no canta el golorito!

 

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