BOTELLÓN LA NOCHE DE SAN MIGUEL
Antonio Parra
Era el día de san Miguel patrón de iglesia y sinagoga y yo
quería soñar no sé por qué en el largo de los caminos tépida noche de otoño las
aceras de Veláquez alfombradas de las brillantes y rotundas pilongas que por
cierto fueron la base del descubrimiento por el israelí Weissemann en 1942 del
TNT (no creo ser yo un químico profesional pero tampoco hablo a humo de pajas)
ofreciendo su virginidad a los pies de los pasantes urbanos; noches de Madrid
en que la ciudad parece que trae música en el aire y nostalgia de juventud.
Beba, padrecito.
Corro de jóvenes del botellón saliendome al paso por una alea del parque, me
vacilaban y chicoleaban desde los jardines de Moncloa. Probé pero no degusté al
igual que Xto en la vía dolorosa. Buenos chavales algo pijos faltos de mili. Un
paso ligero os daba yo. Algún que otro refuerzo y veintisiete imaginarias. Lo
que ven mis ojos es una tenida triste pero hay noches en que uno no está ni
para ver visiones. Te quedas clavado en la albarrada. Bolsas de plástico y
ginebra de garrafón risas y carreras todo a favor de muy dolorosa resaca y
vómitos al pie de un pino oh divino arcángel resguardame bajo tus alas. Los
setos de circunvalación hacen las veces de columna mingitoria y las muchachas
sin ningún pudor acuden a mear en batallón entre risas y chanzas y mensajes SMS
con llamadas de móviles. Se bajan los vaqueros y las bragas y hacen un calvo a
los viandantes pero no pasa nada. Algún mamporrero debe de haber oculto entre
la oscuridad dandose un lote de vista pero no aparece en el horizonte. Todo es como muy jovial. No hay altercados lo
que demuestra que saben beber si no con
moderación al menos con tiento estos chavales que decía ya mi abuelo al agua
como rey y al vino como rey.
No hay comentarios:
Publicar un comentario