PINTACILGOS Y
GOLORITOS
NO se ven volar
golondrinas en el jardín central, marcharon ya en los comedios de agosto. El
pintacilgo y el golorito demoran su marcha hasta fines de octubre.
Las becadas harán
también su procesión triunfal en vuelo hacia el Sur aleteando en formación
troncal detrás del gastador.
El ave guía suele
ser el macho más viejo de la bandada y conoce el camino. Estos pájaros no perderán el rumbo.
Al pairo de las
alas de tan experto grumete rendirán viaje y cruzarán el Atlas despues del
Estrecho de Gibraltar.
Hace calor y
tengo un cabreo monumental tras descubrir que el coche que arreglé hace poco
fue vandalizado la pasada noche, arrancaron de cuajo el espejo retrovisor
lateral. Gamberros.
Nadie es trigo
limpio ni pan de escanda a día de hoy. Nadie se fía de nadie
Sin embargo, si fuera consuelo, valdría
señalar que esos pobre rusos de la provincia de Kursk bajo las bombas incendiarias del terror norteamericano que convirtió en teas llameantes las
casas, los autos, y los jardines con sus árboles chamuscados.
Siento un dolor profundo en mi corazón. Todo
está al revés. Vivimos una perpetua epanástrofe o inversión de valores bajo la
férula de los vaivodas y protocanallas y retóricos de la epanáplesis a
mogollón. Áspero mundo.
A las puertas de
la bocaza del caníbal que trata de devorarnos.
Todo quiere decir
lo contrario de lo que se afirma. No quiero noticiarios, prefiero enredarme con
la teoría de los siete golpes del pasodoble mientras me bebo un gintonic antes
de perderme por los andurriales de Valdegotinga y detenerme en Villabesos a
tomarme otra copita de ojén
─ ¿No le hará
daño don Quosquetandem?
─ Que ha de
hacer, hijo. Esto es salud.
Ochenta y un
metros se eleva la torre de la catedral de Segovia. Por eso la llaman alta segoviensis y también la dama de
las catedrales. Los pensamientos de Segovia mi dulce ciudad cruel acuden en
torrente a mi mente y yo no dejo de
cerner la criba y de menear el garbillo. Palabras sueltas contra el muro
que espero sean redentoras.
Es una forma de flagelarme a mí mismo cuando
salgo de casa a la caza del absoluto. ¡Qué tristeza la del mes de agosto cuando
toda España es una fiesta y ya las golondrinas se han ido y sobre el majano no
canta el golorito!
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