2021-01-13

 

El HUNDIMIENTO DEL “TITANIC” Y LA MANO DE DIOS

+ Uno de sus oficiales tuvo la premonición de que el transatlántico se iría a pique como consecuencia de los letreros soeces de desafío a la divinidad que pintaron unos obreros de Belfast en el casco.

* Posible relación del percance sucedido hace ochenta y siete años con las profecías de San Malaquías.



Por antonio parra galindo


¿ Estuvo relacionado el hundimiento del “ Titanic” con las profecías de Malaquías? San Malaquías ocupó la sede Armagh. A esa diócesis perteneció Belfast en cuyos astilleros de Belford fuera arbolado el buque, hasta la reforma ¿Fue por otra parte, el naufragio de aquella maravilla de poderío, lujo e ingeniería naval de aquel tiempo, auténtico buque insignia de la naviera “White Star Line”, la noche del 13 de abril de 1912 sobre las gélidas aguas de Terranova, un aviso del Cielo, y un castigo enviado por Dios a los hombres, equiparable al derrumbe de la Torre de Babel, en respuesta a la protervia y jactancia de algunos descreídos y recalcitrantes en el ateísmo?

Sendas inquietantes preguntas saltan al plano de la actualidad cuando expertos norteamericanos se disponen mediante una tecnología punta a estudiar paso a paso el estado en el que se encuentran los pecios más nombrados del momento (sobre el “ Titanic” se han escrito infinidad de monografías y artículos). Qué duda cabe de que fue como un despecho al orgullo mecánico. La Madre Naturaleza obligó a mascar el polvo a los que decían que la linea de flotación era invulnerable.

A recónditos sectores del barco siniestrado no se pudo acceder. El ordenador, la fibra óptica y los últimos adelantos de la oceanografía harán posible rastrear las lóbregas reconditeces de la antigua ciudad flotante (los camarotes, la cubierta, la toldilla, las bodegas, la escalera del comedor de lujo y el salón de baile, tal y conforme se proyecta en la película). Difícil será encontrar restos humanos, ya que seguramente habrán sido pastos de los peces, pero se recuperarían monedas, objetos y utensilios y se podrían recabar datos para conocer lo que ocurrió verdaderamente aquella noche de la primavera polar.

Los batiscafos tendrán la última palabra para determinar si fue verdad o un simple bulo lo tantas veces comentado de que pinceles sacrílegos habían embadurnado los estraves, el codaste, la roda y la quilla - esto es los bajos del casco - con letreros irreverentes por no decir blasfemos contra Dios y sus santos. “ Al “Titanic” no lo va a hundir ni Cristo”...” Tendrá que hacer Dios uno de sus milagritos si quiere enviarnos con los delfines “.

El pudor nos veda verter al papel algunos de aquellos aleluyas estampados por la mano poco firme y temulenta de algún capataz descreído e incluso de algún ingeniero al que se le habían subido los humos a la cabeza entre chistes soeces, necias risotadas y bastante cerveza, sobre la arboladura del coloso. Los caracteres estaban embadurnados de cal viva. Se supone que, corroída la pintura, las ominosas pintadas podrían reaparecer. Es posible, con todo, que de ellas no haya quedado ni rastro. Se habría producido -eso que tanto se dice ahora- un legrado de memoria. Se cumpliría así la sentencia del salmo”: Vi al impío sobreensalzado como los cedros del Líbano: pasé, y he aquí que ya no era “. Un iceberg malhadado rebajó los humos de los que construyeron al gigantesco titán marítimo para el cual los bramidos del huracán serían suaves arrullos, e inocentes juegos de niños los embates de las olas. Entre las innovaciones técnicas a bordo, el “Titanic” llevaba acoplado cámaras estabilizadoras o giróscopos, para aminorar los movimientos de cabeceo y los de costado, siempre tan molestos, y que son causantes del mareo, como saben bien todos aquellos que alguna vez se hayan hecho a la mar.

¿ Quedará algo de esas procacidades que el pasaje y la tribulación pagaron tan caro?¿ Habrán resistido los ochenta y siete años de inmersión? Es una incógnita por el momento a cargo de las investigaciones batimétricas. Mucho se ha especulado sobre la existencia de esos epígrafes irreverentes pero en sustancia no pudieron confirmarse.

EUFORIA

Nada tiene de descabellado, por lo demás, que en la euforia de avances tecnológicos que llega con el siglo, se dijese que el barco fuese inexpugnable a los embates de las olas. Esta actitud de desafío a la divinidad, dimanante de una actitud racionalista y de una corriente de optimismo tecnológico que se produce a raíz de la Exposición Universal de París, acaso más que una blasfemia fuera un lema publicitario adoptado por la firma patrocinadora en recia competencia con la “Cunard Line” y sobre todo con las navieras alemanas que acababan de botar los llamados “galgos del Océano”, capaces de cubrir la distancia entre El Havre y Nueva York en cinco días, cuando hasta entonces los barcos cruzaban el charco en varias semanas. El orgullo inglés tenía en el punto de mira a la arrogancia de Bismarck. Alemania estaba a punto de arrebatarle a Reino Unido los dominios de los siete mares, merced al invento del submarino descubierto por el español, Isaac Peral, y que muy pronto patentó Berlín.

Era costumbre, y todavía lo sigue siendo entre los anglosajones ,que todas las maquinas de guerra tuvieran un nombre. Cabe recordar el famoso “ Dicke Bertha” que asoló Paris durante las guerras franco prusianas. Muchos “ harriers “ británicos o F-18 llevan estampada en la carlinga como mascota la efigie de una señorita ligera de ropa.

Asimismo, cabe observar inscripciones un tanto descreídas o amenazadoras sobre la torreta de cualquier carro de combate y hasta a los propios misiles se les bautizaba durante la Guerra del Golfo con un motete como “ que te jodan, Hussein”, o “ muera el ladrón de Bagdad”.

Los españoles eramos un poco más píos. Los barcos de nuestra escuadra que cubría la carrera de Indias o la de Filipinas llevaban casi todos nombres de Vírgenes: “ Asunción”, “ Santiago”, “Trinidad”,” Santa María”. Sin embargo, la mascota preferida por los marines ha sido siempre Raquel Welch, Hilda o Marilyn. Cuanto más pagado de sí mismo y autosuficiente de sus propias fuerzas se siente el hombre, más se enfría su fe.

A este barco no lo hunde ni Cristo “ acaso no fuera más que un slogan comercial para atraer clientes. Al reclamo acudieron los grandes ricachones de Londres y de América.

Pero en la noche del doce de abril en el pasaje y en la tripulación, antes de que el “ Carpatha” rescatase, ateridos de frío, a los setecientos náufragos todos tuvieron el nombre de Dios en la boca. Rezaron lo que sabían. Lo plasman muy bien las secuencias de la reciente película. Al irse a pique aquel soberbio emblema de la tecnología y para confusión de sus armadores en el viaje inaugural con sus doscientos cuarenta metros de eslora, treinta de manga, sus cuarenta y ocho mil toneladas de desplazamiento y unas turbinas con una tracción equivalente a setenta mil H.P., mil quinientas personas se ahogaron.

Había sido construido en los astilleros Belford de Belfast, la capital del Ulster, una ciudad que sigue siendo campo de Agramante de las tensiones cívico religiosas que marcaron la vida europea en los pasados siglos y (q.v.) en pleno palmarés de actualidad por sucesos sangrientos terroristas, que hacen pensar en las profecías de San Malaquías, un fraile cisterciense francés que llegó a ser arzobispo de Armagh. Ellas hablan de tensiones y cismas, de la vida eclesial durante los últimos papas; de odios y de movimientos migratorios masivos, lo que se da en llamar en teología “ pressura gentium”, angustias y congojas y sufrimientos del justo a manos del inicuo. Serán años de intolerancia bajo apariencia de libertad, de catástrofes naturales y de naufragios en el mar, vaticina aquel arzobispo irlandés del Ulster hace ya más de setecientos años.

Las cuartetas malaquianas ponen al mundo en guardia de una forma oscura y sutil como corresponde a todo texto profético contra la arrogancia de los unos y de los otros en lo que concierne particularmente a la Silla Apostólica: el anticristo no solamente puede haber nacido en las Islas Británicas sino que de facto puede encontrarse ya en Roma. Inglaterra fue antaño el bastión de la catolicidad, pero la arrogancia y la simonía de ciertos pontífices determinó su salida del redil. Roma tendría , en consecuencia, que recapacitar y que temer, si sigue entregada a los vicios y a la prevaricación, en sus ansias de lucro, de dominación y de poder.

Lutero creía - y no le faltaba su punta de razón - que el anticristo podría llegar al mundo en silla gestatoria y ceñida la cabeza por la triple corona o tiara.

¿ Qué relación puede tener Malaquías con el hundimiento del “Titanic” o la situación que estamos viviendo? Muy simple: corre la voz en círculos esotéricos de que el Anticristo en este fin de milenio donde la terribilidad se conjuga con la esperanza podría venir del Ulster. No podría tener peor gusto. Belfast es una de las ciudades más aburridas y menos atractivas de todas las provincias del Reino Unido, aunque conserva su orgullo de haber sido durante siglos el bastión de la ingeniería naval más importante de Europa después del Clyde escocés. En sus “ pubs” se canta con más efervescencia que en otras partes el “ Rule Britania” y se lleva muy adentro prendido el orgullo de ser inglés como reacción a lo irlandés, que representa lo católico, el papismo, la intolerancia, el atraso. El recuerdo de la batalla del Boyne (1690), cuando Guillermo III derrotó a los que profesaban la religión romana, está todavía presente. Por eso, la capital del Ulster es la ciudad de la intolerancia, del odio étnico, y de todo aquello que se contrapone al amor y al perdón del Evangelio (anticristo). Casi un símbolo de nuestros tiempos.

UNA CARTA

Sobre el hundimiento del “ Titanic” se conserva la carta de uno de los oficiales que hizo la primer singladura a bordo. Era un joven de Dublín, católico, quien, poco antes de zarpar desde Southhampton, escribe a su familia estas líneas premonitorias: Yo estoy convencido de que este vapor no llegará a puerto por causa de las horribles frases que llevamos estampadas en la quilla... una carga de profundidad a nuestras plantas.

Un jesuita español, el P. Florentino Ogara, publicó un libro (. / Lecciones Sacras.- Madrid, 1921,:432 pp./ Cursillos espirituales, 1915-1916. -) en el cual documenta la existencia de esas pintadas. Sin duda alguna debieron de ser escritas para acabar convirtiendose en salvoconducto de perdición. En mala hora escribieron aquellos obreros tales “ graffitti”, porque luego vendría Paco con la rebaja. El Omnisciente y Omnividente se encargó de enmendarles la plana. Él escribiría la sentencia fatídica sobre las olas, asestando un golpe de maza a la soberbia humana. El “ galgo de los océanos “ no cubrió su primera carrera. Jamás llegaría a su puerto de destino.


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