RELACIONES DIPLOMÁTICAS
RUSIA ESPAÑA
Por mi condición natural
bondadosa a veces peco de credulidad por preferir la lisonja y el incensario a
la puñalada trapera y eso que he vivido una profesión como el periodismo donde
es habitual el navajeo. Me confieso moralizante y a veces satírico sin otra
intención que la de advertir vicios, denunciar chanchullos y contubernios. Me inclino
a la máxima jurídica de in dubio pro reo. A veces no se puede aplicar esta
fórmula de lenidad. Entonces ha de acudirse al escalpelo. La guerra de Ucrania
y mi tesis de que fue rusa casi toda ella sobre todo en el área de Crimea,
Odesa y la mayor parte de las ciudades limítrofes con el Mar Negro me ha
convertido en the odd mano ut. Debo ser de los pocos periodistas
españoles que se manifiesta en favor de Putin lo que me ha valido
descalificaciones insultos y hasta escupitajos. No soy un resentido manejo la
información de hombre que anduvo por el mundo como corresponsal en Londres y en
Nueva York y me he leído la mayor parte de la literatura rusa que en muchos
casos se parece a la nuestra. Gorki me recuerda a Quevedo. Galdós se da un aire
con Tolstoi y en el teatro de Chejov encontré reminiscencias de Tirso de Molina.
Castilla y Rusia poseen un alma crítica hacia el sistema de gobierno. Las Almas
Muertas de Gogol podrían haber sido firmadas por Cervantes. Este factor no se
da en casi ninguna literatura europea. Tanto ingleses como franceses o alemanes
e italianos barren para casa. Vaca de misterio que dos pueblos tan distantes se
enfrenten a la vida con un carácter tan parecido. Los trotamundos rusos se
parecen a los pícaros españole y algunos místicos de las sectas como los
flagelantes o los starzi semejan a los conversos castellanos que se
emparedaban de por vida para huir del mundo.
Las relaciones
diplomáticas con el Duque de Moscovia datan de la edad media. Se comerciaba con
pieles. Un obispo armenio peregrinó a Compostela de el siglo XIII. Calderón
habla de ellos en la Vida es Sueño. Su Segismundo era un hombre de la estepa.
Hasta 1613 cuando sube
al trono el primer Romanov no se instauran relaciones diplomáticas. Estas no se
fortalecen hasta el siglo XIX cuando Isabel II nombra al Duque de Osuna embajador
en la corte de los zares. Las extravagancias de este personaje que lanzaba al
Neva monedas de oro y tuvo amores con actrices y profesionales de la capital
dejaron mella en algunas novelas rusas donde lo español es reflejado como bizarro
y exótico, Osuna debió de ser un tipo muy apasionado. Tuvo como secretario a
don Juan Valera el autor de Pepita Jiménez. Este sí que hacía honor al
nombre que llevaba porque iba dejando un reguero de amores allí por donde
pasaba, tanto es así que en Washington una de sus amantes suicidó cuando supo
que la abandonaba.
durante la guerra civil
se intensificaron estas relaciones. Stalin mandó a sus mejores periodistas: Ehrenburg,
embajadores como Rosemberg o generales como Primakov. Al perder la guerra y
regresados a Rusia los mandó fusilar y sólo Ilia Ehrenburg un judío muy astuto
que se entusiasmaba a vistas de la ciudad de Toledo se salvó de la sarracina.
Rusia se portó de una
forma generosa con los niños de la guerra. Muchos no regresaron, hicieron
carrera, se convirtieron en ingenieros y maestros y contrajeron nupcias con
chicas rusas.
El hijo de Dolores
Ibarruri Rubén murió combatiendo contra los alemanes en el Frente del Este. En el
otro lado había también españoles los soldaditos de la Blau. Hablé con algunos
de ellos que estaban en el regimiento de mi padre: un artillero recibió el
encargo de hacer fuego contra el palacio de Catalina la Grande la famosa zarina
que ha pasado a la historia por sus devaneos amorosos “pero el goniómetro se
había congelado aquel día y el tiro no explotó… tuvimos muchas bajas, los rusos
eran muy valientes, atacaban en oleadas, nos dieron hasta en el carné de
identidad… Tuve la suerte de subir al ultimo camión de la Wehrmacht de
evacuación que salía para Berlín. Los que quedaron allá a la vista del palacio
de Catalina cayeron prisioneros todos los de la compañía del capitán Palacios o
murieron congelados” el relato de este comunicante expresa la admiración
hacia el Ejercito Rojo y esa cierta simpatía que siempre hubo entre los dos
pueblos. Por eso me apena que el presidente Sánchez haga causa común con el despeluzado
Boris Johnson ese inglés con pinta de loco, aplauda a Biden con las orejas, y
se solidarice con Zelenski un criminal de guerra para mí que está llevando a
Ucrania al caos en medio de una masacre. Pero claro yo no soy más the odd mano
out. La voz disidente en medio de este coro de turiferarios. Pese a los
ataques e injurias y el silencio del cual soy objeto no me callarán
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