2025-04-17

 

ROMA MATER NOSTRA UNA SEMBLANZA DE LA ENEIDA

 

Hoy jueves santo “tres días antes de pascua cuando el redentor del mundo a sus discípulos llama. Les llamaba de uno en uno, de dos en dos se juntaba, a todos les tiembla la barba y el que barba no tenía la color se le mudaba” el antiguo cantar del romancero religioso (España está en deuda con Joaquín Diaz que rescató este cantar de viejas bocas desdentadas) nos refiere a una España pretérita donde todo cambió incluso la fe cristiana. Sin embargo, las gentes asisten fervorosas a las procesiones y ven desfilar apasionadas a la Legión ante el Cristo de la Buena Muerte en Málaga. Por lo que a mí respecta celebro un jueves santo en el recuerdo cuando íbamos a recorrer los monumentos en los cuarenta templos de Segovia, nos bañábamos en el aroma de los primeros brotes de los castaños y nos enamorábamos de las Manolas. Dame la mantilla la peineta y una lágrima de tu mejilla para llorar a Cristo muerto, escribía yo por entonces un verso a una manola de Getafe de la cual me enamoré platónicamente. Este jueves santo tomo la Eneida de una anaquel de mi biblioteca que yace impávido sobre un polvoriento altillo y me empapo de Virgilio, aquel vate mantuano que no sólo cantó a Roma sino que anuncia la llegada de un tiempo nuevo el de la paz augusta cuando vino al mundo nuestro Salvador- tuvo una visión de trascendencia y he aquí la idea oculta que saco entrelineas de aquellas lecturas cuando yo en aquel estudio enorme con ventanales a la sierra – se divisaba el panorama de la Mujer Muerta, medía los yámbicos virgilianos y castigaba las páginas del diccionario latino Raimundo de Miguel, no me cabe la menor duda, Jesús une el mundo sincretista con ese cristianismo nacido en Judea en rebelión contra el judaísmo. Sus enseñanzas tienen mucho que ver con la filosofía de los griegos Platón y Aristóteles y con el mundo agrícola que diseña Virgilio en las Geórgicas. Todas sus parábolas tienen que ver con las metáforas de los lirios del campo, del grano de mostaza, de la moneda perdida de una mujer al barrer bajo el escriño, del grano de mostaza. Son ideas que pujaban en tiempos del divino Augusto el “sebastos” el ungido. El emperador es divinizado y sube al Olimpo a formar parte del cenáculo de los otros dioses. Verosímilmente estos conceptos de la simbiosis cristiana con el sincretismo encontrarán acérrimos obrectatores o críticos. Pero se hizo muy popular entre los monjes copistas que trasladaban al papel las obras de Virgilio en la edad media. La devoción a la Venus Genitrix y a la pureza inmaculada de las vestales del Partenón quizás sea un anticipo del culto mariológico de hiperdulía a la Virgen. Roma mater nostra. El culto a los muertos (eriteia) se ensambla con la inmortalidad de las almas, de la metempsicosis pitagórica con el Averno, la laguna Estigia, el infierno y el purgatorio. En la historia de la humanidad no existe la generación espontánea. Apolo era el compendio para los romanos de todas las perfecciones de la misma manera que Cristo es para nosotros el súmmum bonum, el poder infinito, el amor hacia la humanidad irredenta hasta el extremo de inmolarse en muerte de cruz. Todas estas cosas bullen en mi cabeza hoy día de jueves santo. Roma mater nostra. Tiempo de Augusto cuando un niño nació en Belén. El cesar había decretado un censo de empadronamiento para saber cuántos era sus súbditos en sus dominios de Judea una de las provincias del imperio.

 

17 de abril de 2025

 

  

No hay comentarios: