SO LONG JIMMY CARTER FAREWELL QUE
LA TIERRA OS SEA LEVE, ENTERRANDO UNA ÉPOCA ESTAMOS
En un armón de artillería y con
la pompa de los ritos solemnes con que el pueblo norteamericano suele honrar a
sus héroes fueron llevados los restos mortales del septuagésimo presidente de
los EE.UU a la catedral de Washington, creo que estábamos enterrando a una
época a la cual por la clemencia y benignidad de los dioses yo asistí y conté
para mis lectores de LNE y de la cadena del Movimiento.
Este frígido día de enero me ha recordado
aquel 20 de enero de 1977 en que juró su cargo el manisero de Georgia y recibió
la antorcha de manos de Gerald Ford. Yo estaba allí presenciando la ceremonia.
Envié mi primera crónica. Luego viajaría
varias veces a Washington y asistí a una de sus ruedas de prensa en el Despacho
Oval.
Mi grabadora hacía un ruido
infernal, bien los recuerdo y un “gorila” me miraba con ojos de Polifemo,
detuve el aparato pero no me expulsaron del lugar.
Carter era un demócrata, un
verdadero demócrata, sencillo, sonriente, nada abrasivo, la cara amable de esa América
profunda, venía de Plains un pueblecito de Georgia donde su familia había
explotado una granja de producción cacahuetera.
Allí pudo escribirse la Cabaña del Tío Tom, la manumisión de la
esclavitud. La gente hablaba con la facundia jocosa de los campesinos. Gente humilde
y sencilla. Un hermano del presidente George Carter le gustaba la cerveza, y
con su “beer belly” curva de la felicidad y alguna que otra borrachera llamaba
la atención de la prensa.
Era la oveja negra de la familia.
Jimmy, que era tan pulcro, tan abstemio, tan cristiano y sonriente, le llamaba
la atención.
Habría que definir el mandato
Carter como un love affair con el
pueblo sencillo y un extrañamiento con el poder del círculo que rodea a la Casa
Blanca.
Para esos lobbies descreídos y caucus
ancestrales el manisero de Georgia era un advenedizo. Para las fuerzas oscuras,
los war mongers, la gente que no va a
misa ni entiende el cristianismo.
Otro segundo aspecto de su
mandato 1977-81 fue la limpieza y trasparencia.
Renunció a enriquecerse.
─Carter was a clean man El trabajo sucio se lo hacía su Secretario de Estado aquel polaco Zbegnew Jaruloski patrocinador de guerras en Irán y el asesinato de Torrijos en Panamá
Una limpieza en todos los sentidos en su
atuendo, en su gestión política, en la relación con sus semejantes, en su
trasparencia. Un demócrata que apadrinó
la democracia española a cuya gestación tuve yo el privilegio de asistir y
narrarla en mis cerca de mil crónicas desde la ciudad de los rascacielos.
Cheereo,
then, farewell Carter. Que la tierra te sea leve y hayas encontrado
un lugar seguro al lado del Padre.
Han sido multitudinarios sus
funerales
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