X DE DICIEMBRE SANTA EULALIA PATRONA DE LA ARCHIDIOCESIS DE OVIEDO
No amaina el temporal, bajé a la playa cachava en mano, días breves y entrañables de santa Lucía las noches más largas que los días, vísperas del solsticio de invierno, fiestas de la luz a partir de mañana amanecerán un minuto antes y atardecerá otro después.
Hoy es santa Eulalalia patrona de la catedral de Oviedo sus cenizas yacen en la Cámara Santa. En la hagiografía cristiana esta niña de doce años que le cantó las cuarenta al pretor emeritense Daciano que publicó un bando que prohibía el cristianismo obedeciendo las ordenes de Diocleciano, la persecución más implacable, o parece que tiene su aquel en los tiempos laicos que corren cuando subyace una persecución subliminal esto es sin sangre y sin gulags para los que quieran seguir las enseñanzas del Evangelio. Mi primera parroquia fue la de Santa Eulalia segoviana donde se inicia el turno de la Catorcena y ahora he venido a dar con mis huesos a este hermoso rincón del principado.
Aquí me lamo mis heridas y mis silencios. Son alegres y esperanzados los años de senectud.
Soy devoto de esta niña emeritense. Todo un paradigma en los tiempos que corren cuando muchos cristianos carecen del valor que ella tuvo de enfrentarse al poder a costa de su propia vida y derramó la sangre por Jesús.
Hoy la llamarían relacionista o políticamente incorrecta tal vez anti sistema. En fin nos dio ejemplo haciendo honor a su nombre que en griego significa hablar bien. Una niña se perdió camino de Santa Olalla, canta la copla, pero no se perdió, se encontró con Cristo al recibir la palma del martirio.
En Oviedo su fiesta de primera clase se celebraba con gran solemnidad su fiesta el diez de diciembre o según el conteo del calendario latino el cuarto de las calendas de diciembre. Tengo en las manos un viejo libro de coro “Officia propia festorum Dioecesis oventesis” publicado por Ed. Regadera de Oviedo en 1871 y me entusiasmo con la traducción de los versos que le dedica el poeta Prudencio:
Himno de Olaya
De la Virgen cantemos la alabanza con reverencia
La cual portando mil guirnaldas sobre la frente
Dos palmas mereció ganar
Con sangre derramada
Y con ellas avanza apresurada a la morada del Padre
No teme a la noche ni la empavorecen las tinieblas
Antes de que la luz abra sobre las zarzas el orden celestial
Entra con rápido andar la adolescente emérita
Después de comparecer ante un funesto tribunal
En su deposición declaró que los dioses son falsos
Con dulces palabras el pretor de disuadirla trata
Para ablandar el ánimo de la chiquilla
Trata de animarla a ofrecer incienso a los dioses
Para complacer al cesar
Ella dice que eran falaces de Daciano las palabras
No se ablanda tampoco a sus amenazas de encerrarla en una cueva
Y de sumergirla en un río de aguas bravas
El pretor presa de rabia rechina los dientes
Manda azotarla. Con todo y eso, la muchacha resiste
Es más fuerte que el tormento
Los garfios la esgarran pero la virgen contando las heridas abiertas en su carne se alegra y celebra el triunfo de Cristo
Con voz sonora
Manifiesta que hay dos tiaras inscritas
En sangre donde campea el triunfo de Cristo máximo
Daciano dominado por el furor
Ordena que sus mamas sean bañadas en aceite hirviendo
La joven aguanta impávida el dolor e los pechos quemados
La mana estar de pie sobre un arroyo de aguas hirvientes
Se quema su cuerpo
Sin embargo sale la mártir indemne del tormento del plomo
Y de las brasas
Soportando sin vacilar el suplicio
Al expirar los que estaban
Allí vieron subir al cielo una paloma
El cielo se iluminó con una luz resplacediente
El verdugo al huir dejó el cuerpo desnudo
La nieve caída del cielo cubrió su pudor
Oh virgen que es la firme olumna de Mérida
Protege benigna a los astures
Que te refieran como patrona siempre
Y tu fiesta celebramos con agrado
Recibe Olalla nuestro voto
Y ayúdanos
Danos tiempos de paz
Para que podamos siempre cantar tus versos
Deo Patria sit gloria in sempiterna saecula
Amen
Prudencio el cantor de los mártires hispanos
El cuerpo de santa Eulalia fue trasladado a Oviedo por los cristianos mozárabes cuando el musulmán invadió la península pues como dice Mío Cid “Tomaron sus cuerpos todos los que ovieron y fueron castilla e ansí la defendieron”.
Su culto fue extendido en toda la edad media hasta el siglo XI. San Agustín hace un panegírico de la virtud de esta “puella” que a los doce años prefirió morir antes que renunciar a su fe. Que ella proteja a los asturianos y extremeños pues en Mérida es muy venerada tiene una capilla ardiente. Su padre era un veterano de las legiones romanas que regentaba una quinta o cortijo en Porcejana en la Bética a treinta pasos de Emerita Augusto. Tuvo otra hina Julia que también fue mártir pero de ella no hablan los menologios.
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