TIRANT LO BLANC Y EL
QUIJOTE DONDE EL CATALÁN Y EL CASTELLANO SE FUNDEN EN UN ABRAZO (I)
CREO ser un caballero
andante, defensor de las causas perdidas. Salgo al campo para guardar
doncellas, me bato por el pan y a justicia y lucho contra los molinos de
viento. Nunca me di por vencido. Cuando oros capitulaban seguía enhiesta la
bandera de los pobres y afligidos en mi pabellón. Claro que por las mismas me mantearon,
me molieron a palos, conocí el filo de las navajas de las tabernas. Por malandanza
acabé detenido. Conozco el olor a mugre y a desesperación de las comisarías,
pero nunca fui a la cárcel. Soy un caballero andante. ¿Dónde fui armado
caballero? ¿Quién me juramentó en esa milicia esotérica velando las armas en
aquella noche celestial y recibiendo el toque de varas del gran maestre? Nunca lo
podré decir. Mas, baste saber que lo quijotesco forma parte del carácter español.
Lo cual se refleja en la genial novela de cervantes don Quijote de la Mancha,
navegamos sí pero a trompicones buscando la ínsula barataria, la fuente de la
eterna juventud que nos llevó a América, en pugna con los molinos de viento de
tantas contrariedades (esos tres pares de perendengues que tiene la vida) a
resguardo del yelmo de Mambrino y enarbolando la adarga hidalga de don Quijano
el Bueno y la “tizona” del Cid. Me consuela ahora saber que llevaba razón
cuando alcé mi voz contra los despropósitos del sicario Zelenski y los fulminantes
ataques rusófilos de nuestros mandarines mediáticos, contra viento y marea. Los
hechos acaban de darme la razón Putin acaba de ganar la guerra.
sábado, 15 de marzo de
2025
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