SEGOVIA
Y LA SEDICIÓN DE ANDALUCÍA CONTRA FELIPE IV. EL MARQUES DE AYAMONTE FUE
AJUSTICIADO EN LA CÁRCEL VIEJA.
En
bajado por la calle Real frente al Portalón donde comprábamos los cromos al Tío
Braguetita y admirábamos los cuadros de "Puchero", pintor figurativo
de paisajes, poco antes de la Casa de los Picos, la Casa del Judío de la Huerta
de mis amores, al pie de la Torre Carchena o Aceitera, un sentimiento tétrico
me embargaba al pasar delante de la cárcel Vieja. Creo que allí dieron mulé a
bastante gente porque era sede del rollo. En aquel lúgubre caserón al que se
asoma un mainel gótico de grises y que luce en la fachada arrequives del
esgrafiado segoviano fue decapitado el IX Marqués de Ayamonte.
Estaba
detenido por haber pretendido construir una república independiente en
Andalucía.
Antes
de haber sido encerrado en una mazmorra del alcázar había sido prisionero en
San Torcaz, la cárcel eclesiástica del primado de Toledo, en Pinto y en
Illescas. Lo habían aprehendido en Sevilla por la denuncia de un fraile.
El
doce de diciembre de 1648 fue un triste día en nuestros anales. Según relata en
un testimonio impresionante Diego Colmenares que debió de ser testigo ocular de
la ejecución. He aquí parte de su crónica que inserta en sui magnifico libro
José María de Cossio "Relatos diversos de cartas de Jesuitas"
(Austral Buenos Aires 1953 pp. 145):
"Habiendo
estado el marqué de Ayamonte preso desde el 28 de marzo de 1645 en el alcázar
de Segovia, llegaron seis alguaciles de corte y apeándose en el mesón Grande
fueron inmediatamente y sin quitarse las espuelas a casa del Corregidor que,
avisado, había bajado a la puerta en cuerpo y con priesa y dijole al alcaide
vuesa merced se venga conmigo y partieron al alcázar. Detuvieronse a las
puertas de la casa del obispo. El marqués acababa de comer y habíase recogido.
Asomóse a las rejas del presidio su criado Santiago Ramírez Gamarra y en viéndolos
dijo el marques don Francisco Manuel Silvestre de Guzmán al ayo a esos alguaciles
ya los conozco. Pidieron les fuera entregado el reo. Subieron a la torre y de
allá lo bajaron. Iban los alguaciles, el alcalde y el corregidor por la calle
del pasadizo del Obispo y por la ronda salieron por la puerta de San Andrés,
subieron por la Solana del Rastro (lo que ahora conocemos como el Salón) y
penetrando por la puerta de san Martín subieron a la cárcel. Subieron al
aposento que hace esquina a la puerta, clavaron las ventanas y abrieron luces.
Entraron el confesor fray Diego Miranda rector de san Francisco y el jesuita
Pedralvez para asistirle en los últimos momentos. El alcalde de corte mandó
llamar alarifes y les ordenó hiciesen un cadalso de una vara de alto. También
mandó traer un ataúd y que se cubriese de bayeta muy basta, mandó llamar al cuchillero y le ordenó hacer
dos cuchillos de muy agudo corte. Luego entró el secretario a intimarle la
sentencia que oyó el marqués con valor y respondió que lo consentía y ofrecía
la vida a su Dios y criador. Don Francisco Manuel, al despedirse de su criado
le entregó una sortija que, según decían, valdría cien escudos y, despidiéndose
el ayo con muchas lagrimas, se fue a pedir el hábito de san Francisco... el
marqués la víspera de su ejecución no podía sosegar pero luego mostró consuelo
en hablando con el padre Pedralvez. Comulgó y oyó tres misas y volviendo al
aposento se desayunó. A las nueve entraron con el capuz y se vistió. Besó el
crucifijo y pidió perdón al Rey nuestro Señor por haber promovido la revuelta
en Andalucía... el verdugo le cortó la cabeza por detrás y la puso a los pies
para que escarmentaran los desleales. Dos horas después fue amortajado y al anochecer salió de la cárcel el funeral:
ocho doctrinos, 12 religiosos franciscanos y 12 victorianos. Los curas de san Martín con preste y diáconos; portaban el
féretro cuatro hermanos de san Juan de Dios. El cielo estaba nublado y la noche
cerraba; con lo que el espectáculo se volvía más funesto, y pavoroso el
concurso que era muy grande. Llegaron a san Francisco (la actual academia de
Artillería) donde con un solo responso lo sepultaron en sepultura común"
(Diego de Colmenares)
El
Rey Felipe IV había tratado de indultar a este grande de España que al parecer capitaneaba
un movimiento de secesión similar al de Cataluña y Portugal para Andalucía pero
las cosas se complicaron.
El
espionaje muy activo a la sazón y las incursiones en las costas españolas de
holandeses y británicos desbarataron los planes de clemencia del Rey absoluto
que se mostraba muy afligido por la Revuelta de los segadores y la derrota de
Rocroi.
En
el juicio, al cabo de un proceso muy largo, don Francisco Manuel acusó al Duque
de Medina Sidonia, su pariente, de haber estado al frente de la conjura con el
apoyo del inglés y del portugués.
El
marquesado de Ayamonte estaba emparentado con la casa de Guzmán y la de Medina
Sidonia pero fue implacable con los parientes Don Gaspar de Guzmán el valido y
secretario de Estado del monarca. Sometió a la nobleza levantisca. Era el
inventor del papel de Estado. Decían que tenía a España en la cabeza. Fue el
creador de nuestra burocracia. Sometió a los catalanes don Gaspar enviando a
Barcelona los tercios viejos de Flandes capitaneados por el Marqués del Vasto.
Camino
de Lisboa cuando marchaba al frente de un ejército contra los portugueses le
sorprendió la muerte en la villa de Toro.
La
secesión andaluza fue sofocada in nuce esto es al principio sin efusión
de sangre, a diferencia de la de las otras dos regiones ibéricas, que mira una
al Atlántico y la otra al Mare Nostrum.
El
siglo XVII fue la centuria de Velázquez de Cervantes de Quevedo del gran teatro
de Tirso de Molina y del Buscón pero fue un tiempo de conjuras y de
sublevaciones. España era un país militarizado de guerras y de autos sacramentales.
Flandes
costó ríos de dineros y de sangre pero España resistió y era todavía, pese a
las sublevaciones, determinadas por la pobreza, el hambre y las duras
condiciones de vida de los de abajo temida y respetada en el viejo continente.
Aun
dominaba los mares y el marqués de Ayamonte era precisamente el regidor de la flota
de la mar océana, uno de los cargos más importantes, equivalente a lo que sería
hoy ministerio de Marina, pero se rebeló contra el Rey absoluto. Del Rey la
Inquisición chitón, decía el vulgo. Y pagó con la vida su alzamiento contra el
poder establecido. A Sanlucar de Barrameda por ver al Duque. Otro dicho.
El
ducado y el de Ayamonte de los Medina Sidonia sólo podían equipararse con la
Casa de Alba y los Álvarez de Toledo. Una de sus ramas emigrada a Inglaterra se
transformaría en los Rotschild de manera que Benjamin Disraeli también
perteneció a los Medina Sidonia y sería el precursor de la Duquesa Roja, Doña
Consuelo Alvarez de Toledo fallecida en 208 despues de haber contraido
matrimonio con su secretaria in articulo mortis, pero no adelantemos
acontecimientos.
En
Flandes se estaba poniendo el sol pero aquel ocaso duraría aun dos siglos. Y
don Francisco Manuel Silvestre de Guzmán, a cuyas expensas se administraban los
dineros de la flota y el dinero de las Indias Occidentales, lo enterraron a lo
pobre en el convento franciscano de Segovia la víspera de Santa Lucía una
desapacible atardecida de diciembre de 1648.
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