2025-12-12

 

CRIMEN A LO DOSTOYEVSKI EN PRAVIA

 

“Lo mejor del mundo España, lo mejor de España Asturias y lo “millor” de España Pravia” canta la copla. Yo me perdí el otro día por estos montes por donde cazaban los reyes más antiguos de nuestro viejo reino.  Corona de los Silo, Aurelio, Alonso Ordoño, Mauregato o Bermudo el diácono. Cn sus respectivas reinas: Adosinda, Gonteroso, Elvira, Urraca…

Estaba la hierba alta y en iglesia de San Illán o Santullano póstreme reverente apoyándome en el cayado de peregrino y canté el Akathistos 24 estrofas dedicadas a la Virgen María correspondientes a otros tantos misterios de la vida oculta y silenciosa del Salvador melodía amorosa que retumba todavía en algunas comunidades de rito griego y que debiera de ser una devoción  litúrgica de los pravianos, según he advertido en algún viejo códice de un misal hispano visigótico.

Esta es la corte de Silo y Mauregato. Mauro el maragato (moro y godo) debió de ser un rey devoto de Nuestra Señora.

Así que mi canto en estas soledades arboladas alegra a los pájaros. Un serafín disfrazado de miruello observaba la escena desde una rama. Se me quedó mirando y luego voló haciendo un requiebro de alas en el aire embalsamado del aroma del recién nacido verano. Y voló al cielo con mis recuerdos.

Perdido por las calles recoletas de la villa y al socaire de la muralla entro en una sidrería y pido el consabido “mexu d´angelín” que el zumo de la manzana es buena para mear y cantar. El chigrero home amable y jovial me dice que es legítima de Contreces.

Tiene buen corcho respondo

De la raíz del manzano. ¿Hace un culín?

Presta.

Esta sidrina non ye mexu de gato. Ye mexu de angelino. La sidra hay que escanciarla para que sepa bien y luego con alegría mearla.

Eso me recuerda otra tonada: de la raíz del manzano ye mi madre asturiana y yo como soy fillo della…

Para, para, compañero, ¿no viste el letreru me interrumpe el dueño del establecimiento señalándome con el dedo un cartel: “prohibido cantar”.

Así que apuro un par de culines dejando más de media botella. Los astures son generosos y desprendidos hasta para eso. Las copas jamás se apuran. Esta es tierra de abundancia porca miseria.

Y tomo el olivo sumiéndome en mis recuerdos peripatéticos de años mejores cuando íbamos de folixia y en los establecimientos podías alegrar el cuerpo con la tonada. El General no era tan malo como dicen ¿O es que yo estoy anquilosado o pasado de moda?

Creo que eran tiempos mejores o por lo menos no tan silenciosos. Quizás más pobres pero alegres. Esta tristeza y aburrimiento le hace a uno sentirse un exilado en la propia tierrina.

Entras en cualquier bar y allí solo se escucha el bordoneo monótono como una melopea insustancial de los pedorros y pedorras de la tele que abrieron un negociado del pensamiento global. Y eso no solo acá sino por toda la nación. Quieren que tengamos todos cabezas cuadradas. Cualquier ocurrencia feliz la tiran al fregadero. Ventanilla única.

Los reporteros del RTA se desviven por meternos por las orejas la imagen de un mundo feliz que yo no veo por ninguna parte. Es la hora del pensamiento único y de lo sin sustancia.

A los viejos nos tratan como si fuéramos curiosidades de barraca de feria y parlan un bable diferente al que yo conocí, un dialecto perronero de inflexiones de la u por la o donde las j son ll y nada tiene que ver con la intervocálica “yod” desinencia que nos legaron las legiones romanas y que yo sólo he escuchado en fonética autentica en el habla de los campesinos de Cangas de Narcea.

Pero los gallegos andan peor. Los de la radio gallega se expresan en un gachopo raspón que nada tiene que ver con el gallego de Rosalía o el perfectísimo lenguaje de Torrente Ballester tanto en lo vernáculo como en el castellano florido. Ni con la lengua en que escribían Clarín, Palacio Valdés, Pérez de Ayala o  Tomás Tuero. Gallegos y asturianos primos hermanos.

Los escritores de ambas levas que procedían del galaico de las Cantigas o del gran romancero bable descubren una vena riquísima de la idiomática cantábrica y la incorporan al castellano de Cervantes que es más sobrio o al malabarismo de Quevedo, sonoro e inimitable.

Las nuevas generaciones esto no lo saben, no tienen derecho a saberlo, no se lo enseñaron. Aquí todo cristo va a acabar chapurreando un inglés de mala índole y gusto pésimo. Nos estamos convirtiendo en un país de zafios o de gilipollas. Hay que asumir la globalidad. Y los que no queremos subirnos a ese carro vamos de nones pues tiene cojones la cosa.

Ahora entiendo la tristeza y soledad que me asaltó al recorrer el domingo pasado por la tarde las viejas rúas de la cuna de España.

Pravia a la que ahora dicen Prahua no sé por qué, viene de pratum (pradería, pelusa, sel) es lo amable, la hierba, lo verde, la vida, se ubica en un altozano donde serpentea el Nalón, asomándose a sus aguas desde un cotarro silencioso.

El sitio fue siempre para muchos como yo el locus amenus con el que soñaron los clásicos, tierra de amores y de dolores, y lo sigue siendo aunque ya no se pueda cantar en los chigres ni trasegar la divina ambrosía (los dioses del olimpo por lo viso le daban a la sidra que tú no veas) sin prohibiciones, sobresaltos y malas miradas.

Los nuevos dioses son unos superdotados de la cursilería gazmoña o de un puritanismo mal entendido. Forbidden. Verboten. Se prohíbe el paso. Aquí no se fuma. Ni se come ni se bebe ni se jode.

Huele a manzanas; por el otoño en exhibe en sus lujuriantes pomaradas el árbol del Paraíso terrenal. Dice una leyenda local que fue por estas sebes por donde Eva le dio a probar a Adán la fatídica manzana. Dios se cabreó aquella tarde y desde entonces tenemos que dar el callo y las mujeres parir con dolor. Jehová mandó a la humanidad a tomar por culo, y ordenó comer tierra a la cuilebra. Y ganarás el pan con el sudor de tu frente etc. Con todo y eso,  ¡viva Pravia!

Aunque ya algún chigrero modorro no tolere cantar continúa siendo la capital de la tonada. Pravia siempre será Pravia la huerta de España, el jardín español. Permita díos de los cielos que san Xuan caiga en domingo, al cura ya lo han matau y yo corteixe contigo..

El cantar de los arrieros manejando las trallas o agitando, solertes, en el aire la aguijada con que acuciaban la carga de los bueyes marelos retumba en mis añoranzas.

Entonces hasta los cubos de las carretas, pues todo el transporte era de tracción de sangre, se arrancaban por peteneras. La vida era un ir y venir que llaman acarrear y un eterno cantar.

Ya no se canta pero en los registros de mi memoria resuena el vozarrón del Presi. Por eso no me explico cómo puede ser que puedan ocurrir casos como el del otro domingo, y del que me enteré al llegar “frayao” tras mi larga caminata por las estribaciones de las breñas Luiñas, a casa.

Un paisano quiso matar a una anciana y después mata a la mujer y se suicida. ¿Qué le habrá pasado por la cabeza a este jubilata?

Su malfetría recuerda las aventuras de “Crimen y Castigo” a lo Dostoievski. ¿Quería dar también mulé a la vieja por los dineros por la avaricia, las herencias, la hijuela? ¿O fueron los celos? Estos asesinatos domésticos vienen a ser el pan de cada día en nuestra Asturias del alma y son un apartado fijo en las secciones editoriales de los periódicos de España? Algo debe de ir mal. Estamos muy enfermos del sexto piso, según parece. Se nos va la olla.

¿O es que el Arango, así se llama el interfecto, que tiene toda la pinta de ser un hombre honorable atiborrado de tanta tele, tanto crimen, tanto estupro, tanta guerra como se nos inculcan desde las pantallas globales y tanto reporterismo zafio como el que no aflige se dejó  llevar por la locura?

Yo creía que Pravia nunca podría convertirse en Petersburgo.

Por estas praderías, empero, también sopla el viento solano que en Santander llaman terral. Es el viento de la locura, el que socarra las plantas.

En Baviera designan a este mal aire  como el Föhm y cuando se arrastra desde la cordillera de los Alpes aumenta el índice de suicidios en Baviera o en toda Austria. Trae consigo espumas de sangre. Dios nos coja confesados. Lancemos un SOS al Paráclito: Save our souls. Salva nuestras almas.

Creo que en vez de crisis de lo que debiéramos hablar es de Apocalipsis. Y que me disculpen aquellos que me llaman xenófobo por atreverme a lanzar aviso tal desde estas páginas.

 

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