2025-10-04

Екатерина Гусева и хор Саши Колчака Журавли

 

GETAFE

El cuervo Prosopopeyas había abierto el libro de mi vida y empezó el canturreo lúgubre y responsorial de mis hechos, mis dichos, mis triunfos, mis fracasos, mis pasos perdidos. El tramo correspondía a lo que me ocurrió en Getafe. Mi padre cambió de regimiento del 41 de Segovia fue destinado al 13 Ligero de la localidad getafense. Cada uno de ellos había militado en bandos diferentes durante nuestra guerra. El 41 de Segovia se adhirió al Movimiento Nacional. Por el contrario el de Getafe estuvo siempre con la república. Algunos jefes y oficiales que fueron represaliados acababan de ser re instados en sus antiguos empleos. A mi padre por ser del otro bando le miraban mal lo cual empeoró su salud y no ganaba para disgustos, broncas y arrestos que él llevaba con resignación. Algún amigo le insinuó que abandonara el ejército, pero él, renuente, tiró para adelante hasta pasar a la reserva en el año 65. En Getafe vivíamos en unas casas militares del barrio de las Margaritas desde el patio y las cochiqueras donde criábamos cerdos y gallinas se veía la Estatua del Corazón de Jesús fusilado por los socialistas, en varias ocasiones caminé hasta el cerro considerado por los geólogos como el centro de la península ibérica. Un terreno muy llano y feraz de extensos trigales de muchas obradas que hoy han desaparecido para convertirse en barrios del extrarradio madrileño. El cemento le ganó la partida al cultivo. El regimiento de mi padre y donde yo juré bandera hoy es una universidad cuando fueron desmanteladas nuestras fuerzas armadas y España quedó indefensa. Tuvimos que deponer las armas, licenciar a nuestras banderas y arrojárselas a los pies de nuestros enemigos los anglos, los usacos, los sionistas. Empezaría un tiempo de persecución sorda contra el cristianismo. Había que considerar el Holocausto como nuestra religión. De lo contrario eras anatema. Al salirme de cura empezó un tiempo difícil para mí. Me puse a trabajar de albañil pero todavía seguía yendo a misa los domingos a aquella iglesia destartalada de la Magdalena regentada por un párroco asturiano muy absolutista. Cuando estaba predicando y entraba una feligresa y no cerraba la puerta interrumpía su alocución. Señora, que yo no estoy para guardar perros. De Getafe recuerdo los largos paseos calle arriba calle abajo por la carretera de Madrid la arteria principal. La fiesta de Nuestra Señora de los Ángeles cuando venía la Legión de Leganés al baile y detrás de ellos las cantineras y las putas de la calle de Echegaray y la Ballesta. Otra cosa que recuerdo también es la sed de aquellos largos y tórridos veranos. No había agua corriente en las casas y había que portearla en carretillas especiales adaptadas al hueco de los cantaras. En Getafe a un par de leguas de Madrid quedaban los últimos aguadores de la Península. Prosopopeyas refería estos hechos con voz cascada y se acercaba a la cabecera de mi cama donde yo me afanaba por insertar el orinal entre las pantorrillas. Parecía que la enfermedad era recidiva. Encontraba dificultades para evacuar. Las micciones eran exiguas y repetitivas. La próstata me estaba dando malas noches. ¿Habría regresado la anuria a mi vejiga?

─No─ exclamó Prosopopeyas─ lo que a ti te pasa es normal en el posoperatorio. Además, no deberías escuchar las noticias porque eres un tipo muy sensible y estás muy afligido al ver por la televisión fotos de niños palestinos asesinados, la crueldad de Trump y la maldad diabólica de Netanyahu el cual se jacta de asesinar en nombre de Dios ¿Dónde se vio tamaña protervia? Además Zelenski (era su doble no se ge despinta el rostro de asesino de la voz cascada) se parece a aquel judío que quiso matarte jugando a los dardos cuando fuiste a Londres para tratar de comunicarte con Helen y no te dejaron verla. Te quedaste sin dinero y sin cobijo y llamaste a la puerta de una amiga tuya que estaba amancebada con Zelenski y ocurrió lo que te ocurrió saliste gritando de aquel piso en Belgravia. El dardo no te alcanzó y huiste a media noche andando hasta el aeropuerto Heathrow, la embajada española te pagó el viaje de regreso. Malos son esos tíos raza de víboras y sepulcros blanqueados. La Virgen Santísima te salvó como tantas y tantas veces.

─Sí. Es verdad, gracias a Dios

 ALFAQUEQUE DE PUTAS

 

Yendo a Arévalo los martes al mercadillo me impresionó una inscripción de un viejo convento de la merced derruido: “en este convento profesó fray Juan Gil redentor de cautivos que liberó a Cervantes de los baños de Argel” y a mí me dio, como ya no hay prisioneros de guerra, ser alfaqueque de putas.

Ardua tarea porque la cabra siempre tira al monte. Estos meses de atrás perdí mucho tiempo en la Red tratando de estudiar el problema e intentar sacar a las pupilas de los lupanares mediáticos.

Una conclusión saqué y es la primera que ese terreno es muy resbaladizo pues tiene que ver con la biología y la sexualidad femenina, insaciable. Debe de ser por una regla de la naturaleza y los cánones de la reproducción genética. Todas a gozar pero ¿y si quedamos preñadas?

Siempre piden más y más, bajo los dictámenes del furor uterino. Los movimientos feministas descubrieron este síndrome programando la libertad sexual a bombo y martillo.

¿Libertad o esclavitud? A cualquier hora, en cualquier sitio. Aquí te pillo, aquí te mato.  Ninfomaníacas.

El romanticismo es una entelequia que puso en jaque a legiones de escritores y poetas.

Todos tomaron la pluma para describir la excelsitud de sus pensamientos hacia sus adoradas para luego caer de culo al descubrir que su amor era eso: sexo, el mandato del instinto, una fuerza insoslayable en el hombre e insaciable en la hembra. Nunca hartas, El sexo para ciertas mujeres es el tormentos de la danaides por muchos cantaros que eches nunca llenaras el aljibe. ¿Bien canta Marta después de harta? Jamás. Piden más y más. Y esta es la base de los traficantes de la carne en Internet y el eje que mueve ruedas y enarbola banderas del trato de blancas. Imposible ser alfaqueque de putas. Cayeron en el fango y se hunden. Su físico se va deteriorando, su mirar oscureciendo.

Zvezdá una beldad rusa que reúne en su figura perfecta los ojos azules de Liz Taylor, los cabellos de la Brigitte Bardot y los carnosos labios de Sofía Loren, me dio pena cuando exhibe en sus adorables pechos un balano de plástico para hacer felaciones a distancia, se sienta sobre una máquina de follar conectada a las vibraciones de sus clientes y empieza a gemir y alborotar cual las gatas en celo lo que enerva al personal al otro lado de la pantalla.

 Ese es su negocio. Se me cae el alma a los pies. Zvezdá era la fulgurante estrella convertida en meteorito que se derrumba sobre el universo infinito, apaga su luz para no volver más.

Es una estrella fugaz. Me hago cruces y me pregunto cómo puede ser que tal beldad una bayadera del Bolshoi acabe en un serrallo de Constantinopla o de esquinera en las calles de Londres que es mucho peor.

 Putin tiene descuidado ese flanco: el de sus mujeres que son tan apetecibles para la lascivia de occidente. ¿Cómo es que no se ha dado cuenta y que Zelensky el maldito instigador de esta guerra que está costando tantas vidas de sus soldados sigue vivo? Definitivamente no valgo para alfaqueque de putas.

Agua que no has de beber déjala correr aunque se trata de una verdadera peste en nuestros días. Las mafias no tienen piedad. Serán explotadas estas pobre pupilas, las exprimirán hasta el último aliento. Son coños y vaginas que dan dinero. Al final las enviarán a la rúa como vagabundas o al hospital. Pobre Estrella la más hermosa del baile cuya derrota he seguido desde Inskurk a Estambul y desde Estambul a Abudabi. La compró un licencioso jeque árabe. No era más que una esclava sexual

2025-10-03

 




ESCRITURA Y ORACIÓN

 

Plega a Dios uno y trino

Que la oración de esta babushka rusa

Llegue al trono del Rey del mundo

Kyrie eleison

El lobo da vueltas al redil

Y las ovejas son devoradas

Para mí esta celda

Donde escribo y oro

Es la carlanca del mastín

En mis rezos convoco a los ángeles

Y a los demonios conjuro

─Achidiahi, sal de ahí

Son muchos años ya

De paciencia rezar y escribir

Soy un anacoreta

En medio de la ciudad

Trepidante

En el silencio y menoscabo

De honores, fama riquezas

He vencido al mundo

Y a las infernales potestades

Que amenazan  y asesinan

En nombre de Jehová

Ese no es mi dios

Rusia Oración свтятому Спиридону Тримифунтскому hacedor de milagros en l...

ESENIN UN POETA RUSO ENAMORADO DE PERSIA de literaturna gazeta

 

Nunca he estado en el Bósforo.

En el 130 aniversario del nacimiento de Sergei Yesenin

Kurbon Dadomatov, miembro de la Unión de Periodistas de Rusia, Tomsk

En los países de habla persa, incluido Tayikistán, el interés por la obra de Sergei Yesenin es particularmente fuerte. Por ejemplo, sus poemas del ciclo "Motivos Persas" son ampliamente leídos y conocidos entre los amantes de la poesía rusa. Estos poemas expresan el amor del poeta por la tierra sagrada de Oriente, su gente y sus tradiciones.

Yesenin se inspira en el rico legado de los grandes poetas Khayyam, Saadi, Hafiz, Ferdowsi y otros. Estudia sus obras con devoción.

En la década de 1980, cuando el poeta popular de Tayikistán, Loik Sherali, tradujo este ciclo al tayiko, los jóvenes se interesaron con entusiasmo por él. El tema del amor en estos poemas está lleno de los matices más tiernos. Estas traducciones contribuyeron a un importante cambio en la popularización de la poesía rusa en Tayikistán. Gracias a ellas, los jóvenes se familiarizaron aún más con la poesía rusa, en particular con la obra de Sergei Yesenin.

El interés por la poesía de Sergei Yesenin es fuerte no solo en Tayikistán, donde se habla persa, sino también en otros países de Asia Central, incluido Uzbekistán. La publicación de una colección de poemas de Yesenin, "Motivos Persas", con traducción al uzbeko en 2022, contribuyó a aumentar el número de lectores uzbekos. La serie fue traducida por el poeta del pueblo de Uzbekistán, Erkin Vakhidov.

Yesenin demostró repetidamente un profundo aprecio por la herencia poética de Oriente. El poeta soñaba con visitar Irán, cuna de grandes poetas cuyas obras fueron ampliamente traducidas y conocidas en Rusia. Encontró motivos orientales en el Turquestán (actual Uzbekistán) y el Cáucaso. En 1921, Yesenin visitó Tashkent y Samarcanda, y entre 1924 y 1925, Bakú y Tiflis. En Tashkent, Yesenin se sumergió por primera vez en la auténtica atmósfera de Oriente, que tanto le fascinó y que más tarde lo llevó a crear "Motivos Persas". Samarcanda, con sus notables monumentos arquitectónicos, también dejó una huella imborrable en el poeta ruso.

El primer poema del ciclo, «Mi vieja herida ha sanado...», trata sobre el amor. Dice que es más difícil entablar relaciones con mujeres en Oriente que en Rusia:

Estamos en Rusia, chicas de primavera.

No los mantenemos atados con cadena como a los perros,

Aprendemos a besarnos sin dinero,

Sin trucos de daga ni peleas.


El poema “Shagane, eres mi Shagane” es una carta de amor a una mujer oriental:

Shagane, ¡eres mía, Shagane!

Porque soy del norte, o algo así,

Estoy listo para contarte el campo,

Sobre centeno ondulado a la luz de la luna.

Shagane, eres mía, Shagane.


¿Quién es Shagane? No es un personaje ficticio, sino una profesora común y corriente, Shagane Talyan, a quien el poeta conoció en Batumi y quedó cautivado por su belleza oriental. Ella y el poeta forjaron una cálida amistad. Este poema evoca la poesía persa, que repite el primer y el último verso de una estrofa de cinco versos:

Porque soy del norte, o algo así.

Que la luna allí es cien veces más grande,

No importa lo hermoso que sea el Shiraz,

No es mejor que las extensiones de Riazán,

¿Porque soy del norte o qué?


Shiraz es una de las ciudades más hermosas y fabulosas de Irán, cuna de numerosos poetas, como Saadi y Hafiz. Mientras admira Persia, el héroe siente nostalgia por su lejano y querido hogar. El poeta insinúa entonces que su alma eslava es tan amplia e inagotable como un campo ruso, y confiesa que allí, en el norte, también hay una joven como Shaganeh, que quizá esté pensando en él en este preciso instante:

Shagane, ¡eres mía, Shagane!

Allí, en el norte, también hay una niña,

Quizás esté pensando en mí...

Shagane, ¡eres mía, Shagane!


En otros poemas de este ciclo ("Dijiste que Saadi solo besaba pechos...", "Hoy le pregunté al cambista...", "Nunca he estado en el Bósforo...", "¿Por qué brilla la luna tan tenuemente / Sobre los jardines y murallas de Jorasán..."), el poeta ruso Sergei Yesenin logró crear un mundo de su Persia románticamente sublime, casi de cuento de hadas, pero realista. Por lo tanto, su obra es tan querida para el lector oriental como para su ruso natal.

 

BYRON


Byron descubre el mediterráneo para los ingleses. Es junto a Shakespeare el mayor genio que dio Inglaterra. Su Childe Harold estuvo en el índice durante 25 años. Allí inventa el romanticismo precursor de un tiempo nuevo pero ay literatura cuanto te doy y qué poco me das a cambio pero no eres literatura sólo terapéutica si acaso. Maldijo su oficio de poeta. Hubiera preferido ser un hombre de acción. Cuando los dioses no estuvieron nunca de su parte. Byron mediante la muerte alcanzó inmortalidad. Vida breve la suya pero insólita manifestación de la inmortalidad. Sus versos son loa a cumbres de la individualidad humana junto con Goethe, Napoleón, Lamertov, Nietzsche, Dostoievski. Ibsen. Representa al individuo frente a la sociedad. Es la antinomia del socialismo gregario.

He was the war of the mainy against one, decía su amigo Sheley. Un sublevado contra la madre, el padre, la Iglesia, la sociedad las convenciones sociales contra dios y contra el diablo. “Amo la lucha la he amado siempre desde la infancia dice en una carta a Walter Scott”. Su animal preferido eran el erizo y el puerco espín.

Despreciaba el rebaño, no quiso ser jefe de la manada. Fue un solo contra todos. Una de las grandes almas que produjo Inglaterra que anduvo muchas leguas por el mundo a pesar de ser cojo.

Los positivistas más o menos mesocráticos no conseguirán comprender la obra de este prometeo encandelado que sólo se entiende a través del mito de la rebelión de Luzbel. Canta a las flores del mal.

Su poesía son versos satánicos los que plagió un tal Rushdie. Decía a los amigos los colegiales de Harrow: Dont come near me I have a devil inside. Estaba poseído de una suprema fuerza.

Incestuoso con su hermana, asesino, defensor de la violencia y bacanales nocturnas en su castillo de Newstead, un antiguo monasterio. Bebía vino en cálices sagrados o en una calavera, se iba de putas, se acostaba con su hermanastra Augusta Leigh. Glorificó al mal en su poema “Caín”. Su ayo decía que era una superfetación de la animalidad. Un individuo sin moral rodeado de un harén de mujeres que en Venecia vivía rodeado de hetairas como se refleja en su personaje Childe Harold. O en el Don Juan.

Cruzó el Helesponto a nado. Fue un preocupado por la calistenia y hacía régimen para no engordar.

Era apolíneo la vera efigie del Apolo de Belvedere pero estaba preocupado por la deformidad de sus pies. Un ángel por lo visto tropezó con una estrella y quedó cojo para toda la vida. Dicen los quirománticos que el diablo es renco y asimétrico. Un alma contrahecha en la envoltura de un hermoso cuerpo. Bebedor y fornicador maltratador de mujeres. La misoginia y sus dificultades con las mujeres parece ser que se origina en la aversión que sentía hacia su madre. La milady al nacer maldijo a aquel muchacho que nació con un pie equino.

Carbonario en Módena y conspirador en Florencia, se hace terrorista y va a luchar a favor de la independencia de los griegos pero los griegos lo traicionan “son peores que los perros”, escribió.

En poemas como “Don Juan” “la profecía del Dante” “la maldición de Minerva” explaya sus conceptos revolucionarios de lucha por la libertad, una libertad que no alcanza. Porque la verdadera libertad no se halla en la tierra. Está en el cielo. Murió en Mishongi cerca de Atenas luchando por la libertad.

UN DIABLO EN COMILLAS CON FAJÍN NEGRO DE JESUITA

 Regresé a la que fue mi alma mater años atrás al seminario vacío comillense. Subí la Cardosa o cuesta ornada de tamarindos acompañado de MJ y al ver el gran edificio del Menor deshabitado y guarida de fantasmas no pude reprimir un grito de añoranza. Encendí mi cachimba que siempre llevo conmigo como amuleto y compañera de vida e inspiración. El humo del tabaco actuó de lenitivo al dolor de todos aquellos sueños derrumbados. Todo lo que pudo ser y no fue posible. Por allí había pasado Samael, el ángel de la destrucción sobre la colina, pero abajo en el acantilado las olas seguían batiendo las restingas del embarcadero de Peña Castillo. Ya no se escuchaba el griterío de los pipis retóricos, de los filósofos a los que ya les apuntaba la barba y los teólogos a punto de ordenarse que miraban el partido viendo jugar a aquellos chicos con la sotana arremangada. Era la hora del recreo que los jesuitas llaman quiete y no corría ya el balón buscando las porterías. Había transcurrido medio siglo.

 El Stella Maris que preside una estatua de la Virgen estrella de los mares se había convertido en un jardín. Entonces era un campo de futbol, pero a la izquierda el frontón bajo un enorme cobertizo donde jugaban a pelota los vascos aparecía intacto y el seminario menor, cuyos tránsitos y aulas yo recorrí tantas  veces escuchando en medio del silencio de la fila el frufrú de la pana de mis pantalones bajo la sotanilla, estaba en obras. La inmensa explanada del Stella Maris era un jardín sembrado de ortigas y de helechos. Un eco lejano creí percibir en lontananza cuajado de melismas gregorianos. Cantábamos la Salve. La brisa marina jugaba al escondite con la luz de atardecer. Imágenes vinieron a mi memoria de algunos compañeros de curso: el toledano Sonseca, los vascuences Aramburu y Aburto, Massolíes gerundese, Antonio Pelayo el delegado de curso, un vallisoletano al cual veo narrar a través de la Cope lo que pasa en el Vaticano, Lorenzana y otros muchos. Los maestrillos Cavada y Heras que fue el que me ayudó y venía a despertarme a las tres de la mañana para levantarme a orinar, padecía yo enuresis. ¿Qué habrá sido de todos ellos?

El imponente edificio del seminario menor era un rascacielos de diez pisos. Abajo en la planta baja estaba el refectorio. Los desayunos eran ruidosos y un fámulo orensano nos hablaba en gallego que no entendíamos pero que con su lengua acariciadora nos servía unos platos de arroz con leche majestuosos y café con enfilada, todo lo que nos diese la gana. A la entrada del refectorio se alzaba un púlpito de madera de pino. Desde allí el semanero nos leía pasajes de la vida del santo del día, el martirologio romano, o bien, capítulos del Kempis. En mi mesa se sentaba Otto que era alemán, Santos burgalés, Bedoya santanderino, todos del pelotón de los torpes, excepto Rubalcaba toledano que era muy listo. En la fiesta del Crisóstomo le tocó a Rubalcaba que era el número uno en el aula de Retórica pronunciar en griego un discurso para honra y gloria de aquel padre de la iglesia griega, obispo de Constantinopla, al que llamaban Pico de Oro (kris, oro y tomos, boca)

Rubalcaba tenía una excelente memoria. Después de aprenderse el  difícil texto de coro nos largó una filípica de Demóstenes de casi media hora. Estupefactos quedamos todos. En la sala no se oía una mosca; únicamente, se escuchaba la voz cantarina del ponente. El refectorio aquella mañana de enero semejaba al ágora ateniense. La nostalgia que siento al volver al seminario vacío no sofrena mi resentimiento contra aquel lugar. No encajé. Me dieron por torpe. Yo no valía para obispo. Fueron doce meses muy difíciles por más que me entusiasmase la Montaña con sus paisajes idílicos y aquellos prados tan verdes cuando salíamos de paseo hasta Ruiloba, llegábamos al monasterio de Cobreces cisterciense, y nos bañábamos en la peligrosísima playa de Oyambre. 

¿Quien me iba a decir a mí que yo iba a tener una casita en lo alto sobre las peñas del acantilado del Mar Cantábrico? Un lugar tan bello y paradisiaco como el de aquel cerro de Peña Castillo  Dios escribe al derecho con letras al revés, ciertamente. Con sólo quince años aprendí en aquel caserón a sufrir y a ser humillado. Verumtamen, tú no vales para nada. En matemáticas, en física y química era un desastre, aunque destacase en lenguas clásicas y en inglés que siempre se me dio bien. Pegué un estirón. Mis células andaban revueltas. No sabía donde tenía la mano derecha ni a qué carta quedarme. Verumtamen, tú no vales, te nos has colao. Vuélvete a tu seminario y por si esto fuera poco no me valía la sotana que había heredado de don Bienvenido, un canónigo de Segovia, amigo de mi madre que era casi un enano, Verumtamen, tú no vales. Los malos tratos psicológicos que me deparó a lo largo del curso aquel maldito clérigo hijo del domine Cabra por no decir hijoputa me señalaron de por vida y he tratado de revolverme contra su dictamen, es decir que no soy un inútil, que valgo para algo. Su sentencia es una herida que llevo grabada de por vida. La santa madre iglesia es santa desde luego pero está llena de demonios. El estigma aún supura, pero me sirve de acicate para volver los ojos a Cristo. Yo no encajaba en aquel seminario destinado a ser fábrica de obispos y para ser obispo allí fui enviado. Tiempo adelante, siendo alcanzar la excelencia y el amor divino, mi principal anhelo, traté de demostrar a Eguillor que estaba equivocado. Así que cuando bajé por última vez la cuesta de la Cardosa que da puerta al tirocinio me descalcé y sacudí mis botas llenas de barro. De vosotros no quiero ni el polvo de la zapatilla. Escupí para arriba y uno de mis gapos alcanzó una rama del tamarindo ornamental. Pronuncié una maldición que al volver después casi sesenta años se había cumplido. Yo era profeta


2025-10-02

bautizo de pelayin

 


 

ALUCHE O EL VIEJO YUDO ASTUR LEONÉS

por antonio parra

Muchos madrileños habrán tomado el suburbano hasta Aluche, la estación pasado los Carabancheles en la linde con Campamento. Muy pocos, empero, sabrán lo que significa ese término que designa a una de las estaciones más populares de nuestras barriadas  allende la Casa Campo. Quiere decir en las provincias de Asturias y Santander pelea. Quizá allí donde desde tiempo inmemorial estuvo  instalada la fuerza de asiento que guarnecía la Capital hubiese  corrales - algo así como nuestros modernos polideportivos pero mucho más rudimentarios e incómodos- habilitados para la práctica de este deporte cuya ascendencia se remonta a tradiciones y costumbres mozárabes.

Era una diversión popular que solía tener por marco las parvas de las eras, pasado verano, junto a las trojes o en el mullido pasto de una dehesa boyal o boal (en Asturias), al objeto de que la caída de uno de los contrincantes, al que se debía trabar por el cinto de cuero y reducirle con una de las muchas llaves de este juego[1],  tan complicado como antañón, pues revierte a la lucha grecorromana, amortiguase el golpe, al dar en blando, sobre la paja o sobre la hierba.

 El aluche es el yudo leonés, lid competitiva en la cual medían sus fuerzas y probaban músculo desde el tiempo de los visigodos los mozos del antiguo reino leonés, antes de alistarse como mesnaderos. Alfonso III el Magno, el monarca que trasladó la capital de Oviedo hasta León, era muy aficionado a él y grandes torneos de esta viril pugna se celebraran bajo su mandato a lo largo y a lo ancho de su jurisdicción: ciudades,  villas y pueblos de aquellos reinos, desde el valle del Buelna hasta las rías del Sil y del Eo, en toda la cornisa cantábrica, particularmente, en la fiesta de san Froilán, a primeros de octubre.

 Ese día lo celebraban por todo lo alto las merindades. Se distinguían por el interés que despertaban las competiciones que se desarrollaban extramuros de las murallas de Lugo y en el ejido del Boñar. Coincidían con las fiestas de la recolección, según una vieja costumbre céltica (haerfest, harvest o herbst) simbolizada por Hera, la esposa y hermana de Zeus[2], Ceres romana o la gran Deméter griega, por otros nombres, símbolo del matrimonio, de lo que nace y lo que muere. De la vida misma.


 Los púgiles vencedores eran coronados con ramo de laurel o gratificados en especie con algún fruto de la tierra, el grano ya metido en la panera y la uva en los lagares o a punto de ser vendimiada. Estos gladiadores incruentos utilizaban por tatami un cuadrilátero enmarcado por hitos de los que ninguno de los contrincantes podía ser desplazado ni desplazar al contrario en las eras a pie enjuto. Los que se presentaban a la lid con abarcas o en alpargatas que se llamaban crépidas quedaban descalificados. La antigua lucha leonesa, lo más parecido al judo, pero con otras técnicas y no con tanta cortesía, proscribía los golpes bajos, las zurras de castigo disimuladas, puñadas y patadas. Era falta atentar contra el cuello y los genitales. Unas buenas caderas hacían falta para practicar aluche, tobillos recios y agilidad felina para evitar que el otro te agarrara por los cuadriles y te tumbara. En el mencionado ejercicio se adiestraban los mozos que habrían de engrosar las levas contra el sarraceno. Fue durante muchos siglos junto con la petanca, el chito y los bolos, deporte nacional, entretenimiento favorito de nobles y plebeyos.

A los contendientes se les llamaba “moricos” pues muchos no habían sido bautizados, o bien porque eran de corta edad, o porque procedían de otras etnias, hubieren capitulado de su religión, o fuesen mercenarios. Hay sitios como algunos lugares de Segovia, Valladolid y Palencia donde se llama todavía moritos a los niños que no han recibido las aguas crismales.

  Muchos eran imbeles o adolescentes y no habían entrado en quintas. Con edades oscilando entre los catorce y los veintidós años. Su practica les afianzaba en las técnicas del cuerpo a cuerpo. Y curtía sus espíritus para la brega de la existencia. Estos luchadores nutrían las vanguardias de las tropas de asalto y fueron base medular de la famosa infantería española que debió sus éxitos en Flandes a estos soldados entrenados en las habilidades de la antigua lucha greco romana. Una hija mía, Henar, buena judoka, refiere que a “las de León” nadie las derriba, pues son duras de pelear. Deben de ser los genes. Un deporte practicado durante generaciones sin parar crea una predisposición ingénita en los que lo ejecutan, asegurándose de esa manera una buena cantera de duchos gimnastas.

 Desde la colonización de Cesar era la competición favorita en la España Citerior y Ulterior, en un arco de distancia que comprende desde el Señorío de Treviño y Vizcaya (también los vascos conservan las costumbres célticas) a la Ría de Arosa, y desde Tarragona hasta Coimbra. En la arena los púgiles leoneses despuntaban por su superioridad técnica. Llaves que levantaban en vilo. Placajes capaces de desriñonar al oponente. El aluche era atávico patrimonio de la estirpe. Muchos de los que lo cultivaban acababan en Roma de gladiadores divirtiendo a la plebe con su pericia circense en el foso del Coliseo.


 De continuo, tuvieron fama los “butuarii” que manejaban en los juegos públicos la espada con los ojos vendados y repartían mandobles de ciego; los “andábatas” o suplentes que opugnaban, -macabra costumbre recordatoria de soltar a los sobreros de nuestros ruedos en sustitución del que había muerto o no habían dado juego-, siendo sacrificados ipso facto y córam populo por los viruleros.

Los “sectores” de la Legio VII saltaban al albero ensangrentado con una idea fija: segarle al rival el penacho de plumas que lucían en el yelmo. De Emérita Augusta viniera toda una escuela gladiatoria que se caracterizaba la habilidad y contundencia con que esgrimían el cestus[3](una especie de puño de hierro forrado con arena o con piedras por dentro).

Esta región no solamente fue reserva de espadachines y de jinetes o desultores que hacían las delicias del público asistente a los anfiteatros durante el imperio, sino que también nutrió los lábaros y estandartes de las legiones  cesaristas con los famosos milites, vélites y équites que se distribuían a su vez en escuadras, manípulos y cohortes bajo las banderas imperiales.

 Contribuyó a la gloria de Roma con algunos de sus más insignes emperadores que nacieron aquí: Galba, Tiberio, Trajano. De hecho León debe su nombre a una de éstas legiones alla acamadas Legio VII Victrix. España es apasionada. Al principio, impermeable a la romanización, y renuente a aceptar la férula romana. Más tarde, entusiasmada con el proyecto latino, se fundiría con el estilo de vida y la forma de pensar de sus invasores. ¿La afición a los toros en estas tierras donde de largo se viene rindiendo culto a Minotauro no será un atavismo del “panem et circenses” que pedía el populacho tras el Tíber a sus gobernantes? ¿La devoción a las imágenes y las medallas no nos vendrá dado del politeísmo del Lacio, tan variado como fetichista? ¿Ese apego a la familia y al terruño, por último, no será un bagaje reminiscente de todo aquel acerbo de creencias cristianizadas?

Para cada ocasión y para necesidad ellos tenían un dios preciso. En torno a los gladiadores y púgiles de aluche surgían bandos. Unos eran de Indibil. Otros, de Mandonio. Los de más allá de Ursus el Hispanus.  Surgieron las consabidas peñas como las de Joselito y Belmonte.  Tal discrepancia de gustos forma parte de la enjundia del talante ibérico.

 El vulgo quiere olvidarse de la realidad, con frecuencia ingrata que le circunda, mediante la asistencia a las carreras y espectáculos y cuando se ve en un apuro se encomienda a alguna de las deidades asignadas.

Sin deporte no hay progreso. El aluche curtía no sólo los miembros del cuerpo sino que a la vez templaba y curtía el espíritu. Roma, madre de pueblos, que tenía en la inefable Hispania su granero y su almazara de suministro frumentario. León fue un puesto significativo y un hito importante en la ruta del itinerario de Antonino que conectaba las Galias con la Lusitania y la Tarraconense.


La calzada se dividía en jornadas correspondientes a otras tantas  mansiones o centros de avituallamiento distantes unas de otra a unos cuarenta kilómetros que era lo que solía recorrer un cuerpo de ejército con su impedimenta a las costillas en un día.  A razón de un millar de pasos, o lo que es lo mismo 6666 varas que suman, a su vez, diez leguas de posta. Todavía puede admirarse esa pasión romana por la linea recta en los encachados de algunas estradas como la que asciende serpeando por el Puerto del Pico, Ávila.

 Las lajas de su pavimento que aun resisten los siglos se cansaron de oír rodar las ruedas de los carros militares con la impedimenta de los “plaustra”[4] o el ajetreo de los bueyes y jumentos uncidos al yugo de las bigas y fueron testigos del estruendo de los carromatos soporte de las helépolis de asalto y otras  máquinas de guerra, del crujido de los cascos de los caballos o el paso firme de las botas de los soldados (caliga), los vivanderos y los acemileros y escoltas de las tropas de refresco. En las conducciones también venían elefantes y todo tipo de fieras que eran utilizadas en el asedio a las ciudades.

 Las mansiones o apeaderos se llamaban Mirobriga (Ciudad Rodrigo), Clunia, (Coruña del Conde), Lacobriga  (Carrión de los Condes), Septem Publica (Sepúlveda) Lancia, ciudad romana en Asturias cerca de la sierra de los Ancares (¿Tineo?), de la calzada de Antonino o itinerario regio, cuyas lajas vieron el paso de tantas legiones.  Este camino que  desembocaba en la Vía Apia era denominado en Roma el Trayecto de los Gladiadores de Hispania.

 Las más hermosas “parthenae” o muchachas que se paseaban por la catasta, luciendo  jeme y medidas diez en aquellos primitivos concursos de belleza o desfiles de modelos,  celebrados en la catasta[5] del Capitolio, según referencias de Plinio, eran las nubias egipcias, negras y elegantes como la reina de Saba, y  las “puellae Hispaniae”. Todo un precedente del ignominioso tributo de las Cien Doncellas reclamado por Almanzor.

 Eran llevadas a  Roma como botín de guerra y vendidas como preseas del deleite aunque pronto muchas de ellas alcanzaban la manumisión y se casaban con los propios amos que las habían comprado en aquellas almonedas de la carne a la cual eran demasiado aficionados los senadores.

La fama de la hermosura de estas adolescentes causaba asombro. Asimismo, la habilidad y fuerza de los combatientes de Clunia y los púgiles de Asturica Augusta (Astorga) se hicieron famosos en el hemiciclo del Coliseo.


 El aper o jabalí del Bierzo con su carne exquisita que era llevada a Roma en salazón fuera degustado como bocado suculento en los triclinios de Lúculo y nada se diga de los vinos de las riberas del Órbigo. Flamines y quirites se emborrachaban, pues lo tenían por costumbre con el “vinum hispánicum”, transportado hasta Ostia a bordo de las naves onerarias, en los figones y tabernas cerca del Foro allá por las fiestas sigilarias o las saturnales. “Temulentos que adementan” llama Plinio a los caldos de Oronia (Urueña), cerca de Rueda. Para un romano, de suyo muy aficionado a las libaciones en la crátera sagrada, esto de por sí constituye un piropo.

 El nombre de Hispania que iba y venía en los labios de los centuriones y decuriones de la Legio VII Gémina, Pía por otro nombre, suscitaba nostalgias y añoranzas en el Senado y el Pueblo Romano. ¿No dijo Pablo de Tarso que la vida milicia es? Ciertamente, pero hay que tomarla deportivamente como el aluche de los campeones bercianos. A este deporte lo llamaban pugna grecorromana pero es de León de pura cepa. Como el mismo san Froilán, patrono de todo su reino. Con una excepción, Zamora, donde protege en exclusiva san Atilano obispo y confesor. 

 

ANTONIO PARRA

                  2 de abril de 2002

 



[1]echar la trabilla con el fin de revolcar o voltear.

[2]El estupro incestuoso no cuenta, a lo que se ve,  para los viejos dioses.

[3]Una especie de manopla en forma de urna o cesta que acoplaban al dorso de la mano para golpear con mayor contundencia. El puño de hierro americano en el cestus romano se inspira.

[4]Plaustra, carros aljibes o cisternas de aprovisionamiento

[5]Estrado público donde se exponían los esclavos y esclavas en venta.

2025-10-01

 

CUELGO LA SOTANA

Aquella década de mediados de los cincuenta, yo era latino, fue un tiempo de ilusión clerical, era yo un seminarista fervoroso que trataba de no mirar para las chicas aun cuando la Mary la hija del maestro armero me traía por la calle de la amargura, dejé de jugar con ella a la pídola y cuando la veía echaba mano al cilicio que me mandó poner mi director espiritual en la región lumbar y formulaba una jaculatoria:

─Señor, antes morir que pecar

Pero pecaba con los ojos, con la mano, con el hocico, con toda mi carne enfurecida. Un descuido. Me venía la imagen de sus bragas saltando sobre mí cuando yo hacía de burro y zas. Como sentía escrúpulo después de cometer aquel pecado mortal, y me daba vergüenza ir a confesar mis trasgresiones de la pureza tenía que bajar al Parral. Allí un fraile jerónimo, fray Paja, administraba el sacramento de la penitencia a los seminaristas que se la meneaban. Era un penitenciario de manga ancha pero algo sospechoso de mariconería. Hacíamos cola ante el confesonario de fray Paja y las confesiones duraban la tira, se arrimaba todo lo que le permitían las reglas, yo percibía el aliento apestoso y el cerquillo de su cabeza rapada tocando mi frente. Parecía que en vez de ir a reconciliarte con Dios bajabas a la alameda que así se llamaba el lugar bellísimo donde se emplazaba el monasterio mandado construir por don Enrique de Villena (ni palabra mala ni obra buena) en el siglo XV. a bailar el tango. 

Los periódicos traían noticias del concilio y hablaban del papa buena San Juan XXIII el cual a posteriori se comprobó que no era tan bueno ni tan santo. El Vaticano II iba a ser el viaje a ninguna parte, una tarjeta de auto demolición de la iglesia que yo amaba. Fuimos los últimos de las misas en latín, la hermosa liturgia que había inspirado la devoción y el recogimiento durante siglos se fue al carajo. Todos decían que era necesario el idioma vernáculo para entender los ritos. Sin embargo, suprimido el misterio de lo sagrado y secularizada la religión católica, con el anhelo de ponerse al día, los seminarios quedaron vacíos, a las iglesias no iba nadie y las parroquias se quedaron sin curas. Hubo una fuerte pugna entre tradicionalistas y aperturistas que ganaron estos últimos. Mi corazón se llenó de tristeza viéndolas venir. Cuando empecé los cursos de Filosofía noté que mi vocación flaqueaba pero seguía los veranos ayudando a misa al cura chiquito, el coadjutor de don Benito, el párroco de Santa Eulalia, poniendole la banqueta a la hora de alzar, acompañándole en sus paseos largos hasta Baterías con el deán Fernando Revuelta, el bibliotecario don Cristino canónigo pertiguero y bibliotecario que me hablaba de los tesoros bibliográficos guardados en la catedral de Segovia en particular partituras musicales. El tercero de la terna era el beneficiado don Benedicto que era un alma de Dios, gordo y macizo con cara de hogaza. Ver a aquellos buenos clérigos subir la cuesta de la Pista siempre a la misma hora después de las Vísperas en verano y del oficio de Tercia en invierno era todo un espectáculo que inspiraba veneración y ternura por el contraste de estaturas. El capellán don Valerio no levantaba diez cuartas y el deán medía algo menos de dos metros y el beneficiado Benedicto pesaba más de cien kilos el gordinflón mientras don Cristino era un jijas, tan delgado que cuando soplaba el cierzo de la sierra, parecía que se lo llevaba el aire. Detrás de los clérigos, y según una tradición que provenía del uso y costumbres catedralicias antañonas, era conveniente que caminasen los acólitos cubriendo carrera. Así que Gonzalo, Teófilo el que sería mi alfaqueque como inspector de policía en la ciudad donde yo tuve una novia y venía para casarme, que me sacó de la cárcel cuando fui llevado al talego y yo ibámos detrás. 

El oído atento, sacamos grandes provechos de lo que decían aquellos sabios. El cura chiquito era un oráculo en demonología. Satanás se transfigura en ángel de luz, decía.

─Tú ¿sabes cuantos diablos hay, Fernando?

El deán decía que muchísimos tantos como ángeles y muchos más que el número de hombres habidos y por haber y habrá desde que el mundo es mundo.

─A ver nombres, díganme nombres

─Está claro: Lucifer

─Ese es el más nombrado pero hay otros desconocidos verdaderos enemigos del género humano, epígonos de la iniquidad,

─Ya está Su Eminencia con sus palabros raros, don Valerio ─el deán Revuelta al capellán del cementerio siempre lo trataba de usted, no sabemos por qué─ No me toque los cojones

─Habla bien, Revuelta, que cuesta poco─ medió el canónigo pertiguero ─Yo lo que sé es que le llaman el Vetus, el viejo al cual se aplica el refrán de que más sabe el diablo por viejo que por el diablo

Los cuatro curas vestidos de talar con dulleta, teja y balandrán, se sentaban en una peña y allá seguía el cura chiquito con su discurso:

─Los más dañinos son Belcebú el que tentó a Jesús, Samael, Sacla, Belial, Nasbodeo y Apolión el demonio griego pero el más inicuo de toda esta cuadrilla es Ababdon el diablo judío y no miento.

─Claro que no mientes, Valerio, ese demonio el peor de todos tiene cátedra y trono en las sesiones del Vaticano II donde va de oyente y a la agachadiza. Nos van a dejar a todos con el culo al aire. Tendremos una iglesia que no la va a conocer ni la madre que la parió, dominada por Ababdon el satanás judaico, pero dame un cigarro. 

El señor deán se quedó pensativo, sacó la petaca y lió un cigarrillo, de caldo de gallina. Despues ofreció tabaco a los compañeros. El beneficiado Benedicto no fumaba. Los demás sí. Los cuatro fumaron a gusto sobre las peñas y de atardecido regresaron con paso indolente y cansino a la ciudad. Eran un ritual, un espectáculo. Algunos niños se acercaban a besarles la mano. Ellos volvían a casa en silencio conscientes de que se acababa un ciclo de que la iglesia no iba a ser la misma aunque la barca de Pedro, Cristo lo predijo, zarandeada por las olas de la tempestad, no naufragaría pero terminaba una era. Yo decidí entonces colgar la sotana sin que haya podido arrojar lejos de mí el alma de aquel pobre seminarista gordito y mofletudo, tan crédulo e inocente que fui. Ababdón el diablo judío sigue más de medio siglo después dando guerra y haciendo de las suyas en Gaza, Ucrania y en España no va más.

Jueves, 2 de octubre de 2025

 

 

 

 

 

 

 

 

PRISCILIANO Y LOS DEMONIOS: TIENEN POR DIOS AL VIENTRE

 

Prisciliano sabemos su nombre, que fue obispo de Ávila en la España hispanorromana, que sus doctrinas nigrománticas y vida de ultratumba arraigaron entre los celtas gallegos pero fue acusado al emperador de hereje y pasado bajo el hacha del verdugo en la ciudad alemana de Treveris. Era muy joven.

No obstante le dio tiempo a empaparse de la escritura profundizando en los arcanos de la Revelación pero fue más allá.

Hoy diríamos que se pasó tres pueblos.

Su tesis sobre la trasmigración fue refutada. ¿Nos reencarnamos al morir en otros hombres o mujeres hasta alcanzar la perfección y ser llamados a la diestra del Padre? La iglesia católica no da respuesta.

Sin embargo declara anatema el panteísmo priscilianista junto con otras múltiples herejías que aparecieron como setas en la iglesia occidental mediado el siglo IV cuando la Fe, sin consolidarse, aparecía en un estado efervescente. 

Fueron anatema las deserciones negacionistas de los patripasianos, novacianos, biononitas, nicolaitas, maniqueos, ofitas que adoraban serpientes, los arrianos, gnósticos por un decretal del Papa san León Magno.

 Gracias a un texto de Menéndez y Pelayo entro en la maraña de lucubraciones teológicas al rayar la aurora del siglo último del imperio romano partido en dos mitades Roma y Bizancio tras la irrupción de los barbaros. 

Prisciliano comunicó a sus fieles diocesanos su fe profunda el conocimiento de las escrituras y también el de los diablos. Algunos de sus puntos de vista tienen relación con el mundo moderno que adora a Baco, Venus y Mercurio y Marte. 

El materialismo nos dice que no hay otra vida y nos grita con san Pablo:

─No adoremos al vientre. Guardaros de la gula, la concupiscencia y la fornicación.

Estamos regidos por hombres de entendimiento corrompido.

Fue el primer experto en demonología. Conocía bien a los diablos a los cuales nombra por su nombre y son: Sacla, Samael, Belial, Belcebú y Nasbodeo. ABABDIÓN EN HEBREO Y APOLYON EN GRIEGO

Para mí el gran obispo de Avila no solo fue el martir de una iglesia en construcción, aparte de un padre de la iglesia latina.

 El único que lo defiende es san Agustín “Opportet esse haeresias” esto es bueno es que existan discrepancias para acrisolar nuestra fe. De la discusión nace la luz

 

miércoles, 1 de octubre de 2025

HORMONAS SUBLEVADAS

 Tampoco me preocupó demasiado; la Mary era un poco marimacho. Jugaba con nosotros los muchachos de mi cuadrilla a la pídola y al saltar se la veían las bragas blancas y dos suculentos muslos. Gran tema de debate en toda la peña era conjeturar si le había crecido ya a la hija del maestro armero y la señora Marce vello púbico, pues era una chavalota muy desarrollada. ¿Le habría ya venido el mes? A nosotros nos apuntaba el bozo, a la primera de cambio se nos ponía tiesa. Las hormonas son las hormonas ley de la naturaleza inexorable. Los senos, las caderas y el cuello de garza bien que se la notaban a la Mary. Yo trataba de mirar para otro lado cuando me tocaba hacer de burro y ella saltaba como una leona. Se la veía todo. Esa imagen no se me iba de la cabeza y por la noche sufría de poluciones nocturnas. El campo magnético de las hormonas sublevadas realizaba su trabajo

MULIEREM FORTEM QUIS INVENIET ¿QUIEN ENCONTRARÁ A LA MUJER FUERTE?

 Eran mis primeras calabazas en el amor. Tiempo adelante, recibiría otras más graves. Doña Dulcinea del Sotrondio con la cual venía yo a casarme me dejó a las puertas de la iglesia y acabé detenido en la prevención, pero, merced a las influencias de uno de aquellos seminaristas compañeros de viaje en los grandes periplos en bicicleta y que era comisario de policía en la localidad, me soltaron.

 Allí sí que me salvé por los pelos. Ahora al cabo de tantos años sostengo que no fueron hados ni la fuerza del destino el clavo ardiendo al que me agarré sino una extraña fuerza redentora que vela por mí. 

Intervino la Virgen de la Fuencisla que estiró su manto para que yo no cayera al Eresma y habló directamente desde el cielo a Teodoro Llorente para que me liberaran de la mazmorra en la cual fui metido por aquel escándalo. Yo trataba de salvar mi honor pisoteado y el de mi familia. 

Pasé las horas más angustiosas de mi vida encerrado en aquel calabozo de la puerta verde porque Teodoro era también devoto de la Virgen. Los dos fuimos nombrados postulantes el último día del mes de mayo y en las vacaciones del 58 hicimos una carrera hasta Mozoncillo en nuestras bicicletas y allí nos agasajó su abuela con té con pastas y vimos pasearse por los campos la sombra de don Andrés Laguna el autor del Lazarillo de Tormes. Estaba recogiendo en una cerca hierbas oficinales y al pasar nosotros nos saludó y nos impartió su bendición pues era sacerdote aunque de origen converso como tantos y tantos en Segovia los cuales consideraban a nuestra ciudad una réplica de la Jerusalén celestial.

Así que el que me hiciese la cobra a mis requisitorias de amores la hija del maestro armero y la señora Marce me pareció algo muy natural y no había por qué alarmarse pues yo ya empezaba a darme cuenta de que era verdad la filosofía del maestro Cela: a diez solicito, nueve me dicen que no y una que sí. Con una me quedo.  Mulierem fortem quis inveniet... cantábamos en la epístola. de la misa de viudas. ¿Quien encontrará la mujer fuerte?  ¿La encontraste tú? Pues yo no.

Enfrentarse a una mujer equivale con frecuencia en tirarse al ruedo a torear un mihura.                    

2025-09-30

 CRIMEN Y CASTIGO LA MEJOR NOVELA DE TODOS LOS TIEMPOS


Es un triunfo de la inteleigencia humana esta sublime novela creada por Dostoyevski. Epítome del poder y de la inteligencia humana capaz de hacer maravillas con las palabras. Una obra de arte. Me sumerjo en sus páginas y me veo retratado en sus páginas donde se hace presente el alcohol (hay capítulos que podían haber sido escritos en estado de embriaguez pero creo que don Teodoro no bebía. Era epiléptico), la traición, el sexo, los cuernos, las bellas muchachas que mueren tíosicas, el apego al dinero,  Dostoyuevski era jugador.  La trata de blancas y la seducción de muchachas que pie4rdenm su virginidad una noche de locura. What is ll about?  De un modo dialéctico el gran escritor ruso dibujo un compendio de los vicios de la Rusia de su tiempo. Sin acrimonia. Con una media sonrisa de comprensión a sabiendas de que  el tema carece de solución.

 Siempre fue así, es, y será hasta el fin de los tiempos. 

Ante esta maravilla, ante semejante obra de arte, no entiendo la rusofobia y las diabólicas calumnias que se lanzan contra el único país constitucionalmente cristiano que queda en el mundo. 

Leo “Crimen y Castigo” en estos dulces días de junio primaverales, escuchando el canto del cuco y el piar de los gorriones que posan en la huerta para atiborrarse de nísperos amarillos. Este año hay de ellos cargazón.

 O salgo a dar un paseo por mi pueblo los bares y tabernas están atestadas con viejos jugando al tute y muchachas en flor que calcan el paso por las aceras luciendo sus piernas kilométricas y los bustos rebosantes. La vida, pese a todo, es bella. 

Es la conclusión a la que se llega cuando se descubre la filosofía del autor de “Los Hermanos Karamazov”. 

Hay rachas en las que parece que Dios se oculta y Satanás alza su testa cornuda: guerras, descalabros infamias, puterío de la política, ministros que meten la mano en el cajón, se van de orgía a un balneario de Sigüenza y se convierten en carne de cañón para los oceánicos programas de Anarosa y sus comadres. 

Debajo de esto hay una España en paz que se levanta a las seis de la mañana para ir a currar, estudiantes que se queman las pestañan antes de los exámenes y viejos que juegan a las cartas o se fuman un puro apurando los últimos días de su vejez en una terraza de Villafranca o de Cudillero.

 Raskolnikov es un estudiante fracasado. A veces parece un loco pero está lleno de sentido común. Vive de gorra a costa de la pensión de su santa madre a la cual  obliga a venir a Petersburgo para casar a la hija. Engañada. 

Uno de los personajes más patéticos y mejor definidos es el de Marmelod, un funcionario de un ministerio que se da a la bebida, lo expulsan del ministerio y un día muere bajo la rueda de un coche de punto. Al pie de los caballos. 

El jornal se lo gastaba en vodka dejando a su esposa y a sus tres hijos pequeños en la miseria. 

Sin embargo, su hija mayor Sonia azota las calles de la ciudad imperial para sustentar a su familia.

 Esta esquinera, magdalena de buen corazón, no solamente trae el pan a su familia sino que para Raskolnikov va ser la piedra de salvación. 

El cual se enamora y se casa con ella y lo acompaña a su gulag a Siberia cuando él es condenado a ocho años de cárcel por el asesinato de la vieja Iliona usurera y su hermana Lizabeta. ¿Cuál fue el móvil del crimen? 

Raskolnikov asumía el concepto de que hay seres humanos tan despreciables que no merecen estar vivos por su fealdad, sus minusvalías, por la sordidez de sus vidas. 

Sin embargo, en el camino de la redención y gracias a Sonia el asesino que no la mata para robar, se da cuenta de su error (era la idea que barajaba Hitler al primordial de la raza aria)  Somos para los nazis no sólo judíos sino también material sobrante ( lichnii chiloviek, gente que sobra) y abraza el sentido de la vida cristiana, para el cual este dogma de amor, tolerancia y perdón es una de sus rocas basales. 

Raskolnikov creía que no se puede ser feliz sin un par de botas nuevas.

 A veces es mejor caminar descalzo. Si tu ojo te escandaliza, arráncatelo.


06/06/2025