EL ROJO Y EL NEGRO DE FERNÁN GOMEZ
Antonio Parra
Pasado san Felix, fecha fatídica de veinte/enes, nostalgia en la memoria, magosto de castañas, se vienen abajo las hojas del pejugal, tiempo de silencio. Quietos. Paciencia y barajar. Jugábamos a las prendas, las noches se hacían largas. Había filandón en el pueblo, pasadas las Ánimas. Echábamos comedias. Don Juan Tenorio no podía faltar. ¿No es verdad, ángel de amor? Empezaba a hacer frío y a la amanecida, las primeras escarchas. Habrá que abrigarse, chiquitos. Arriba animas. Misas de difuntos y a la atardecida rezando el rosario por todas nuestras obligaciones. Padre Nuestro que estas en los cielos…. Tati quietu. Venga ya. Éramos felices a nuestra manera aquellos noviembres del ayer, pero hoy todo se vuelve hiel y política.
Pobre Fernando acabas de bajar el telón a toda una época. Mi época. Pero ha tenido un entierro muy original de esos que hacen ciclo. Un tango que bailaron dos actores en El Español, su teatro de toda la vida, ante su caja de madera de pino. Quizás para conjurar el miedo escénico que todos tenemos ante La Que No Perdona A Nadie. Pero ¿será mejor el ritmo de Caminito Que el Tiempo Ha Borrado que la Tremenda Secuencia del Dies Irae? La verdad es que yo preferiría un buen responso a ser posible cantado por tres popes que un tango pero “de gustibus non disputandum est”. Bien por Fernando.
Y en Inglaterra donde también viví el mes de difuntos se celebraba con paradas, catafalcos, cambios de la guardia, el last call (última llamada) y amapolas en el ojal. Popy day. Lo traemos por nuestros muertos me decían mis amigos y los muertos no tienen bando cayeron en la defensa de la patria; muertos están y muertos son. No hay distingos. Las amapolas suelen florecer por mayo junio pero es por noviembre cuando se adornan los isleños con la amapola de luto y sangre. También la amapola, pariente de la adormidera, es una flor ácrata. Un himno. Una canción protesta en pleno campo donde hace buenas migas con la cizaña y con el ballico.
Mes de difuntos y los cielos encapotados se ponen de tristeza recordatoria con nubes panza de burro. Como me marcó esta experiencia inglesa (allí me dieron lecciones de patriotismos) el día de san Feliz acostumbro a lucir en mi solapa las cinco flechas de mi haz. Por los muertos que me mataron y gozan en mi vivencia de buena salud. Están con el Padre como vulgarmente se dice por decir algo y ahí están junto con los que murieron de enfermedad o de puro aburrimiento. Oiga no me los miente por favor. Que un 20N se fueron José Antonio, Francisco Franco y el almirante Carrero. Durruti y Guido Fawkes ese mismo día –oh casualidad- quiso volar el parlamento de Westminster. Y por poco se nos muere ese día Fernán Gómez que entregó su alma a dios el día de Santa Cecilia, un poco más tarde. y tuvo un musical y escénico entierro cubierto su ataúd con el rojo y negro de los anarquistas. A mí Fernando nunca me pareció, puñetas, un tío de la FAI. Mas bien un inconformista pequeño burgués pero respetemos últimas voluntades. De guaje me zampé todas sus películas de blanco y negro y una de las más que más me gustó y fue tronada fue la de Bala Rasa en que el actor hacía de legionario y le quedaba el caqui que ni pintiparado pero !que cosas! Lo mismo que el uniforme de marino en Botón de ancla. Fernando era un actor multifacético. El hombre de las mil caras. Perfeccionista y que no aguantaba a los cretinos. En el Gijón si te descuidabas podía llamarte hijo de puta para luego después convidarte a una caña. Él era ansí de español y de entrañable.
Respétense la decisión de los muertos. Tras de tiempos llegan tiempos y uno no pierde comba en esto de las sorpresas que nos dan las personas. Pues yo creía… pues yo pensé que. Pues sí. ¿No fue uno de los hombres más significados del cine franquista? Crecimos prácticamente y viendo sus películas nos pusieron de pantalón largo. Las solían poner en el Montija de Cuatro Caminos. La entrada valía 3.50 Ptas. No llegaba a un céntimo de euro. Era una sala de aquellas en las que entraban dos y salían cinco, según se solía decir.
- ¿Qué echan?
- Una de indios. No una de Fernando Fernán Gómez, mejor dicho
.-Pues vamos pa aya.
No alcancé la gran época suya del Café Gijón. Fernando se había marchado a vivir a la sierra y no frecuentaba la barra del famoso tupís de Recoletos y se había encerrado a escribir pues Fernando era heterogéneo y variado y debía de ser por lo de las bicicletas son para el verano. Tal vez sí era un polifacético. Su biografía es el retrato antropológico de un tiempo, el de mi generación, son sus aspiraciones y sus luchas, sus alegrías y sus miedos. Larguirucho, rubicundo, un poco espatarrado de la voz rajada y la dicción perfecta. Lemos y Marín le superaban representando a los clásicos pero Fernando sin duda fue el mejor de todos los de aquella farándula. El teatro nunca lo tuvo más a huevo ni mejor. Balarrasa me impresionó. Y varias veces en el cine se puso la sotana de cura para hacer de coadjutor de una parroquia de Vallecas que también le quedaba a las cien maravillas lo mismo que la de misionero con salajó En la mies es mucha. Después de verla se llenaron los seminarios y queríamos imitar a FFG que hacía de Padre Damián. Por él nos entró la vocación de misacantanos pero una de las cintas suyas que más me hizo reír fue La venganza de don Mendo que acaba con aquellas temibles frases que puso a su protagonista- todo me lo podéis quitar les dijo a sus esbirros menos el miedo en Paracuellos- Muñoz Seca: “aquí muere un león cansado de hacer el oso”. Buen final para una comedia. Que la vida es una tragedia o una comedia según se mire. O un tango que él lo supo bailar. Los leones mueren cansados de hacer el oso. Acta est fabula. Y el gran actor hace mutis por el foro. Se nos va para siempre envuelto en una bandera de los de la FAI. Sus ideas políticas o su condición de niño abandonado por su padre al que no conoció hasta los treinta años –todos somos un poco hijos del aire, fornecinos e hijos de puta- no me interesa. Tampoco su fama de malas pulgas. Como actor, un genio.
Era buena gente y los anarquistas son buena gente. Si bien se mira el rojo y el negro son nuestros colores. Eran también los de mi equipo favorito la Gimnástica Segoviana y creo que también los del vermú Cinzano. Color de la amapola color del ajenjo. Popys days. A Mr. White mi profesor de anglosajón que era un inglés grande y buena persona del Yorkshire y se parecía algo a Fernando Fernán Gómez, la amapola en el ojal no se le caía en todo el mes de noviembre.
¿Por qué se sorprenden algunos que ese día de ánimas nos pongamos algunos la camisa azul la corbata negra y el yugo y las flechas? Por favor amigos, menos cinismo. Muertos están los muertos que vos matáis. Rojo y gualda, rojo y negro, verde gris, verdegay... Todo eso tiene que ver con la luz y la materia. Somos colores y dolores pero aquella época nos gustaba porque no había tantos matices. Y la vida se desarrollaba en blanco y negro. Le rouge et le noir. Madam Bovary. Balzac. Nuestra adolescencia se parecía un poco a la de Fernán Gómez. Sus películas nos pusieron de pantalón largo. Las respuestas al dorso. Pero las claves del enigma se encierran en la corola de la amapola... lindísima amapola. Y esos distintivos tienen que ver con lo que protege a las actividades reproductoras. El rojo y el negro no es color de muerte sino de vida.
El rojo sobre todo es el emblema de la vida y de la resurrección. Será así si así os parece. A Fernando lo vi una vez en carne mortal. Era una tarde de verano en la calle Presidente Carmona. Rodaban una película. La enorme pantalla de los focos y los cuarenta grados que caían a plomo en la tarde de agosto hacía que tanto a los figurantes como al pueblo allí congregado para ver la toma de la escena que dirigía un hombre subido a una silla elevada como la de los árbitros en el tenis (creo que era Juan de Orduña) y a Fernando gruesos goterones le rodaban por la cara surcando el badurne del maquillaje y le decía no sé qué a una monja muy guapa de ojos ojizarcos cuando el director gritó corten y todos se fueron a una terraza la del Circulo de Bellas Artes a tomar una caña y Fernando con sus arreos monacales encendió un pitillo y se tomó en un decir Jesús tres gin and tonics brindando en la compañía de una rubia que creo que se llamaba Analía Gadé.
Nunca se vio en Madrid mujer tan guapa. Fernando era alto, pelirrojo con pecas, feo desgarbado el pie valgo, pero varonil y tenía una cabeza enorme cono Búfalo Bill. Yo era entonces muy pobre y me quedé con ganas de entrar en aquel bar a tomarme un piscolabis pero no me llegaba el presupuesto, me quedé con las ganas. No obstante, pensé que algún día vendrá en que yo pueda pasar adentro con los señores. Y ese día llegó como todo en la vida. Fui comensal del Café Gijón adonde no iba Fernando ya pero una hija suya, Elena, que era son pere cracheé, su vera efigie, no paraba de hablar su gesto como él, la plena representación de su papa aunque más pelirroja aún y con el gesto dulce y las manos grandes de su madre María Dolores Pradera, se dejaba caer y hablaba con nosotros los de la tertulia del rincón del cerillero.
Fernando le recuerdo con aquel enorme vozarrón tan matizado. Era el actor que mejor vocalizaba de los que se subieron al carro de Tespis. Cuando envejeció y se dejó la barba era una versión adaptada entre Bernard Shaw y Tolstoi a la española. Así y todo, no te podías mucho fiar. Ya que tenía esa cualidad de los genios de transformarse en su personaje por lo que siempre parecía un ser distinto en cada papel. Un hombre bueno y afable aunque dicen que con malas pulgas. Ahí yo creo que también sobreactuaba. Además Madrid se ha llenado de modorros y de flatosos.
Ya no merece la pena ser bohemio. Hemos entregado la ficha al cerillero que también se ha muerto. Supo vivir la vida. Siempre se le vio con una escolta de las mujeres más hermosas del país. Acompaño en el sentimiento a su viuda Emma Cohen y al decirle adiós hoy en la Almudena pienso que la manida frase de qué solos nos deja ya no es un tópico. Fernan Gómez era un monstruo de la escena hispánica como sir Lawrence Olivier o Sir John Giegauld lo fueron en su día de la británica.
Como persona era muy elegante. Luctuosos veinte/enes puñéteros. Le rouge et le noir. La divisa falangista y anarquista cubriendo su cenotafio. Pero que no trivialicen la fecha por favor algunos con sus excrecencias mentales y sus paridas y nos cuenten que la fecha les recuerda cuando llevaban camisa azul – esa hay que ponérsela siempre, cabrones- o a un noviete suyo que lo celebró con champán. ¡Qué frivolidad!
Yo tengo bien presente aquella madrugada en que sonó el telefono de mi piso de Londres y desde Madrid una voz la de redactor jefe Paco Martos me comunicó la noticia con simplemente un adverbio.
-Ya
En aquel ya había un adelanto de lo mucho que iba a cambiar nuestra vida. Y desde la cruz a la fecha tanta impostura tanto enredo. Los banqueros iban a ponerse las votas. Estaban aguardando a que el viejo doblara para hacerse más ricos. Autonomías. Constituciones. Tarancones y aquí el que se lleva al agua es el señor Botín que dice amarremos las cuentas que lo demás son cuentos. La eta, los pucholes, los tirantines y tirantones, Beti la fea, Pilar la ceñuda, Tere la Perchelera, anacondas y anarosas. Todo eso se nos robó. La memoria. Un tiempo. Pero nunca el derecho a soñar en un mundo mejor y más justo. Para los que vinieron todo es el blaba del mentidero y de la cárcel de Monipodio, el país entero hecho una corrala y a mí que no me vengan con cuentos. Para ellos lo importante es hacer montón. Ya. Fernando, turiferarios aparte, ha querido morir y ser adornado con el capote de la FAI y de la Falange en su último lance definitivo. Las dos efes enfrentadas pero a lo mejor no tan distantes. Efes. Y efes. Era un hombre de izquierdas que parecía muy de derechas y fue por la vida en plan señor gritando a los gilipollas con la voz cascadas a los impertinentes e intolerantes.. Congruente consigo mismo. Acta est fabula. Abajo el telón. Se acabó el baile. Ha terminado la función
23/11/2007
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