2025-10-02

bautizo de pelayin

 


 

ALUCHE O EL VIEJO YUDO ASTUR LEONÉS

por antonio parra

Muchos madrileños habrán tomado el suburbano hasta Aluche, la estación pasado los Carabancheles en la linde con Campamento. Muy pocos, empero, sabrán lo que significa ese término que designa a una de las estaciones más populares de nuestras barriadas  allende la Casa Campo. Quiere decir en las provincias de Asturias y Santander pelea. Quizá allí donde desde tiempo inmemorial estuvo  instalada la fuerza de asiento que guarnecía la Capital hubiese  corrales - algo así como nuestros modernos polideportivos pero mucho más rudimentarios e incómodos- habilitados para la práctica de este deporte cuya ascendencia se remonta a tradiciones y costumbres mozárabes.

Era una diversión popular que solía tener por marco las parvas de las eras, pasado verano, junto a las trojes o en el mullido pasto de una dehesa boyal o boal (en Asturias), al objeto de que la caída de uno de los contrincantes, al que se debía trabar por el cinto de cuero y reducirle con una de las muchas llaves de este juego[1],  tan complicado como antañón, pues revierte a la lucha grecorromana, amortiguase el golpe, al dar en blando, sobre la paja o sobre la hierba.

 El aluche es el yudo leonés, lid competitiva en la cual medían sus fuerzas y probaban músculo desde el tiempo de los visigodos los mozos del antiguo reino leonés, antes de alistarse como mesnaderos. Alfonso III el Magno, el monarca que trasladó la capital de Oviedo hasta León, era muy aficionado a él y grandes torneos de esta viril pugna se celebraran bajo su mandato a lo largo y a lo ancho de su jurisdicción: ciudades,  villas y pueblos de aquellos reinos, desde el valle del Buelna hasta las rías del Sil y del Eo, en toda la cornisa cantábrica, particularmente, en la fiesta de san Froilán, a primeros de octubre.

 Ese día lo celebraban por todo lo alto las merindades. Se distinguían por el interés que despertaban las competiciones que se desarrollaban extramuros de las murallas de Lugo y en el ejido del Boñar. Coincidían con las fiestas de la recolección, según una vieja costumbre céltica (haerfest, harvest o herbst) simbolizada por Hera, la esposa y hermana de Zeus[2], Ceres romana o la gran Deméter griega, por otros nombres, símbolo del matrimonio, de lo que nace y lo que muere. De la vida misma.


 Los púgiles vencedores eran coronados con ramo de laurel o gratificados en especie con algún fruto de la tierra, el grano ya metido en la panera y la uva en los lagares o a punto de ser vendimiada. Estos gladiadores incruentos utilizaban por tatami un cuadrilátero enmarcado por hitos de los que ninguno de los contrincantes podía ser desplazado ni desplazar al contrario en las eras a pie enjuto. Los que se presentaban a la lid con abarcas o en alpargatas que se llamaban crépidas quedaban descalificados. La antigua lucha leonesa, lo más parecido al judo, pero con otras técnicas y no con tanta cortesía, proscribía los golpes bajos, las zurras de castigo disimuladas, puñadas y patadas. Era falta atentar contra el cuello y los genitales. Unas buenas caderas hacían falta para practicar aluche, tobillos recios y agilidad felina para evitar que el otro te agarrara por los cuadriles y te tumbara. En el mencionado ejercicio se adiestraban los mozos que habrían de engrosar las levas contra el sarraceno. Fue durante muchos siglos junto con la petanca, el chito y los bolos, deporte nacional, entretenimiento favorito de nobles y plebeyos.

A los contendientes se les llamaba “moricos” pues muchos no habían sido bautizados, o bien porque eran de corta edad, o porque procedían de otras etnias, hubieren capitulado de su religión, o fuesen mercenarios. Hay sitios como algunos lugares de Segovia, Valladolid y Palencia donde se llama todavía moritos a los niños que no han recibido las aguas crismales.

  Muchos eran imbeles o adolescentes y no habían entrado en quintas. Con edades oscilando entre los catorce y los veintidós años. Su practica les afianzaba en las técnicas del cuerpo a cuerpo. Y curtía sus espíritus para la brega de la existencia. Estos luchadores nutrían las vanguardias de las tropas de asalto y fueron base medular de la famosa infantería española que debió sus éxitos en Flandes a estos soldados entrenados en las habilidades de la antigua lucha greco romana. Una hija mía, Henar, buena judoka, refiere que a “las de León” nadie las derriba, pues son duras de pelear. Deben de ser los genes. Un deporte practicado durante generaciones sin parar crea una predisposición ingénita en los que lo ejecutan, asegurándose de esa manera una buena cantera de duchos gimnastas.

 Desde la colonización de Cesar era la competición favorita en la España Citerior y Ulterior, en un arco de distancia que comprende desde el Señorío de Treviño y Vizcaya (también los vascos conservan las costumbres célticas) a la Ría de Arosa, y desde Tarragona hasta Coimbra. En la arena los púgiles leoneses despuntaban por su superioridad técnica. Llaves que levantaban en vilo. Placajes capaces de desriñonar al oponente. El aluche era atávico patrimonio de la estirpe. Muchos de los que lo cultivaban acababan en Roma de gladiadores divirtiendo a la plebe con su pericia circense en el foso del Coliseo.


 De continuo, tuvieron fama los “butuarii” que manejaban en los juegos públicos la espada con los ojos vendados y repartían mandobles de ciego; los “andábatas” o suplentes que opugnaban, -macabra costumbre recordatoria de soltar a los sobreros de nuestros ruedos en sustitución del que había muerto o no habían dado juego-, siendo sacrificados ipso facto y córam populo por los viruleros.

Los “sectores” de la Legio VII saltaban al albero ensangrentado con una idea fija: segarle al rival el penacho de plumas que lucían en el yelmo. De Emérita Augusta viniera toda una escuela gladiatoria que se caracterizaba la habilidad y contundencia con que esgrimían el cestus[3](una especie de puño de hierro forrado con arena o con piedras por dentro).

Esta región no solamente fue reserva de espadachines y de jinetes o desultores que hacían las delicias del público asistente a los anfiteatros durante el imperio, sino que también nutrió los lábaros y estandartes de las legiones  cesaristas con los famosos milites, vélites y équites que se distribuían a su vez en escuadras, manípulos y cohortes bajo las banderas imperiales.

 Contribuyó a la gloria de Roma con algunos de sus más insignes emperadores que nacieron aquí: Galba, Tiberio, Trajano. De hecho León debe su nombre a una de éstas legiones alla acamadas Legio VII Victrix. España es apasionada. Al principio, impermeable a la romanización, y renuente a aceptar la férula romana. Más tarde, entusiasmada con el proyecto latino, se fundiría con el estilo de vida y la forma de pensar de sus invasores. ¿La afición a los toros en estas tierras donde de largo se viene rindiendo culto a Minotauro no será un atavismo del “panem et circenses” que pedía el populacho tras el Tíber a sus gobernantes? ¿La devoción a las imágenes y las medallas no nos vendrá dado del politeísmo del Lacio, tan variado como fetichista? ¿Ese apego a la familia y al terruño, por último, no será un bagaje reminiscente de todo aquel acerbo de creencias cristianizadas?

Para cada ocasión y para necesidad ellos tenían un dios preciso. En torno a los gladiadores y púgiles de aluche surgían bandos. Unos eran de Indibil. Otros, de Mandonio. Los de más allá de Ursus el Hispanus.  Surgieron las consabidas peñas como las de Joselito y Belmonte.  Tal discrepancia de gustos forma parte de la enjundia del talante ibérico.

 El vulgo quiere olvidarse de la realidad, con frecuencia ingrata que le circunda, mediante la asistencia a las carreras y espectáculos y cuando se ve en un apuro se encomienda a alguna de las deidades asignadas.

Sin deporte no hay progreso. El aluche curtía no sólo los miembros del cuerpo sino que a la vez templaba y curtía el espíritu. Roma, madre de pueblos, que tenía en la inefable Hispania su granero y su almazara de suministro frumentario. León fue un puesto significativo y un hito importante en la ruta del itinerario de Antonino que conectaba las Galias con la Lusitania y la Tarraconense.


La calzada se dividía en jornadas correspondientes a otras tantas  mansiones o centros de avituallamiento distantes unas de otra a unos cuarenta kilómetros que era lo que solía recorrer un cuerpo de ejército con su impedimenta a las costillas en un día.  A razón de un millar de pasos, o lo que es lo mismo 6666 varas que suman, a su vez, diez leguas de posta. Todavía puede admirarse esa pasión romana por la linea recta en los encachados de algunas estradas como la que asciende serpeando por el Puerto del Pico, Ávila.

 Las lajas de su pavimento que aun resisten los siglos se cansaron de oír rodar las ruedas de los carros militares con la impedimenta de los “plaustra”[4] o el ajetreo de los bueyes y jumentos uncidos al yugo de las bigas y fueron testigos del estruendo de los carromatos soporte de las helépolis de asalto y otras  máquinas de guerra, del crujido de los cascos de los caballos o el paso firme de las botas de los soldados (caliga), los vivanderos y los acemileros y escoltas de las tropas de refresco. En las conducciones también venían elefantes y todo tipo de fieras que eran utilizadas en el asedio a las ciudades.

 Las mansiones o apeaderos se llamaban Mirobriga (Ciudad Rodrigo), Clunia, (Coruña del Conde), Lacobriga  (Carrión de los Condes), Septem Publica (Sepúlveda) Lancia, ciudad romana en Asturias cerca de la sierra de los Ancares (¿Tineo?), de la calzada de Antonino o itinerario regio, cuyas lajas vieron el paso de tantas legiones.  Este camino que  desembocaba en la Vía Apia era denominado en Roma el Trayecto de los Gladiadores de Hispania.

 Las más hermosas “parthenae” o muchachas que se paseaban por la catasta, luciendo  jeme y medidas diez en aquellos primitivos concursos de belleza o desfiles de modelos,  celebrados en la catasta[5] del Capitolio, según referencias de Plinio, eran las nubias egipcias, negras y elegantes como la reina de Saba, y  las “puellae Hispaniae”. Todo un precedente del ignominioso tributo de las Cien Doncellas reclamado por Almanzor.

 Eran llevadas a  Roma como botín de guerra y vendidas como preseas del deleite aunque pronto muchas de ellas alcanzaban la manumisión y se casaban con los propios amos que las habían comprado en aquellas almonedas de la carne a la cual eran demasiado aficionados los senadores.

La fama de la hermosura de estas adolescentes causaba asombro. Asimismo, la habilidad y fuerza de los combatientes de Clunia y los púgiles de Asturica Augusta (Astorga) se hicieron famosos en el hemiciclo del Coliseo.


 El aper o jabalí del Bierzo con su carne exquisita que era llevada a Roma en salazón fuera degustado como bocado suculento en los triclinios de Lúculo y nada se diga de los vinos de las riberas del Órbigo. Flamines y quirites se emborrachaban, pues lo tenían por costumbre con el “vinum hispánicum”, transportado hasta Ostia a bordo de las naves onerarias, en los figones y tabernas cerca del Foro allá por las fiestas sigilarias o las saturnales. “Temulentos que adementan” llama Plinio a los caldos de Oronia (Urueña), cerca de Rueda. Para un romano, de suyo muy aficionado a las libaciones en la crátera sagrada, esto de por sí constituye un piropo.

 El nombre de Hispania que iba y venía en los labios de los centuriones y decuriones de la Legio VII Gémina, Pía por otro nombre, suscitaba nostalgias y añoranzas en el Senado y el Pueblo Romano. ¿No dijo Pablo de Tarso que la vida milicia es? Ciertamente, pero hay que tomarla deportivamente como el aluche de los campeones bercianos. A este deporte lo llamaban pugna grecorromana pero es de León de pura cepa. Como el mismo san Froilán, patrono de todo su reino. Con una excepción, Zamora, donde protege en exclusiva san Atilano obispo y confesor. 

 

ANTONIO PARRA

                  2 de abril de 2002

 



[1]echar la trabilla con el fin de revolcar o voltear.

[2]El estupro incestuoso no cuenta, a lo que se ve,  para los viejos dioses.

[3]Una especie de manopla en forma de urna o cesta que acoplaban al dorso de la mano para golpear con mayor contundencia. El puño de hierro americano en el cestus romano se inspira.

[4]Plaustra, carros aljibes o cisternas de aprovisionamiento

[5]Estrado público donde se exponían los esclavos y esclavas en venta.

2025-10-01

 

CUELGO LA SOTANA

Aquella década de mediados de los cincuenta, yo era latino, fue un tiempo de ilusión clerical, era yo un seminarista fervoroso que trataba de no mirar para las chicas aun cuando la Mary la hija del maestro armero me traía por la calle de la amargura, dejé de jugar con ella a la pídola y cuando la veía echaba mano al cilicio que me mandó poner mi director espiritual en la región lumbar y formulaba una jaculatoria:

─Señor, antes morir que pecar

Pero pecaba con los ojos, con la mano, con el hocico, con toda mi carne enfurecida. Un descuido. Me venía la imagen de sus bragas saltando sobre mí cuando yo hacía de burro y zas. Como sentía escrúpulo después de cometer aquel pecado mortal, y me daba vergüenza ir a confesar mis trasgresiones de la pureza tenía que bajar al Parral. Allí un fraile jerónimo, fray Paja, administraba el sacramento de la penitencia a los seminaristas que se la meneaban. Era un penitenciario de manga ancha pero algo sospechoso de mariconería. Hacíamos cola ante el confesonario de fray Paja y las confesiones duraban la tira, se arrimaba todo lo que le permitían las reglas, yo percibía el aliento apestoso y el cerquillo de su cabeza rapada tocando mi frente. Parecía que en vez de ir a reconciliarte con Dios bajabas a la alameda que así se llamaba el lugar bellísimo donde se emplazaba el monasterio mandado construir por don Enrique de Villena (ni palabra mala ni obra buena) en el siglo XV. a bailar el tango. 

Los periódicos traían noticias del concilio y hablaban del papa buena San Juan XXIII el cual a posteriori se comprobó que no era tan bueno ni tan santo. El Vaticano II iba a ser el viaje a ninguna parte, una tarjeta de auto demolición de la iglesia que yo amaba. Fuimos los últimos de las misas en latín, la hermosa liturgia que había inspirado la devoción y el recogimiento durante siglos se fue al carajo. Todos decían que era necesario el idioma vernáculo para entender los ritos. Sin embargo, suprimido el misterio de lo sagrado y secularizada la religión católica, con el anhelo de ponerse al día, los seminarios quedaron vacíos, a las iglesias no iba nadie y las parroquias se quedaron sin curas. Hubo una fuerte pugna entre tradicionalistas y aperturistas que ganaron estos últimos. Mi corazón se llenó de tristeza viéndolas venir. Cuando empecé los cursos de Filosofía noté que mi vocación flaqueaba pero seguía los veranos ayudando a misa al cura chiquito, el coadjutor de don Benito, el párroco de Santa Eulalia, poniendole la banqueta a la hora de alzar, acompañándole en sus paseos largos hasta Baterías con el deán Fernando Revuelta, el bibliotecario don Cristino canónigo pertiguero y bibliotecario que me hablaba de los tesoros bibliográficos guardados en la catedral de Segovia en particular partituras musicales. El tercero de la terna era el beneficiado don Benedicto que era un alma de Dios, gordo y macizo con cara de hogaza. Ver a aquellos buenos clérigos subir la cuesta de la Pista siempre a la misma hora después de las Vísperas en verano y del oficio de Tercia en invierno era todo un espectáculo que inspiraba veneración y ternura por el contraste de estaturas. El capellán don Valerio no levantaba diez cuartas y el deán medía algo menos de dos metros y el beneficiado Benedicto pesaba más de cien kilos el gordinflón mientras don Cristino era un jijas, tan delgado que cuando soplaba el cierzo de la sierra, parecía que se lo llevaba el aire. Detrás de los clérigos, y según una tradición que provenía del uso y costumbres catedralicias antañonas, era conveniente que caminasen los acólitos cubriendo carrera. Así que Gonzalo, Teófilo el que sería mi alfaqueque como inspector de policía en la ciudad donde yo tuve una novia y venía para casarme, que me sacó de la cárcel cuando fui llevado al talego y yo ibámos detrás. 

El oído atento, sacamos grandes provechos de lo que decían aquellos sabios. El cura chiquito era un oráculo en demonología. Satanás se transfigura en ángel de luz, decía.

─Tú ¿sabes cuantos diablos hay, Fernando?

El deán decía que muchísimos tantos como ángeles y muchos más que el número de hombres habidos y por haber y habrá desde que el mundo es mundo.

─A ver nombres, díganme nombres

─Está claro: Lucifer

─Ese es el más nombrado pero hay otros desconocidos verdaderos enemigos del género humano, epígonos de la iniquidad,

─Ya está Su Eminencia con sus palabros raros, don Valerio ─el deán Revuelta al capellán del cementerio siempre lo trataba de usted, no sabemos por qué─ No me toque los cojones

─Habla bien, Revuelta, que cuesta poco─ medió el canónigo pertiguero ─Yo lo que sé es que le llaman el Vetus, el viejo al cual se aplica el refrán de que más sabe el diablo por viejo que por el diablo

Los cuatro curas vestidos de talar con dulleta, teja y balandrán, se sentaban en una peña y allá seguía el cura chiquito con su discurso:

─Los más dañinos son Belcebú el que tentó a Jesús, Samael, Sacla, Belial, Nasbodeo y Apolión el demonio griego pero el más inicuo de toda esta cuadrilla es Ababdon el diablo judío y no miento.

─Claro que no mientes, Valerio, ese demonio el peor de todos tiene cátedra y trono en las sesiones del Vaticano II donde va de oyente y a la agachadiza. Nos van a dejar a todos con el culo al aire. Tendremos una iglesia que no la va a conocer ni la madre que la parió, dominada por Ababdon el satanás judaico, pero dame un cigarro. 

El señor deán se quedó pensativo, sacó la petaca y lió un cigarrillo, de caldo de gallina. Despues ofreció tabaco a los compañeros. El beneficiado Benedicto no fumaba. Los demás sí. Los cuatro fumaron a gusto sobre las peñas y de atardecido regresaron con paso indolente y cansino a la ciudad. Eran un ritual, un espectáculo. Algunos niños se acercaban a besarles la mano. Ellos volvían a casa en silencio conscientes de que se acababa un ciclo de que la iglesia no iba a ser la misma aunque la barca de Pedro, Cristo lo predijo, zarandeada por las olas de la tempestad, no naufragaría pero terminaba una era. Yo decidí entonces colgar la sotana sin que haya podido arrojar lejos de mí el alma de aquel pobre seminarista gordito y mofletudo, tan crédulo e inocente que fui. Ababdón el diablo judío sigue más de medio siglo después dando guerra y haciendo de las suyas en Gaza, Ucrania y en España no va más.

Jueves, 2 de octubre de 2025

 

 

 

 

 

 

 

 

PRISCILIANO Y LOS DEMONIOS: TIENEN POR DIOS AL VIENTRE

 

Prisciliano sabemos su nombre, que fue obispo de Ávila en la España hispanorromana, que sus doctrinas nigrománticas y vida de ultratumba arraigaron entre los celtas gallegos pero fue acusado al emperador de hereje y pasado bajo el hacha del verdugo en la ciudad alemana de Treveris. Era muy joven.

No obstante le dio tiempo a empaparse de la escritura profundizando en los arcanos de la Revelación pero fue más allá.

Hoy diríamos que se pasó tres pueblos.

Su tesis sobre la trasmigración fue refutada. ¿Nos reencarnamos al morir en otros hombres o mujeres hasta alcanzar la perfección y ser llamados a la diestra del Padre? La iglesia católica no da respuesta.

Sin embargo declara anatema el panteísmo priscilianista junto con otras múltiples herejías que aparecieron como setas en la iglesia occidental mediado el siglo IV cuando la Fe, sin consolidarse, aparecía en un estado efervescente. 

Fueron anatema las deserciones negacionistas de los patripasianos, novacianos, biononitas, nicolaitas, maniqueos, ofitas que adoraban serpientes, los arrianos, gnósticos por un decretal del Papa san León Magno.

 Gracias a un texto de Menéndez y Pelayo entro en la maraña de lucubraciones teológicas al rayar la aurora del siglo último del imperio romano partido en dos mitades Roma y Bizancio tras la irrupción de los barbaros. 

Prisciliano comunicó a sus fieles diocesanos su fe profunda el conocimiento de las escrituras y también el de los diablos. Algunos de sus puntos de vista tienen relación con el mundo moderno que adora a Baco, Venus y Mercurio y Marte. 

El materialismo nos dice que no hay otra vida y nos grita con san Pablo:

─No adoremos al vientre. Guardaros de la gula, la concupiscencia y la fornicación.

Estamos regidos por hombres de entendimiento corrompido.

Fue el primer experto en demonología. Conocía bien a los diablos a los cuales nombra por su nombre y son: Sacla, Samael, Belial, Belcebú y Nasbodeo. ABABDIÓN EN HEBREO Y APOLYON EN GRIEGO

Para mí el gran obispo de Avila no solo fue el martir de una iglesia en construcción, aparte de un padre de la iglesia latina.

 El único que lo defiende es san Agustín “Opportet esse haeresias” esto es bueno es que existan discrepancias para acrisolar nuestra fe. De la discusión nace la luz

 

miércoles, 1 de octubre de 2025

HORMONAS SUBLEVADAS

 Tampoco me preocupó demasiado; la Mary era un poco marimacho. Jugaba con nosotros los muchachos de mi cuadrilla a la pídola y al saltar se la veían las bragas blancas y dos suculentos muslos. Gran tema de debate en toda la peña era conjeturar si le había crecido ya a la hija del maestro armero y la señora Marce vello púbico, pues era una chavalota muy desarrollada. ¿Le habría ya venido el mes? A nosotros nos apuntaba el bozo, a la primera de cambio se nos ponía tiesa. Las hormonas son las hormonas ley de la naturaleza inexorable. Los senos, las caderas y el cuello de garza bien que se la notaban a la Mary. Yo trataba de mirar para otro lado cuando me tocaba hacer de burro y ella saltaba como una leona. Se la veía todo. Esa imagen no se me iba de la cabeza y por la noche sufría de poluciones nocturnas. El campo magnético de las hormonas sublevadas realizaba su trabajo

MULIEREM FORTEM QUIS INVENIET ¿QUIEN ENCONTRARÁ A LA MUJER FUERTE?

 Eran mis primeras calabazas en el amor. Tiempo adelante, recibiría otras más graves. Doña Dulcinea del Sotrondio con la cual venía yo a casarme me dejó a las puertas de la iglesia y acabé detenido en la prevención, pero, merced a las influencias de uno de aquellos seminaristas compañeros de viaje en los grandes periplos en bicicleta y que era comisario de policía en la localidad, me soltaron.

 Allí sí que me salvé por los pelos. Ahora al cabo de tantos años sostengo que no fueron hados ni la fuerza del destino el clavo ardiendo al que me agarré sino una extraña fuerza redentora que vela por mí. 

Intervino la Virgen de la Fuencisla que estiró su manto para que yo no cayera al Eresma y habló directamente desde el cielo a Teodoro Llorente para que me liberaran de la mazmorra en la cual fui metido por aquel escándalo. Yo trataba de salvar mi honor pisoteado y el de mi familia. 

Pasé las horas más angustiosas de mi vida encerrado en aquel calabozo de la puerta verde porque Teodoro era también devoto de la Virgen. Los dos fuimos nombrados postulantes el último día del mes de mayo y en las vacaciones del 58 hicimos una carrera hasta Mozoncillo en nuestras bicicletas y allí nos agasajó su abuela con té con pastas y vimos pasearse por los campos la sombra de don Andrés Laguna el autor del Lazarillo de Tormes. Estaba recogiendo en una cerca hierbas oficinales y al pasar nosotros nos saludó y nos impartió su bendición pues era sacerdote aunque de origen converso como tantos y tantos en Segovia los cuales consideraban a nuestra ciudad una réplica de la Jerusalén celestial.

Así que el que me hiciese la cobra a mis requisitorias de amores la hija del maestro armero y la señora Marce me pareció algo muy natural y no había por qué alarmarse pues yo ya empezaba a darme cuenta de que era verdad la filosofía del maestro Cela: a diez solicito, nueve me dicen que no y una que sí. Con una me quedo.  Mulierem fortem quis inveniet... cantábamos en la epístola. de la misa de viudas. ¿Quien encontrará la mujer fuerte?  ¿La encontraste tú? Pues yo no.

Enfrentarse a una mujer equivale con frecuencia en tirarse al ruedo a torear un mihura.                    

2025-09-30

 CRIMEN Y CASTIGO LA MEJOR NOVELA DE TODOS LOS TIEMPOS


Es un triunfo de la inteleigencia humana esta sublime novela creada por Dostoyevski. Epítome del poder y de la inteligencia humana capaz de hacer maravillas con las palabras. Una obra de arte. Me sumerjo en sus páginas y me veo retratado en sus páginas donde se hace presente el alcohol (hay capítulos que podían haber sido escritos en estado de embriaguez pero creo que don Teodoro no bebía. Era epiléptico), la traición, el sexo, los cuernos, las bellas muchachas que mueren tíosicas, el apego al dinero,  Dostoyuevski era jugador.  La trata de blancas y la seducción de muchachas que pie4rdenm su virginidad una noche de locura. What is ll about?  De un modo dialéctico el gran escritor ruso dibujo un compendio de los vicios de la Rusia de su tiempo. Sin acrimonia. Con una media sonrisa de comprensión a sabiendas de que  el tema carece de solución.

 Siempre fue así, es, y será hasta el fin de los tiempos. 

Ante esta maravilla, ante semejante obra de arte, no entiendo la rusofobia y las diabólicas calumnias que se lanzan contra el único país constitucionalmente cristiano que queda en el mundo. 

Leo “Crimen y Castigo” en estos dulces días de junio primaverales, escuchando el canto del cuco y el piar de los gorriones que posan en la huerta para atiborrarse de nísperos amarillos. Este año hay de ellos cargazón.

 O salgo a dar un paseo por mi pueblo los bares y tabernas están atestadas con viejos jugando al tute y muchachas en flor que calcan el paso por las aceras luciendo sus piernas kilométricas y los bustos rebosantes. La vida, pese a todo, es bella. 

Es la conclusión a la que se llega cuando se descubre la filosofía del autor de “Los Hermanos Karamazov”. 

Hay rachas en las que parece que Dios se oculta y Satanás alza su testa cornuda: guerras, descalabros infamias, puterío de la política, ministros que meten la mano en el cajón, se van de orgía a un balneario de Sigüenza y se convierten en carne de cañón para los oceánicos programas de Anarosa y sus comadres. 

Debajo de esto hay una España en paz que se levanta a las seis de la mañana para ir a currar, estudiantes que se queman las pestañan antes de los exámenes y viejos que juegan a las cartas o se fuman un puro apurando los últimos días de su vejez en una terraza de Villafranca o de Cudillero.

 Raskolnikov es un estudiante fracasado. A veces parece un loco pero está lleno de sentido común. Vive de gorra a costa de la pensión de su santa madre a la cual  obliga a venir a Petersburgo para casar a la hija. Engañada. 

Uno de los personajes más patéticos y mejor definidos es el de Marmelod, un funcionario de un ministerio que se da a la bebida, lo expulsan del ministerio y un día muere bajo la rueda de un coche de punto. Al pie de los caballos. 

El jornal se lo gastaba en vodka dejando a su esposa y a sus tres hijos pequeños en la miseria. 

Sin embargo, su hija mayor Sonia azota las calles de la ciudad imperial para sustentar a su familia.

 Esta esquinera, magdalena de buen corazón, no solamente trae el pan a su familia sino que para Raskolnikov va ser la piedra de salvación. 

El cual se enamora y se casa con ella y lo acompaña a su gulag a Siberia cuando él es condenado a ocho años de cárcel por el asesinato de la vieja Iliona usurera y su hermana Lizabeta. ¿Cuál fue el móvil del crimen? 

Raskolnikov asumía el concepto de que hay seres humanos tan despreciables que no merecen estar vivos por su fealdad, sus minusvalías, por la sordidez de sus vidas. 

Sin embargo, en el camino de la redención y gracias a Sonia el asesino que no la mata para robar, se da cuenta de su error (era la idea que barajaba Hitler al primordial de la raza aria)  Somos para los nazis no sólo judíos sino también material sobrante ( lichnii chiloviek, gente que sobra) y abraza el sentido de la vida cristiana, para el cual este dogma de amor, tolerancia y perdón es una de sus rocas basales. 

Raskolnikov creía que no se puede ser feliz sin un par de botas nuevas.

 A veces es mejor caminar descalzo. Si tu ojo te escandaliza, arráncatelo.


06/06/2025



 DIMICATIO LA VIDA ES UN PUGILATO

 

Los romanos se divertían en las luchas en el circo y honraban a los gladiadores incluso los que perecían en la arena con coronas de laurel. Eran estrellas tan famosos como los futbolistas de hoy. Entre ellos figuraban los andábatas, los reciarios que peleaban con red y los hoplitas armados de la cabeza a los pies. El combate se llamaba “munus” y la paga que recibían auctoramentum. Los dioses cuando nacían los hombres debían de ser honrados por los sacerdotes de Júpiter con la “dimicatio”. Esto es la vida es una pelea. Acabo de ver una película de Pedro Carrasco que fue el mejor boxeador de mi tiempo y me he perdido en la añoranza de aquellos días, español, la marina te llama, el toque de retreta, la belleza de Sonia Bruno, el humor avuncular de Antonio Garisa. El buen hacer como guionista de Eduardo García Serrano.

El malogrado Carrasco casado luego con la Chipionera era una bellísima persona. Las peleas no lo dejaron sonado como a Legrá a Paulino Uzcudún. Su hija la Rociíto se hizo una estrella del mundo del corazón. Él no debió de ser muy feliz. Esto de la crónica rosa se le atragantaba pero su personalidad dio pábulo a las revistas del corazón que son actualmente el nirvana de los españoles pavisosos. El Hola mueve mucho dinero. Yo me quedo con el honor, la vida sencilla y la dimicatio latina. San Pablo decía lo mismo:

─Vita militia est.

Un buen consejo para los españolitos que meten la cabeza en la arena como el avestruz.

Al fin y al cabo Bruselas nos acaba de otorgar una millonada de euros. I ll buy you out. Hemos vendido a nuestro país a nuestra historia Todos a cobrar. La paguita a fin de mes, momios y subvenciones ¿Luchar? Que luchen ellos. Holgar es lo nuestro, culto al cuerpo. De la holganza sale la panza. Sexo y sicalipsis, paralipómenos, lo oculto no interesa. Nadie nos cuenta  los baticores de esas pobres gentes que no llegan a fin de mes. La verdad es que no estamos mal. Se vive bien. Lo malo es que vamos a dejar a nuestros hijos en precario. El que venga atrás que arree.


LA MARY HIJA DEL MAESTRO ARMERO ME DA CALABAZAS

 POR SEGOVIA EN BICICLETA SIN FRENOS


Aquellos veranos cuando yo era alumno de Retórica en el seminario conciliar serían un pronóstico de lo  que sería mi existencia. Iba por la ciudad en bicicleta sin frenos la Orbea que heredé del Poncioano. Bajaba por la `pista a toda velocidad emulo de Bahamontes el rey de la montaña y en el llano yo era Fausto Copi o Loroño lamiendo rueda. Un día casi mato a una vieja y otro día casi me mato yo y me despeño sobre los chimorretes del río Eresma a la entrada de la Fuencisla. La Virgen me echó una mano cuando sentí que iba al agua de cabeza desde una altura de diez metros. Iba a oficiar de acolito en su Novena. Ayudaba a misa los más de los días al cura Chiquito. Había que calzarle con un escriño pues no alcanzaba al altar de la iglesia de Santa Eulalia. Ocurría igual en los bautizos como monaguillo del capellán del cementerio ─llamabase don Valerio─ porque había estipendio y después convite al pie de aquellas enormes pilas de agua bendita circulares u octogonales que recordaban tiempos medievales cuando el sacramento del bautismo se administraba por inmersión como los orientales. Trento los suprimió y ordenor la ablución. Al deramar el agua bendita algún padrino gracioso algo piripi advertía:

─Padre, échele poco agua para que le guste el vino

Y a la hora del exorcismo cuando se colocaba un grano de sal en los labios del neófito:

─Póngale mucha sal para que no sea soso.

Luego a las puertas de la iglesias un tropel de chavales en  remolino junto al niño que ya no era morito se arremolinaba esperando que el padrino lanzase monedas al aire. Con una lluvia de perras chicas y de perras gordas y caramelos se cantaba el arrobo cagao:

─Arrobo cagao que a mí no me han dao. Si cojo al chiquillo lo tiro al tejao.

Sí, yo iba pedaleando por las calles de Segovia con una bici sin freno, acólito de novenas, triduos y catorcenas y trite verbenas de ultimo de septiembre cuando empezaba a hacer frio junto al almez de la plazoleta de Santa Eulalia frente al palacio vacio del marqués de Buitrago y la casa de putas de la Farela un poco más adelante. Se nos agasajaba con vino de consumir y soplillos y a veces en ritos de solemnidad pudieran caer una peseta baticú o dos reales. Ay monaguillo pillo que guardabas las perras en el bosillo y ser algún dia, empapado de latines y de ciencias que no valían para la vida práctica, como Shakespeare.

Pedaleando subiendo y bajando las cuestas para las cuestas arriba quiero mi mulo para las cuestas abajos yo me las subo, supe muchas cosas sobre la vida. Me empapé de las auras de la historia que me enseñaron a conocer de qué lado sopla el viento. Yo era un niño muy observador. algo sentimental, que lloraba emocionado en las sabatinas del mes de mayo Venid y vamos todos con flores a María. Creía en la bpndad del ser humano en la pureza, la castidad angélica, las eglogas de Virgilio y los dramas de Shakespeare. Pedaleaba mientras tanto. Fui un niño felicidad en aquellos años de la Dictadura que hoy describen como un tiempo de horrores. yo pedaleaba y pedaleaba empapado de la belleza del latín, la polifonía de Palestrina me hicieron niño de coro y esa hermosura que tiene el cristianismo la albergué en mi corazón pero las hormonas estaban evolucionando y me empezaron a gustar las chicas. A una vecina hija de la señora Marce la llevé un ramo de guirnaldas que recogí en el cerro Matabueyes a varios lm. de la ciudad pero la Mari mi primer amor no correspondió a mi solicitud y me tiró las flores a la cara:

- Recaditos al oído es de niños sin sentido, recaditos a la oreja es de niños sinvergüenzas. No quiero tus flores huelen a muerto. Tu vas para cura. Eres el monago del P. Valerio y no paras de cantar gorigoris. Metete tus flores por donde te quepan.

Vaya por Dios, pero tiré pa lante. Monté en la Orbea y no cesé de pedalear hasta la Granja de San Ildefonso, pasé por Quitapesares donde estaba el manicomio hecho un loco. Eran mis primeras calabazas

2025-09-29

UN BAUTIZO DE AQUELLOS TIEMPOS

 POR SEGOVIA EN BICICLETA SIN FRENOS

 

Aquellos veranos cuando yo era alumno de Retórica en el seminario conciliar serían un pronóstico de lo  que sería mi existencia. Iba por la ciudad en bicicleta sin frenos la Orbea que heredé del Poncioano. Bajaba por la `pista a toda velocidad emulo de Bahamontes el rey de la montaña y en el llano yo era Fausto Copi o Loroño lamiendo rueda. Un día casi mato a una vieja y otro día casi me mato yo y me despeño sobre los chimorretes del río Eresma a la entrada de la Fuencisla. La Virgen me echó una mano cuando sentí que iba al agua de cabeza desde una altura de diez metros. Iba a oficiar de acolito en su Novena. Ayudaba a misa los más de los días al cura Chiquito. Había que calzarle con un escriño pues no alcanzaba al altar de la iglesia de Santa Eulalia. Ocurría igual en los bautizos como monaguillo del capellán del cementerio ─llamabase don Valerio─ porque había estipendio y después convite al pie de aquellas enormes pilas de agua bendita circulares u octogonales que recordaban tiempos medievales cuando el sacramento del bautismo se administraba por inmersión como los orientales. Trento los suprimió y ordenor la ablución. Al deramar el agua bendita algún padrino gracioso algo piripi advertía:

─Padre, échele poco agua para que le guste el vino

Y a la hora del exorcismo cuando se colocaba un grano de sal en los labios del neófito:

─Póngale mucha sal para que no sea soso.

Luego a las puertas de la iglesias un tropel de chavales en  remolino junto al niño que ya no era morito se arremolinaba esperando que el padrino lanzase monedas al aire. Con una lluvia de perras chicas y de perras gordas y caramelos se cantaba el arrobo cagao:

Arrobo cagao que a mí no me han dao. Si cojo al chiquillo lo tiro al tejao.

Szí yo iba pedaleando por las calles de Segovia con una bici sin freno, acólito de novenas, triduos y catorcenas y trite verbenas de ultimo de septiembre cuando empezaba a hacer frío junto al almez de la plazoleta de Santa Eulalia frente al palacio vacio del marqués de Buitrago y la casa de putas de la Farela un poco más adelante. Se nos agasajaba con vino de consumir y soplillos y a veces en ritos de solemnidad pudieran caer una peseta baticú o dos reales. Ay monaguillo pillo que guardabas las perras en el bolsillo y ser algún día, empapado de latines y de ciencias que no valían para la vida práctica, como Shakespeare. 

de LITERATURNA GAZETTA UN SOLDADO QUE TRANSFORMA LA GUERRA EN POESÍA

 

"Sólo tengo ahora..."

Cómo las experiencias de batalla se transforman en prosa y poesía

"Sólo tengo ahora..."
00:00 a partir de las 14:12

La entrevista fue realizada por Arina Obukh,  escritora y artista. 

«Renunció a su reserva y se fue a la guerra»: parece una frase de una vieja película en blanco y negro. Pero no. Esto es hoy. Y habrá batalla, habrá poesía, prosa, una herida y luego otra batalla, una medalla «Por Valor» y más poesía y libros.

Este es Dmitry Filippov. Escritor de San Petersburgo. Poeta de primera línea. Zapador con el distintivo de llamada "Vozhak". Y en la vida civil, un hombre pacífico, un pescador audaz, un tipo sonriente, aunque su cargo en el mundo real suena serio: jefe del sector de política juvenil en la administración del distrito de Pushkin.

Creo que Dmitry Filippov escribió los mejores poemas sobre la actualidad. Uno de ellos se llama "Nieve":

Hoy está nevando, lo que significa que es día de descanso.

Y los drones kamikaze duermen en la caja.

Y eso significa que el enemigo seguirá vivo.

Tendrá tiempo para escribir una carta a casa.


Con una historia corta y triste

Sobre la nieve húmeda que cae del cielo.

Y llena los caminos y las trincheras.

Y el pobre escribe y escribe.


Sobre el terrible siglo XXI

Le envolvieron cinta azul alrededor del cuello.

Y mañana con el primer rayo de sol

Los pájaros se despertarán después de una noche nevada.


Y volarán hacia el oeste. Y luego

Encontrarán un refugio donde está el hombre con la carta.

Él les hace señas para que se acerquen a él con una cinta azul brillante.

Y lo más probable es que la persona muera.


La carta morirá en un chaleco de descarga desgastado.

Todo será así y no al revés.

Y aún así...Que la nieve caiga más tiempo.

Mullido, suave, misericordioso, ruso.


Dima, escribes tus poemas en plena guerra. Los leo y pienso: aquí todos estamos de fiesta, haciendo concursos, viendo a esas criaturas vestidas de diamantes de imitación en la televisión cantando y bailando, sin parar... ¿Qué te parece este contraste entre el combate y la vida civil?

Por un lado, estoy allí para que aquí en casa la gente esté bien alimentada, en paz y tranquila, para que no piensen en la guerra y puedan vivir sus vidas. Por otro lado, al volver de la guerra, se ve una calma que se asemeja mucho a la indiferencia. Parece que, para una parte de la sociedad, los trascendentales acontecimientos mundiales que tienen lugar hoy son solo ruido de fondo. Es una pena. La guerra puede afectar a todos, pero no quiero morir.

Supongamos que no hay guerra nuclear y que la vida continúa. ¿Qué les diría a quienes, como escribió Nabokov, se aburrirán de la historia de nuestras convulsiones?

Desafortunadamente, nadie aprende nada de las experiencias ajenas. Cada generación sigue el mismo camino. Aunque de verdad quieras vivir la vida de tu hijo por él, guiarlo por el buen camino y protegerlo de todo, seguirá su propio camino y cometerá sus propios errores.

– Kushner dice: «Un hombre muere, ¡y su experiencia no es la de nadie más!». ¿Cómo decidiste ir al frente?

Había un concierto cerca de la Fortaleza de Pedro y Pablo: cantaban buenas canciones patrióticas. Subí al escenario con una bandera rusa y me sorprendí pensando que todo esto terminaría algún día, que tendría nietos y que seguro me preguntarían: "Abuelo, ¿qué hacías durante la guerra?", y yo les respondería: "Estaba ondeando la bandera". En ese momento, tomé una decisión.

– ¿Tú y tu hermano fueron al frente sin decirse nada?

Sí, nos enteramos después, cuando ambos estábamos en nuestras unidades siendo reclutados: estábamos entrenando cerca de Luga, yo en un campo de entrenamiento, él en otro. Y allí, antes de ser enviados al frente, nos conocimos. Fue nuestro último encuentro; él estaba combatiendo cerca de Kremennaya, yo servía cerca de Donetsk, cerca de Avdiivka. Hablábamos por teléfono siempre que podíamos. Luego resultó gravemente herido y murió en casa. Pero todos sabíamos en qué nos estábamos metiendo.

Recientemente se publicó su libro de poesía, "Volveremos con vida". ¿Cómo le llegan los poemas? ¿Cómo se escribió "Nieve", por ejemplo?

Lo escribí durante un descanso, mientras nevaba. Los drones no vuelan con mal tiempo porque la visibilidad es nula: un copo de nieve golpea la cámara y ya está, no se ve nada. Y pensé: "Bueno, está nevando, y por lo tanto, alguien sobrevivirá hoy, tanto de nuestro lado como del suyo". Es decir, la naturaleza le está dando vida a alguien, o prolongándola al menos un día... alguien no morirá hoy. Ese es el sentimiento que dio origen al poema "Nieve". El asalto a Avdiivka, invierno, nieve, un día de descanso.

– Y tu libro de prosa se llama “Los coleccionistas del silencio”. Cuéntanos sobre ellos.

Les contaré sobre Zmey. Se llamaba Sergei. Resultó que él y yo servimos como zapadores durante la Segunda Guerra de Chechenia. Nos hicimos amigos por eso. Era increíblemente valiente; nada podía asustarlo. Era alegre, audaz e inteligente. Murió.

Generalmente, se considera que un zapador ha hecho un buen trabajo cuando reina el silencio a su alrededor. Mis compañeros y yo creamos este silencio mortal con nuestras propias manos. Y entonces Zmey encontró y desactivó su primera mina. Recuerdo que cuando nuestra compañía llegó en su primera misión, había nieve en el suelo y caminábamos de un lado a otro, sin saber aún que toda la zona estaba minada. Los detectores de metales pitaban, pero eso no significaba nada: el suelo mismo estaba muy metalizado. Imagínense cuántas minas había si hubiera desactivado solo veinticuatro. Cómo no nos volamos por los aires entonces... no lo entiendo. Un milagro. Dios debía de estar cuidándonos.

– Su novela ha ganado varios premios literarios, pero creo que sus poemas de guerra son más fuertes.

No me considero poeta, pero entiendo lo que dices: la poesía es una condensación de emociones, una alta concentración. La poesía y la prosa respiran de forma diferente.

Y requieren distancias diferentes. Es bien sabido que León Tolstoi escribió Guerra y Paz unos cincuenta y siete años después.

Sí, pero no participó. Sin embargo, sí participó en la Guerra de Crimea, en la defensa de Sebastopol. Y sus "Cuentos de Sebastopol" surgieron casi inmediatamente después de estos acontecimientos.

Relatos, no novelas. Y la segunda parte de su libro, "Los Coleccionistas del Silencio", consta de relatos escritos durante la SVO. Mientras que la primera parte, como usted mismo dice, fue escrita antes de la SVO. Para mí, el libro empezó con la segunda parte.

Sí, las dos partes tienen un ritmo muy diferente. Tenía la idea de crear una colección de relatos unidos por un único protagonista, pero luego me di cuenta de que todo lo que había escrito antes y durante la Segunda Guerra Mundial estaba conectado en una sola trama: resultó ser una novela de relatos, en gran parte autobiográfica.

– Y parece que tenías prisa por escribir este libro.

Es cierto. Pasado mañana volveré al frente. Y no sé qué será de mí. Solo tengo el ahora, así que escribo ahora.

Sé que tu próximo libro será sobre una amiga llamada Kalina. Sé que había un dron kamikaze volando hacia ti: Kalina te dejó ir y cargó con la culpa.

Su verdadero nombre era Volodya Kalinka. Me protegió con su cuerpo. Solo estoy vivo gracias a él. Este agosto, estuve en su tumba, Kalina y yo fumamos un cigarrillo, recordamos la compañía... Cómo los chicos y yo escapábamos del bombardeo y no podíamos tranquilizarnos durante un buen rato, y de repente todos estallaban en carcajadas... Le prometí a un amigo que sin duda escribiría sobre él.

– Sobre la risa en la guerra: He oído que los ucranianos recurren a la autoironía y escriben «ukrop» y «khokhol» en sus galones…

Sí, y en algunos de nuestros galones se puede leer 'Colorado', 'Moscovita', 'Rusnya'. Los escudos y yo tenemos personalidades muy similares. Por eso esta guerra es tan difícil. Ellos luchan hasta el final, y nosotros luchamos hasta el final. Carácter contra carácter. Pero no luchamos contra la nacionalidad. Esta es una batalla contra el fascismo.

Un amigo me dijo: «Bueno, supongamos que existía la 'Avenida de los Ángeles'. Supongamos que en Ucrania existen las avenidas Bandera y Shukhevych. Entonces, hubo desfiles con el saludo nazi. Y una vez hubo un genocidio de judíos allí. ¿Y qué? Y ahora hay muchas más víctimas, tanto rusas como ucranianas. ¿Por qué interferimos?». ¿Cómo responde a eso?

Si un hombre piensa así, me inclino a pensar que probablemente sea un cobarde. Tiene miedo de tomar las armas, de ir allí y verlo todo con sus propios ojos, porque su visión del mundo se derrumbará. La gente se aferra a las visiones del mundo con las que creció. Temen que se derrumben, temen aprender y ver la verdad, porque si lo hacen, tendrán que reconsiderar todas sus creencias. Les da miedo eso. Por eso hacen la vista gorda y no ven cómo quemaron a la gente en Odesa el 2 de mayo ni cómo bombardearon Donetsk. Así se sienten cómodos.

Recientemente apareció un video: Ucrania, un autobús del TCC y los gritos de una madre a quien le arrebataron a su hijo. Se aferra al autobús y este la arrastra. En medio de la carretera, la madre se desploma. La gente corre hacia ella, pero está muerta. Ni ella ni esta gente querían la guerra...

¿Y qué hicieron para evitarlo? Desde una perspectiva universal, probablemente siento lástima por todas las personas que ahora están atrapadas en el CCT, pero estas personas una vez decidieron: "No es asunto mío". Cuando se desataron los acontecimientos de 2014, algunos se lanzaron al Maidán, otros no, y algunos simplemente vivían pensando: "Así que han llegado los nazis y han empezado a bombardear el Donbás, ¿y qué? Está lejos, no me está pasando a mí". Y ahora la guerra les ha llegado.

Dima, esta es una pregunta constante que le hago a la gente que conozco: imagina que tuvieras la oportunidad de conocer a una persona de cualquier época. ¿Quién sería?

Esa es una pregunta difícil, crucial. Me gustaría conocer a Dostoievski. Al difunto Dostoievski. Tras su condena, después de haber escrito Crimen y castigo... Un escritor brillante. Uno lee y no entiende cómo lo hace. Parece que todos usamos las mismas palabras, pero ¿cómo las combina? ¡Con significados que te trastornan el alma!...

Una concha y una mina no perdonan las palabras

Dmitri Filippov


* * *

Todo lo que está escrito, está escrito sobre la guerra.

Estamos estancados en algún lugar en el fondo.

En este cálido y hermoso día de julio,

De lo cual todos se quedaron sordos.


Y el profesor asociado yace con una pierna rota,

Esperando a que me recojan. Sin quejarme, sin quejarme.

En principio es posible vivir sin rotaciones.

Está bien, está bien, no murieron.


Todo lo que está escrito, está escrito así.

La bandera rusa ondea sobre Selidovo.

Sobre Pokrovsk hay una bandera amarilla y azul,

Y el viento lo desgarra.


Este es el viento del Imperio que golpea tus ojos,

Esta es la Madre Patria, tierna como la turquesa,

Este asalto, después de haber orado, se va.

Un borde fino para volverse inmortal.


No esperábamos carreteras vacías y sencillas.

Si la guerra electrónica no ayuda, Dios lo hará.

Lo principal es que al menos alguien ayude.

Para todos los que se encuentran actualmente bajo la lupa.


Déjame respirar, déjame terminar de cantar una canción,

Para expiar la culpa, para susurrar la culpa...

Para soportar la guerra hasta el final,

La vida no es suficiente. Y la muerte no es suficiente.


Guerra

Ayer deshicimos esa fortificación,

Que bebió mucha sangre y se hizo más fuerte,

Habiendo tenido suficiente de muerte, rabia y dolor.

Pero no quiero escribir sobre la guerra,

Estar fuera de la comunicación de herramientas. También fuera

El silencio de los caídos en campo abierto.


Pero detrás de nosotros está el atormentado Donetsk,

Él es para mí como un hermano muerto, como un padre.

Él se queda de pie y fuma, a un paso de romper.

Mina alemana. Y sus ojos

Están tratando de decirme algo.

Llegada... Y la muerte vuelve a pasar.


La guerra es un mal tema para la poesía.

Una proyectil y una mina no perdonan las palabras,

Hablado lejos del paraíso.

Para reflejarlo en poesía

Y no mentir, y no distorsionar el mundo, -

Estoy caminando nuevamente por el camino del samurái.


Y a lo largo del camino hay cadáveres, miedo y suciedad.

Y esto no es patetismo, hay una conexión directa aquí.

Entre el alma, la oscuridad y el sentido del deber.

Y no quiero escribir sobre la guerra.

Todo esto está gritando dentro de mí ahora,

Permanece allí como un fragmento inamovible.


Pero una vez más la bala golpea el pino,

No volveré a dormir esta noche,

Buscando la rima en la trinchera.

Y la ciudad detrás de mí no duerme,

Espera el amanecer, fuma y permanece en silencio.

Y el bosque más allá de la llanura aluvial se torna tiernamente rosado.


Malómu

Hola, Anton. Estoy prácticamente vivo.

Una vez más, junio arde con incendios.

Hare, Tokha y Golden murieron.

Leo regresó a casa con una pierna...

No conocías a Lev. Era un camarada digno.

Tomamos este maldito Avdos

Y nos movemos directamente hacia el oeste.

¿Y la ciudad de las rosas? Bueno, ¿y la ciudad de las rosas?

Él no se dio cuenta de cómo te convertiste en él.

Y no tiene sentido buscar a alguien a quien culpar aquí.

No sé qué más decirte.

Los chicos llevan mucho tiempo silbando "cuco",

Todavía no quiero morir...

Tu madre te identificó en Rostov.

Y lo trajo a casa con la fuerza de su espíritu.


Estás tumbado en Kolpino. Hay un barranco allí.

El ingeniero y yo estábamos en la tumba.

Ninja y Hood están a tu lado.

Nuestra bandera rusa ondea sobre ti.

No fuimos a ver a Alina. Bueno, no pudimos...


Y el viento nos azotará en la cara,

A todos aquellos que alcanzan la Victoria.

Antokha, ¡después de todo, no existe la muerte!

Y no tengo suficientes palabras para decirlo todo,

Al fin y al cabo, dicen, para la cena se necesita una cuchara.


Y escribo poesía desde la oscuridad...

Pero tu hijo está creciendo.

Y hay tanta fe y belleza en esto,

De la justicia celestial imposible,

Esto es la vida. No hay otra.