ZLO (EL MAL) HISTORIAS PARA LA DEFENSA DE
LA DE CRISTIANA
Salió el
patriarca a bendecir barbas patriarcales con sus ornamentos episcopales ricas
capas pluviales recamadas de oro que contrastan un poco con la pobreza de vida
de este santo varón que vive en Moscú en un humilde piso alquilado donde ha
recibido amenazas de muerte y ha sufrido las molestias del vecino de arriba que
inundó de polvo las habitaciones y encharcó su biblioteca.
El lujo y el
boato de la Santa Iglesia Ortodoxa la reservan sus ministros para engalanar el
“esplendor de su casa”. La frágil y enteca figura de Su Beatitud revela la
austeridad de vida del monje que fue no sé sí en el monasterio de Valaam famoso
hontanar de la ortodoxia o en uno de los muchos conventos que circundan a la capital
rusa y que llaman El Anillo de Oro como uno de los principales baluartes
que tiene el cristianismo hoy en el mundo.
Salió a bendecir
y bendijo a la manera tradicional con las dos manos juntando el índice, el
pulgar y el dedo corazón de la diestra y siniestra a una multitud enfervorizada
de cerca de cincuenta mil personas que se agolpaba a las puertas de la catedral
de Cristo Redentor lujosamente engalanada y consagrada después de haber servido
durante varias décadas de museo del ateismo.
En su alocución final animó a los creyentes a
persistir en la defensa de la fe aduciendo que uno de los objetivos de la
iglesia rusa es la pugna contra el mal (zlo, un concepto muy importante
en la teología oriental que tiene que ver poco con la secularidad y disquisiciones
intelectuales al uso en la iglesia latina), contra las fuerzas oscuras y a la
propagación de la caridad y del perdón. Que los cristianos no deben tomarse la
justicia por su mano ni responder a la provocación.
Y en la santa
noche de pascua en la fiesta de la resurrección se había producido una
verdadera provocación sacrílega mientras la clerecía entonaba el Tedeum
tradicional de la liturgia de este día (molobien) cuando los coros
cantan la estrofa “Vuestra resurrección, Cristo Dios, cantan los ángeles en
cielo y tierra pues bajando al sepulcro nos rescataste de la muerte”surgió
un tropel de mujeres desnudas de un grupo inglés autodenominado Pussy riot (literalmente,
la revolución del felpudo) enarbolando pancartas ofensivas a la religión
tirando botes de brea sobre las casullas de los popes, parando el tráfico y
colocando silicona en las puertas de los autobuses para inutilizarlos
impidiendo el regreso de los congregantes que regresarían al hogar tras la
celebración de la vigilia.
Lector desde hace casi cincuenta años de los
autores rusos son incesantes las alusiones a este momento cuando el pueblo
retorna a sus quehaceres transfigurados al cabo de los oficios divinos de la
Resurrección. A Rusia no hay que olvidarlo
lo llaman el país de la Resurrección puesto que cuando parece muerta y
apabullada o pisoteada resurge para consternación de sus enemigos.
Un personaje de
Chejov tras saludar a todos los viandantes con el tradicional ósculo (tres
besos al grito de Xto resucitó a lo que contesta el homenajeado con un
verdaderamente resucitó) le dice a su mujer:
-Son las tres de
la mañana y en Vladivostok se estarán preparando para acudir a la misa de
medianoche, Irina Petrovna
-Así es, Alexei
Ivanovich. Como siempre. Los años pasan, nos hacemos viejos. Pero Cristo
resucita todas las primaveras.
-Esa es la
esperanza.- dice melancólico Alexei que debía de ser un trasunto del propio
Antón Chejov que era hijo de un diácono y que siempre recordó el amplio y largo
ceremonial a veces hasta cansarse pues
la misa se sigue durante más de dos horas de pie, cuando niño en Tula.
El sacrilegio
cometido por las “pussys” tan bigotudas e indecentes cabe las gradas de la gran
catedral moscovita ha conmovido profundamente a la sociedad rusa. Hace falta
ser ruso para leer a Pushkin, hace falta ser ruso para entender lo que
representa para su idiosincrasia el fulgor de la noche santa, luz sagrada
adornada con los huevos pintos, el triple beso y los saludos de la Boskresenia.
Es la fiesta entre las fiestas cuando se soslayan las enemistades, se entierra
el hacha de la guerra y en tiempos de los zares se declaraban las treguas
sagradas porque el Evangelio manda perdonar a los enemigos.
Kuprin tiene
un relato hermosísimo en que narra cómo
los huéspedes de una casa a pupilo de Kiev celebran la noche y toman el pastel
de pascua en el cuarto de una pobre mujer que ejercía de una prostituta. Todos
son perdedores, gente hundida por el destino y a los que la vida había dado
muchos coscorrones pero que en ese momento recuperan la inocencia perdida y
vuelven con nostalgia a la pureza de la infancia al grito de Cristo ha
resucitado; Cristo verdadero resucitó.
La narración roza el límite de lo inefable.
Cincuenta mil
personas abarrotaban la plaza la mayoría jóvenes y cerca de siete mil policías vigilaban
pero ningún miliciano osó intervenir para cargar contra los alborotadores de la
Pussy riot ante la explanada de la catedral del Salvador en atención al
significado de la pascua rusa. Se acordonó el recinto y no han podido
trascender fotografías de ese gran sacrilegio con visos de profanación y
afrenta a la tradición y costumbres patrias.
Algunos
periódicos dicen que se trata de unos cuantos chicos englobados en el término
de “liberales” demasiado genérico y evasivo para enmascarar la crudeza del problema.
Las fuerzas oscuras le han declarado la guerra al cristianismo vía twitter,
facebook y los llamados grupos sociales que al preconizar la globalidad actúan
como verdaderos caballos de tropa para minar la moral de los creyentes y
distribución una doctrina de perversión y de desesperación.
A muchas verstas
de la Plaza Roja en Jerusalén otra chusma de exaltados jóvenes hebreos se
dedicaron a escupir a los clérigos que hacían un vía crucis en la Calle
Dolorosa. Y un archimandrita sirio de rito maronita tuvo que refugiarse en un
convento católico para no ser linchado por la multitud. No se trata pues de
unos grupúsculos de gamberros ocasionales sino que responden a un frío diseño
bien situado y con mucho mando en plaza y poder arriba. Uno no concibe cómo
puede Israel el pueblo de la promesa en cuya lengua escribieron Isaías, Amós,
Jeremías y otros grandes profetas orquestar una campaña contra los creyentes en
Jesucristo y unirse a las huestes del mal (zlo) porque esa actitud sería
atentar contra sus propios principios pero esa actitud parece un hecho
consumado.
Aquí en Alcalá de Henares movimientos
similares como el Pussy a favor de las banderas arco iris puso en berlina a
monseñor Reig que en su sermón de las siete palabras condenó la homosexualidad.
El prelado ha tenido que recoger velas ante la
fuerte presión mediática orquestada por el cejijunto y sañudo autodenominado
demócrata don Pedro Jota (ya ajustaremos cuentas). No es esa la actitud de los
metropolitas rusos que han hecho un llamado a la defensa de la fe aun a fuer de
someterse a la amenaza del martirio.
Valiente y
enérgica actitud que no percibimos en occidente donde noticias como la
declaración del gobierno noruego, retando a Arabia Saudí, y prohibiendo la
construcción de mezquitas en su territorio mientras en los paises mahometanos
no se permita el culto de las iglesias cristianas, no trascienden o se ocultan.
Los carteles con leyendas obscenas injuriaban
al bendito patriarca Cirilo al que
llamaban “talibán” por haber condenado la homosexualidad o en medio de
la rogativa pascual realizando simulacros procaces del acto sexual,
indignidades que la pluma de este periodista se resiste a consignar y otras
injurias al clero y al pueblo de dios.
Al declararle la
guerra a la Santa Rusdia estos agentes del agit-prop anglosajón con hondas
raices en el estado de Israel y en Internet las Pussy lo tienen crudo porque la
iglesia ortodoxa es un bastión del patriotismo con una historia de más de mil
años.
La reacción del patriarcado y de la sociedad
sec enmarca en los límites de la prudencia, el perdón a los alborotadores, y el
bochorno pero en la firmeza de condena a la rusofobia a la información
torticera y amenazante.
Rusia
militarmente es inconquistable, posee arsenales nucleares y uno de los mejores
ejércitos del planeta. El mensaje a los agitadores es que la tolerancia puede
tener un límite. Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.