CJC CONDE PUBLICADO BLOG
EL HIJO DE CELA UN GRAN ESCRITOR
He leído "Cela mi padre". El
hijo honra la memoria de su padre pero, como buen hijo, defiende la
memoria de su madre Charo que fue la musa del escritor la que pasaba a limpio y
corregía los textos de nuestro gran premio Nobel.
Conocí a ambos en una conferencia que
dio el gran escritor en el Instituto Español Londres 1974. Me concedió una
entrevista, una de las muchas que tuve con el gran Camilo, que era todo un
caballero español. Y que asendereó su vida con una puntualidad británica,
una seriedad y laboriosidad poco conocida entre nosotros. Contestaba a todas
las cartas, era un buen amigo y anfitrión.
Por su casa de Palma de Mallorca
desfilaron desde Picasso hasta Américo Castro pasando por RJ Sender, el
escritor aragonés, republicano y exiliado en California -Cela Conde así lo
cuenta en la biografía póstuma, de autor- mal hablado y peor educado
que se emborrachó en plena fiesta y armó un trepe. Sí, nuestro padre San Camilo
era hospitalario, se apiadaba de los peros vagabundos y de los huerfanitos sin
padre que iban por tierras de Segovia llorando. ¿Por qué lloras, rapaz? Porque
madre se escapó con un cabo de Regulares y padre nos echó a "tós" de
casa”. Ostende esa misericordia con el desvalido en su mejor libro de viajes
que a mi juicio no es Viaje a la Alcarria" el que le hizo más
famoso, sino Judíos Moros y Cristianos" un texto cuya ética, épica
y estética reciben ahora mismo el lauro de la actualidad.
Todo eso lo conté yo, aunque sin
demasiado fortuna en mi Cela El Café Gijón y Yo porque a los demócratas
de toda la vida no les complace lo que se sale del cauce. Viajamos todos
ahora mismo en un tren de vía estrecha. Son habas contadas. Al que se salga del
carril, palo y mala vida. No nos es lícito a los súbditos de Su
Majestad Borbónica pensar por nuestra cuenta. CJC sin embargo como
escritor ha sido el mayor que dio este país, aun escribiendo y toreando con la
censura en los tiempos de Franco. Se salía de madre.
Su hijo Camilo José Cela Conde las
mismas siglas no tiene por qué abrumarle el apellido. En Cela mi padre revela
sus facetas de eximio contador de historias.
Me he visto reflejado en este gran
escritor memorialista, tolerante que cuenta las cosas con elegancia y con garbo
en el más puro estilo de los memorialistas ingleses y esa veta británica
le viene de su abuelo que se apellidaba Trulock.
"Yo soy medio inglés" me
dijo Cela en Londres. Las vivencias que refleja son las de toda nuestra
generación la del 68 aquel Madrid de Ríos Rosas el Canalillo, los
bailongos del barrio de Tetuán de las Victorias.
Al pasar cerca de las casas militares de
Maudes, olía a tinta y se escuchaba el estruendo enervante de las
linotipias.
En aquella cuesta que desembocaba en
García Morato tenía sus reales la Editorial Espasa Calpe. Nos atrapó a todos el
duende de las imprentas un morboso gusanillo. Nos atrapó entre sus patas el ciempiés
y es difícil escaparse. Ya no lo soltamos ni con la vela en la mano.
El Cela que yo conocí nada tuvo que
ver con el que ganó el Nobel, ni el Cela que se encoñó con una periodista
gallega, una de tantas trepas de las redacciones, ambiciosas, fatídicas, que
medran enseñando las bragas y acostándose con el jefe, mujeres fatales.
Son todo un exponente de las "fem" (yo también las he descubierto
su conjura en mi Quien encontrará la mujer fuerte, alguien
tendrá que aplastar la cabeza de la serpiente) y CJC se acabó como escritor, el
escritor profundo que fue meticuloso trabajador, todo voluntad de estilo y
escritura siguiendo los consejos de su maestro Pio Baroja.
Me siento en la silla tiro de papel y
pluma y no me levanto ni para mear en seis horas. ¿Y si no sale don Camilo?
Algo saldrá, no jodas". Detrás de un hombre importante siempre hay una
mujer fuerte y la mujer fuerte de nuestro laureado prosista gallego de Iría
Flavia fue una vasca su esposa Charo Conde.
Dejó de ser el mismo, se salió de madre,
perdió hasta el oremus. Le retrataban con una choferesa en un Cadillac, salía
en las revistas del corazón. ¿Volvería a hacer el viaje a la Alcarria?
"Para eso hijo me sobran cuarenta años y treinta arrobas".
Durante la última etapa de su
existencia vivió a la sombra de un castañar que sólo daba castañas
pilongas.
Esas castañas cuyo fruto vuelve locas a
las cabras. Debió de ser cosas del autor de la Colmena, manías de viejos.
Su hijo Camilín ganó el pleito
sobre la herencia y con la acribia circunspecta que le viene de largo y sin
acritud está poniendo los puntos sobre las íes.
Doña Marina Castaña quiso
quedarse con los papeles, los cuadros y regalos del glorioso escritor,
despojando de sus bienes y de la hijuela al hijo de Cela, su único hijo. Una
tipa deletérea. Dicen que trabajaba para el Mossad y cumplía el encargo de
destruir el “mito franquista” de Cela
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