NO HAY ALBARDA QUE LA SILLA NO CONSIENTA
Me fui para las Morañas y me
pusieron cual digan dueñas aunque de menos nos hizo dios. No hay mala albarda
que la silla no consienta. Esta tarde se acabó el papelón y habrá pactos y
consensos de la Castuza de la que forma parte también Pigtail (el coletas) y sus
vocingleros pedisecuos Oh patres, conscripti. A Marco Tulio Cicerón quisiera
verle yo hoy en el hemiciclo pero non vos preocupar. Estos no valen ni una catilinaria. En el circo
todo son trazas. Arévalo tierra de los arévacos vuelvo a mis raíces y en san
Vicente del Palacio surgió el amor. Andaba yo un poco al estricote y he aquí
que mi novia la rumana Laureana me hizo un hombre nuevo. Romeros y peregrinos
somos todos del amor, previo pago naturalmente. Estoy pensando en escribir el libro del
buen vagar. Y pienso en Madrigal de las altas Torres porque yo español hasta la
medula peregrino por los lugares donde pasó la infancia la Reina Santa aunque
la verdad sea dicha mis paisanos no la hacían muchas reverencias. ¿Podemos o
no podemos? Esto es el blablá de una gran comedia. Mande pedro mande juan han
ganado los norteamericanos. Son los que se llevan el gato al agua tras tanta
trifulca. Unos y otros profieren los denuestos del agua y el vino. Están jugando
todos a la pella y carta en la mesa presa y asno de muchos, todos lo comen. Vago
por las calles de Hita y su arrabal. Allí en un anticuario me merco un cobertor
y un garabato y consuelo con mis refranes. No hay pecado sin pena ni bien sin
galardón.. alhahé y hadeduro. Y en estas cuando yo iba por el camino por allí
aparece mi novia la rumana, pegando grandes voces y su voz se esparce por todo
el valle.
▬Ay no me aduz, acadea.
▬Quítate las abarcas, pastorcilla,
que hay ropa tendida.
▬Oh meu careu, calpaz
El rumano es el idioma del amor. La
voz de Lauriana suena a vieja cantiga,
Y prorrumpe en unas cuantas
quejas en rumano esta moza radiante de Timoseara, paisana de Ceaucescu
Con las voces y lamentos se me
hiela el pestorejo. El vagabundo no se puede detener. Nunca después que nací
pasé tanto peligro y por aquí andan radiando historias grotescas del Titánico. A
mí eso no me interesa voy de camino. Alahé y alheduro. ¿Podemos o no podemos? Los del circo son una
cuadrilla de impotentes ya no se les empina ni con la bisagra esa. Y yo estoy
como un reloj. Efectivamente, no hay mala albarda que la silla no consienta.
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