LA DOROTEA DE LOPE
“Alejado en la paz de
estos desiertos vivo en conversación con los difuntos, hablo con los ojos con
los muertos” esto es lo que decía Quevedo lector infatigable de sus queridos
libros y yo me alcanzo de los altillos de la casona aquellos libros que en mi
vida activa no pude leer por falta de tiempo, reservándolos para la jubilación.
Ciertamente los pensionistas que vivimos con permiso del sepulturero (hasta que
Dios quiera) tenemos la suerte o la desdicha de vivir en un largo fin de semana
perpetuo.
Deja de sonar el
teléfono, no tienes que levantarte a currar, tus amigos se alejan y tú parece
que te evaporas. No sirves para nada. Eres un viejo.
Sin embargo, puedo
decir que no hubo para mí época mejor en la vida. Acabose la intriga, las
preocupaciones, las mujeres.
Por ese cabo harías el ridículo al presentarte
ante tus adoradas con tus deterioradas hormonas que no furrulas vaya, se acabó
el jamón, dijiste adiós a las jamonas pero te queda el consuelo de la filosofía.
Se acabó el amor pero
queda el vino. Cuando bajo a Madrid me paso por Alaejos y adquiero unas cuantas
botellas.
Vino de Rueda y el vino de Alaejos hace cantar
a los viejos, según el viejo refrán.
Esta zona de Asturias
donde poso no es un desierto ni la Torre de Juan Abad donde pasó sus últimos días
Quevedo sino un país de ensueño donde moran las xanas y el culiebre allá en las
brañas que veo desde mi ventana porque a mí aunque me nacieran en Segovia me
siento corito pixueto.
Además tengo una habitación para mí solo A room of my own que decía Virginia Wolf
la profetisa del feminismo liberación.
El escritor quiere
soledades, apartamiento y libros que leer, leña que quemar y buen vino que
beber.
Como no hay amigos, el
viejo periodista jubilado se acerca pasito a paso al restaurante de la
gasolinera a ver si encuentra a algún paisano para echar una parrafada y
tomarse un culín pues a misa no voy porque estoy cojo pero al chigre poquito a
poco.
Con respecto a Lope el autor que mi profesor
de literatura ponía por las nubes lo encuentro hispido, hueco y casi ilegible. Intrigas
amorosas, lances, duelos, mozas que quedan preñadas y quieren abortar etc.
En horas veinticuatro
pasaron las musas al teatro y la Dorotea novela dialogada es lo que se dice un
verdadero pestiño. Claro que eran otros tiempos “et de gustibus non disputandum
est” que diría el clásico. Sobre gustos no hay nada escrito por supuesto
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