2 de octubre de
2001
CARTA A PAUL
PRESTON.
Por Antonio
Parra
Amigo Paúl, te
escribo a cuenta de tu libro sobre las mujeres españolas que participaron en
nuestra guerra civil: la mujer de Onésimo Redondo, la Pasionaria y otras
cuantas más. Todo está muy en totum revolutum, las churras con las merinas,
halcones y palomas, y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, donde a
ti te mandaron de becario de intercambio por el gobierno al colegio de
irlandeses, ciudad de las que volviste diciendo pestes y metiendote con los
cazurros de Delibes, pues entras a sangre y fuego contra Carmen Polo de Franco,
una ovetense de pro, que tendría sus defectos como todo mortal, porque ya sabes
aquello de “quien no perdona sus defectos no ama a los humanos” o “ni yantar sin
desperdicio ni hombre sin vicio”, pero que fue mujer de gran corazón, afable y
sencilla, esposa de un militar. Una verdadera señora de Oviedo. Como doña
Jimena, doña Urraca la Asturiana o doña Gonterodo. Como mi mujer, como alguna
de mis novias.
Incurres en un
defecto imperdonable a un historiador objetivo la saña, la vesania, el
empecinado rememorar desde el desmelenamiento del vencido.
Merezcante,
hombre, respeto los muertos. Además te metes con las mujeres por lo que
incurrirías en algo muy corriente a la sazón en el acoso. Un acosador te
llamarían aunque claro está en tu caso no tendría el sentido que se le suele
dar, pero te expones en este país, donde no se permite a maltratar verbal o
físicamente a las mujeres, a que algún hidalgo te rompa la cara. Por atentar
contra el honor de alguien que no se encuentra entre los vivos y no se puede
defender de tus especiosos y contumeliosos veredictos que descubren tu
violencia y tu impotencia contra España. Una y otra vez insistes machaconamente
desde tus delirantes entregas, pues no se podrá calificar de libros a tanta
carnaza con refritos de medias verdades, morcillas que no vienen a cuento y
otras butifarras, en el mono tema. Más de lo mismo. Parece que sangras por la
herida. Joder ¿qué te pasa?
Me acuerdo de
un Paul Preston al que yo di clases de pronunciación y conversación castellana
en el Marist College de Hull curso 1966 con un acento cerrado de Liverpool que
pugnaba por ganar una plaza en Oxford.
Era un pelitaheño de cabellos rizosos en melena leonina, muchas pecas,
la pupila verde y algo de ectropión que se movía con andares de teddy boy,
menos partidario de los Beatles que de los Rolling Stones y que en español, a
pesar de que el director del centro me había encomiado su alto nivel, estaba
pez. Si eres tú el Paul Preston de Liverpool al que yo traté de entusiasmar con
la lengua y la cultura de Cervantes, tengo que decir que como estudiante
pertenecías sino al pelotón de los torpes, al menos a los del montón. Para más
inri, eras gamberro a morir con alevosía
y provocación. Hasta en una lección me soltaste sin venir a cuento de que
Valladolid era un burdel, un inmenso cuartel y un enorme convento. Que todos
los españoles eramos maricas, las chicas todas putas y que los únicos machos
los había metido Franco en un campo de concentración. Traté de aparejarte a
razones pero no hubo manera. La cabra tiraba al monte, fui incapaz de hacer
gavilla de ti. No así de otro que se llamaba Sean, un irlandés, que consiguió
el A level con proficiency lo que equivale a matricula de honor “In Spanish”.
No te me
despintas. Tú no puedes ser otro que aquel Paul Preston que hablaba con aquella
voz cavernosa de los barrios del puerto de Liverpool. Era la misma dicción que
la de Paul Mac Cartney, Ringo Star y John Lennon. Al igual que ellos tú tuviste
que pulirte en la universidad aquel pelo de la dehesa y conseguir el inglés
melifluo de la Bibisi. El mismo que viste y calza.
Tengo que decir
que este sí que es mi Paúl. No me lo cambiaron.
Vuelves por donde solías. Haciendo el burro. Diciendo paridas contumaz y
procaz hasta que te cansas pero sin pensamiento original pues eres uno de esos
escritores que hablan por cartapacio. Piquitos de piñón y boca de ganso
repitiendo aquello que oyen o recogen sus antenas. Volviendo a los lugares
comunes y los manidos tópicos de la “Collares”, la “Franca”, la “cabeza de
chorlito con menos inteligencia que un ratón” etc.
Sin demostrar
que ni una sola vez echase la mano al cajón como hace ahora tanta gente ni
incurriendo en los cohechos y peculados ahora tan habituales. Ni a ella ni a su
marido les habéis podido coger en un solo renuncio de un afer secreto o un hijo
entenado o extramatrimonial los porno
cronistas que no historiadores, los jornal/listos, retrateros mirones, la tribu
cursi de la prensa sural, cotillas del con quién se acuesta ésa y con quién se
levanta la otra, que no periodistas oportunistas de la revancha. A moro muerto
gran lanzada. Desde luego, pero eso no tiene poco mérito. Os han dado una
chifla, y todos capadores. Lo fácil es aullar con el lobo, lo difícil es
enfrentarse a la muta. Y vosotros más que muta sois jauría que arrasa con más
ahínco que las manadas de gochus que bajan a
estos valles desde la Cerceda y la Rondiella o el Picu la Puerca con los
recios plenilunio de enero hozando como rayones detrás del morueco. No quedará
títere con cabeza ni quintana ni corral que no se abrasen acusando los
destrozos de vuestros colmillos envenenados.
“Yo siempre
estuve reservada para Paco”, afirmaba en una de las escasas entrevistas que
concedió por su cuenta ya fallecido el
Caudillo. No le gustaban los protagonismos y fue la mujer de un soldado, su
sombra fiel, desde que se conocieron en un baile por San Mateo del año 17
recién incorporado Francisco Franco al Regimiento del Príncipe - venía
convaleciente de una bala que casi le perfora el hígado en Tiduf- hasta el 20
de noviembre de 1975.
Sin ningún
altibajo. Juntos del principio al fin.
A doña Carmen
Polo Martínez Valdés, digan lo que quieran las lenguas viperinas, tanto en el
Pardo como la Calle Uría siempre se la conoció por el cognomen de la “señora”.
Con esto está dicho todo: la elegancia, la casta, el linaje de una asturianía
apacible y bondosa sin otras pretensiones que las del concepto del deber y la
vocación de servicio a España. Era aquella eterna sonrisa con que aparece
retratada el día de su boda saliendo de la iglesia de San Juan en 1923 y con la
que acompaña a su marido a los actos oficiales nunca en primer plano.
La ceremonia
tuvo que ser aplazada en dos ocasiones (“Carmencita bien puede esperar; España
no”) la primera cuando tuvo que salir zumbando para ayudar a Millán Astray a
organizar los cuadros de la Legión con mehalas marroquíes y voluntarios
internacionales y la segunda cuando lo de Annual en 1921. Ya se sabe lo que
decía Mola “la bala que te ha de matar no la sentirás venir, pero todas ellas,
como las cartas tienen un matasellos, una fecha y un destinatario, hay que
abrir el correo”.
Con el
laconismo que le caracterizaba aquel discreto oficial gallego, pequeño y de
infantería, cuando recibe el telegrama ordenando rápida incorporación al
Ejército de Tareas del Rif bajo las ordenes de Sanjurjo, que le saca de su
“Oviedín”, no disimula su sorna “Otra
vez a torear”.
Y parte raudo a
presentar batalla contra Abdel Krim.
Las personas
que se quieren llegan a parecerse físicamente.
El roce hace el cariño y Franco y su mujer, si no enamorados y
acaramelados a la tontuna, debieron de sentir un amor profundo el uno por el
otro. Se parecían en la sonrisa. Nunca lo dejó solo. Incluso durante las
operaciones bélicas lo acompañaba de un frente a otro. Hicieron la guerra en una rulot.
Creo haber oído
decir a un periodista, José María Zugazaga, que perteneció a la Casa de Su
Excelencia, que Franco el humor que le gustaba no era tanto el gallego como el
de la calle Uría. Llevaba a Asturias en el corazón. Quería profundamente a esta
región donde fue feliz donde estudió a conciencia. Por eso venía a pescar aguas
arriba del Narcea todos los años.
En una ocasión
le preguntaron cuáles habían sido los mejores soldados de su escuadra y dio la
siguiente réplica: “La guerra me la ganaron los gallegos y los moros; los
navarros echaron el resto, ninguna tropa más segura que la de los castellanos,
pero los más valientes no te quepa la menor duda, José Mari, los asturianos.
Los de Simancas y los del Cerco de Oviedo”.
Cerca de Oviedo
se sentía radiante y hasta recuperaba la buena forma física. Allí nació su
única hija Mari Carmen a la que llamaba “mi nenuca” y la “morucha” por ser muy
morena. Hay una entrevista que concede a Life en abril de 1937 en la finca de los Polo en San
Cucufate de Llanera.
Allí se muestra
al matrimonio Franco como un paradigma de armonía conyugal. Carmen y Paco
sonríen sin parar y por allí anda la “Morucha” que aparece escalando un manzano
de la frondosa pumarada. Y este artículo ganó la guerra para la causa nacional.
El general se metió a los americanos en un puño - he ahí la fuerza de los
medios de la imagen - sacando a relucir sus encantos de seductor en los primeros
años. Oviedo era el sitio donde regresaba al cabo de las campañas africanas a
lamerse sus heridas, el descanso del guerrero. La ciudad lo transformaba.
Parece ser que
se impregnó de esa bonhomía del asturiano de buen carácter a veces irónico y
teñido de orbayus y borrinas, exponente de civilidad. Ni muy pobre ni muy rico.
Sólo quería una vida decente, un buen pasar. Aura mediócritas bajo las torres
caladas de la catedral de Vetusta. Al tiempo que una espiritualidad profunda.
Los golpes que más le dolieron fueron
los que le dio la Iglesia de los obispos trabucaires como Mr. Añoveros que
quiso excomulgarlo y en 1948 cuando ONU decreta la expulsión de España de la
comunidad internacional merced al veto de Israel. Precisamente, a él que tanto había hecho por
Israel y que tantos judíos salvara, a él que dio instrucciones al embajador
Sanz Briz para que concediera pasaporte español a todos los sefardíes de
Salónica. El propio Ben Gurión cruzó los Pirineos en valija diplomática dentro
del portamaletas de un coche.
Esos son zonas
oscuras de la biografía de Franco poco esclarecidas o silenciadas a propio
intento. Como por ejemplo sus relaciones con Inglaterra que visita sólo una vez
con motivo de las exequias en Londres del rey Jorge V pero al cual admiraba por
su pragmatismo y buenos modales, justo lo que a ti te falta, Paul Preston.
Era un
anglófilo dentro de un orden. No tanto como Julián Marías. Pero le gustaba
tomar el te de las cinco con su señora y rodeado de sus hijos y de sus nietos.
No le gustaba demasiado la política y leía a autores ingleses Woodhouse, Agatha
Christie, Chesterton y al plomo de Azorín. Siempre dentro de unos niveles
discretos de modestia confortable.
Nunca consiguió
aprender inglés aunque hizo lo que pudo por reanudar aquella clase particular
interrumpida en Tenerife el 14 de julio de 1936 por causa mayor. Sin embargo la
figura de Franco hay que analizarla bajo la influencia británica. El movimiento
se fraguó en Londres mediante los dineros del banquero Juan March y al socaire
de otras trastiendas internacionales. No era él el general designado en
principio sino Emilio Mola Vidal. Luego se alzó “Franquito” con el mando único.
¿Por qué? Nadie supo explicarlo.
Quedan por
aclarar y por patentar los correos De Philby el gran maestro del espionaje del
Circus londinense, las mañas del embajador
Lord Templewood o Sir Samuel O´Hara en Madrid y las del Marques de Santa
Cruz en Londres.
Los británicos
sois algo anecdóticos y periféricos al abordar un hecho tan complejo como es el
de aquel estallido que fue un ensayo general para algo más gordo. A chip on
your shoulder como soléis decir.
Con semejante
petulancia que nos mira por encima del hombre y que bajo cuerda revela una
carencia y uno de vuestros muchos complejos de inferioridad nos habéis estado
vendiendo “guerra civil” contadas por vosotros y nos despachasteis libros como
roscas alcanzando tiradas millonarias que os han situado en el poder y la
gloria. A ti me consta que el “Spain bashing” labróte todo un capital a ti,
tío.
Cito a Hugh
Thomas, Brian Crozier, Elliot, Ian Gibson y a ti mismo, habéis encontrado una
mina mientras que aquí muchos andamos lampando. Esto tiene que ver con el
papanatismo de nuestras clases pudientes con su flexibilidad de vertebras ante
todo lo inglés.
Nos habéis
colocado la burra y, soberbios traficantes, nos la habéis vendido bien. El
“English teaching” es una industria y una picaresca en la Piel de Toro que
mueve cifras de diez dígitos. Para colmo, ostentáis la exclusiva de nuestra
historia reciente.
A pesar de todo
algunos no podéis esconder al hooligan que lleváis dentro. Al “teddy boy” de
aquellos años saltados a la fama desde sitios como Hull o Liverpool que son el
culo del mundo.
Vuestra
interpretación de la historia es freudiana. Todo un gran problema de bragueta.
En los libros hay que echarle más testosterona que en la guerra y algunas
novelas hay que escribirlas con el clítoris como hacen no pocas novelistas
inglesas que remedan algunas de las pánfilas nacionales que montean por
nuestros periódicos y que de una navaja en la liga han pasado a ser rosas
insatisfechas.
“Please no sex.
We are British” era el titulo de una comedia de los setenta. Sin embargo aquí como se ha perdido el pudor
el mundo gira en torno a los tamaños, las pesas y las medidas. Tengo entendido
que la honra no la llevan los hombres y mujeres en las partes menos nobles de
su fisiología sino en la mente y en la corazón. Y Carmen Polo de Franco
Martínez Valdés era una asturiana de pro mujer de honor como lo era su esposo,
el de Dar Akoba y Acila, el del Gurugú. No se explica cómo sobrevivió a aquel
tiro mortal de necesidad que le perforó el vientre. Tampoco sé si tal percance
influyó en su capacidad reproductora aunque dudo que afectase para nada a su
higiene sexual.
De lo que sí
estoy seguro es que los cojones, como piensas tú o la Fallaci, y nada se diga
de doña Magdalena Albright, la que bombardeó Belgrado la noche de Pascua y que
no sabía decir otra cosa en español, a question of balls, no los llevemos los
hombres donde los animales. Cuelgan de otra parte. Tanta obsesión fálica es subliminal síntoma
de vuestra impotencia. Sois flojos. Y Franco
tuvo un par de pelotas. Eso decían los moros de la cabilas mirandolo
como a un dios que tenía lo que hay que tener y “baraka”. Muchos le
adoraban como si fuera un profeta. Y
también los tuvo en abundancia para hacer feliz a aquella mujer, a la
asturiana. ¡Ya quisieran muchos!
2 de octubre de 2001
ANTONIO PARRA,
periodista y escritor.
LOS BIGOTES DE
DALÍ: EPÍSTOLA A MONTSERRAT AGUER COORDINADORA DE UN RIDÍCULO CENTENARIO CON
MUCHA BUTIFARRA. ESPERPENTO CATALANISTA A BARRISCO Y MARCHAS FORZADAS. NOS
CUENTAN BATALLITAS. MEMORIA ACTIVA DEL DÍA QUE EL MAESTRO ME DIJO: “ESOS LA
TIENEN MUY LARGA”. UN CANTO A GERONA
No he de callar
por más que con el dedo
tocando ya los
labios ya la frente
Silencio avises
o amenaces miedo.
¿No ha de haber
un spiritu valiente?
¿Ha de sentirse
siempre lo que se dice?
¿Nunca sentir
lo que se siente?
Francisco de
Quevedo
Por
Antonio Parra
El mundo se ha
convertido en una busca barojiana, en una lucha por la vida. Con tal de hacer
dinero, matan a su padre y esto es lo que está ocurriendo con el centenario.
Desde mi capacidad de periodista sin periódico pero renuente a vender mi pluma
y la cuchara yo protesto y yo acuso- España vive las conmociones de un proceso
Dreyfus pero al revés con estas ansias de los bibliopolas de nada de darle la
vuelta a la tortilla, con tanta tercería como nos invade y nos solivianta- a
quien corresponda. He de decir que el centenario de Dalí se está convirtiendo
en una chapuza. Y yo me acuerdo del día en que el maestro me dijo con cierta
envidia: “Esos la tienen más larga que usted y que yo, Parra”
Aquí están las
fotos para demostrar lo de aquella fiesta gay en Nueva York que acabó como el
rosario de la aurora. Las idas y venidas con Gala merodeando. Oh aquella mujer
tenía maneras sibilinas de serpiente. Dalí nunca pudo desliarse del dogal de la
culebra. Ese fue uno de sus traumas y la pátina misteriosa que se conjura sobre
toda su pintura, que tiene bastante de pesadilla en la tramontana. Se dio
cuenta de que el mundo que había de venir era algo caótico y ese caos lo
traslada al lienzo Dalí, un Dalí español a machamartillo al que han secuestrado
los de Guggenheim hasta convertirlo en ideograma esperpéntico de un
secesionismo del que nunca quiso saber nada. Y para demostrarlo excarcelan los
excavadores de lo inane expedientes policiales y traen a colación un atestado
contra él por beodez una noche que se fue de juerga cuando mandaba el dictador
Primo de Rivera, aquel don Miguel el incomprendido amante del pueblo catalán
que nunca le negó el pan y la sal a la lengua de Verdaguer y además construyó
las carreteras que llevan a Cadaqués devastando mucha selva.
Lo que hay que
ir pero ahí están las fotos para demostrarlo. Dalí con sus melenas y sus gafas
ahumadas, de chaleco amarillo, saludando a un montón de gente y rodeado de
mujeres guapas, creo que eran chicas de tarifa recién llegadas de París. Las
guías de bigote se enroscaban como el apéndice caudal del gorrín de san
Antón. Para demostrar su virilidad hay
está el bastón de caoba, aunque también fuera de palosanto, que yo en esas
cosas no me meto aunque la talla del ebanista era de corte superior. Son veinte
instantáneas tomadas al desgaire. La más impresionante es en la que aparece
debajo de un reloj de pared con la esfera de oro. Las manecillas en numeración
romana del cuadrante
marcaban
las siete y cuarto a punto de dar, en una fría tarde del invierno neoyorquino
año 77. Son fotografías inéditas y casi robadas, lo que les vuelve más
importantes.
A mí las
cuentas no me casan. El Dalí que yo conocí tiene que ver muy poco con el que
han sacado de la manga los amigos de Rovira, los muñidores del contubernio y
los que han accedido al poder pisando las cenizas aun humeantes de una
hecatombe como la del once de marzo. Urnas y cadáveres pero Dalí era apolítico.
No queráis hacer bandera y oriflama de vuestras reivindicaciones. El Dalí que
ha salido de estos tórculos con mucha moviola y trampa parece uno de aquellos
fusilados en las zanjas de Montjuich, oiga. ¿Qué hacemos con toda aquella
caterva de muertos de segunda fila? Es posible que sus nombres no estén en las
listas de los “paseados” en el Arxiù de Salamanca. A esto se llama darle vuelta
al argumento. Ustedes no juegan limpio. Desde este modesto ambón lo proclamo
pero nunca redactaré mi lista de agravios en catalán. ¿Quiere que se lo
recuerde a ustedes en el idioma del imperio, quiero decir el inglés? Pobre don
Salvador se revolvería en su tumba si se enterara de la judiada que le habéis
hecho. Pero a moro muerto gran lanzada.
Va de convites
catalanes y ya se sabe que los judíos no invitan a nada. Han vuelto a España
con furias de venganza y de paso trajeron gran orquesta de gentes, mientras
nosotros nos miramos el democrático ombligo y ellos hacen caja. Están
afanandose en simposio, centenarios, tiroriro al cocherito leré y festividades
del “nunca mais”, especialistas como son desde que mataron al zar de naciones
patas arriba y traen moros para que los minaretes de la prevaricación hagan
sombra de amenaza a nuestras torres santas. Quo vadis, Europa? ¿Adónde te
llevan tus felones, España? Yo protesto, señora Aiger, por habernos hecho la
aguada y por habernos vendido la burra mal capada. Ya sé que es la señora una
furibunda catalanista de Companys, catalana de nación y judía de raza, mas
escuche el rumor de la calle que esto no es Yugoslavia. Encima no me digas que
te llamas Montse si te has hecho judía. El viento se pierde por las esquinas y
va profiriendo frases de venganza. Hay rumores que dicen “judíos a enforçar” y
el espíritu de don Fernando y dña. Isabel, contra quien vosotros, gorrinos de
marrana raza, alzasteis la especie de que no se lavaba. El tufo de la insidia
es vuestro e id preparando el balde de las abstersiones, poned el agua del
mizwah a calentar que España siempre se os dio mal, cabrones. Dña. Isabel, flor
de la Castilla perfumada, olía a lirio del valle del Duratón. Mucha sangre de
inocentes sobre vuestras manos. Como la de Pedro Arbues, como Dominguillo del
Val como los del Niño de la Guardia o los estragos de la Catorcena. Seguid
borrando la memoria que algo quedará. Y ese testimonio caerá sobre vosotros.
¿No lo pedisteis a voz en grito en el Lithostros? Pues así se hará. Entretanto,
dispongámonos a la celebración de centenarios esperpénticos. El buen Dalí,
aquel señor de provincias que se movía por Nueva York como Pedro por su casa os
lo demande.
La primera referencia que yo tuve de los
bigotes de Dalí fue a través de un tío que tenía en Barcelona allá por los años
50. En cierta ocasión regresó por vacaciones a nuestro pueblo de Segovia a
estrenar un Renault Gordini, al que llamábamos ya por entonces, con el
transporte por carretera en mantillas, cuando la hiper saturación vial era una
entelequia y gracias a los pequeños utilitarios, pues no sólo de pan vive el
hombre, empezábamos a salir y pisar nuevos paisajes a punta de acelerador y
Franco no solamente definió su gestión política de ni un hogar español sin pan
y sin lumbre, sino que hasta nos motorizó, el auto de las viudas, y muchos
sueños de conquista social quedaron tirados en la cuneta. No corras mucho papá,
era lo que recomendaba la canción de Manolo. En el fondo eramos unos pioneros
cagüen la leche. Una generación de avanzadilla que venía pegando fuerte frente
a un mundo en lucha.
Entonces el Tío
Ponciano, que era expósito y al que mi abuelo Benjamín había sacado de la
inclusa por el torno, sin más papeles ni otros avales, y al que crió como un
hijo más aunque de raza gitana, nos hablaba de lo grande que era Barcelona y de
lo genial que era Dalí, a quien veíamos de tarde en tarde comparecer en las
cámaras de NO-DO, clavándonos con su mirada epatante y empuñando la contera de
plata de un bastón. Parra, ese la tiene más larga que usted y que yo:
-Pues que lo
vamos a hacer, don Salvador. En esta vida no todos podemos vivir en la plaza.
Lo de la
garrota del maestro de Port Lligat siempre lo he dicho tenía su lado onírico y
la inspiración milagrosa que rodaba cuesta abajo por las laderas de Príapo.
Sombra y figura. Aquel fue el mismo Dalí del franquismo progresista y
evolucionando - marchando una de calamares- al que yo conocí en carne mortal rompiendo
el cristal de un escaparate blindado que debía de valer una burrada en una
tienda de la Quinta Avenida, que listo y que bien iniciado estaba en los
intríngulis de la publicidad, era el Dalí verdadero y no este Dalí de cartón
piedra que nos presentan, bochornoso espectáculo, los revanchistas y
oportunistas de la hora undécima.
Parecese que al
verdadero lo quemaron en efigie en una de esas almenaras o pogromos aclarados
de la verdad a las que nos tienen acostumbrados los boy scouts de Polanco y los
pedisecuos de Ibarreche que es la leche o los de don Pedro Rovira con sus
bigotes de morsa. Han creado un país nuevo balcanizado; van a echar el cierre
entregando la nación al turco, porque este andamiaje lo ha montado un ser muy
listo; de ángel o de diablo para arriba, y qué poco me ayudaste, amor, me has
dejado solo en la estacada.
España se vende a plazos y con España en
venta, Cataluña correrá la misma suerte.
Eso es lo malo. En lo alto del trinquete han puesto una bandera nueva;
no la roja y gualda que él tanto amara sino las barras catalanas, también
amarillas y encarnadas porque Castilla y Cataluña deben su origen a un mismo
hecho: el castillo de los prevenidos en frontera. Nacieron ambas naciones como
condados de la marca hispánica. Son dos apéndices del imperio carolingio,
bastión de las cristiandades que evocan el paso de Roncesvalles y la Canción de
Roland. El objetivo que les hizo fuertes fue la lucha contra el Islam. Pero
llegaron los coribantes de la nueva diosa repartiendo leña, ahora os vais a
enterar, dijeron, os vamos a moler a palos.
-¿Con la
garrota de Dalí?
-O con el as de
bastos de los cuadros de Picasso.
Las cendolillas
de antaño hoy son pubillas de juego floral y mucho cuidado con esa boca que os
puede perder, os vamos a acosar de machistas. Muchos se han subido a un guindo
y andan por sus ramas emboscados sumidos en la ataraxia doctrinal. No está el
manto de Magdalena para tafetanes, ni el alcacer para zampoñas. Las urnas
últimas tuvieron algo de actas funerales y trajeron cenizas de despojos de
cadáveres, una gran holocausto. No os conduzcan espejismos a la auto
complacencia engañifa. Todos estáis detenidos o manipulados y las mujeres
acometen como histéricas siendo el símbolo del invento la gran meretriz. Los
bibliótafos no regalan un libro ni aunque los aspen, y ahí está Reme,
contratada del catastro, mujer de militar, diciendo que ella no tiene la culpa
de que su marido sea un funcionario; la han puesto allí para que vigile la
parva. Los ministerios son un nido de espías y en las iglesias se predica sin sacramento. Hacen su agosto
luteranos. Hayáis mucha paciencia, chiquitos. No zurréis a la parienta.
No habrá nunca
que pasar por alto que a Carlomagno al que coronaron emperador en Aquisgrán una
noche de navidad en la catedral de Gerona un obispo que ahora no puedo recordar
le inscribió en el catálogo de los santos y en el recinto del cenobio de San
Daniel donde está uno de los patios medievales del gótico tardío más bellos con
su galería superpuesta de arcos trilobulados y columnas geminadas su imagen era
venerada, organizandose rogativas contra la plaga del agareno. No hay que
perder de vista que el moro Almanzor arrasó Barcelona el año 985. Ese dato se
os escapó, mentes olvidadizas pero se tiene que tener muy en cuenta para
colegir lo que ha de seguirse. Cimitarras hubo y cimitarras vendrán a la
Barceloneta y al barrio chino a cortar cabezas. Nos están vendiendo una burra
mal capada, por muy demócrata que sea esta pollina pero puede acabar, rebuzno
va rebuzno viene, sin saber por donde tirar, como la de Balaán. O, si me
aprietas un poco, igual que la mula Francis
Dalí amaba su
patria chica pero sin menoscabo de la grande. Como debe de ser. Por eso durante
toda su vida miraba con cierta prevención y cierto distanciamiento a los
catalanistas a palo seco. ¿Qué tendrá que ver, yo me digo, el culo con las
témporas? Pues por lo que se ve y por lo que han hecho y dieron los que le
calaron la barretina de refez, a contrapelo y hasta las orejas antes de morir,
todo. Vamos que nos están tratando estos catalinos como si nos chupáramos
dedos. Creo sin embargo que eso que dicen es mentira. Él tenía sólo dos amores
que eran Gala y España. Sus relaciones con el Pardo eran excelentes y el
Caudillo le admiraba y hasta se reía con sus extemporáneas salidas de tono,
diciendo:
-Cosas de
Salvador.
Pero ya digo:
la tradición pesa y el polvo de las alpargatas de los republicanos que
partieron para el exilio, prometiendo un turbulento regreso, derivó en
polvareda, a lo que se ve. Por doquier resucita el fantasma de los que
partieron por Port Bou. Inventan rollos y traen al diablo entre las piernas. Al
diablo que yo vi dibujado en la testa de una ménsula.
Era una mañana
de Miércoles Santo y el guía gerundense tercamente nos hablaba, empecinado, de
lo buenos que habían sido unos.
-Es porque los
otros habrán sido muy malos- repuse.
Nuestro guía se
llamaba Marcus y nos estaba haciendo la loa de los republicanos. De paso
hablaba del románico cuya cuna estuvo radicada en este bello rincón catalán.
Era el arte de los godos, la continuación proyectada del espíritu de
Carlomagno.
¡Qué tendrá que
ver el culo con las témporas! Pues, por lo que se ve, por lo que han hecho y
dicho, calándole la barretina hasta las orejas, como cuando estaba próximo a su
muerte, mucho. Sin embargo, creo que él tenía sólo dos amores que eran Gala y
la pintura. Se sentía plenamente integrante de la escuela española. Por
oposición a Picasso a quien la lucha de los vencidos/vencedores a colocar en el
pedestal, un trono acaso supervalorado, y aun a riesgo de que nos llamen
herejes diremos que por encima de su cotización por los méritos, que hay mucho
oropel en estos trenes de la propaganda, escritores y artistas obra de la
publicidad, y lo más probable es que el arte del malagueño, sometido al veredicto
de la historia, no aguante el paso del tiempo. En mi adolescencia enclaustrada
me implé de García Lorca y del atrabiliario Machado. También ya por entonces
nos estaban dando gato por liebre y nos vendían la burra mal capada.
La obra picassiana parece a veces cosa de
brujas y producto de un lanzamiento. Por el contrario, la daliniana no. Se lo
ha currado por sus propios méritos. Sin duda prevalecerá. Ahora sus cuadros se
venden mejor y están más cotizados que hace dos décadas.
Sus relaciones
con el Pardo eran excelentes. Franco le admiraba y hasta se reía delante de sus
extemporáneas salidas de tono que jaleaban todos los periódicos con un “cosas
de Dalí”. Aunque ya digo: la tradición pesa y el polvo de las alpargatas de los
republicanos que salieron de estampía, el puño cerrado, prometiendo un
virulento regreso, pesa todavía y el rencor fatídico ha vuelto a habitar entre
nosotros. Y si no, que se lo digan al nuevo director de Archivos y Bibliotecas,
don Rogelio Blanco, que quiere abrir las zanjas de los fusilados, sólo los de
un bando, y colocar los testimonios sobre la mesa. Por doquier se alza el
fantasma de los que salieron al exilio por Port Bou.
A esto es lo
que podría llamarse “una venganza catalana” en toda regla. Don Rogelio - el
nombre le cuadra- quiere abrir los libros de registro y pedir cuentas. ¿Cuándo
acabarán nuestras zozobras? Parece ser que nunca. Por el momento quiere
devolver Simancas a los masones. Regresan los espectros y estamos próximos a
inaugurar un nuevo aquelarre. Camuñas y sus aparecidos hacen antesala en los
ministerios y en las sillas de las mesas de juntas esperan sentados, ojalá
caiga una sinecura, y miran para el techo en espera de que aparezcan de un
momento a otro las brujas de Goya montadas en la escoba, entablando un aquelarre
morrocotudo. Uy la que se va a preparar aquí.
Ese fantasma
del exilio yo lo vi dibujado hace pocos días en la testa de un demonio cuya
carota colgaba del remate de una imposta cuando nuestro guía gerundense. Era la
vera efigie del odio y del rencor. Marcus nos dijo.
-Mirad hacia
arriba.
Todos mirábamos
para donde nos dijo el guía. La carota histriónica de un enano nos enseñaba la
lengua. Se había disfrazado el Padre de la Mentira de la guisa de un diputado
bien repantigado y cobrando dietas por hablar mucho y no hacer nada. Trillo
estaría en la cámara de los Lores contandoles a los ingleses que nos devuelvan
Gibraltar. Se preparaba un cisco de manda huevos, aunque para cojones los
únicos que la lleva es la Albraight que acaba de pasar por esta corte camino de
la jubilación. No está arrepentida de haber mandando bombardear Belgrado una
noche santa. Lo malo es que ordenó al sinsubstancia y sietemesino de Javier
Solana, que era de aquellos rojos muy sui géneris con tal de que hubiera medro
y fue a besar a Felipe González, ósculo de Judas, cuando lo nombraron jefe de
los guardias de la OTAN, de entrada no, pero sí. El Solanilla le tuvo la
palmatoria a esta judía bragada y nada menos que paisana de Kafka mientras daba
la orden al Pentágono para que machacaran las cúpulas ortodoxas de la Ciudad
Blanca, mientras el papa polaco, su amigo y compañero de fatigas en el
contubernio, miraba para otro lado.
-¿A quién os
recuerda?
-A Carrillo.
El guía me
lanzó una mirada jupiterina. Trágame tierra.
-Mucha
imaginación le eche usted.
-Es que los
rojos nunca tuvisteis sentido del humor.
-Claro por eso
nos pintan ustedes a don Santi con cuernos y con rabos. La maquinaria
propagandística de la derechosa es una apisonadora.
-Pues muy bueno
no debería de ser y que lo digan los fusilados de Paracuellos del Jarama.
En buena hora
dije aquello. Los ojos de Marcus me atravesaban puñaleros. El resto de los
miembros de la excursión, la gente no quiere problemas, reprobaba mi cachondeo
y aquello podía zanjarse en el ambiente melancólico en que se rodó “Soldados de
Salamina”, conmigo fusilado de nuevo en Paracuellos. Ciertamente, los
revanchistas carecéis del sentido del humor pero hubo un momento en que me vi
objetivo de una saca dispuesto a que hicieran lo que les saliera de los huevos
de mí, y que me tiraran a una zanja como hicieron con tantos y tantos
pobrecillos durante la guerra civil.
En aquel
momento por el cielo impoluto de Besalú cruzó una golondrina. Una “oreneta”. El
de las patas caprinas, alas de murciélago y rabo de león, se conoce que tiene
miedo a este pájaro sagrado. La golondrina estuvo en el Gólgota una tarde
de Viernes Santo y le quitó con el pico
las espinas de cambronera que horadaron en tormento el cerco de su divina
cabeza. La golondrina me valió y se hizo el conjuro contra el diablejo que
enseñaba los cuernos desde la imposta. Verla el cabeza de mono y huir de debajo
del Tetramorfos fue todo uno yendo de remate a zambullirse sobre las aguas
tersas del río Fluvial. Lo vieron ahogarse los turistas al muy cabrón en uno de
los tajamares del puente ojival. Así reviente entre la chusma como el lagarto
de Jaén.
El diablo por
Semana Santa nada tiene que hacer, ni siquiera en Cataluña, una región
demasiado importante para dejarla en manos de los catalanes. El Fluviá lamía los muros del monasterio de
san Pedro y en sus aguas puras se reflejaba el campanil solemne de la iglesia
de Santa María. El raudal de corrientes bravas pasaba aquel día por la
localidad haciendo molino e iluminando los contrafuertes del puente levadizo con
irisaciones color plata. Las orenetas seguían en lo alto agitando sus alas
sobre los cielos medievales de Besalú y se quedaban indiferentes ante los
turistas igual que hace mil años no se
paraban a contemplar a las muchachas judías que salían del mikwah ritual
saltando con los pechos péndulos como en el “Collar de la Paloma”. La presencia
de una aljama y de una sinagoga dice a las claras que la ciudad debió de ser
importante.
Por esta
cornisa a muriente penetró el cristianismo en la península ibérica. Aquí
sentaron su sede los primeros obispos los que siguieron a las predicaciones
supuestamente ciertas del Apóstol de los Gentiles, quien desembarcó por
Ampurias, la vieja Emporion de los
griegos. No hay que olvidar que Jesús habló al mundo en griego y que esta
lengua fue la primitiva de la Iglesias. En Rosas atracó la barca de piedra y
desde esta orilla zarpa, asimismo, todo el gran lema jacobeo. Gerona es la
provincia española con más castillos, algunos de ellos sólo raigones y lienzos
de muro ya testimonio de un pasado glorioso y fundacional de la nación
española, remiso a desaparecer. Es una especie de Castilla la Gentil a orillas
del Mediterráneo, laboriosa y heroica. Un aire de misterio y de seny bañan a
toda la ciudad. Sus castillos nos llevan al arte románico, el más depurado y
selecto, el que mejor conserva las raíces bizantinas con su tosco abatimiento y
su admirable expresividad. Cataluña quiere decir castillo. Es el bajo vientre
de la marca hispánica. Su serenidad pensativa hace recordar a Carlomagno.
Gerona por el emperador. Hasta lo canonizó.
Si queremos
tierra de obispos estos hay que ir a buscarlos a La Bisbal. Ripoll es un
pórtico de la gloria sin maestro Mateo pero toda una historia sagrada escrita
en piedra desde su reconstrucción por Morgades, aquel obispo que le hizo la
vida imposible a mosén Cinto Verdaguer y que se dedicó a levantar, como un
descosido, todas las piedras santas que dejaron por tierra la francesada y la
desamortización. En los bajorrelieves de este monasterio, cuna de la catalanidad,
se cifra y compendia toda esa teratología del arte románico, ese hontanar de
monstruos y de santos que alza el alma humana sobre el pináculo de la
perfección. El arte de Dalí, con la depuración de sus pinceles, entallada en el
símbolo didáctico, como un tótem o un abraxas de la modernidad catalán y toda
esa parafernalia de claves de la sinrazón, es un corolario de ese románico
catalán, íntimo y sólido.
Lo visigótico
en todos sus primores lo plasman los sillares y los arcos de medio punto de San
Pedro de Rodas. El alfil y el albalá de todas estas venerables ermitas se
abocinan sobre los contornos típicos del taqueado jaqués y del opus spicatum
de la decoración de raspas de pescado que exornan el borde de sus ventanarios.
Es una especie de cutio místico que enseña en labores de piedra o predica al
que no sabe. A los rudos pecheros y labrantines de la alta edad media. Las
toscas figuras beben la ambrosía en la aliara de una estética tan profusa como
mística. El arte en vaso de belleza sólo lo potan los elegidos. La cuna del
arte románico nos habla del cuerno de la abundancia del simbolismo. Hay que ser
un iniciado para entenderlo.
Todos estos
lugares-Tossa de Mar, Cadeus, Lloret, Figueras- los llevamos en el corazón.
Fueron los puntos de destino de nuestras primeras salidas turísticas donde
conocimos el amor. Lloret me recuerda los ojos dulces, las lágrimas en aquel
hotel, toda la vida por delante. Ella ya
no está pero juntos en aquel viaje recorrimos la Costa Brava sobre las ruedas
de un 600D y juntos fuimos a buscar a Roger entre las remesas de turistas que
empezaban a llegar en grandes oleadas desde todos los rincones de la geografía
de las Islas Británicas. No se olvide que fueron los ingleses los que
descubrieron la Costa Brava y los que iniciaron el turismo en tiempos de
Franco. ¡Ay aquella noche nupcial en Lérida, destartalada y triunfal y oliendo
al aroma del café con malta que trajeron a mi casa los últimos refugiados de la
guerra civil! Ibamos camino de Bañolas a venerar a san Martirián, clemente y
bondadoso que bendijera nuestro connubio. Aquel verano llegó la hora del amor,
el sentimiento más fuerte que siempre estará en mí omnipresente.
Lloret había
cambiado poco desde aquel verano del 69 en que lo visité por vez primera. Las
mismas palmeras, el mismo ardor, la misma sed y el arco de ballesta de su playa
bajo la mirada militante de esas atalayas que aparecen y desaparecen a lo largo
del perfil de la marina y que eran torres vigía para alertar de la llegada de
piratas berberiscos. Cataluña se fraguó en la lucha en el Mediterráneo. Las oriflamas de Roger de Lauria nos hablan
de un tiempo en el cual hasta los mismos peces del mare nostrum llevaban barras
catalanas en sus escamas. “Blanquerna” es precisamente una novela bizantina que
escribió Raimundo Lulio mirando a las cúpulas doradas de Constantinopla.
Sus razzias desde Argelia y con otro nombre
más pacífico propiciadas por las organizaciones no gubernamentales que son los
nuevos funcionarios de un mundo sin fronteras continúan llegando. La calma del
Mediterráneo oculta una violencia latente.
Es la lucha por la vida y la reconquista del espacio vital. Lo absurdo
de esta época es que en plena globalización radical nos estén vendiendo ideas
románticas del siglo XIX, duerno en el que se abrevan algunos ilusos
trasnochados.
¿Qué fue de
tanto frenesí? En el 2004 he mirado a Cataluña con nostalgia manriqueña,
suspirando por cuanto perdimos en medio de tanto devaneo. Nos han quitado la
honra. Todo el país en poco menos de una generación ha dejado a Laura y a
Beatriz y se ha ido de putas. El símbolo de esta democracia es la gran
meretriz. Hace treinta años fui testigo en el paseo marítimo frente a la playa
de Lloret de Mar de cómo un turista francés medio loco se liaba a golpes con un
guardia municipal que le había puesto una multa. Hoy los mozos de escuadra
están mucho mejor diseñados y su plexo solar es más rotundo. Lo más probable es
que le franchute no se atrevería con estos espigados gendarmes que patrullan
las calles catalanas. Hemos ganado en algo pero seguimos siendo los mismos.
Entonces España se estaba abriendo a la libertad. A favor de las sombras y
envueltos en el dosel de la noche las parejas se siguen amando en el arenal
dejando que las olas besen sus pies hoy igual que entonces. El mundo no se
acaba. Ya no hay tanto turista nórdico. Los autóctonos están más envejecidos y
las oleadas de recién llegados transandinos y bereberes en un par de décadas
habrán cambiado el arco demográfico de estre pueblo tan suyo y tan pagado de
sus tradiciones que muy pronto estará repoblado por extranjeros.
Cataluña era
aquella pensión de Tarragona donde pernocté, tan vieja que tenía un no sé qué
romano en cuya cama estuve postrado tres días curandome de una insolación.
Cuando en el 72 volví a visitar el Principado, ya sin acompañante, éste ya no
era igual. En el barrio antiguo soplaba la tramontana y la arena me atizó los
ojos y el viento terral se me subió a la cabeza. Yo amaba a esa Cataluña tierna
y a la vez impenetrable y al idioma catalán que es el que más escuché en mi
infancia en casa de la señora Antonia aquella mujer de Lérida que vino
refugiada a Castilla la vieja. Sí, yo amaba esta tierra acérrima en sus usos y
en sus costumbres, archivo de la cortesía y a la que el Sr. Rovira y sus
pedisecuos están dando la vuelta. Ha cambiado todo el planeamiento. Incluso,
nos presentan a un Dalí que nunca fue. Con todo, volveré algún día a la
Garrotxa, antes de que me muera, subiré al call y cruzaré la sobrepuerta
siguiendo la ruta de los pasos perdidos de un millón de muertos. Ya estamos en
las mismas. El mensaje de los “Soldados de Salamina” es el mismo que el de los
“Cipreses creen en Dios”. Son textos al servicio de una maquinaria
propagandística. Siempre ganan los judíos. De poco nos sirve a los amantes de
la verdad que busquemos la objetividad y el beneplácito. Su noción de la
historia es muy apasionada. Lo que menos
importa a estas alturas es la verdad.
A Dalí lo han
manipulado como a un enano. Han colocado su cadaver en el testero, lo han
subido a lomos de un caballo, picaron espuela y dijeron arre sin curarse de
nada más. Y que gane igual que el Cid las batallas después de muerto. Están
exhumando testimonios. Los ladrones de epitafios se hicieron necrófilos y todos
los días de dios están encontrando nuevas fosas comunes.
-Andese con
mucho cuidado con esa tía. La mula es muy corrida de lomos y hay que cabalgarla
a rebalgas.
-¿Qué cree?
¿Que no me di cuenta?
Sin embargo,
las golondrinas han vuelto inexorables a su cita con los recuerdos y tienen un
bello nombre en catalán: orenetas. Aunque lo haya conocido por primera vez de
labios de aquel espolique de excursiones guiadas. De la misma forma que aquel
payés en lo alto de un puerto que nos detuvimos a descansar en un restaurante
desde el que se veía Barcelona - casi toda la Sexta Flota comía en aquel
comedor - me dijo lo que significaba “bosso”. Estaba dando de comer a unos
cachorros cuando me lo dijo. Y ambas palabras se juntan en la imaginación
formando vértice para hacerme un caño en el tiempo. Bajo el arco del triunfo y
de los recuerdos. Yo entonces era feliz. Amaba a una mujer. Hoy vivo sin amor y
barruntando lealtades y sospechas, un ser derrotado.
-Fuensanta,
¿por qué dices yo no existo?
-Soy polvo.
A las
funcionarias quedonas las tendrá que aguantar su marido. No existe otra opción.
Las calles de
Gerona hay que subirlas casi de rodillas, imbuidos del sentido de reverencia y
admiración hacia una ciudad heroica que
resistió valiente a los mil y uno sitio. Es todo el orgullo de los entendidos
en poliorcética. ¿Cómo se organiza la resistencia de una ciudad? Hoy un mendigo
pide limosna en pleno barrio de La Forsa sentado a la entrada de la vieja
sinagoga. Es la viva representación de Jeremías. Deja que los turistas le hagan
alguna placa pero cobra medio euro por cada foto. La casa de la Pía Limosna,
buen gótico civil, trae a la memoria los muros y las paredes de la Casa de los
Picos de mi Segovia. Por aquí anduvo catalogando, exaltando y hablando de la
perfección estética del románico del Alto Aragón, otro paisano mío, el marqués
de Lozoya.
La condesa
Enarsinda nos sonríe desde lo alto de un torreón. Si cruzas a lo alto del
fortín por detrás de los adarves octogonales de la catedral podrás columbrar el
idílico paisaje del convento de san Daniel con sus torres cilíndricas y sus
galerías góticas de arcos trilobulados que ensalzan la perfección de la forma.
Otra vez el octógono de la beatitud nos lanza un reto desde los adarves de la
iglesia de san Nicolás y de san Pedro de Galligans. Los poetas definen a Gerona
como el triunfo de la piedra y el agua en las riberas del Río Oñar, que rinde
homenaje al Ter en compañía del Galligans. Tiene manera suaves de arco
abocinado en capitel románico.
Toda esa
teratología del arte daliniano explica el origen de alguien que nació a la
sombra del gran Tetramorfos o bajo los auspicios de la almendra mística del
Pantócrator de Ripoll. Él se propuso a su manera desjarretar al monstruo, el de
la cabeza de mono, cuerpo de arpía, cuernos de cabra, cola de león. Estos
engendros deformes de una mente muy dada a la exaltación pueblan su selecta y
fantástica iconografía de este pintor.
Pasamos por
Breda y por Viladrau, el pueblo de la botella de agua que aplaca nuestra sed de
los veranos y por allí columbranos las cimas siempre canas del Pirineo. Las
crestas del Canigó ya asustaban un poco al bueno de Gracián. Muy diferente el
Ampurdán de la sierra al de la marina; éste se atuvo a su concepción bucanera y
exploradora de la existencia. Era el que embarcaba en bergantines y palacras y
se iba a hacer las américas. Hay también un contraste entre la selva de pinos y
de maleza que circunda el interior y los bellos valles idílicos del Puigcerdá
que compendian el afán de los que añoran una existencia de paz bajo el lema de
“et in Arcadia ego”.
Las impostas
decoradas de los arcos de medio punto románico hablan de una riqueza material
que viene de antiguo pero lo material y lo espiritual se dan allí la mano. En
Bañolas, pongamos por caso, viven los más grandes millonarios de España, sin
dar demasiados cuartos al pregonero. En Cataluña, con mucha diferencia que en
Castilla, no suele hacerse demasiada ostentación de lo que uno tiene.
Pero, en
definitiva, los bigotes de Dalí se conjugan en mi memoria con las golondrinas
del Ampurdán aleteando en torno al nido pedigüeño de barro fundido con saliva o
volando rasantes sobre el alcacer de los prados recién cortados. Eran escarpias
a mitad de camino entre el rabo del cochinillo de san Antón y la cruz procesional. Un deseo que se
agita escondedero de frustraciones adolescentes. De ellos estuvo enamorado
García Lorca pero Dalí, cuyo rumbo sexual marca el norte de lo epiceno o
abstemio. Era demasiado narcisista y se hartó de leer a Proust cuando le daba
la gana en Ses Brises. ¿Que la tenía pequeña? Bueno pues concedido. Eso les
pasa a muchos. A los chinos por ejemplo que no la tienen muy grande pero
juguetona. Ciertas limitaciones de esta índole son las que hacen correr la
pluma de los grandes poetas y cargan de color las paletas de los mejores
pintores. Tenerla grande o pequeña no es más que un accidente. Nada tiene que ver con la sustancia que es lo
que importa. Además, como dicen los británicos, you cant´win them all, y
eso se lo dirá usted a todas. Dalí la tenía pequeña. Pues vale. Su genio era muy grande. Váyase lo uno por lo
otro. A Porfirio Rovirosa tuvieron que hacerle los carpinteros mejicanos un
braguero de especial para que le cupieran y luego padeció mucho de la próstata.
Sin tan
traumáticas mermas no se explica por qué el morabito de Port Lligat pintara
tanto y tan bueno y es la razón tal vez que subyace en el fondo de su manía de
engatusarse los bigotes haciendo que las guías apuntaran para arriba o se
acaracolasen, según qué humor, empalmados como un tablón, símbolo de una
erección que no acababa de rematar. Dime de lo que presumes y te diré algo de
tus carencias. El síndrome monorquídico hace estragos en una sociedad donde
todo se cuantifica, se mida y se pesa y existe un ábaco especial para la
infamia y la vulgaridad, y un embudo por donde la verdad y la belleza no pasan.
Arrobas de avilantez, tele basura, el tetamen de la Campos por cualquier rincón
de España. Centímetros, y pulgadas, varas de medir las suyas. El fantasma del
bueno de Porfirio con la regla y el espejo. Parecen colegialas, oye. Aquí lo
importante es tenerla grande y gorda y con lo otro, con la crija - es curioso
se interpolan los términos, y lo que debería ser masculino se dice en femenino
y viceversa, para figura retórica esa- qué hacemos. Burro grande ande o no
ande, pero el coño grande no se lleva pues ya el arcipreste lo ponía de
manifiesto con su canto a la mujer chica, que qué no tendrá ella que no tenga
la grande. Pesos y medidas, jerarquías, gálibos y controles. Utensilios y
herramientas del amor. Petulancia de herejes.
Es el trauma que
nos han contagiado los norteamericanos con su cultura de lo plenty y de lo
full. Fill me up, baby. Aquí el que no llora no mama de los pechos suculentos
de la Administración que ya hasta el islam va a estar subvencionado y a entrar
en nómina. Uno es de ideas fijas. A mí lo que más me enerva son unas tetas como
los de la gorda de Amacord. Allí sí que
estuvo prodigioso Fellini. Colmó la medida de lo plentifull y de lo beautiful.
Señor, nunca volveremos a encontrar una nodriza, un ama seca como esa. Hay que
ver lo prodigioso que fueron los años 40. El cuerno de la abundancia en todos
los sentidos. Secretos de alcoba de los cuales se conoce poco, materia
reservada para los especuladores del papel cuché con sus bizantinismos morbosos
y su constante labor de zapa del Zapatero ese que ha traído a los dinamiteros
asturianos a la universitaria Para que perforen los cimientos de Madrid otra
vez. Un tema - y ¡qué tema!- para llevarse a las teclas los columnistas a
sueldo del Big Brother y para que mojen su cálamo por las mañanas y por las
tardes se vayan de picos pardos a gastar la pasta con cantoneras reales o a
quemar los dineros en el bingo con Raúl del Pozo y Martín Prieto que acaba de
salir de una depresión. Ellos siempre adulando
al poder, o en la timba.
Vivimos en la
cultura de la queja y del cotilleo y por eso estos mishaps o
precariedades de la natura son cuestión de tanto monto. La canallesca del
bulevar a costa de estas cosas se montan muchos cirios y gana dinero a
espuertas y tanto es así que ahí tenéis al “Hormiga” el redactor jefe del
“Hola” que es exportador de Vega Sicilia. Nunca unas teclas y unas cámaras
dieron para tanto.
Ya digo, en el
centenario que se conmemora, 12 de mayo, se han dicho y hecho bastantes
tonterías. La peor de todas: convertir a este recio ampurdanés con su perenne
cachava como la de Plá, siempre con su paquete de caldo de gallina los ojos
esparcidos de lejanías, en bastión del independentismo de montera picona y de
señera calada. Todos sabemos que no es verdad. Es un engendro de la mentira,
producto de una mentalidad diabólica. Las sinagogas de Satán esparcen entre
nosotros el humo de la confusión y de la venganza. Dalí era un españolado
total. De los del tambor del Bruch, sardana con butifarra y vino recio en su
paladar. En él había un falangista como el de aquella centuria catalana que
dejó su piel en Brunete y uno de los caídos creo que era pariente suyo. Así
que, doña Montse, no me venga usted con chorradas.
Los ejercicios
de lacrado de memoria nos llevan a esta improcedencias para meter miedo a un
enano y por culpa de los instigadores - en este país siempre los mismos-
podemos acabar al cabo de la calle. Por ese camino, con extorsiones de la
verdad, ligaduras de trompas y retortijones del Logos se camina hacia una
guerra civil o a la voladura de España por las manos inexpertas del Zapatero y
su cuadrilla de esclavas. Aquí se están contando muchas batallitas y cada cual
narra la feria según le fue en ella ocurriendo tergiversaciones a mansalvas.
Mienten todos más que la gaceta y aquí están estas fotos y la entrevista que me
concedió Dalí a mí que era el corresponsal en Nueva York de la Prensa del
Movimiento. Y que no he vendido la pluma ni entregué la cuchara ni me rindo, ni
me vendo a los judíos como ha hecho ese jerifalte del inmundo “Mundo” de Pedro
Jota, el rencoroso Felipe Maraña que ha rematado en Felipe Sahagún. Tampoco los
tengo miedo. Los diáconos estamos hechos para eso. Para cantar el Evangelio
incluso a aquellos que no nos quieran oír. Y si esto ocurre, ¿cuando apenas ha
transcurrido una generación, qué ocurrirá cuando haya décadas y siglos de por
medio y ante hechos más oscuros y de mayor lejanía? Los articuladores y
diseñadores de mitos harto trabajo están teniendo en esta hora triunfal.
Sencillamente, no hay derecho a convertir- los diseñadores de imagen son los
contrabandistas culturales modernos- en exponente rancio de una nacionalismo
trasnochado.
Constituye a
ojos vista un atropello a la verdad histórica de lo cual podríamos dejar
constancia y ser fedatarios todos aquellos que conocimos a Dalí en carne
mortal. Ojo que la vida da cien vueltas. Y los que parlamos con él y nos
sentamos sobre un velador de hotel neoyorquino cerca de un cubata y unas jarras
de cerveza. Había un orquesta pero allí un mexicano no paraba de pegar voces.
Era un tipo atrabiliario y estrepitoso que no podía ver al gachupín, que se
desancla en denuestos contra España
cuando un catalán muy español y de Figueras lo mandó callar.
-Haga usted el
favor de bajar el gallo y no nos grite que no estamos sordos.
-Viva Pancho
Villa. Arriba ánimas y el Guernica de Picasso. Abajo Dalí que es un fascista.
El tipo debía
de tener un colocón. Por poco sacamos las pistolas. Me hubiera gustado acallar
con plomo a aquel boceras pero bastó que
le enseñase los puños para que hiciera mutis por el foro semejante bocazas. Una
pandilla de remamahuevos nos estaban jodiendo la democracia. Ché ¡qué bueno que
viniste!
-Yo no digo
nada.
-Viva Dalí,
maestro del alma.
Pero entonces,
los progres, no se me olvida, pintamonas le llamaban y sus cuadros se vendían
malamente. El artista estaba en la ruina
y para colmo Gala con su cara de culebra rusa subiendo y bajando como una
esfinge por las galerías circunvaladas del Guggenheim. Los efebos eran su
perdición. Tratabas de hacerla un retrato y te mandaba a tomar por culo o te
pedía que en vez de foto te hicieras una gallarda. Era dicaz, procaz de gestos
y muy mal hablada.
Lo que ocurre
ahora es que Gerona, la ciudad de los sitios, ha vuelto por donde solía,
enarbolando bandera del no pasarán. Es la Cataluña más provinciana, la más
heroica y encumbrada en su propia altivez. Los chopos que describiera
Gironella- otro que murió arruinado- han vuelto a florecer. Mucho hay que subir
hasta la catedral por las tortuosas escalerillas de la judería. “Soldados de
Salamina”, una novela mediocre cortada de la pluma de uno de los grandes
novelistas del Falangismo, Federico Sánchez Mazas de quien Las inquietudes
de Shanti Andía me gusta mucho más ocupa todo el territorio. Mucho espacio
es el que se le concede. Putos rojos ¿Qué culpa tenemos nosotros de que
perdieran la guerra después de prender fuego a España y de que luego ganaran la
paz? Porque nos pasamos la jodida infancia metiendonos en la sesera los versos
de García Lorca con el que nos amariconamos un poco, y sentimos el tedio
machadiano calándonos los huesos. Alberti a todas horas. Y por si esto fuera
poco las mil páginas de los Cipreses creen en Dios. Una saturación de rogelios
en el panorama discente. A los
nacionales se los postergó desde un primer momento. No hay que pasar por alto
que la cultura castellana pronto pasó a manos catalanas. Barcelona era la clave
de todo cuanto se publicaba y los judíos norteamericanos y los que recalaron
huyendo de la peste nazi y que recalaron en la Ciudad Condal con Janés y toda
su tropa de traductores alemanes - un hecho que hay que dar por sabido aunque
lo hayan hablado muy pocos - untaron a Lara, el antiguo legionario para que
publicase todas las novelas que le diera la gana.
Gracias a todos
estos trueques y artimañas los vencidos en la guerra vencieron en la paz y al
revés. Franco fue tal vez demasiado generoso con Cataluña. Ese hecho tampoco se
nos negará. Así que los que habiendo ganado la guerra luego perdimos la
propaganda nos llevamos las manos a la cabeza. Era sólo el afán de perdón y de
reconciliación el que guió a Franco en su altruismo- un altruismo que brilla
por su ausencia entre los instalados por el odio- en su magnanimidad para con
la otra España. Había que soldar helgaduras mentales y divisiones de corazón.
Este dato por lo visto no interesa a los muñidores de la Aviesa que es como
llamo yo a esta democracia. Vienen de tercería y se nos presentan con programas
y lemas que datan del mioceno o del oolítico. Los mismos discursos gastados,
las mismas proclamas, lo deja vu. Venga a soplar dentro del cuerno. Ese azófar
de Israel es una corneta apocalíptica terminada en cuernos que acarician las
barbas del rabino. A este paso nos van a quedar ya pocos Yom Kippur. He aquí
que resucitan los espectros. Las ratas oradoras se han subido a los cajones. En
el escabel del diablo, en los púlpitos de la Sienen sueltan discursos los
tribunos del nuevo orden ¡ay qué ver que forma de darle a la húmeda! Se está
sometiendo a la verdad de Xto a una perenne ordalía. Son los prohombres de la
cultura del refrito y fusilando a Goebbels los trujimanes - buen hebraísmo- han
comprobado que una mentira mil veces repetida en virtud de la gracia operante
del sacramento de la publicidad se convierte en una verdad. Es la jera y el
cutio de los comunicologos tan bien pagados del nuevo ministerio de la verdad,
del coro al caño, entre Plancus, an sones que se sigue riendo como un abad
mitrado desde su poltrona, la que le dejó en herencia don Juan, y pedr ojotas.
Lo hacen bien. Son de una obstinación admirable y para colmo vienen de Aragón.
No dan su brazo a torcer ni aunque les aspen estos hideputa. Aunque ya digo. No
hay que hacerles demasiado caso.
¿Es esto ético?
¿Es estético? Yo me pregunto y nunca hay respuesta, jolines. La obra daliniana
con resabios de profecía teratológica del mundo que nos tocó vivir y que él
anticipó desde su paleta que cada día más se parece a la de Goya. Esto le
acreditaría como el segundo grande de la pintura española. Lo malo es que en el
“Gran masturbador” no hay una intencionalidad de coyuntura como le ocurrió al
“Guernica”. Lo que le sobra al malagueño de intencionalidad política le falta
al ampurdanés. Dalí no puede negar que empezó por lo naif. Se ha puesto en
juego el lacrado de la memoria y nos están tratando de vender por todos los
medios la burra mal capada. En esta hora occidua y equívoca, muy del gusto de
los proclives al gatuperio y a la maula y de los que confluyen y confutan pro
domo sua la libertad con el tocino, han conseguido poner a Cataluña también
patas arriba. Sin embargo, Cadaqués el otro día cuando fuimos de visita (hay
que llegar a él por cuestas y vericuetos, lomas y pinares y sierra áspera) nos
acogió con su serenidad y su hospitalidad de siempre. Vimos alzarse en uno de
los montes que lo clavan el radar de alerta aérea del ministerio de Defensa.
Cualquier día se plasma allí un sabotaje. Uno se empapa de Mediterráneo y
descubre recónditas y misteriosas calas. Es la tierra para reencontrarse con
Ulises y con el amor. Maldita política. Las barcas estaban dormidas y recién
carenadas en el varadero profundo y era muy hermoso fotografiar estas
embarcaciones rudimentarias que se descubren debajo del arco de un voladizo. La
tierra de Dalí que da vista a las montañas pirenaicas es la que cantó Verdaguer
en excelsa rima catalana y castellana y describió con acucia e intensidad de
perspectiva el gran Pepe Plá. Es tierra bella, recatada en su modestia de
pubilla o moza catalana, que destila calma, dulce abulia, amor de brasas,
apegada al terruño. En ella se perciben lejanos ecos de cánticos con toda esa
carga de melancolía que tiene la sardana. La Costa Brava a la cual descubrieron
antes que yo los niños ingleses a los que enseñaba castellano en Hull, las
primeras vacaciones allende los acantilados de Dover y Blackpool, paella y
sangría, sir, very good, nice, donde se fue mi amor que se hizo de la mujer que
amaba, me recordó un cuento de Clarín que lleva por título El diablo en
Semana Santa. Yo me la recorrí de cabo a rabo con los excursionistas de la
Inserso. Cadaqués se acurrucaba en su cárcava. Allí todavía hay procesiones y
dormía en la bella concha de plata abrazada al mar amante y amigo. La ebúrnea
torre de la iglesia era una almena de vigilancia para alertar de la llegada de
los piratas berberiscos. Bajo su halda se arrebujaban las casitas blancas de
los pescadores. No se ven en Cataluña apenas blasones ni portaladas. La mejor
ejecutoria de nobleza es el esfuerzo. Buen país, mesocrática región. El retablo
barroco, como su poliantea recargada y que los turistas pueden admirar desde
una luna de cristal instalada en el cancel es cosa muy de destacar.
Tendré que
volver a Besalú mitra de abades, puentes y castillos, la que observa al
peregrino un poco con la mirada del Padre Claret y reza en castellano dulces
plegarias antiguas llenas de amor divino. Tendré que bañarme alguna vez en el
mikwah al lado del río Fluvium - no puede haber rotundidad más latina de formas
que en este país - y salir listo y purificado para acometer una nueva era y
bajaré hasta Olot, un pueblo de levítica alzada, que nos mira desde las cuestas
con ojos perfunctorios de notario, de una gran carga literaria, donde se venera
a un cristo con la cruz a cuestas y manteo azul que es la viva serenidad digna
del Greco. Te entienden lo mismo si hablas en castellano que en catalán porque
los de Olot siempre fueron un poco poetas y el lenguaje de la poesía no admite
separatismos, es de envergadura universal.
Esta parte del
mundo recuerda un poco a Asturias. Las masías son algo entre medias entre la
manor house inglesa y la quintana y la alquería de nuestra España húmeda. No
hay minifundismo. Cataluña se gobierna por la tradición del “hereu” que también
define en sus novelas Bartolomé Soler. Marcos Villarí es un libro fuera de
serie. ¿Porqué lo han olvidado? Siendo como es un canto a la Cataluña
eterna. Pues, sencillamente, estos
catalanes son algo burros. Por haberlo escrito en el idioma de la competencia.
Nos echan del mundo, nos echan de las sinagogas, nos quitan las editoriales,
venden nuestros periódicos, tiran a la lumbre la lira con que, rapsodas
indomables, nos ganábamos el pan cantando baladas por los caminos. ¿Qué hacer?
¿Cómo combatir a estos herejes? Ni unos ni otros juegan limpio. Hacen encajes
de bolillos con la impostura, claro está.
Para un
apasionado de la literatura como soy yo la escuela de escritores catalanes hoy
casi olvidados - Plá, Tomás Salvador, el propio Soler, Vidal Cadellans - decir
Barcelona es como nombrar la Meca. Todos los chicos de mi generación juntábamos
palabras y emborronábamos papel, porque no en vano somos el resultado de una
grafomanía que no cesa, y hacíamos pinitos soñando con que algún día en la
noche de Reyes nuestro nombre fuera anunciado en la cena que se celebraba en el
Hotel Rita. Todos fuimos o quisimos ser aspirantes a ganar el premio Nadal. No
se consumó el sueño pero en esta vida no es lo importante llegar sino caminar y
el reto y el hito siguen ahí plantados. Por eso nos duele esta manipulación del
santo nombre de Cataluña, emporio de la publicación en castellano que renuncia
al legado de Cervantes. Eso será como un suicidio. Pero si creen que vamos a
romper la pluma o quemar los libros van listos. Cierto que Lara, ese andaluz
tan listo y tan vivo, recién llegado a la ciudad con las estrellas de teniente
legionario y casado con una barcelonesa de casa rica que vivía en la calle
Montanear, que ganó tanto dinero poniendo su editorial en manos de los hebreos,
está muerto y bien muerto, y su hijo engordó demasiado. Pese a Lara, sus
corifeos, pedisecuos y adivinos a lo Borras Beltriú, el ogro con cara de
inquisidor catalán, el genio de España resucitará. Lo van a tener muy crudo
esos insensatos si quieren terminar con el cristianismo. A mí me gustan más
Lluis Santamarina, Ignacio Agustí, Carlos Sentís, Bartolomé Soler, el gran Plá,
Sebastián Mariné aquel tarraconense que me enseñó todo el latín que sé,
Corominas o el P. Claret cuyos hijos me enseñaron a rezar y en cuyas escuelas
me formé. He cantado el “Virolay” y me emocioné en Montserrat en la celda donde
Iñaqui escribió sus ejercicios. ¡Viva la Murenetta!
Jorge Amado no
sabe por donde se anda. Derrama vitriolo retrospectivo en las páginas del
inmundo Mundo órgano de la archi sinagoga matritense, la que unta
también a Gallardón y le compra modelitos a la Espe para que luzca modas cañí y
mueva mucho su culo serrano - no tiene mal tipo pero siempre parece que mira
columpiando la pupila de minina entre legañas la señora marquesa- y su cara de
lavado de gato por las pasarelas y catastas de los Madriles de acogida para
hacer de la megapolis un babel al que se tiren en plancha los invasores
poniendo en fuga a los españoles. Gallardón es el felón que necesitamos. No
puede negar su origen sefardí, su abuelo firmaba las crónicas en los periódicos
de Franco con un pseudónimo del Rif y su padre fue ayudante y secretario de
Serrano Suñer al que le hizo cambiar la chaqueta, luego entró a formar parte de
“Cuadernos para el dialogo”, tanto pendulo marea, pero aquí empuñan la sartén
por mango los tornadizos de siempre, malahaya su estirpe maldita sea su
estampa, creo que los gallardones no son fruto de la encina sino que entraron
en Tarifa por la puerta falsa, habían salido todos ellos de la aljama de Tetúan
y todos los sábados van a las sinagoga arrastrando su tefilin, con esta gente
se habrá cumplido la profecía azañista de que España ha dejado de ser católica
y como para muestra un botón el Gallardón ha echado a las monjas de sus
conventos del casco viejo, sus padres los pegaron fuego, qué sé yo cuál será la
peor fórmula. Ha declarado Madrid ciudad abierta al odio y a la revancha, según
el postulado de los Internacionalistas; a los de las Brigadas los pararon los
requetés en Brunete pero ¿quién podrá parar a Gallardón? ¿Cómo resistir a este
tío y con esas ínfulas de acreditada marranía en su haber? Pronto no se podrá
vivir aquí. Sus calles serán territorio comanche, un prodigio multi étnico,
crisol de razas. Que se mueran los feos. Los castizos ya no moran en Lavapiés.
Pero siempre
nos quedará para volver Gerona; y volveremos a Gerona la escarpada, de
numantina mirada desojándose a sí misma perpetuamente en el espejo de las aguas
del Oñar como la vio Gironella. Levítica y romántica pero la sonrisa
mefistofélica de Marcus alzando el índice en ademán de desafío debajo de los
boceles de la imposta donde está el diablo rostro de mandril cola de león
cuerpo de serpiente nos lo impide. Ha llegado desconsolador el Interpuesto.
Hizo su obra de separación y sonríe desde el capitel con toda la malevolencia
de que son capaces sus descargas. El mal está en vena y los vengadores en
racha. Marcus se carcajea como Zapatero en su labor de zapa. Los compañeros de Campanas resurrecto se
enfundan la barretina como una carmañola. Tiempo de sansculotes. Ya engrasan la
guillotinas. El moro hace partes con Rusalca y la ministra Calvo, gesto de
desagravio a Boabdil, querindanga de Chaves, va a devolverles Granada. Los del
Arxiu piden papeles en Salamanca. Esta mañana he rezado ante el Cristo de Dalí.
Es el que más fervor me inspira, el que mejor refleja la cosmogonía de la
pasión. Sin embargo, volverán a perder. Está escrito. Lo tienen todo: la banca,
la propaganda, los periódicos, las editoriales donde pone sus huevos la
serpiente, los platós para que se contonee la Campos, ellos la han elegido
símbolo de esta democracia torcida, casposa, hedionda de lupanar, sonrisa
repelente de señorito de pelo engominado. Gerona, la empecinadamente española,
el oppidum de los latinos, lugar de tránsito hacia la vía Apia, retaguardia con
la intendencia de las legiones y donde se guardaban las orzas de todo el aceite
camino del embarque en las naves onerarias por Emporio, defenderá su
catalanidad a guantazos y a golpes de alpargata. Queda en el aire romántico que la envuelve
algo del espíritu de los últimos de Filipinas. Se muestra irreductible y en sus
trece. De raza le viene el galgo. Benedicto XIII, antes de ser elegido papa de
Aviñón, fue deán de su cabildo catedral.
Gerona es el
emblema de toda resistencia. Gerona siempre resiste todo asedio, incluso el de
las fuerzas que pretenden liquidar a España. Desafió al agareno, plantó cara al
francés de cuya rapiña saben harto los catalanes de buena fe. Para que se curen
en salud yo recomendaría a Marcus y a sus pedisecuos, los que hacen la
palinodia del Asesino de Paracuellos, que lean a Galdós. Sus Episodios
Nacionales son el alma de Gerona. Al acercarse a los muros de su castillo
se siente como un latigazo de patriotismo porque a España se la puede amar
también parlando catalán. Volver a Gerona y ojalá que no me encuentre allí a mi
amigo Massolies un curita con muy mala leche amigo de Xirinach. El único. Los
demás, buena gente
Todo arranca
del scriptorium de Ripoll. Nuestra vocación de escritores viene de que
soñábamos con ser amanuenses o transcriptores volcando palo seco y neumas en
los cantorales y en los códigos miniados. Si al mundo no lo caligrafías de
antemano no existe. Esta Nuncupatio o
prurito nominativo [el nombre siempre antecede a la cosa y el vocablo al concepto]
nos hizo grandes a los soñadores. El futuro pertenece a los poetas que portan
en todo tiempo el fuego sagrado de la llama del saber. Se nos aparecerá alguna
noche ese abad Oliva, roturador de campos, la lira en una mano, la esteva y el
azadón en la otra, y nos dirá lo que tengamos que hacer:
-Canta y guarda
silencio.
No olvidemos
que el sile et psalle era el lema de los benedictinos y el abad Oliva está
también en el alma de Cataluña. Y en Gerona se siente la presencia, soterrada,
del general Álvarez de Castro. A dios rogando y con el mazo dando. Somos mitad
y mitad: monjes y soldados. Toda esa grandeza se encierra en la ciudad de Dalí
y del pobre Gironella con su monumental prosa. Lo exprimieron, lo sacaron el
jugo y lo arrojaron de sí. Dijeron tuvo su época, éste para que lo queremos ya y
es así como uno de los autores que más dinero ganó en España logrando algo tan
difícil por estos pagos como es vivir de la literatura moriría en la pobreza.
Pagó la culpa y hasta eso no le fue perdonado: escribir en castellano. Dicen
que de juez loco, sentencia brava. Y eso es un poco lo que está pasando.
Gironella en el foso del olvido y un
Dalí resurrecto y manipulado y al que pintan como nunca fue. Pero aquí
todos a callar. Bono ha hecho conserjes a los que Franco nombró capitanes o les
dio las dos estrellas de teniente.
Tampoco es para echar en saco roto que fue precisamente Franco el que
restauró la gran biblioteca de Montserrat, aunque para su desgracia, traidores
y corifeos de la felonía, desde sus estrados partió el grito de rebelión:
-Volem bisbes
catalans.
Para ustedes la
perra gorda. Pero no llevan razón. Aviso y el que avisa no es traidor. Y lo
digo a sabiendas de no tener caudal ni reputación, ni predicamento, ni una mala
columna en un periódico, pero, señora mía, se lo digo porque aunque lo haya
perdido todo, no he perdido la vergüenza. Arriba España y Visca Catalunya
española. Oh banqueros catalanes temed la sombra que se alza contra vosotros
desde el sepulcro del Cid y desde la tumba de los Reyes Católicos. No jueguen
con fuego, madama Aiguer. No involucren a don Salvador Dalí en esto. Yo fui
testigo y doy testimonio de que ustedes mienten.
Antonio Parra
29 de junio de
2004
San Pedro
XXXHUGO WASTXXX
Antonio Parra
30 de junio de 2004
De que estamos
aquí para algo, no somos un producto de la casualidad o irrumpimos out of
the blue es algo de lo que estoy cada vez más convencido de día en día. San
Ignacio decía que el hombre ha nacido para servir y honrar a su criador y san
Juan nos habla del “et testimonium de lumine perhibeo” lo que viene a ser un
aval de transcendencia en medio de esta batahola de inmanencia materialista que
nos aflige. Sus razones tendrán los demiurgos de la vulgaridad y de las prisas
para torcernos las muñecas con su estupidez malévola y que dejan caer al
desgaire para que pique los incautos.
Mirando atrás
sin ira y observando hacia adentro, en una labor de introspección meditabunda,
que nos viene bien de vez en cuando, puedo afirmar que lo que me pasa con Hugo
Wast es un misterio. Se trata del primer autor que yo empecé a leer y al que
traté de imitar, pues quería ser como él: un escritor audaz. Allá en mi
adolescencia. Rumiaba todos los capítulos de sus libros publicados en la
colección Aldecoa de Burgos. Anotaba sus enseñanzas. Por ejemplo, decía ya por
aquel entonces que el peor enemigo de un novelista suele ser el diario o la pérdida de tiempo en la escucha y
capción de emisoras de radio. Por entonces, no había aparecido aun la televisión.
Pero oído al parche. Ese maléfico invento ante el cual muchas familias del
mundo se pasan horas y horas tiene la culpa de que se hayan agotado los cupos
de émulos de Shakespeare, de Gogol o de Flauvert. La modernidad es un trajín
inane.
Se me quedó
grabada la fobia del prosista porteño contra lo inane y lo vacuo de las
columnas en tremolina y rebumbio de papel impreso que llegan a nuestras manos,
alborotadas y alborozadas, dandonos cuenta de lo que no es, y referencia de
temas escurridizos desglosados en un estilo ramplón y jabonero que pare abortos
intelectuales, que todo lo deleznable se da cita ante las cámaras. En Cataluña
trisca el zurriburri. Desde entonces traté de poner en práctica sus consejos
referentes al “carpe diem” y a la labor paciente de una jornada laboral
escrituraria a plazo fijo y sin interrupciones. Hay que clavarse ante la silla
y someterse a la tortura de la cuartilla blanca. Cela también era muy
trabajadorón.
-¿Y si no le
viene, don Camilo?
-Y si no me
viene ¿qué?
- Anda puñetas.
Eso sí que es bueno. Algo saldrá.
Hugo Wast tenía
una escopeta y antes de ponerse a escribir daba un paseo por el campo detrás de
su estancia. Regresaba después del alba y, derecho al cutio, se ponía con
aplicación y a las pocas horas tenía en la mano las cuartillas de un nuevo
capítulo de su Alegre que fue uno de los libros de adolescencias que
devoré en una noche en la camarilla de mi dormitorio a la luz de una linterna.
Si es cierta la afirmación de que en todo escritor y en todo acto volitivo de
escritura late un halo profética, el caso de Martínez Zubiría bien pudiera
demostrarlo.
Los hechos, los
dichos, los avatares de mi existencia me han arrastrado por vericuetos de
peripecia vital parejos a los de este porteño que hizo entregas tan
significativa - y por eso mismo es hoy en día un artista fuera de renglón,
borrado su nombre adrede los descatalogadores y muñidores de la historia
tasellandolo con el exequátur de políticamente incorrecto- como 666, El
jinete de fuego, Ciudad turbulenta y ciudad alegre, don Bosco, Oro, El Kahal,
El Camino de las llamas y tantos y tanto otros. Es un caso parecido al de
Celine. Está en el índice pudriendose en las horcas caudinas del olvido por
protestar contra los contubernios, por decir la verdad. Con tales mimbres se
ganó el calificativo de “persona non grata” a los judíos.
Sus textos son
tan reveladores como desenmascara dores de una circunstancia que se veía venir
a medida que los adoradores del becerro de oro, renunciando al Sinaí y a sus
creencias, se han hecho los dueños del mundo implantando entre nosotros,
mortales, el reino de la mentira, el desamor, el odio. Según Wast, todo esto
viene rodado del hecho de que la sinagoga odia furibunda a Xto crucificado.
¿Por qué? Jesús, el hijo de Dios les llamó raza de víboras y dijo de ellos:
“Vosotros sois hijos del diablo”(Juan VIII, 38-44). Acaso por eso mismo se han
levantado contra el evangelio confundiendo a los católicos medrosos y tibios,
sembrando discordias en su seno, sobornando y chantajeando al Vaticano que no
ha querido renunciar a su parcela de poder, e incluso estableciendo en Europa
una quinta columna agarena que haga la guerra a los cristianos. El escritor
argentino anuncia en este libro y en otros que Moisés se uniría a Mahoma para
aniquilar concienzudamente a las cristiandades.
Su audacia
diabólica desconoce límites. Incluso manipularon los libros santos para
proceder a una tría o expurgo a propia conveniencia que deja sobreseídos textos
tan importantes como los de la liturgia de Viernes Santo, cuando el canon
romano utilizaba términos muy duros denostando la perfidia de los judíos. Al
entonar las preces por los judíos, el diácono utilizaba terminología menos
complaciente que al referirse a los protestantes y a los cismáticos y no
invitaba a la congregación a arrodillarse (flectamus genua) para dar a entender
que con ellos no se cumple la admonición paulina que propugna que toda criatura
se haga genuflexa al nombre de Jesús. Ellos siguen el pueblo terco de cerviz y
duro de oído. Esa obstinación contumaz les hizo impopulares, medrosos, prófugos
y vagabundos.
Siempre tienen
miedo. Pesa sobre ellos la maldición bíblica. El temor y el odio les hizo
fuertes. No aman el dinero por el dinero en sí sino porque éste les sirve en
todo caso de salvoconducto para comprar la huida, sobornar a los poderosos,
poner y quitar gobiernos. Pobrecitos judíos. Se hacen pasar por víctimas pero
el rol que casi siempre asumieron fue el de verdugos. Para destruir la cruz no
vacilaron en inventarse una nueva religión que de por sí es en sí un amasijo de
patrañas. Hugo Wast desde su rincón patagónico ya los veía venir. El diácono que canta la oración por la
conversión del pueblo elegido/maldito no exhorta a doblar la rodilla sino que
pide que la congregación se tenga en pie. Por si acaso. La Iglesia tendrá que
defenderse porque la última y peor persecución para los creyentes vendrá de
Israel aunque no directamente sino a través del Interpuesto. La sinagoga
utilizará como adarga y broquel a la mezquita para declarar la guerra a los
seguidores del crucificado, pues hasta en eso son inicuos y retorcidos. Un
judío no luchará jamás en campo abierto y si se declara una guerra podrá acudir
el último al campo de batalla para poder regresar el primero.
¿Son en verdad
enemigos del género humano? ¿Hasta qué limites serán capaces de llegar en su
obstinación deicida? Ya no hay templo. Ya no hay creencia. Esdras, argumenta
Wast, se llevó el afrecho y el Talmud conjunto de reglas y actitud vital, como
el corán, ha sustituido a la Palabra de Dios y a los profetas. Acérrimo en sus
costumbres y en sus principios
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