EMILIO ROMERO
I
Escritor
transparente como los cielos morañeros de su Arévalo natal, la boca grande la
sonrisa ancha la mejor pluma del Régimen (escribía con la misma galanura que
hablaba), Emilio Romero fue uno de los lujos del periodismo del pasado siglo. Su
ave preferida era el gallo y gallo fue de esta quintana, nunca consiguieron
desplumarlo, ni lo desplumarán las gallinas del corral mediático. Tuve la suerte
de le conocer. Ahora releo algunos de sus libros. Fue importante al contar la
versión no autorizada del franquismo de la guerra civil. En el Vagabundo
pasa de largo se entrecruzan nuestros sueños de libertad y La Paz empieza nunca tuvo
fama de ser la mejor novela de la guerra civil cuyo desarrolló conocía bien. En
este libro se calza las botas de siete leguas y avista el porvenir de un
conflicto interminable que dura ya casi ochenta años. Aquí hay que estar
siempre a verlas venir. Mejor estarse quieto que bullir porque si asomas la
cresta te descabezan. País de envidiosos y resentidos, nación de mediocres y de
monederos falsos.
Superviviente
del Cuartel de la Montaña, se pasó a los nacionales por Aravaca. Fue el prototipo
de falangista abierto al futuro, diletante y discrepante de las izquierdas, a
las que conocía en sus entresijos.
Fulguró como la pluma dorada del Régimen. Amigo de Segismundo Casado y de
algunos generales republicanos, publicó Pueblo unas declaraciones de Indalecio Prieto
sobre cómo fue el esquilmo de los tesoros del Banco de España— el oro de Moscú
que los rusos nunca nos devolvieron y confiscaron veinte vagones cargados de
onzas áureas— que embarcaron en el puerto de Cartagena rumbo a la URSS. Veinte funcionarios del
Banco de España estuvieron incomunicados y encerrados en los sótanos del
palacio de Cibeles, contando monedas y lingotes. Por orden del comunista
Negrín. Para pagar la deuda de guerra. Luego los americanos y los ingleses se
cobraron la suya; bases militares, leche en polvo y muchas películas y revistas
irradiadas desde el promotor de Jolivu con que nos lavaron el cerebro.
Según,
Casado, el defensor de Madrid y el que rindió a Franco la capital de España,
después de andar a tiros por el Retiro comunistas y socialistas, el Verrugo
(quiero decir Azaña) fue el responsable de la masacres. El general Segismundo
Casado que publica unas declaraciones en el periódico de la calle Huertas a su
regreso de su exilio inglés, en las cuales insiste en que el responsable de
aquel río de sangre fue Manuel Azaña, un tipo vil, alcarreño siniestro, un señorcito
acomplejado que se hacía pasar por defensor del obrero al cual menospreciaba,
cobarde y lleno de odio. Dios nos libre de los que se dicen liberales.
En
un ataque de pánico Don Manuel "El Verrugas" huyó de Madrid y buscó
refugio en Barcelona, después en Valencia. Otro de los contestes del
contubernio fue Largo Caballero al que traiciona su rusofilia. Se entendía con
el plenipotenciario de Stalin ante el régimen republicano, embajador Rosenberg,
un judío, que luego sería victima de las purgas estalinianas al igual que otros
capitostes republicanos mentores de la amistad soviética (ayuda interesada a
España como se ve) todos serían pasados por las armas o desterrados a Siberia,
al regresar a Rusia. Moscú no cree en las lágrimas.
Largo
Caballero fue un superviviente de Buchenwald pero murió al poco tiempo en
Berlin. Pese a su homologación como miembro del PSOE era un bolchevique, cuenta
Casado en estos papeles reservados; tacha de pro soviético al “Lenin español”.
Sin
embargo, Enrique Lister achaca a los militares del fracaso de la batalla de
Brunete y dice que la culpa de los desmanes cometidos, robos e incendios de
iglesias, violaciones de religiosas, quemas de conventos y matanzas de curas
fueron obra de los anarquistas descontrolados.
La
guerra pudiera haberse acortado si Azaña no hubiera sido políticamente un
desastre y el Doctor Negrín, obedeciendo las instrucciones del amo del Kremlin
y de Londres (Churchill decía: dejemos a los españoles pringarse en su propia
salsa) se cerrara en banda a un armisticio entre leales y rebeldes. La Urss pretendía crear un estado
comunista al sur de Europa.
Con
su sagacidad habitual Emilio Romero pone a sus lectores ante el hecho objetivo
y real de las causas y consecuencias del conflicto ibérico. Razones que
actualmente han sido aplastadas por la apisonadora de la propaganda maniquea en
los últimos tiempos.
El
pecado mayor de los políticos hispanos desde el 75 para acá ha consistido en
ocultar a los españoles esas fuentes de información. Criterios de revancha
hacen surgir planteamientos olvidados cuando la herida se estaba cerrando.
Demasiada memoria histórica.
La
verdad histórica ha venido siendo viciada y manipulada por la propaganda. Los
que perdieron la guerra se acusan unos a otros en estos papeles reservados de
gran enjundia. Por lo cual, las observaciones del "Gallo de Arévalo"
no tienen desperdicio.
Valentín
González llega a decir de la Pasionaria
a la cual odiaba que no era más que una vendedora de sardinas de Santurce que
se comía las hostias a puñados, cuando bajaba de Santurce a Bilbao luciendo la
pantorrilla, enamorada primero de la Virgen
de Begoña, luego de Stalin.
La Dolores
puso los cuernos a su marido y mandó
traer a su amante un tal Antón desde la
Francia ocupada por los nazis a Moscú a su novio en un avión
alemán por conducto de sus influencias con Molotov. Estaba encoñada con aquel tío
y Valentín Gonzalez en otra entrevista delk diario de los Sindicatos tampoco se
muerde la lengua al respecto. Para el Campesino la famosa líder del partido
comunista en mujer era lo más parecido a una víbora.
Lister
violaba a las mujeres fascistas que caían en su poder pero Lister a su vez
muestra en sus memorias su rencor hacia Ramón J. Sender el escritor aragonés
que soltó las armas en el frente de Valdemoro y se pasó a los otros ¿Un
violador al frente del famoso Quinto Regimiento que mandaba este picapedrero
gallego al que Rusia colocó las estrellas de general?
Todos
recriminan a Juan Negrín de delitos de alta traición y se quejan del trato
infame que recibieron los refugiados españoles en el paraíso comunista donde
los obreros soviéticos vivían peor que en España. El secretario general del partido
comunista J. Díaz saltó desde un cuarto piso en Tiflis. ¿Se arrojó o lo
tiraron? ¿Fue víctima del KGB? Los niños de la guerra sufrieron toda clase de
penalidades.
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