2025-10-04

 

KUPRIN TESTIGO DE LA REVOLUCIÓN RUSA Y DE LOS HORRORES DEL SIGLO XX


 

ANTONIO PARRA


 

 

Cuando vivía en una inhóspita buhardilla de Pigalle se acercaba a la estación de Austerlitz a la hora e3n que salía para Moscú el Transiberiano para ver a quién viajaba a la añorada patria lejana, subía a uno de los vagones y se quedaba allí sentado un rato antes de que el convoy arrancara. Era como si pisara un trozo de tierra rusa. Hijo de un barín o pequeño terrateniente, nacido en 1870, se había mostrado partidario de los mencheviques democráticos y posteriormente de las fuerzas del general Wrangel en contra de Lenin. Tuvo que huir pero los horrores de aquella revolución, aquella añoranza por lo que se fue, esa melancolía tan típicamente rusa (taská) palpita en todos sus libros y es imbatible sobre todo en los relatos impresionistas y en los cuentos.

 Su famosa novela corta “Derebiu” (La aldea) constituye una de las obras maestras de la literatura universal. En 1918 huye a Berlín. Luego recala en París, se divorcia de su mujer, pasa hambre y la lucha por la vida le hace quejarse en carta a su amigo Turguenev de que su existencia se había convertido en una mudanza continua de vivienda a la búsqueda de una chambra más barata. Hasta que no puede más y pide un visado en la Embajada soviética. Contra las suposiciones por sus antecedentes el salvoconducto no sólo se le concede sino que es recibido con todos los honores en el Hotel Metrópoli de Moscú.

 El gobierno le registra en el Consorcio de Escritores y hasta le asigna una dacha a las afueras de su familia. Stalin era por entonces el “padrecito” pues no había empezado aun el Juicio de los Doctores. Alexander Ivanovich Kuprin retornó del exilio viejo y enfermo. Cuando acudía aspirar los vapores de las locomotoras con destino a Siberia sabía aquel asiento del compartimiento que acariciaba como un parte del suelo patrio era la tierra que le aguardaba para morir. Hacía veinticinco años que no había escuchado cantar a los ruiseñores moscovitas. “Las flores de la patria-había escrito en su cuaderno de campo- huelen de una forma diferente a la de otros sitios”.

El gobierno soviético no sólo le alojó en una casita de campo a las afueras sino que también le asignó un médico y una enfermera de la cual se enamoró. Se llamaba Elisabetha y con ella contrae matrimonio poco antes de su muerte el 25 de agosto de 1938. el cáncer de esófago y el Alzheimer hacen que, vuelto del exilio, no escriba prácticamente nada, pero fue bien tratado, contra lo que presumía, en la URSS y se le rindió un funeral de Estado. Su bella esposa, Elisabetha, treinta años ,más joven que él no tuvo la misma suerte. Se suicidaría a principios de 1943, el año del hambre, en pleno cerco de Leningrado.

 La Aldea un libro que leí en mi adolescencia fue uno de los textos que más me marcaron. Aun recuerdo su pequeño formato en octavo de pastas amarillas de la Colección Universal. Su divisa dentro de un círculo era un talante y aquellos autores rusos que empezaba a leer en las ediciones baratas o que prestaba de la biblioteca de Cuatro Caminos y en cuyas páginas me extasiaba, desconectándome del mundo en el trayecto Gran Vía-Estrecho eran verdaderos prometeos. Mi encuentro con la literatura rusa fue una epifanía, trazó rumbos. Y ese Atlante de la Colección Universal es un verdadero destino para ese inmenso país: ser el cristobalón que cargue con el peso de este planeta. En ese sentido los poetas rusos, herederos de la Grecia clásica bajo un prisma de tradición cristiana, se sienten formando parte de una misión mesiánica. Kuprin (por eso lo pondero tanto) fue mi bautismo de fuego. Siguió Gogol con su sentido del humor esperpéntico y funcionaral llamando Gosydar ( Excelencia) a algunos canallas pero con un excelente critico para describir las costumbres delos hebreos y de los antisemitas y catoliquísimos polacos. Con Gogol en “Tarás Bulba” con el que pasé unas hermosas navidades quise ser atamán y volar al Caucaso a defender al zar enrolado en una “sentina” (escuadrón). El cosaco que presenta es tan divertido que confiesa preferir su cachimba a la mujer de uno. Porque de ésta se puede prescindir pero dejar de fumar para un cosaco es algo imposible. Y esto no es el cuento de la buena pipa.

Chejov me hizo amar con desesperanza a inalcanzables Dulcineas. Olga personifica el platonismo químicamente puro que es una forma incorrecta de amar pero recuerdo que la noche más trágica de mi existencia cuando estuve a punto de suicidarme dejé olvidado “La historia de una anguila” en la mesa de aquel restaurante ovetense una noche de San Mateo de 1974. Aquel relato sería una premonición de los rumbos que adquiriría mi existencia después. Testimonio de muerte y resurrección. Lloro por los ojos del alma de aquel “Uncle Vania” forrado en piel que también perdí en la sala de espera de aquel paritorio de Londres donde nacería mi hija en 1976. El tío Vania al llorar empaña el cristal de sus lentes su llanto tiene que ver con las inconstancias del amor, la fugacidad de la vida, lo poco importante que nos sucede, lo poco que somos. Nada se puede hacer.

Y algunas veces escucho atemorizado los demoledores golpes de que dan los leñadores que han venido a talar nuestro jardín de los cerezos. Vienen a expulsarnos  del Eden pero la vida es eso. Mientras a lo lejos se perfila como la columna de fuego que fuió al pueblo de Israel a la tierra de la promesa. Es el Monje Negro que cabalga de nuevo y se acerca atravesando el campo de girasoles. Otro relato impresionante.

Los personajes de Gorki, el  dulce y amargo tísico de los ojos color ajenjo, me invitan a subir al andamio donde pintan las techumbres de las iglesias ortodoxas mientras que me aconsejan que no espere demasiado de las mujeres y que me gane el pan con mis propias manos. Con ellos me hice batelero y navegué con ellos aguas arriba aguas abajo del Volga.

Pushkin, el Homero ruso, es la palabra hecha carne y esperanza. Dostoyevsky me ayudó a hacer examen de conciencia. Y a bucear dentro de mí mismo. Sus libros son casi epilépticos de tan vertiginosos en su acción interior desencadenada. Hay que estar muy atentos para seguir el hilo sin perder el huelgo. Proyectan un mundo de estados de ánimo cambiante ambulando entre ángeles y demonios. Van desde los impulsos de Raskolnikov a asesinar a la viehj hasta los alegatos en defensa de la existencia de Dios que pone el autor de los Hermanos Karamazov en boca del P. Zossima. Desde las páginas de este gran libro misterioso el Cristo ortodoxo extiende sus brazos amor y de perdón y nos alienta a no desfallecer puesto que al final el bien superará a la maldad. Aunque antes tengamos que apurar el cáliz. Somos pecadores y a veces nuestra vida nada tiene que ver con nuestra obra. La gracia presupone a la naturaleza. Fedor Dostoyevsky, por ejemplo, como individuo debía de ser un tipo poco recomendable: algo borrachón pues el alcoholismo fue causante en él de la epilepsia, tahúr, algo maniático y anarquista que quiso matar una vez a su patrona y que estuvo condenado a muerte.

La gran literatura rusa retumba en este eco mesiánico. Es el aliento soteriológico de esos pueblos que se sienten como responsables de las desdichas de los demás. Pero he acompañado a cazar en sus ambulaciones cinegéticas a Iván Turguenev. Donde se nos muestra en todo su poder descriptivo la grandeza de la naturaleza de la estepa  shirkaia priroda”. Es un escritor elegante, enigmático, cerrado. Premier Amour fue un libro que leí en Paris en el verano del 64. la cubierta traía a un garzón luciendo la típica “rubascka” de los aldeanos eslavos cerrada por el cuello.

 Turguenev, al contrario de Kuprin, se movía muy bien en los salones de Paris y se pasó media vida deambulando por los casinos y los balnearios.

 Por último Andreiev es otro gran exponente del alma o el talante del alma rusa. El “Sacha Yegulev” con sus “ogoñi) o fuegos de verano, presentando un panorama de campos arrasados y presentador del sufrimiento de los eslavos del sur, en esa novela parece anunciar la tragedia de Yugoslavia  en el año 95, es el más misterioso y esotérico de los escritores de esta generación. Todos sus libros tienen un sello a la vez realista y místico.

 Luego podríamos trae a colación el general Krasnov, el Tolstoi de la guerra civil, o Soloviev al que tengo por maestro. Pasternak Sholojov, Navokov, el que más suena en occidente por suhistoria de Lolita pero que a mí me parece el más mediocre del grupo. Y sin echar al olvido el gran Ivan Bunin,el mejor para mi gusto de la literatura rusa a principios del siglo XX. Gracia a él Rusia se ha convertido para mí al igual que para otros muchos en una especie de patria espiritual. Gracias, Señor

CASAS MILITARES Y LA TABERNA DEL TIO LOCO LA ACACIA

 Acacia


 

A la entrada de Segovia según se va por la carreta de Madrid bajando la cuesta de Baterías hay un puente romano, el de Valdevilla por el cual las antiguas cohortes y clades de Augusto vadeaban con su impedimenta el río Clamores que hace dos milenios debía de llevar mucha más agua pero que a mediados del pasado siglo fluía sin apenas caudal. Mucho puente para tan poco río, la verdad, pero cuando se construyó el Acueducto era un flumen que juntaba sus aguas con el Eresma.

 A la otra orilla estaban las casas militares: unos chalecitos con  pequeño jardín delante y un corral detrás en el que mi padre cebaba al marrano dentro de la cochiquera y mi madre salía todas las noches a encentar esto es a meterle el dedo por el culo a las gallinas para ver si podríamos comer huevos fritos al día siguiente. Dentro de este cobertizo guardé yo unos cuadernos de traducción de las obras de Tito Livio y me los comieron un día los ratones.

A la sombra de la acacia transcurrió mi infancia.

La colonia inaugurada por el coronel Tomé, que era un catalán bondadoso y pequeñín, en 1951 (guardo una foto de la ceremonia de la entrega de llaves, yo estaba de buces sobre el pretil de ladrillos sardinel, muy rubito y con mi traje de marinero).

Aquellas casas militares habían sido edificadas por presos de guerra que en régimen de redención de penas por el trabajo trabajaban para Regiones devastadas. Cuando llegaron los socialistas el alcalde del PSOE mandó volar aquel complejo de casitas blancas del puente de Valdevilla. Hoy ha sucumbido a la recalificación de terrenos –esto no era más que un peñascal▬ y a la reconversión urbanística.  O a la revanchista de algunos que se liaron a derribar lo que había construido el anterior régimen. Se cerraron cuarteles y se ha dejado prácticamente indefensa a la nación o sin paraguas estratégico (es como tener un tío en Alcalá) de la OTAN porque el ejército era la espina dorsal de la nación... Y su destrucción, o la desmilitarización llevada a cabo por José María Aznar, el inepto al servicio de los judíos de la Trilateral, constituye hoy por hoy una de las grandes amenazas al porvenir de la unidad nacional. En esta monarquía falta un militar republicano como Godet para ponerle las peras al cuarto al demente de Arturo Mas. El general Godet, un catalán leal que luego sería fusilado en Burgos por su adhesión al orden constitucional, sofocó el alzamiento separatista de Companys.

Sin conscripción y sin levas o la mili, que era una escuela de hombres de ciudadanía y de valores, España ha dejado de existir o puede porque este viejo país, que derrotó al Islam y puso freno al dominio sionista tiene otros muchos recursos y la liebre siempre suele saltar.

El puente Valdevilla posteriormente sería cegado para canalizar al Clamores que desde hace bastante tiempo era un río subterráneo, Guadiana bajo los arcos del acueducto. Pero aun quedan los apeos y el balaústre.

 En el lado de allá y en la curva que hace la carretera sigue la acacia plantada por mi padre en la esquina del patinillo del sargento Casado. Más allá vivía el brigada Vences, un poco más el teniente Ricardo y un maestro ajustador de Zamora que tenía un hijo que se llamaba Pedrito que jugaba conmigo al gua. Siempre andaba con mocos.

▬ ¿A qué Virgen alumbras, Perico?

▬ A la que me dé la gana.

La acacia ha crecido tumbada porque  a los de mi cuadrilla nos gustaba zarandearla por el tallo como si fuese una muchacha. Y digo la acacia sigue floreciendo y tiene 56 primaveras poco menos de un lustro que yo. Siempre que vuelvo a mi pueblo me fijo en ese detalle y paseo mi melancolica rodada por lo que fue mi barrio que de  Valdevilla-▬ Castrobocos donde estaba la taberna, pasado Villangela, del Tío Loco▬, adonde mi padre me mandaba a por vino y gaseosa para el gasto. Allí con Taito, el Cipri y Recellado jugamos a las tres en raya.

Екатерина Гусева и хор Саши Колчака Журавли

 

GETAFE

El cuervo Prosopopeyas había abierto el libro de mi vida y empezó el canturreo lúgubre y responsorial de mis hechos, mis dichos, mis triunfos, mis fracasos, mis pasos perdidos. El tramo correspondía a lo que me ocurrió en Getafe. Mi padre cambió de regimiento del 41 de Segovia fue destinado al 13 Ligero de la localidad getafense. Cada uno de ellos había militado en bandos diferentes durante nuestra guerra. El 41 de Segovia se adhirió al Movimiento Nacional. Por el contrario el de Getafe estuvo siempre con la república. Algunos jefes y oficiales que fueron represaliados acababan de ser re instados en sus antiguos empleos. A mi padre por ser del otro bando le miraban mal lo cual empeoró su salud y no ganaba para disgustos, broncas y arrestos que él llevaba con resignación. Algún amigo le insinuó que abandonara el ejército, pero él, renuente, tiró para adelante hasta pasar a la reserva en el año 65. En Getafe vivíamos en unas casas militares del barrio de las Margaritas desde el patio y las cochiqueras donde criábamos cerdos y gallinas se veía la Estatua del Corazón de Jesús fusilado por los socialistas, en varias ocasiones caminé hasta el cerro considerado por los geólogos como el centro de la península ibérica. Un terreno muy llano y feraz de extensos trigales de muchas obradas que hoy han desaparecido para convertirse en barrios del extrarradio madrileño. El cemento le ganó la partida al cultivo. El regimiento de mi padre y donde yo juré bandera hoy es una universidad cuando fueron desmanteladas nuestras fuerzas armadas y España quedó indefensa. Tuvimos que deponer las armas, licenciar a nuestras banderas y arrojárselas a los pies de nuestros enemigos los anglos, los usacos, los sionistas. Empezaría un tiempo de persecución sorda contra el cristianismo. Había que considerar el Holocausto como nuestra religión. De lo contrario eras anatema. Al salirme de cura empezó un tiempo difícil para mí. Me puse a trabajar de albañil pero todavía seguía yendo a misa los domingos a aquella iglesia destartalada de la Magdalena regentada por un párroco asturiano muy absolutista. Cuando estaba predicando y entraba una feligresa y no cerraba la puerta interrumpía su alocución. Señora, que yo no estoy para guardar perros. De Getafe recuerdo los largos paseos calle arriba calle abajo por la carretera de Madrid la arteria principal. La fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles cuando venía la Legión de Leganés al baile y detrás de ellos las cantineras y las putas de la calle de Echegaray y la Ballesta. Otra cosa que recuerdo también es la sed de aquellos largos y tórridos veranos. No había agua corriente en las casas y había que portearla en carretillas especiales adaptadas al hueco de los cantaras. En Getafe a un par de leguas de Madrid quedaban los últimos aguadores de la Península. Prosopopeyas refería estos hechos con voz cascada y se acercaba a la cabecera de mi cama donde yo me afanaba por insertar el orinal entre las pantorrillas. Parecía que la enfermedad era recidiva. Encontraba dificultades para evacuar. Las micciones eran exiguas y repetitivas. La próstata me estaba dando malas noches. ¿Habría regresado la anuria a mi vejiga?

─No─ exclamó Prosopopeyas─ lo que a ti te pasa es normal en el posoperatorio. Además, no deberías escuchar las noticias porque eres un tipo muy sensible y estás muy afligido al ver por la televisión fotos de niños palestinos asesinados, la crueldad de Trump y la maldad diabólica de Netanyahu el cual se jacta de asesinar en nombre de Dios ¿Dónde se vio tamaña protervia? Además Zelenski (era su doble no se ge despinta el rostro de asesino de la voz cascada) se parece a aquel judío que quiso matarte jugando a los dardos cuando fuiste a Londres para tratar de comunicarte con Helen y no te dejaron verla. Te quedaste sin dinero y sin cobijo y llamaste a la puerta de una amiga tuya que estaba amancebada con Zelenski y ocurrió lo que te ocurrió saliste gritando de aquel piso en Belgravia. El dardo no te alcanzó y huiste a media noche andando hasta el aeropuerto Heathrow, la embajada española te pagó el viaje de regreso. Malos son esos tíos raza de víboras y sepulcros blanqueados. La Virgen Santísima te salvó como tantas y tantas veces.

─Sí. Es verdad, gracias a Dios

 ALFAQUEQUE DE PUTAS

 

Yendo a Arévalo los martes al mercadillo me impresionó una inscripción de un viejo convento de la merced derruido: “en este convento profesó fray Juan Gil redentor de cautivos que liberó a Cervantes de los baños de Argel” y a mí me dio, como ya no hay prisioneros de guerra, ser alfaqueque de putas.

Ardua tarea porque la cabra siempre tira al monte. Estos meses de atrás perdí mucho tiempo en la Red tratando de estudiar el problema e intentar sacar a las pupilas de los lupanares mediáticos.

Una conclusión saqué y es la primera que ese terreno es muy resbaladizo pues tiene que ver con la biología y la sexualidad femenina, insaciable. Debe de ser por una regla de la naturaleza y los cánones de la reproducción genética. Todas a gozar pero ¿y si quedamos preñadas?

Siempre piden más y más, bajo los dictámenes del furor uterino. Los movimientos feministas descubrieron este síndrome programando la libertad sexual a bombo y martillo.

¿Libertad o esclavitud? A cualquier hora, en cualquier sitio. Aquí te pillo, aquí te mato.  Ninfomaníacas.

El romanticismo es una entelequia que puso en jaque a legiones de escritores y poetas.

Todos tomaron la pluma para describir la excelsitud de sus pensamientos hacia sus adoradas para luego caer de culo al descubrir que su amor era eso: sexo, el mandato del instinto, una fuerza insoslayable en el hombre e insaciable en la hembra. Nunca hartas, El sexo para ciertas mujeres es el tormentos de la danaides por muchos cantaros que eches nunca llenaras el aljibe. ¿Bien canta Marta después de harta? Jamás. Piden más y más. Y esta es la base de los traficantes de la carne en Internet y el eje que mueve ruedas y enarbola banderas del trato de blancas. Imposible ser alfaqueque de putas. Cayeron en el fango y se hunden. Su físico se va deteriorando, su mirar oscureciendo.

Zvezdá una beldad rusa que reúne en su figura perfecta los ojos azules de Liz Taylor, los cabellos de la Brigitte Bardot y los carnosos labios de Sofía Loren, me dio pena cuando exhibe en sus adorables pechos un balano de plástico para hacer felaciones a distancia, se sienta sobre una máquina de follar conectada a las vibraciones de sus clientes y empieza a gemir y alborotar cual las gatas en celo lo que enerva al personal al otro lado de la pantalla.

 Ese es su negocio. Se me cae el alma a los pies. Zvezdá era la fulgurante estrella convertida en meteorito que se derrumba sobre el universo infinito, apaga su luz para no volver más.

Es una estrella fugaz. Me hago cruces y me pregunto cómo puede ser que tal beldad una bayadera del Bolshoi acabe en un serrallo de Constantinopla o de esquinera en las calles de Londres que es mucho peor.

 Putin tiene descuidado ese flanco: el de sus mujeres que son tan apetecibles para la lascivia de occidente. ¿Cómo es que no se ha dado cuenta y que Zelensky el maldito instigador de esta guerra que está costando tantas vidas de sus soldados sigue vivo? Definitivamente no valgo para alfaqueque de putas.

Agua que no has de beber déjala correr aunque se trata de una verdadera peste en nuestros días. Las mafias no tienen piedad. Serán explotadas estas pobre pupilas, las exprimirán hasta el último aliento. Son coños y vaginas que dan dinero. Al final las enviarán a la rúa como vagabundas o al hospital. Pobre Estrella la más hermosa del baile cuya derrota he seguido desde Inskurk a Estambul y desde Estambul a Abudabi. La compró un licencioso jeque árabe. No era más que una esclava sexual

2025-10-03

 




ESCRITURA Y ORACIÓN

 

Plega a Dios uno y trino

Que la oración de esta babushka rusa

Llegue al trono del Rey del mundo

Kyrie eleison

El lobo da vueltas al redil

Y las ovejas son devoradas

Para mí esta celda

Donde escribo y oro

Es la carlanca del mastín

En mis rezos convoco a los ángeles

Y a los demonios conjuro

─Achidiahi, sal de ahí

Son muchos años ya

De paciencia rezar y escribir

Soy un anacoreta

En medio de la ciudad

Trepidante

En el silencio y menoscabo

De honores, fama riquezas

He vencido al mundo

Y a las infernales potestades

Que amenazan  y asesinan

En nombre de Jehová

Ese no es mi dios

Rusia Oración свтятому Спиридону Тримифунтскому hacedor de milagros en l...

ESENIN UN POETA RUSO ENAMORADO DE PERSIA de literaturna gazeta

 

Nunca he estado en el Bósforo.

En el 130 aniversario del nacimiento de Sergei Yesenin

Kurbon Dadomatov, miembro de la Unión de Periodistas de Rusia, Tomsk

En los países de habla persa, incluido Tayikistán, el interés por la obra de Sergei Yesenin es particularmente fuerte. Por ejemplo, sus poemas del ciclo "Motivos Persas" son ampliamente leídos y conocidos entre los amantes de la poesía rusa. Estos poemas expresan el amor del poeta por la tierra sagrada de Oriente, su gente y sus tradiciones.

Yesenin se inspira en el rico legado de los grandes poetas Khayyam, Saadi, Hafiz, Ferdowsi y otros. Estudia sus obras con devoción.

En la década de 1980, cuando el poeta popular de Tayikistán, Loik Sherali, tradujo este ciclo al tayiko, los jóvenes se interesaron con entusiasmo por él. El tema del amor en estos poemas está lleno de los matices más tiernos. Estas traducciones contribuyeron a un importante cambio en la popularización de la poesía rusa en Tayikistán. Gracias a ellas, los jóvenes se familiarizaron aún más con la poesía rusa, en particular con la obra de Sergei Yesenin.

El interés por la poesía de Sergei Yesenin es fuerte no solo en Tayikistán, donde se habla persa, sino también en otros países de Asia Central, incluido Uzbekistán. La publicación de una colección de poemas de Yesenin, "Motivos Persas", con traducción al uzbeko en 2022, contribuyó a aumentar el número de lectores uzbekos. La serie fue traducida por el poeta del pueblo de Uzbekistán, Erkin Vakhidov.

Yesenin demostró repetidamente un profundo aprecio por la herencia poética de Oriente. El poeta soñaba con visitar Irán, cuna de grandes poetas cuyas obras fueron ampliamente traducidas y conocidas en Rusia. Encontró motivos orientales en el Turquestán (actual Uzbekistán) y el Cáucaso. En 1921, Yesenin visitó Tashkent y Samarcanda, y entre 1924 y 1925, Bakú y Tiflis. En Tashkent, Yesenin se sumergió por primera vez en la auténtica atmósfera de Oriente, que tanto le fascinó y que más tarde lo llevó a crear "Motivos Persas". Samarcanda, con sus notables monumentos arquitectónicos, también dejó una huella imborrable en el poeta ruso.

El primer poema del ciclo, «Mi vieja herida ha sanado...», trata sobre el amor. Dice que es más difícil entablar relaciones con mujeres en Oriente que en Rusia:

Estamos en Rusia, chicas de primavera.

No los mantenemos atados con cadena como a los perros,

Aprendemos a besarnos sin dinero,

Sin trucos de daga ni peleas.


El poema “Shagane, eres mi Shagane” es una carta de amor a una mujer oriental:

Shagane, ¡eres mía, Shagane!

Porque soy del norte, o algo así,

Estoy listo para contarte el campo,

Sobre centeno ondulado a la luz de la luna.

Shagane, eres mía, Shagane.


¿Quién es Shagane? No es un personaje ficticio, sino una profesora común y corriente, Shagane Talyan, a quien el poeta conoció en Batumi y quedó cautivado por su belleza oriental. Ella y el poeta forjaron una cálida amistad. Este poema evoca la poesía persa, que repite el primer y el último verso de una estrofa de cinco versos:

Porque soy del norte, o algo así.

Que la luna allí es cien veces más grande,

No importa lo hermoso que sea el Shiraz,

No es mejor que las extensiones de Riazán,

¿Porque soy del norte o qué?


Shiraz es una de las ciudades más hermosas y fabulosas de Irán, cuna de numerosos poetas, como Saadi y Hafiz. Mientras admira Persia, el héroe siente nostalgia por su lejano y querido hogar. El poeta insinúa entonces que su alma eslava es tan amplia e inagotable como un campo ruso, y confiesa que allí, en el norte, también hay una joven como Shaganeh, que quizá esté pensando en él en este preciso instante:

Shagane, ¡eres mía, Shagane!

Allí, en el norte, también hay una niña,

Quizás esté pensando en mí...

Shagane, ¡eres mía, Shagane!


En otros poemas de este ciclo ("Dijiste que Saadi solo besaba pechos...", "Hoy le pregunté al cambista...", "Nunca he estado en el Bósforo...", "¿Por qué brilla la luna tan tenuemente / Sobre los jardines y murallas de Jorasán..."), el poeta ruso Sergei Yesenin logró crear un mundo de su Persia románticamente sublime, casi de cuento de hadas, pero realista. Por lo tanto, su obra es tan querida para el lector oriental como para su ruso natal.

 

BYRON


Byron descubre el mediterráneo para los ingleses. Es junto a Shakespeare el mayor genio que dio Inglaterra. Su Childe Harold estuvo en el índice durante 25 años. Allí inventa el romanticismo precursor de un tiempo nuevo pero ay literatura cuanto te doy y qué poco me das a cambio pero no eres literatura sólo terapéutica si acaso. Maldijo su oficio de poeta. Hubiera preferido ser un hombre de acción. Cuando los dioses no estuvieron nunca de su parte. Byron mediante la muerte alcanzó inmortalidad. Vida breve la suya pero insólita manifestación de la inmortalidad. Sus versos son loa a cumbres de la individualidad humana junto con Goethe, Napoleón, Lamertov, Nietzsche, Dostoievski. Ibsen. Representa al individuo frente a la sociedad. Es la antinomia del socialismo gregario.

He was the war of the mainy against one, decía su amigo Sheley. Un sublevado contra la madre, el padre, la Iglesia, la sociedad las convenciones sociales contra dios y contra el diablo. “Amo la lucha la he amado siempre desde la infancia dice en una carta a Walter Scott”. Su animal preferido eran el erizo y el puerco espín.

Despreciaba el rebaño, no quiso ser jefe de la manada. Fue un solo contra todos. Una de las grandes almas que produjo Inglaterra que anduvo muchas leguas por el mundo a pesar de ser cojo.

Los positivistas más o menos mesocráticos no conseguirán comprender la obra de este prometeo encandelado que sólo se entiende a través del mito de la rebelión de Luzbel. Canta a las flores del mal.

Su poesía son versos satánicos los que plagió un tal Rushdie. Decía a los amigos los colegiales de Harrow: Dont come near me I have a devil inside. Estaba poseído de una suprema fuerza.

Incestuoso con su hermana, asesino, defensor de la violencia y bacanales nocturnas en su castillo de Newstead, un antiguo monasterio. Bebía vino en cálices sagrados o en una calavera, se iba de putas, se acostaba con su hermanastra Augusta Leigh. Glorificó al mal en su poema “Caín”. Su ayo decía que era una superfetación de la animalidad. Un individuo sin moral rodeado de un harén de mujeres que en Venecia vivía rodeado de hetairas como se refleja en su personaje Childe Harold. O en el Don Juan.

Cruzó el Helesponto a nado. Fue un preocupado por la calistenia y hacía régimen para no engordar.

Era apolíneo la vera efigie del Apolo de Belvedere pero estaba preocupado por la deformidad de sus pies. Un ángel por lo visto tropezó con una estrella y quedó cojo para toda la vida. Dicen los quirománticos que el diablo es renco y asimétrico. Un alma contrahecha en la envoltura de un hermoso cuerpo. Bebedor y fornicador maltratador de mujeres. La misoginia y sus dificultades con las mujeres parece ser que se origina en la aversión que sentía hacia su madre. La milady al nacer maldijo a aquel muchacho que nació con un pie equino.

Carbonario en Módena y conspirador en Florencia, se hace terrorista y va a luchar a favor de la independencia de los griegos pero los griegos lo traicionan “son peores que los perros”, escribió.

En poemas como “Don Juan” “la profecía del Dante” “la maldición de Minerva” explaya sus conceptos revolucionarios de lucha por la libertad, una libertad que no alcanza. Porque la verdadera libertad no se halla en la tierra. Está en el cielo. Murió en Mishongi cerca de Atenas luchando por la libertad.

UN DIABLO EN COMILLAS CON FAJÍN NEGRO DE JESUITA

 Regresé a la que fue mi alma mater años atrás al seminario vacío comillense. Subí la Cardosa o cuesta ornada de tamarindos acompañado de MJ y al ver el gran edificio del Menor deshabitado y guarida de fantasmas no pude reprimir un grito de añoranza. Encendí mi cachimba que siempre llevo conmigo como amuleto y compañera de vida e inspiración. El humo del tabaco actuó de lenitivo al dolor de todos aquellos sueños derrumbados. Todo lo que pudo ser y no fue posible. Por allí había pasado Samael, el ángel de la destrucción sobre la colina, pero abajo en el acantilado las olas seguían batiendo las restingas del embarcadero de Peña Castillo. Ya no se escuchaba el griterío de los pipis retóricos, de los filósofos a los que ya les apuntaba la barba y los teólogos a punto de ordenarse que miraban el partido viendo jugar a aquellos chicos con la sotana arremangada. Era la hora del recreo que los jesuitas llaman quiete y no corría ya el balón buscando las porterías. Había transcurrido medio siglo.

 El Stella Maris que preside una estatua de la Virgen estrella de los mares se había convertido en un jardín. Entonces era un campo de futbol, pero a la izquierda el frontón bajo un enorme cobertizo donde jugaban a pelota los vascos aparecía intacto y el seminario menor, cuyos tránsitos y aulas yo recorrí tantas  veces escuchando en medio del silencio de la fila el frufrú de la pana de mis pantalones bajo la sotanilla, estaba en obras. La inmensa explanada del Stella Maris era un jardín sembrado de ortigas y de helechos. Un eco lejano creí percibir en lontananza cuajado de melismas gregorianos. Cantábamos la Salve. La brisa marina jugaba al escondite con la luz de atardecer. Imágenes vinieron a mi memoria de algunos compañeros de curso: el toledano Sonseca, los vascuences Aramburu y Aburto, Massolíes gerundese, Antonio Pelayo el delegado de curso, un vallisoletano al cual veo narrar a través de la Cope lo que pasa en el Vaticano, Lorenzana y otros muchos. Los maestrillos Cavada y Heras que fue el que me ayudó y venía a despertarme a las tres de la mañana para levantarme a orinar, padecía yo enuresis. ¿Qué habrá sido de todos ellos?

El imponente edificio del seminario menor era un rascacielos de diez pisos. Abajo en la planta baja estaba el refectorio. Los desayunos eran ruidosos y un fámulo orensano nos hablaba en gallego que no entendíamos pero que con su lengua acariciadora nos servía unos platos de arroz con leche majestuosos y café con enfilada, todo lo que nos diese la gana. A la entrada del refectorio se alzaba un púlpito de madera de pino. Desde allí el semanero nos leía pasajes de la vida del santo del día, el martirologio romano, o bien, capítulos del Kempis. En mi mesa se sentaba Otto que era alemán, Santos burgalés, Bedoya santanderino, todos del pelotón de los torpes, excepto Rubalcaba toledano que era muy listo. En la fiesta del Crisóstomo le tocó a Rubalcaba que era el número uno en el aula de Retórica pronunciar en griego un discurso para honra y gloria de aquel padre de la iglesia griega, obispo de Constantinopla, al que llamaban Pico de Oro (kris, oro y tomos, boca)

Rubalcaba tenía una excelente memoria. Después de aprenderse el  difícil texto de coro nos largó una filípica de Demóstenes de casi media hora. Estupefactos quedamos todos. En la sala no se oía una mosca; únicamente, se escuchaba la voz cantarina del ponente. El refectorio aquella mañana de enero semejaba al ágora ateniense. La nostalgia que siento al volver al seminario vacío no sofrena mi resentimiento contra aquel lugar. No encajé. Me dieron por torpe. Yo no valía para obispo. Fueron doce meses muy difíciles por más que me entusiasmase la Montaña con sus paisajes idílicos y aquellos prados tan verdes cuando salíamos de paseo hasta Ruiloba, llegábamos al monasterio de Cobreces cisterciense, y nos bañábamos en la peligrosísima playa de Oyambre. 

¿Quien me iba a decir a mí que yo iba a tener una casita en lo alto sobre las peñas del acantilado del Mar Cantábrico? Un lugar tan bello y paradisiaco como el de aquel cerro de Peña Castillo  Dios escribe al derecho con letras al revés, ciertamente. Con sólo quince años aprendí en aquel caserón a sufrir y a ser humillado. Verumtamen, tú no vales para nada. En matemáticas, en física y química era un desastre, aunque destacase en lenguas clásicas y en inglés que siempre se me dio bien. Pegué un estirón. Mis células andaban revueltas. No sabía donde tenía la mano derecha ni a qué carta quedarme. Verumtamen, tú no vales, te nos has colao. Vuélvete a tu seminario y por si esto fuera poco no me valía la sotana que había heredado de don Bienvenido, un canónigo de Segovia, amigo de mi madre que era casi un enano, Verumtamen, tú no vales. Los malos tratos psicológicos que me deparó a lo largo del curso aquel maldito clérigo hijo del domine Cabra por no decir hijoputa me señalaron de por vida y he tratado de revolverme contra su dictamen, es decir que no soy un inútil, que valgo para algo. Su sentencia es una herida que llevo grabada de por vida. La santa madre iglesia es santa desde luego pero está llena de demonios. El estigma aún supura, pero me sirve de acicate para volver los ojos a Cristo. Yo no encajaba en aquel seminario destinado a ser fábrica de obispos y para ser obispo allí fui enviado. Tiempo adelante, siendo alcanzar la excelencia y el amor divino, mi principal anhelo, traté de demostrar a Eguillor que estaba equivocado. Así que cuando bajé por última vez la cuesta de la Cardosa que da puerta al tirocinio me descalcé y sacudí mis botas llenas de barro. De vosotros no quiero ni el polvo de la zapatilla. Escupí para arriba y uno de mis gapos alcanzó una rama del tamarindo ornamental. Pronuncié una maldición que al volver después casi sesenta años se había cumplido. Yo era profeta