VIERNES DE DOLORES
Tras las
conmociones del viernes de dolores – las profecías empezaron a cumplirse en los
meses que aguardan a la gran traición- ojos claros pero turbios se despacha a
sus anchas en sus instintos e institutos de venganza (give me more. Calixta la novia que tuvo neozelandesa con su cara de
kivi y su voz atiplada de cupletista pelirroja le gritaba aquella frase
imponente, Moisés bajó del Sinaí con las tablas de la ley en mano, y yo sólo
soy un pobre mortal, mientras hacían el
amor en la scullery de su piso con derecho a cocina junto a la estación de
metro de Earls Court en Londres. Oh Emiliano dame más. Me he quedado sin tralla
“Me dejaste a buenas noches”. Calixta criticaba la forma inconsiderada que
tenía Emilio de hacer el amor y su engorde. Se había comprado unos pantalones
en Marks&Spencer que le daban un aspecto payasil muy holgados de cintura y
desde entonces le puso el mote de Emiliano Pantalones. Eran grises como la
luz de atardecer que iluminaba su
penthouse de soltero en la calle Jardin de las Flores entre Fuhlam y Old Brompton Road. Tenía yo
ganas de huir y me uní al gran corro de la desbandada. Me producía una cierta
tristeza Ya verán predicas incriminatorias, precitas instancias. El personal no
quiere saber nada de nadie ni de nada. No me cuente usted su vida y en ese
grado de insolidaridad estamos llegando a los tiempos del 36 cuando los
madrileños en aquel otoño sangriento se paseaban por la Avenida del Quince y Medio
(Gran Vía) donde la zona de una de las aceras la de Telefónica estaba batida
por los obuses nacionales con un cartel en la solapa que decía: no me cuente Vd su vida, ya me la sé. El
amor en tiempos de cólera que dijo un cursi pero yo voy a lo mío. Me siento al
volante y tira millas. Venga radiales, duro que te pego horizontales de
encintado vial de raya continúa. ¿Te motiva? Es el cansancio aquel que te afligía como cuando viajabas
desde Essex a Yorkshire. 180
millas en la
A1 en tu mini de color rojo. Parabas a tomar un café en un
pimpi y a hacer pis. Cuando un pueblo es marrano, eso queda muy consignado en
los servicios de las fondas en el camino real. Y los ingleses son unos
cochinos, pero los franceses lo son aun más y los portugueses para de contar.
Todo el país es como si le olieran los pies. Huele a Fátima y a milagro. A
melancólicas cuerdas de fado. Cierto la
tristeza tiene un color no puedo hablar no me entienden acaso sea muda. No me
cuente su vida oiga que es muy triste no venirme con milongas. Llevamos unos
cuantos años con las brigadas del amanecer haciendo de las suyas y no es el
cartero que viene a traernos un giro o una carta certificada sino el polizonte
o el comisario que llega a ponernos una denuncia y nos ruega vellis nolis
acompáñame amos anda... pero tú que te has creído... predicas infernales... ese
doctor de las mañanas de la tele que debe ser del hopos pues lleva años y años
en antena no para de hablar de cáncer... harte el encontradizo o el advenedizo
que tú no te enteras, leñe, que ellos piensen lo que les de la gana... tan
tan.. ¿Quién? Abra. Un registro. Es usted ulanito de tal.- yo soy Domingo
García Sabell el jefe. Tenga la bondad de acompañarnos. Aguarde que me ataco
los pantalones. ¿Puedo ir al baño? Me estoy meando. Pues tendrá que hacérselo
por el camino. Puro tramite. El del mosquetón que te observa por la mirilla del
mingitorio mientras que tú evacuas tu vejiga. Una triste saca. Un maldito paseo
al amanecer. Billete de ida al reino del iras y no volverás. De los sencillos y
de los torpes es el reino de los cielos. Esa facultativa de ojos claros y el
culo gordo que archiva su ira y se pasa el día entero zampándose tarrinas de
chocolate. Por eso el culo se le ha puesto como un balón. Facultad de que decía
vuesa merdé. Reñidas oposiciones y hoy tocan a fajina. El corazón amante. Caballero
a sus manos y señora a sus pies. Escucho en la distancia el largo pitido del
tren. Pican al timbre una madrugada de aquel verano en un inmueble de la Red de San Luis y ya digo no
es el lechero. Nos devoramos unos a otros. Nos fagotizamos con tanta guerra
civil.- fotos trágicas el máuser en alto. El mono azul y la guerrera postinera
recogen mal los abultamientos de los senos de aquella bella miliciana y un
falangista en la cárcel de san Antón se le escapó un piropo a la vista de su
verduga: niña, te quiero tanto que contigo en el pelotón no me va importar
acudir al paredón, será una muerte dulce. Subían hacia Cibeles desde el palacio
de Buenavista y de gobernación las camionetas del ejército de la verdad. Un
comisario se llamaba Dapena y nos van a liquidar igual que conejos. Fue el que
dijo éste sobra pues sí sobra claro que sí. Lo malo es que había mucho más
jefes que indios y los que maulaban y coloquiaban que ya no se les pone gorda.
En los tiempos de la gran duquesa leonesa yo me lo monto con la señora Marquesa,
ale. La Política
no interesa y el que escribió el estatuto prostituto se da aires de compinche y
fuego fatuo. You dont tell me fibs. Pero si eso es el placer de contra en eso precisamente
está el misterio y la maula. Mañana es domingo de ramos y arranco pa Segovia de
estampida. Mis huidos y mis circunvoluciones tienen bastante miga. El skyline
de la ciudad donde yo nací me tranquiliza pero no es para ponerse sentimental sino para
precaverse. ¿Vienes pa muchos días? Sólo a las procesiones, Fuencisla. Las
hermandades, los cristos rotos, el entierro de los gascones la torre de san Justo
proyectando su sombra en viernes santo contra la luna, el rumor lejano de las
aguas del Rasemir, el bamboleo de los pasos, un cirio que arde y otro que se
apaga, al penetrar en la zona de corrientes del azoguejo que nosotros
denominábamos el arzovejo y al decirlo parecía nos dieran azogue, porque nos
entraban las prisas. No es lo mismo decirlo como verlo. El diablo que aparece a
lo lejos con su tridente. La banda del regimiento marca el paso y los
gastadores estallan sus botas contra el cemento de la calle. Alguien con voz de
borracho se arranca por una saeta. Sin belleza no puede haber misterio. Tampoco
cristianismo… se acerca la Venus
victrix con su rozagante manto de dolorosa que porta en la mano un
arrastrapeplos. Todo esta bien drapeado por el que hizo el planteamiento pero
en esta noche hay alguien que nos estorba, las fichas parece que se mueven y
bailan los datos pero todo en esta atmósfera respira intensidad y tiene lo que
los alemanes denominan spanung. La
novela es un concepto musical y por eso mismo es un ente de razón mi ciudad. Me
arrojo de cabeza, me sumo en el oleaje de los recuerdos a la busca de una
cierta congruencia y del hilo de la fábula. Las trenzas de Ariadna y su rubia
cabellera las llevamos recogidas en cintas multicolores. Me multiplico, he de
hacerme ubicuo y gozar del don de la bilocación con que el Señor favoreció a
algunos de sus determinados siervos. No he de tomar las cosas ab ovo, ni tampoco
perder la calma. Tengo que perderme en fárragos de burocracia mientras las
mucamas rumanas esperan el autobús en la parada de mi barrio cuya marquesina se
ha convertido en objetivo de los gamberretes. Lo expliqué en un artículo que
este vicio moderno de las tribus se denomina clastomanía, un vicio como otro
cualquier, tan respetable, verbigracia, como la del millonario que vive en los
chaléts de abajo, los que vierten al río y que rebusca en los cubos de la
basura y los contenedores, aquejado del mal de Diógenes, acumular y guardar en
el nido igual que las cornejas, pues eso. Ayer le vi al viejo bajar la cuesta
de los álamos subido en una bicicleta de carreras que seguramente no mercó en
la tienda, sino que es una de los muchos testimonios de su pasión por la
rebusca. Ser y tener. Tanto tendrás tanto valdrás. Los romanos tenían una
cierta pasión ordenancita. El papado por ejemplo es una constitución carolingia
y la Iglesia como la literatura y su pasión por los
cilicios y las torturas mentales un cajón de sastre. Luego vinieron a
perfeccionar el sistema los visigodos con sus corregidores, bailíes, paciarios
y el uso del sello y el balduque en los documentos oficiales. Desde entonces
todos los clérigos son funcionarios. En realidad es lo que debieran ser los
curas. Limitarse a su misión de funerales, bautizos y matrimonios y poner
nombres en los libros de registros. Cuando se salen de esa misión específica ya
empezamos todos a mear fuera de sillico. Clericus del griego “kleros” que no
quiere decir otra cosa que patrimonio. Los límites son pues mucho más modestos
que nuestras pretensiones y si nos ciñéramos a la línea, si fuésemos un poco
más modestos, las cosas empezarían tal vez a ir un poco mejor. Lo que pasa es
que hasta el siglo XVIII trono y altar fueron unidos y no andaríamos metidos en
equipolencias tomistas ni de discusiones a gritos en las salas de grados.
He dicho
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