LXXIX AÑOS TE DEUM LAUDAMUS
Hoy cumplo 79 te Deum laudamus. A un paso de
octogenario sigo en la demanda de siempre: lectura y escritura viejas antífonas
e himnos en latín.
El verbo cálido de la
liturgia cristiana, el canto de los pájaros, el cítiso que esparce sus ramas
cabe mi ventana, las radios, el ordenador en ristre, una paloma que zurea en el
abeto grande del jardín central.
Nidos de antaño. Ya no
quedan pájaros hogaño Recuerdos y remordimientos, la mano de la Providencia que
me libró de las condenas de mis pecados. El vino, el furor, la persecución, la
soledad. Soy un bicho raro que se mantiene en sus trece contra viento y marea
en defensa de la verdad o lo que yo considero la verdad.
Ayer fuimos MJ y yo a
la misa en el colegio de María Auxiliadora, puse a los pies de la Virgen mis
años mis perversiones, mis ilusiones, alegrías y fracasos.
Ante la augusta imagen
de Nuestra Señora rompí a llorar como un tonto.
Siempre me ocurría
este don de lágrimas cada vez que asistía a la misa dominical en aquella
iglesia entre pinares a la vera de la vía del tren. Amorosos efluvios de una
devoción de la cual soy participe desde mi infancia.
Las monjitas todas
mucho más viejas. Ya no llevan hábito. Las hijas de don Bosco cumplen a
rajatabla las instrucciones del Vaticano.
Yo pensaba mientras el
curilla capellán más viejo y atropellado hacía la reserva del Corpus Christi
que ayer se celebraba esto se acaba pero el amor seguirá.
De esta iglesia soy participe no de las grandes alharacas en medio del turbo piélago de la política.
Majadahonda efervescente había partido de fútbol y la gente ingente tomaba
piscolabis en las terrazas.
Muchos automóviles buen nivel de vida. España a
pesar de todo en paz. Fuimos a casa de mi hija Henar.
Mi nieto Pelayo es un
serafín, va creciendo más listo que el hambre. A la tarde leo a Turguenev “Fausto”
en el que narra sus amores con Vera Nikolayevna. Amores platónicos abocados al
fracaso.
El elegante Turguenev no debió de tener mucho
éxito con las mujeres pero la defensa que hace del amor sublime asexual y su
melancolía quedan ahí plasmados en sus
libros.
Todos ellos de trazo corto, lineales,
definitivos del alma rusa
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